viernes, 15 de marzo de 2013

UN ERSATZ, de Horacio Verbitzky - 14.3.13

Entre los centenares de llamados y mails recibidos, elijo uno.
No lo puedo creer. Estoy tan angustiada y con tanta bronca que no sé qué hacer. Logró lo que quería. Estoy viendo a Orlando en el comedor de casa, ya hace unos años, diciendo ‘él quiere ser Papa’. Es la persona indicada para tapar la podredumbre. Es el experto en tapar. Mi teléfono no para de sonar, Fito me habló llorando.
Lo firma Graciela Yorio, la hermana del sacerdote Orlando Yorio, quien denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las torturas que padeció durante cinco meses de 1976.
El Fito que la llamó desconsolado es Adolfo Yorio, su hermano.
Ambos dedicaron muchos años de su vida a continuar las denuncias de Orlando, un teólogo y sacerdote tercermundista que murió en 2000 soñando la pesadilla que ayer se hizo realidad.
Tres años antes, su íncubo había sido designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires, lo cual preanunciaba el resto.
Orlando Yorio no llegó a conocer la declaración de Bergoglio ante el Tribunal Oral Federal 5.
Allí dijo que recién supo de la existencia de chicos apropiados después de terminada la dictadura.
Pero el Tribunal Oral Federal 6, que juzgó el plan sistemático de apropiación de hijos de detenidos-desaparecidos, recibió documentos que indican que ya en 1979 Bergoglio estaba bien al tanto e intervino al menos en un caso a solicitud del superior general, Pedro Arrupe.
Luego de escuchar el relato de los familiares de Elena de la Cuadra, secuestrada en 1977, cuando atravesaba el quinto mes de embarazo, Bergoglio les entregó una carta para el obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, pidiéndole que intercediera ante el gobierno militar. Picchi averiguó que Elena había dado a luz una nena, que fue regalada a otra familia. “La tiene un matrimonio bien y no hay vuelta atrás”, informó a la familia.
Al declarar por escrito en la causa de la ESMA, por el secuestro de Yorio y del también jesuita Francisco Jalics, Bergoglio dijo que en el archivo episcopal no había documentos sobre los detenidos-desaparecidos. Pero quien lo sucedió, su actual presidente, José Arancedo, envió a la jueza Martina Forns copia del documento que publiqué aquí, sobre la reunión del dictador Videla con los obispos Raúl Primatesta, Juan Aramburu y Vicente Zazpe, en la que hablaron con extraordinaria franqueza sobre decir o no decir que los detenidos-desaparecidos habían sido asesinados, porque Videla quería proteger a quienes los mataron.
En su clásico libro Iglesia y dictadura, Emilio Mignone lo mencionó como paradigma de “pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”. Bergoglio me contó que en una de sus primeras misas como arzobispo divisó a Mignone e intentó acercársele para darle explicaciones, pero que el presidente fundador del CELS alzó la mano indicándole que no avanzara.
No estoy seguro de que Bergoglio haya sido elegido para tapar la podredumbre que redujo a la impotencia a Joseph Ratzinger. Las luchas internas de la curia romana siguen una lógica tan inescrutable que los hechos más oscuros pueden atribuirse al espíritu santo, ya sean los manejos financieros por los que el Banco del Vaticano fue excluido del clearing internacional porque no cumple con las reglas para controlar el lavado de dinero, o las prácticas pedófilas en casi todos los países del mundo, que Ratzinger encubrió desde el Santo Oficio y por las que pidió perdón como pontífice.
Ni siquiera me extrañaría que, brocha en mano y con sus zapatos gastados, Bergoglio emprendiera una cruzada moralizadora para blanquear los sepulcros apostólicos.
Pero lo que tengo por seguro es que el nuevo obispo de Roma será un ersatz, esa palabra alemana a la que ninguna traducción hace honor, un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos.
El teólogo brasileño de la liberación Leonardo Boff, excluido por Ratzinger de la enseñanza y del sacerdocio, tenía la ilusión de que fuera elegido el franciscano de ancestros irlandeses Sean O’Malley, que carga con la diócesis de Boston, quebrada por tantas indemnizaciones que pagó a niños vejados por sacerdotes.
Se trata de una persona muy vinculada a los pobres porque trabajó mucho tiempo en América Latina y el Caribe, siempre en medio de los pobres. Es una señal de que puede ser un papa diferente, un papa de una nueva tradición”, escribió el ex sacerdote.
En la Silla Apostólica no se sentará un verdadero franciscano sino un jesuita que se hará llamar Francisco, como el pobrecito de Asís.
Una amiga argentina, me escribe azorada desde Berlín que para los alemanes, que desconocen su historia, el nuevo papa es tercermundista.
Menuda confusión.
Su biografía es la de un populista conservador, como lo fueron Pío XII y Juan Pablo II: inflexibles en cuestiones doctrinarias pero con una apertura hacia el mundo, y sobre todo, hacia las masas desposeídas.
Cuando rece su primera misa en una calle del trastevere o en la stazione termini de Roma y hable de las personas explotadas y prostituidas por los poderosos insensibles que cierran su corazón a Cristo; cuando los periodistas amigos cuenten que viajó en subte o colectivo; cuando los fieles escuchen sus homilías recitadas con los ademanes de un actor y en las que las parábolas bíblicas coexisten con el habla llana del pueblo, habrá quienes deliren por la anhelada renovación eclesiástica.
En los tres lustros que lleva al frente de la Arquidiócesis porteña hizo eso y mucho más. Pero al mismo tiempo intentó unificar la oposición contra el primer gobierno que en muchos años adoptó una política favorable a esos sectores, y lo acusó de crispado y confrontativo porque para hacerlo debió lidiar con aquellos poderosos fustigados en el discurso.
Ahora podrá hacerlo en otra escala, lo cual no quiere decir que se olvide de la Argentina.
Si Pacelli recibió el financiamiento de la Inteligencia estadounidense para apuntalar a la democracia cristiana e impedir la victoria comunista en las primeras elecciones de la posguerra, y si Wojtyla fue el ariete que abrió el primer hueco en el muro europeo, el papa argentino podrá cumplir el mismo rol en escala latinoamericana.
Su pasada militancia en Guardia de Hierro, el discurso populista que no ha olvidado, y con el que podría incluso adoptar causas históricas como la de las Malvinas, lo habilitan para disputar la orientación de ese proceso, para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados.

miércoles, 13 de marzo de 2013

AMANECE CON PELO LARGO, EL DÍA CURVO DE LAS MUJERES, de Gioconda Belli

Amanece con pelo largo, el día curvo de las mujeres.
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
De la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos,
- toda la atropellada ruta de nuestras vidas -
deberían pavimentar de flores para celebrarnos.
(
Que no nos hagan como a la Princesa Diana, que no vio ni oyó,
las floridas avenidas postradas de pena de Londres
)
Nosotras queremos ver y oler las flores,
queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras
en vez de machos.
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
y de los que nos vendaron los pies.
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio, para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina.
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca, para violarnos mientras nuestra madre dormía.
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado,
y del que nos corrió, cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas.
Queremos flores del que nos condenó a muerte, forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas.
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento,
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo.
Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas,
y nos encerraron por locas.
Flores del que nos pega, del que se emborracha,
del que se bebe irredento el pago de la comida del mes.
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos testimonios,
flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras,
y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género.
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.

Queremos flores hoy.
Cuanto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.

lunes, 11 de marzo de 2013

LA CONSEJERA Y LA CATEDRÁTICA, de Arturo Pérez Reverte - 11/3/13

Fue interesante lo del otro día.
Y revelador.
Comentaban en la radio un asunto de anticuarios más o menos tramposos y presunta falsificación de objetos arqueológicos. Algo relacionado con una vasija de cerámica ibera incautada por la Guardia Civil, a primera vista muy valiosa, que posiblemente era más falsa que un euro de cartón.
Lo contaban en una emisora de radio local: un programa largo, de quince o veinte minutos, muy bien elaborado.
El periodista firmante tenía pocos conocimientos sobre la materia; pero, como buen profesional, no intentaba aparentarlos.
Había trabajado con investigación previa, documentación adecuada y una estructura de programa donde eran puntos  fuertes algunas entrevistas y testimonios interesantes.
Me lo zampé de cabo a rabo.
Uno de esos testimonios era de una catedrática de Arqueología de la universidad local, a la que acudía el periodista para obtener una opinión autorizada.
Era evidente que la señora estaba acostumbrada a explicar cosas a sus alumnos, y que lo hacía con mucha eficacia: su intervención, prolija y técnica pero sin aburrir en ningún momento, resultó apasionante.
Era, desde luego, una excelente profesora.
Con mucha claridad supo explicar de qué iba la cosa, por qué la vasija le parecía una buena imitación pero era no auténtica, y acabó describiendo con detalle los elementos decorativos  de la pieza, que en su opinión, vistos por separado, estaban perfectamente reproducidos; pero, considerados en la sintaxis general de ese tipo de vasijas iberas, resultaban incorrectos. Y todo eso, en un corte radiofónico de casi diez minutos, lo estuvo largando la señora sin aburrir en absoluto, dejándome informado a la perfección, con una elegancia y claridad de lenguaje asombrosos.
Si yo hubiera estudiado Arqueología, concluí, habría querido tener una profesora como ésa.
De las que te marcan y recuerdas toda la vida.
Pero no hay sopa hispana sin pelo dentro.
Tras la catedrática, el periodista dio paso a una consejera de Cultura que aportó la versión oficial del asunto.
Ignoro si confrontar a una señora con otra fue deliberado o  casual, aunque el contraste era abrumador.
De un lenguaje claro, docto, seguro de sí, por parte de la catedrática, se pasó a una exposición reiterativa, titubeante y técnicamente confusa por parte de la consejera, que intentaba al mismo tiempo guardar la ropa y nadar cien metros estilo mariposa.
De forma que al final, tras escuchar repetir lo mismo media docena de veces con diversas obviedades incluidas, el  oyente quedaba en una desagradable incertidumbre: no estaba claro si la consejera le colgaba el mochuelo de su confusión a la Guardia Civil, o si estaba defendiéndola, o si de verdad creía que la vasija era falsa, o no, o según, o todo lo contrario. Ni siquiera si las palabras vasija e ibérica tenían significado para ella.
Lo que quedó clarísimo, desde luego, es que esta segunda señora no tenía idea de lo que estaba hablando.
Cuando apagué la radio no pude menos que formularme la pregunta inevitable, e incluso perversa:
¿Por qué, si de Cultura se trata, la consejera es la segunda señora, y no la primera?
¿Cuál es la razón de que la responsable de los asuntos culturales en una comunidad autonómica no sea una catedrática prestigiosa y culta, por ejemplo, que además sabe ordenar sujeto, verbo y predicado, sino una señora cuyos conocimientos técnicos y capacidad expresiva dejan mucho que desear?...
Picada así mi curiosidad, encendí el ordenata y consulté, goteante el colmillo, los antecedentes biográficos de las citadas damas. Y allí estaba todo, negro sobre blanco.
La catedrática de Arqueología contaba con impecable currículum profesional y docente, prestigio en su cátedra y demás.
Una especialista, en fin, ocupándose de un asunto que conocía al dedillo.
Por eso fueron a preguntarle por las vasijas iberas, naturalmente.
Y también por eso, deduje, ni ella ni nadie semejante tendrán nunca la más diminuta posibilidad de que alguien los nombre, no ya consejero autonómico, sino concejal de Cultura de su pueblo; entre otras cosas porque, para ese cargo, en España suele ser requisito imprescindible no tener ni siquiera estudios de bachillerato.
O casi.
Por contraste, el currículum de la segunda señora era más breve y compacto.
Más esclarecedor del asunto: carrera de Derecho -con todo el respeto para el Derecho, por mi parte- y alcaldesa de su pueblo a los veintiséis años por el Pepé -aunque igual podría haberlo sido por el Pesoe-, diputada en el Congreso con veintisiete y consejera de Cultura de su Comunidad poco después.
Así que acabáramos, concluí.
Ya sé por qué una de las dos no es consejera de Cultura; y la otra, sí.
Esto es España, como dije antes.
Paraíso del disparate público.
Y más claro, agua. 

Una rectificación

En relación con mi Patente de Corso del día 10 de marzo, titulado "La consejera y la catedrática", es de justicia hacer una rectificación, que incluye una disculpa.
Porque ese artículo contiene un error.
La entrevistada en una emisora de radio sobre la supuesta falsificación de una vasija ibera no era la consejera de Cultura de su Comunidad, sino una subordinada directa suya: la directora general de Cultura.
Eso no cambia gran cosa el artículo, desde luego, ni mucho menos su sentido; pero es de justicia señalarlo.
La que en el texto califiqué de "exposición reiterativa, titubeante y técnicamente confusa" fue de la directora general de Cultura, no de su jefa la consejera.
Así que me disculpo públicamente por atribuir a la jefa el discurso de la subordinada.
Fue injusto por mi parte.
De cualquier modo, y una vez disculpado, me reitero en el asunto principal.
La consejera de Cultura estudió la carrera Derecho, militó desde muy joven en un partido político y es político  profesional.
Su directora general estudió Periodismo, militó desde muy joven en el mismo partido político y también es político profesional.
Parafraseando clásicos, me es por completo indiferente que el discurso provenga de Agamenón o de su porquero.
El disparate, en mi opinión, es que en España sean consejeros de Cultura o directores generales de Cultura profesionales de la política, sin otro merecimiento curricular que su militancia en partidos políticos, y no verdaderos expertos con prestigio reconocido en Educación y Cultura.

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