lunes, 28 de mayo de 2012

VIVIMOS EN DOS USAMÉRICAS - Chris Hedges


Una USAmérica, ahora la minoría, funciona en un mundo letrado, basado en la palabra impresa. Puede lidiar con las complejidades, y tiene las herramientas intelectuales para separar la realidad de la ilusión.

La otra USAmérica, que constituye la mayoría, existe en un sistema de creencias basado en la irrealidad. Esta USAmérica, dependiente de imágenes hábilmente manipuladas para su información, se ha desligado de la cultura ilustrada basada en la letra impresa. No puede diferenciar verdades de mentiras.
Se informa a través de narrativas simbolísticas infantiles y clichés. La ambigüedad, los matices y la auto reflexión la sumergen en confusión. Esta división, más que la de clase, raza o género, más que la de rural y urbana, creyente o no, republicana o demócrata, ha separado al país en entidades radicalmente antagónicas e imposibles de reunir.
Hay más de 42 millones de USAmericanos adultos, 20 % de los cuales son graduados de secundaria, que no pueden leer, así como unos 50 millones que leen a nivel de cuarto o quinto grado.
Cerca de un tercio de la población es iletrada o apenas mínimamente ilustrada. Y ese número aumenta a razón de unos dos millones por año. Pero aún los supuestamente educados se refugian en grandes números en esta existencia basada en imágenes.
Una tercera parte de los graduados de secundaria, junto con 42 % de los graduados universitarios, nunca leyeron un libro después de culminar sus estudios. El año pasado, el ochenta por ciento de las familias USAmericanas NO compraron ni un solo libro.
Los iletrados rara vez votan, y cuando lo hacen no tienen la capacidad de tomar decisiones basadas en información textual. Las campañas políticas USAmericanas, que han aprendido a hablar en la reconfortante epistemología de las imágenes, substituyen las ideas y los programas políticos por frases baratas y calmantes narrativas personales.
La propaganda política ahora se disfraza de ideología.
Las campañas políticas se han convertido en experiencias que no requieren habilidades cognitivas o autocríticas. Se han diseñado para encender sentimientos seudo religiosos de euforia, empoderamiento y salvación colectiva. Las campañas exitosas son instrumentos sicológicos cuidadosamente diseñados que manipulan estados de ánimo, emociones e impulsos públicos inestables, muchos de los cuales son subliminales.
Estas campañas crean un éxtasis público que anula la individualidad y propician un estado de falta de sentido. Nos empujan a vivir un eterno presente. Mantienen una nación viviendo en amnesia permanente.
Estilo y cuento, en vez de historia y realidad, son los que informan nuestra política y nuestras vidas. Preferimos ilusiones felices, y funciona porque tanta parte del electorado, incluyendo aquellos que deberían saber más, votan por sonrisas, consignas, instantáneas familiares y la percepción de sinceridad y el atractivo de los candidatos. Confundimos nuestros sentimientos con conocimiento.
Los iletrados y semi letrados, una vez que las campañas terminan, siguen sin poder. Todavía no pueden proteger a sus niños de las escuelas públicas disfuncionales. Aún no pueden entender los préstamos predadores, las intricadas cláusulas de las hipotecas, los contratos de las tarjetas o de las líneas de crédito que los llevan a la quiebra y a la bancarrota.
Ellos siguen luchando por comprender detalles básicos de su rutina diaria como leer instrucciones de los medicamentos o llenar formas bancarias, documentos para préstamos para adquirir vehículos, planillas de beneficios por desempleo o papeles del seguro. Asisten, sin comprenderla, a la pérdida de centenares de puestos de trabajo.
Son rehenes de las marcas, que vienen con imágenes y consignas, que a su vez son lo único que entienden. Muchos comen en restaurantes de comida rápida no sólo porque son más baratos, sino porque pueden solicitar la comida a través de imágenes en vez de menús. Y quienes les atienden, también iletrados o semi letrados, marcan las órdenes en cajas registradoras cuyas teclas vienen marcadas con símbolos e imágenes. Este es nuestro nuevo mundo feliz.
Los líderes políticos de nuestra sociedad post-ilustrada no necesitan más ser competentes, sinceros u honestos. Sólo necesitan aparentar tener estas cualidades. Más que todo, necesitan una historia, una narrativa. La realidad de ese cuento es irrelevante, y puede ser completamente opuesta a los hechos: la consistencia y el atractivo emocional de esa narrativa es lo que cuenta.
La habilidad más esencial en el teatro político y en la cultura del consumo es el artificio. Los que dominan el artificio tienen éxito, los demás fallan. En una era de imágenes y entretenimiento, en una era de gratificación emocional instantánea, nosotros no buscamos ni queremos honestidad.
Pedimos ser mimados y entretenidos con clichés, estereotipos y narrativa mítica que nos diga que podemos ser quienquiera que queramos, que vivimos en el país más grandioso de la Tierra, que estamos provistos de cualidades físicas y morales superiores y que nuestro glorioso futuro está predeterminado, sea por nuestros atributos como USAmericanos o porque somos bendecidos por Dios, o ambos.
La habilidad de amplificar estas sencillas e infantiles mentiras, la de repetirlas y tener otros substitutos repitiéndolas en un ciclo interrumpido de círculos noticiosos les da a estas mentiras la cualidad de una verdad incontrastable. Se nos alimenta repetidamente con palabras y frases como "Sí, sí podemos", "rebelde", "cambio", "Pro-vida", "esperanza" o "guerra contra el terrorismo".
Es tan dulce el no tener que pensar. Todo lo que tenemos que hacer es visualizar lo que deseamos, creer en nosotros mismos y convocar esos ocultos recursos interiores, sean divinos o nacionales, que hacen que el mundo se amolde a nuestros deseos. La realidad nunca es impedimento para nuestra superación.
The Princeton Review analizó las transcripciones de los debates Gore-Bush, los de Clinton-Bush-Perot en el '92, los de Kennedy-Nixon del '65 y los de Lincoln-Douglas de 1858. Se revisaron las transcripciones con una prueba de vocabulario referencial que indica el mínimo nivel educativo requerido para que un lector pueda entender el texto. Durante los debates del 2000, Bush habló a nivel de sexto grado (6.7) y Al Gore a nivel de séptimo grado (7.6).
En los debates de 1992, Clinton habló a nivel de séptimo grado, mientras que George H. W. Bush y H. Ross Perot lo hicieron a nivel de sexto (6.8 y 6.3 respectivamente). Kennedy y Nixon se expresaron en lenguaje de décimo grado.
Los debates de Abraham Lincoln y Stephen A. Douglas se manejaron a nivel de 11.2 y 12.0. En pocas palabras, la retórica política de hoy está diseñada para ser comprensible a un niño de 10 años o a un adulto con nivel de comprensión de lectura equivalente al de sexto grado.
Se ajusta a este nivel de comprensión porque la mayoría de los USAmericanos hablan, piensan y se entretienen a este nivel. Por esta razón es porqué las películas serias y el teatro y otras manifestaciones artísticas serias, así como periódicos y libros, están siendo empujados al borde de la sociedad USAmericana. Voltaire fue el hombre más famoso del siglo dieciocho. Hoy la "persona" más famosa es Mickey Mouse.
En nuestro mundo post-letrado, debido a que las ideas son inaccesibles, hay una constante necesidad de estímulo. Noticias, debate político, teatro, arte y libros se evalúan no en base al poder de las ideas sino en la capacidad de entretener.
Los productos culturales que nos obligan a examinarnos a nosotros mismos y a nuestra sociedad son condenados por elitistas e impenetrables. Hannah Arendt alertó que la mercantilización de la cultura lleva a su degradación, que crea una nueva clase de celebridades intelectuales que, a pesar de ser ilustrados y bien informados, ven su rol en la sociedad, el de persuadir a las masas, que "Hamlet" puede ser tan entretenido como "El Rey León", y quizás también igualmente educativo. "La cultura", escribió, "está siendo destruida para producir entretenimiento".
"Hay muchos autores del pasado que han sobrevivido siglos de olvido y negligencia," sigue Arendt, "pero es aún una incógnita saber si sobrevivirán una versión entretenida de lo que trataron de transmitir."
El cambio de una sociedad basada en la escritura a una basada en las imágenes ha transformado nuestra nación. Enormes segmentos de nuestra población, especialmente aquellos que viven en el regazo de la derecha cristiana y de la cultura del consumo, están completamente desligados de la realidad.
Ellos carecen de la capacidad de indagar en busca de la verdad y de afrontar racionalmente nuestras crecientes enfermedades sociales y económicas.
Ellos buscan claridad, entretenimiento y orden, y están dispuestos a usar la fuerza para imponer esa claridad a otros, particularmente a aquellos que no hablan o piensan como ellos.
Todas las herramientas tradicionales de las democracias, incluyendo la verdad científica e histórica libre de pasiones, los hechos, las noticias y el debate racional son instrumentos inútiles en un mundo que no posee la capacidad de usarlos.
A medida que descendamos en una devastadora crisis económica, que Barack Obama será incapaz de detener, habrá decenas de millones de USAmericanos que serán despiadadamente puestos de lado. Mientras sus casas sean confiscadas por incumplimiento de pago, mientras pierden sus trabajos, mientras sean forzados a declararse en quiebra y vean sus comunidades colapsar, se retraerán aún más en la fantasía irracional.
Van a ser conducidos hacia rutilantes y autodestructivas ilusiones por nuestros modernos encantadores, nuestros anunciantes corporativos, nuestros predicadores charlatanes, nuestras celebridades de los noticieros televisivos, nuestros gurúes de autoayuda, nuestra industria del entretenimiento y nuestros políticos demagogos, quienes ofrecerán formas cada vez más absurdas de escapismo.
Los valores medulares de nuestra sociedad abierta, la capacidad de pensar por sí mismos, de expresar disenso cuando el juicio y el sentido común indican que algo está errado, de ser autocríticos, de confrontar la autoridad, de entender los hechos históricos, de discernir entre verdades y mentiras, de luchar por el cambio y reconocer que hay otros puntos de vista, diferentes maneras de ser que son moralmente y socialmente aceptables, están muriendo.
Obama usó centenares de millones de dólares de los fondos de campaña para cautivar y manipular esta irracionalidad y falta de ilustración a su favor, pero esas fuerzas serán su más mortal Némesis cuando colindan con la horrorosa realidad que nos espera.- 

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