lunes, 23 de febrero de 2015

CHAMAMÉ, de Leonardo Oyola

Soy un potro en tu establo. Soy lo que Caín fue para Abel.
·        No traicionarás.
·        No dejarás abandonado a tu compañero en un hecho.
·        No te encamarás con su hermana.
·        No descuidarás a su familia.
·        Será biducha el o los rati con los que pierda tu compañero.
·        Le pondrás el pecho a la plata y no te comerás los mocos.
·        Se la darás al que tiene la astilla y nunca al que le hace falta.
·        No harás ruido.
·        Cuando tengas la astilla sabrás acobacharte.
·        Y cuando te toque bailar con la más fea, Guns N' Roses... serás ciego, sordomudo, como canta la Shakira.

Esos son los diez mandamientos del gremio.
Primero, el compañero.
Después, la familia del compañero.
Por último, la plata... La astilla.

Los diez mandamientos del buen chorro me los había enseñado el Crazy Macaya, cuando me hice volante de la gente del Sordo.
Al quía le decían así porque apenas había cumplido los treinta y ya tenía los pelos todos blancos.
Además, cada vez que salíamos a la cancha, el loco siempre iba de frente porque era eso: loco.

Eso creía yo hasta que conocí a Noé. El Pastor era, es y será el más crazy de todos.
Lo que no lo hacía derrapar al Macaya, lo que no nos hacía derrapar, eran estos códigos que se tienen que cumplir para andar bien en el laburo.
Para que el rolo esté tranquilo, ¿entendés?
El problema que teníamos con el Pastor Noé era que nosotros no estábamos chapados a la antigua. No nos daba la edad.
¡Ojo! Tampoco éramos como estos pendejos que se la pasan todo el día fumando paco para salir de caño.
Ni ahí de atrevidos. Ni ahí de cachivaches.
Corte que quedamos en el medio. Eso nos hacía peor.
De Noé aprendí que, para ganarse respeto en estos tiempos, hay que ser más Rambo que delincuente. Hay que pelarla antes que pasar por caballero.
Por eso tampoco tengo el culo limpio. No alcanza con que vos muestres que sos capaz de hacer cualquier cosa.
Tenés que hacer cualquier cosa.
¿Te gusta lo dulce? Entonces preparate también para bancarte lo amargo.
Así y todo, algo hay que respetar. Mínimo, los diez mandamientos. Por algo están.

No traicionarás. No dejarás abandonado a tu compañero en un hecho.
Ya les conté que estuve en el pabellón de los evangelistas y que me convertí a la religión para no terminar siendo gato en cualquier otro rancho.
Pisando el acelerador de la Chevy buscando alcanzar a Noé para cagarlo a corchazos me reconocí más religioso de lo que creí que era. En mis ganas de vengarme estaba la base de mi fe.
Una fe a la que toqué por primera vez en la misma ruta por la que ahora iba quemando el asfalto de esa parte de Corrientes.
Una fe en la justicia que me iba a traer la Itaka cuando saliera del piso de mi asiento.
Justicia divina que me daba el hecho de tener un arma, para sacar chapa de juez y verdugo con un movimiento del dedo índice en gancho.
Y todo porque la justicia huele a pólvora.
Ningún desodorante puede ocultarlo. Es como la mierda. Por más perfume que te pases si sos un sorete no vas a oler a rosas.
Yo lo sabía muy bien.
Primero, porque soy un sorete, pero también porque fui juez y verdugo. Porque en mi pasado ya había equilibrado la balanza una vez, apretando el gatillo contra el primer hijo de puta que me abandonó.
Contra el primer hijo de remil putas que me traicionó.

«Mira el huesito que te vamos a dar, Perro», me ofrecieron esa tarde... Y yo, ¡mierda que me lo devoré!
«No es un laburo: sólo una acción», nos repetía una y otra vez Manzana mientras nos poníamos con el Pastor los uniformes.
El sargento primero Juan Antonio Velásquez. Manzana. El apodo se lo había ganado para que lo entendiéramos los cabeza de tacho.
El tipo no transaba ni ahí.
Atenti: no era que no le gustara tomarse el café con crema. De hecho, lo tomaba sólo con crema. Era más corrupto que la mierda.
La cosa pasaba porque él respondía sólo a un patrón. A nadie más. No se vendía.

«Velásquez es como la gravedad», saltó uno que había hecho el secundario completo: «Ese conchudo termina tirando todo para abajo, sí o sí».
Un grupo dijimos «ahhh!!!» y el Pastor preguntó qué carajo era la gravedad.
El pibe diez contó la historia de Newton, el árbol, el física y química de Magnetti-Torti, ¡qué se yo! La mar en coche... y Noé al sargento lo empezó a llamar así: Manzana.
¿Para qué hacerla más difícil?

Le pondrás el pecho a la plata y no te comerás los mocos. Se la darás al que tiene la astilla y nunca al que le hace falta.
Salimos de la tumba vestidos de rati, en dos camionetas. En la que iba el Pastor, manejaba un pata negra de apellido Echayre.
En la otra estaba yo al volante, y Manzana venía conmigo. Teníamos que ir a ponerle los puntos a una banda que estaba haciendo los deberes para dársela a un tortugón. Y si iba a cagar fuego un blindado en esa ruta, eso era algo que no se le podía escapar al jefe de Manzana. Al Zapucay.
A él le correspondía un peaje por todo lo que pasara en ese asfalto. No se le escapaba una. Y mucho menos un dato como este.
Porque para frenar un tortugón hay que hablar con mucha gente. Eso es lo malo de garcharse un caudales. Mucho puterío, loco. Muchos tipos saben de tus ganas de culear y —lo que es peor— de cuándo y dónde vas a estar con los pantalones bajos.
¡Otra que cagar con campera!
—No es un laburo: sólo una acció. Manzana seguía hinchándome las pelotas con el mismo verso.
—Sí, ya sé...
—Sí, vos sabés, Perro. Y por eso te traje. Tenemos que entrar y salir. Nada más. Y de vos espero dos cosas: que los pares... y que lo tengas cortito al Pastor.
Me hizo reír.
—Si no querés quilombo, Manzana, no lo traigas a Noé.
—Al Pastor lo llevo por si hay quilombo, Perro. Por si pintan los guantes.
—¿Por eso movés un equipo para una acción?
—Sí: para estar más seguro.
«Para estar más seguro.» Lindo concepto de seguridad tenía el rati: darle una escopeta al Pastor.

La cosa no había empezado y yo ya sabía cómo iba a terminar.
No harás ruido. Cuando tengas la astilla sabrás acobacharte. «Cinco tipos en un Renault 19 blanco», era el único dato que me había tirado Manzana ni bien salimos a la ruta. No necesitaba saber más. Y me convenía desconocer otros datos para no quedar pegado.
Lo mismo a Noé, que le venía recitando algo de la Biblia a la escopeta. Que Martillo Hammer le hablara al chumbo era gracioso. Que el Pastor lo hiciera... no.

Cuando llegamos a un cruce le hice seña a Echayre para que se me pusiera al lado. Quedamos cara a cara con Noé.
—¿Vos? Rescatate. Ojito, ¿eh?
—Ovejero: ¿se puede saber qué mierda te pasa?
—Mirá: vos rescatate. A mí me trajeron para hacer un tapón y para tenerte cortito, ¿estamo'?
El Pastor se inclinó para ver a Manzana.
—¿Es verdad lo que dice el Ovejero?
—El Perro no miente, Noé. Él va a llevar el ritmo. Yo soy el único que va a abrir la jeta y vos, con Echayre, están de refuerzo, ¿se entiende? No es un laburo, sólo una acción.
El Pastor arrugó la pera y moviendo la cabeza dijo que sí.
—Al pan, pan. Ovejero los frena. Vos hacés el verso. Ovejero me tiene cortito. Y con Echayre, si los vagos no se hacen los pillos, nos pajeamos, ¿no?
Manzana se quedó en silencio. Con la mirada lo cagó a tiros. El calibre de esos ojos también lo pude sentir en mi nuca, reclamando para que lo ubicara al Pastor.
—Rescatate, Noé. Eso. ¿Sí?
El Pastor suspiró hondo y después hizo una mueca con ganas de ser una sonrisa.
—Hermano Ovejero: confiá en mí. Sé exactamente lo que hago —me juró besándose los dedos en cruz antes de seguir acariciando la escopeta. Parte del show, ¿no? ¡La puta madre!

No descuidarás a su familia. No descuidarás a tu familia.
Dicho y hecho: 19 blanco saliendo de una estación de servicio con cinco monos adentro. Pisé el acelerador y me adelanté bastante. Casi un kilómetro. Echayre y el Pastor se quedaron detrás del Renault, conservando la distancia. Ni bien cruzamos el puente sobre el Arroyo Deseado atravesé la camioneta para obligarlos a frenar. Así lo hicieron.
Detrás de ellos se la puso despacito Echayre. Noé hizo aullar la sirena una vez.
Manzana de una se fue a chamullar al que manejaba. Yo me bajé y desenfundé la reglamentaria. Me quedé apuntando al parabrisas. Echayre, también con la nueve, tenía en la mira la luneta. Mientras, el Pastor, con la escopeta sobre los hombros, se empezó a pasear por el costado de la ruta a espaldas de Manzana.
Era un nene el hijo de puta y así también se portaba. Quería armar bardo el loco. Porque Noé era loco y bardo.

Manzana hizo su número sin mostrar preocupación por el Pastor. Eso sí, yo podía leerle los ojos a través de los Ray-ban: eran dos carteles luminosos. En uno decía: «Esto no es un laburo, sólo una acción», y en el otro: «Tenelo cortito al Pastor».
—Si se van a hacer de un caudales en este asfalto, el cuarenta del total es para el Zapucay, ¿se comprende?
El que estaba detrás del volante largó la carcajada.
—¿Pero mirá vos? ¿Así que le tenemos que dar casi la mitad del botín? Así no es la cosa...
Noé no se aguantó más y lo barrió con la zurda a Manzana para plantarse él. Le puso el caño de la escopeta en la oreja al conductor y cantó truco.
—¿Y cómo son las cosas, gordo? No me gustan los maleducados. Así no se le habla a un oficial de policía. Más respeto, loco... Más respeto.
—Con el fierro y la chapa cualquiera tiene respeto —fue el quiero retruco.
—Sí, pero el que tiene fierro y chapa soy yo — cantó vale cuatro Noé, golpeándole el pecho dos veces con el caño de la escopeta
— Así que andá a lavarte las tetas, gordo. Te conviene no meterte conmigo porque no sabés…
El Pastor se quedó tildado. No terminó la frase.
«¡Cagamos! Justo ahora le viene a saltar la térmica», pensé antes de que volviera a gritar.
—¡Salí! ¡Bajate del auto ya, la concha de tu madre! ¡Vos no! ¡El del medio!
En un primer momento pensé: «Naaah, no puede ser... ¡No es! Si se había tomado el palo, por eso nos cagó».
A Noé, cuando nos conocimos, le conté la historia de cómo me agarraron. Y quién fue el que nos batió.
El Pastor me dijo que lo conocía a ese hijo de puta y que nunca le había caído bien porque Dios una vez le dijo que «quien reconoce cuánto ha perdido... algo en el fondo huele a podrido», y que ese sorete era el típico hacé-lo-que-tedigo-no-lo-que-yo-hago.

El tipo, ni bien salió del 19, recibió en una de las piernas una paralítica del Pastor que lo hizo arrodillar.
¡Perro! —me pegó el grito Manzana. Y yo no podía reaccionar, ¿entendés?
En esta foto no te peinés, Manzana. Cerrá el orto un minutito que ya volvemos a lo tuyo —le pidió Noé.
Che, ¿no era que no se le habla así a un policía? —saltó el gordo.
Sí, pero vos hacés lo que te digo y no lo que yo hago —le dijo el Pastor demostrando que él también era flor de sorete.
Mirá el huesito que te vamos a dar, Perro —me cantó Noé, sirviéndome en bandeja al Crazy Macaya.
Hijo de puta.
Para decirle «hola» le di una patada en las costillas.
Después empecé a batirle lo típico en estos casos: que era un buchón cuando nosotros fuimos hermanos. Que por él, el Negro Walter estaba muerto y yo en la tumba. Que yo podría haberme agarrado un viento para irme a la mierda y que no lo hice, buscándolo para no dejarlo solo. Que cuando me cayó la ficha que había sido él el que transó me dolió tanto como cuando escuché las rejas cerrarse la primera vez.

Basta de boleros para mí. El laburo es así porque así es la vida. Tarde o temprano te lo hacen a vos o vos se lo hacés a ellos.
Te cagás en la gente con la que compartiste tanta mierda, tanto dolor, tantas lágrimas.
Todas las lluvias, no sólo las de noviembre, se quedan ahí, Guns N' Roses.
Nosotros éramos familia, loco. ¿Por qué? ¿Por qué me cagaste, man? ¿Y los diez mandamientos?
El Macaya, siempre arrodillado, le hizo honor a su apodo y ahí se puso loco.
¡No me vengás con esas pelotudeces! «No te encamarás con la hermana de tu compañero.»
¡Bien que vos te la cogías a la Lili! ¿No? ¿Te comiste que no lo sabía, hijo de puta? Ahí se te acabó la letra, Perro. Si te la morfabas a Liliana ya no me podés ladrar más. ¡A otro con esa canción!
¡Macaya y la concha de tu hermana! ¡Y no sabés qué conchita hermosa tiene tu hermana! O tenía. Andá a saber cuántos se la pasaron ya. Mi canción recién empieza, loco. Escuchá...
Escúchame...

Se me acaba el argumento
y la metodología
cada vez que se aparece
frente a mí tu anatomía.

Porque este amor ya no entiende
de consejos, ni razones.
se alimenta de pretextos
y le faltan pantalones.

Este amor no me permite
estar en pie,
porque ya hasta me ha quebrado
los talones.

Aunque me levante volveré a caer
si te acercas nada es útil
para esta inútil

Una bala de la nueve, a treinta centímetros de la frente te vuela la tapa de los sesos…
«Tapa de los sesos.»
El cruel policía «Tapa de los sesos.»
El músico loco «Tapa de los sesos.»
Me muero de a poco «Tapa de los sesos.»
Se acaban mis días
Te vuela la tapa de los sesos una bala de la nueve directo a la frente.

Ahora: los trece corchazos de la nueve, todos a la misma sabiola, es lo mismo que tragarse una granada.
Para cuando la eructas, no queda cabeza.
Obvio que gatillé trece veces, Guns N' Roses. Le vacié el cargador. Entre el eco de los disparos y los salpicones de sangre; los pelos... las canas del buchonazo... y una oreja...
¡Boludo! ¡La oreja! Parecía la plumita de Forrest Gump.
¡Tenías que ser como canta la Shakira, Macaya! ¡Ciego sordomudo! —le grité al fiambre, antes de ponerle un gargajo en el pecho.
Se hizo un silencio de esos en los que nunca falta un viejo o una vieja para decir «pasó un ángel».
El pie exacto para que abriera la jeta el Pastor.
Manzanaaa... En teoría, no, ¿a quién tenía que tener cortito Ovejero? Manzana no le contestó. Todavía no dejaba de apuñalarme con los ojos. Con esos ojos que no paraban de gritarme «no es un laburo, sólo una acción».

Así que Noé copó la parada.
—Ya sabés, gordo. Al pan, pan... y lo que es del Zapucay es...
—El cuarenta del total.
—El cuarenta. Eso. Ustedes se van a llevar el cuarenta... y el cuerpo del Crazy Macaya. Que no aparezca hasta después del choreo. Mejor, que no aparezca nunca.
¿Y qué más, gordo?

Al tipo en la cara se le dibujó un signo de pregunta.
El Pastor con el caño de la escopeta le golpeó dos veces el pecho. —¿Que me lave las tetas?
—Sí, gordo. Lavate bien las tetas. Tómense el palo.
Tragando saliva, y pese al gaste, se animó a hacer una última pregunta.
—¿Cómo sabemos que después no somos boleta? Guiñándole un ojo, Noé le pidió que se relajara.
—¡Me estás ofendiendo, gordo!
Y me extraña, araña: si somos la policía, papá. Si no confiás en nosotros o en Aquel que está en los cielos, ¿qué te queda?

Metieron los restos del Macaya en el baúl del 19 y se fueron a la mierda. Nosotros, aunque encaramos para el otro lado, también nos fuimos a la mierda.
Otra vez en la tumba, en el vestuario de los guardias, nos quitamos los uniformes para volver al pabellón.
Manzana no decía nada. Y yo tampoco.
El hijo de puta de Noé, divertido —muy divertido— desabotonándose la camisa celeste, cantaba.

Bruta, ciega, sordomuda,
torpe, traste, testaruda,
es todo lo que he sido
por ti me he convertido

En una cosa que no hace
otra cosa más que amarte
excepto día y noche.
Y no sé cómo olvidarte...!!


Corte que no puede ser rocanrol todo el tiempo... ¿Y qué?

NO HAY NADA GRIS EN LAS 50 SOMBRAS DE GREY, de Miriam Grossman - 21/2/15

Es todo negro.

Déjenme que les explique.

Me dedico a ayudar a la gente que está rota por dentro.
Al contrario que los médicos, que usan rayos X, o analíticas de sangre para determinar qué le pasa a alguien, las heridas que a mi me interesan están ocultas. Hago preguntas, y escucho con cuidado las respuestas. Así es como descubro que la persona que tengo delante está "sangrando”.
Años de escuchar con cuidado me han enseñado mucho.
Una de las cosas que he aprendido es que los jóvenes están totalmente confundidos en el amor, encontrándolo y manteniéndolo.
Escogen bastante mal, y acaban perdidos y dolidos.
No quiero que sufras como la gente que veo en mi consulta, de ahí esta advertencia sobre la nueva película "Cincuenta sombras de Grey”. Incluso si no ves la peli, su mensaje tóxico está calando en nuestra cultura, y puede sembrar ideas peligrosas en tu cabeza.
"Cincuenta sombras de Grey” se estrena por el día de San Valentín, con lo que puedes pensar que es un romance, pero no caigas en eso.
La película, en realidad, va de una relación enfermiza y peligrosa, llena de abusos psicológicos y emocionales.
Tiene glamour porque los actores son atractivos, con coches y aviones caros, y canta Beyonce. Puedes creer que Christian y Ana son geniales, y que su relación es aceptable.
¡No te dejes manipular!
La gente que está detrás de la película quiere tu dinero; no les preocupa para nada ni tú ni tus sueños.
El abuso ni gusta ni está genial.
Nunca está bien, bajo ninguna circunstancia.

Ésto es lo que necesitas saber de "Cincuenta sombras de Grey”.
De niño, a Christian Grey lo desatendieron horriblemente.
Él está confundido en el amor porque nunca lo ha experimentado.
En su mente, el amor se mezcla con sentimientos malos como el dolor y la dignidad.
Christian disfruta dañando a las mujeres de las formas más raras.
Anastasia es una chica inmadura que se enamora del físico y la riqueza de Christian, y tontamente consiente en sus deseos.
En el mundo real, este cuento hubiera acabado mal, con Christian entre rejas, y Ana en una institución, o en el depósito de cadáveres.
O Christian hubiese seguido pegando a Ana, y ella lo soportaría y se quedaría.
En cualquier caso, sus vidas no hubieran sido, desde luego, un cuento de hadas.
Créeme en ésto.
Como doctora, te ruego: NO veas las "Cincuentas sombras de Grey.
Infórmate, aprende de los hechos, y explica a tus amigos porqué no la deberían ver tampoco.
He aquí algunas de las ideas peligrosas que fomenta las "Cincuenta sombras de Grey”.

1. A las chichas les gustan tipos como Christian que les dan órdenes y consiguen lo que quieren.

¡No! una mujer psicológicamente estable evita el dolor.
Se quiere sentir segura, respetada y cuidada por un hombre en el que pueda confiar.
Sueña con trajes de novia, no con esposas.

2. Los tíos quieren chicas como Anastasia, que es sumisa e insegura.

Falso.
Un hombre psicológicamente estable quiere una mujer que sepa cuidar de sí misma.
Y si su comportamiento no es aceptable, quiere que ella le ponga los puntos sobre las íes.

3. Anastasia es libre de elegir cuándo permite que se la hiera, de modo que nadie puede jugzar sus decisiones.

Lógica flaqueante.
Anastasia escoge libremente, y escoge mal.
Una decisión autodestructiva es una mala decisión.

4. Anastasia decide sobre Christian de forma objetiva y meditada.

Dudoso.
Christian proporciona constantemente alcohol a Anastasia, afectando su juicio.
Además, Anastasia se vuelve sexualmente activa con Christian – su primera experiencia – poco después de conocerle.
La neurociencia sugiere que los encuentros íntimos podría desatar sus sentimientos de apego confianza, antes de que ella esté segura de que él los merece.
El sexo es una experiencia poderosa, sobre todo la primera vez.
Para terminar, Christian manipula a Anastasia para que firme un acuerdo que la prohíbe decir a nadie que él es un abusador crónico.
Alcohol, sexo, manipulación, difícilmente son ingredientes de una decisión objetiva y meditada

5. Los problemas emocionales de Christian se curan con el amor de Anastasia.

Sólo en las películas.
En el mundo real, Christian no cambiaría en lo más mínimo.
Si Anastasia se sintiera realizada ayudando a gente emocionalmente trastornada, se hubiera hecho psiquiatra o trabajadora social.
Es bueno experimentar con la sexualidad.
Quizá para adultos en una relación sana, longeva, comprometida y monógama, también conocido como "matrimonio”.
De otra forma, te arriesgas a enfermedades de transmisión sexual, embarazos, y agresión sexual.
Lo sensato es tener cuidado de quién dejamos que se nos acerque, física y emocionalmente, porque un simple encuentro te puede desviar de tu camino y cambiar tu vida para siempre.

La conclusión: las ideas de "Cincuenta sombras de Grey” son peligrosas, y pueden llevar a confusión y malas decisiones en el amor. 
Hay una inmensa diferencia entre una relación sana e insana, pero la película muestra esas diferencias borrosas, de modo que empiezas a preguntarte: ¿qué es lo sano en una relación? ¿qué es enfermizo? ¿ hay tantas sombras de grises?… no estoy segura.

Escucha, es tu seguridad y tu futuro de lo que estamos hablando.
No hay sitio para las dudas: una relación íntima que incluya violencia, consentida o no, es completamente inaceptable.
Ésto es blanco o negro.
No hay tonos de grises aquí.
Ni siquiera uno sólo.

VENENO, de Manuel Vicent - 22/2/15

La basura mediática que uno se traga cada día no deja lesión alguna, ni siquiera microscópica, en la mucosa más sensible del cerebro.
Las neuronas procesan toda la mierda tóxica que nos rodea y tal como les llega la trasladan al conocimiento sin que se produzca, fisiológicamente, ningún control ni rechazo.
La contaminación del aire congestiona los pulmones e irrita la garganta, e incluso puede provocar cáncer; en cambio, el veneno moral e ideológico que uno respira, penetra en la raíz de la conciencia sin que el cerebro reaccione ante un ataque tan rudo y persistente.
Hay que imaginar qué sucedería si las ideas y creencias con que se nutre el cerebro cambiaran de sustancia, y fueran a parar al estómago en forma de alimento que se adquiere en un colmado.
Muchas noticias del telediario te harían vomitar durante el almuerzo, y después de tragarte un debate histérico e inconsistente, de oír el comentario crispado de un político idiota, de leer un artículo sectario, una disentería fulminante te mandaría corriendo al cuarto de baño.
El nacionalismo fanático, la corrupción política y la banalidad gansa de la cultura, en un colmado serían productos equivalentes a la carne de perro, al aceite de colza, a la fruta con gusanos y al pescado podrido.
Si en la tienda la gente rechaza por instinto un alimento pasado de fecha, ¿por qué acepta una creencia rancia como si no le dañara?
La denominación de origen y el control de calidad que rigen en la alimentación, no atañen a los productos destinados al cerebro, aunque estén llenos de bacterias.
Nuestra conciencia largamente intoxicada acepta con normalidad el veneno diario que recibe en lo que uno lee, oye, contempla, huele y respira, de forma que el ciudadano se comporta con toda naturalidad en la vida, creyéndose sano y libre, sin saber que está envenenado.

viernes, 20 de febrero de 2015

GRECIA, de Santiago O´ Donnell - 31/1/15

Después de seis años de recesión, ajuste, desempleo y nuevas deudas para pagar el interés de las anteriores, Grecia finalmente se animó a elegir un gobierno de izquierda que promete poner fin a la economía de la austeridad. El triunfo electoral de su joven y carismático líder, Alex Tsipras, repercutió en todo el continente.

En Bruselas, sede del gobierno europeo y en Berlín, sede del país que sirve como su principal sostén, sonaron voces de alarma.
Tsipras le abre la puerta al populismo euroescéptico e irresponsable, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda, que amenaza la unidad continental con cantos de sirena de épicas aventuras que indefectiblemente terminan mal, sostiene el discurso dominante.

Pero en la periferia, en países como España y Portugal, Syriza despierta una enorme curiosidad, cuando no una luz de esperanza. Cansados de tanta austeridad disfrazada de moral y virtud, hartos de pagar lo que sea por pertenecer a un sistema que no los incluye, decepcionados por la falta de respuestas de los partidos tradicionales, descreídos de una burocracia supranacional que hace gala de su disciplina fiscal pero no puede salir de un estancamiento económico que ya lleva demasiado, enojados con una Unión Europea que se muestra impotente ante el doble desafío del terrorismo islamista y la llegada de inmigrantes desplazados por las guerras de Medio Oriente, cuando en realidad son dos caras de la misma moneda, Syriza nació al calor de las grandes protestas de los indignados.

La situación económica de Grecia que hereda el gobierno que encabeza Tsipras, no es la mejor. Tienen una deuda del ciento setenta y pico por ciento de su PBI, un riesgo país cinco veces más alto que cualquier otro de la región, veinticinco por ciento de desempleo y trepando, sucesivos recortes de salarios y pensiones estatales, privatizaciones que abarcan prácticamente todo patrimonio público con suficiente valor como para ser comercializado y una divisa rígida, cuyo valor se decide en Bruselas y no Atenas, lo mismo que el programa económico de hiperausteridad a cambio de "rescates" financieros para pagarle a los bancos, sobre todo los alemanes, que tanto dinero le prestaron, y para evitar que colapsen los bancos griegos, que se sostienen con créditos del Banco Central Europeo.La novela venía de mal en peor.
En el 2009, plena crisis mundial, una coalición de centroderecha dejaba al gobierno con el país al borde de la bancarrota, grandes préstamos cuyos intereses se dispararon cuando se pinchó la burbuja inmobiliaria, grandes pasivos apenas disimulados por la contabilidad tramposa de Goldman Sachs.
Desde entonces, con la ayuda de la troika del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, los griegos se fumaron dos rescates millonarios y dos gobiernos de eficientes pagadores, que recortaron presupuestos de salud y educación todo lo que pudieron.
Con los últimos recortes había logrado un superávit operativo pero no terminaba de achicar su deuda: el ahorro le alcanzaba para pagar los vencimientos del capital, pero no llegaba a cubrir los intereses.
Ahora Grecia estaba por cobrar el último tramo de su segundo rescate, que espera con las arcas casi vacías, y sin el cual, según los expertos, no podrían pagar las cuentas más allá de febrero.

Pero ganaron las elecciones, y las ganaron bien, Entonces se plantaron.
Tsipras y su ministro de economía, el best-seller Yanis Varoufakis, autodefinido como "marxista libertario.
"Basta de recortes".
Al menos por unos días, basta de malas noticias. No los habían votado para eso.
Como primeras medidas aumentaron el salario mínimo, restablecieron relaciones con los sindicatos, recontrataron a más de mil empleados estatales de limpieza echados por el gobierno anterior, y suspendieron el programa de privatizaciones.
Para compensar, aunque sea un poco, anunciaron también una reforma gubernamental que reduce el número de ministerios, para achicar el gasto de la administración.

En su primeras audiencias diplomáticas como primer ministro, Tsipras recibió a los embajadores de Rusia y China, como para mandar una señal.
Al día siguiente su representante en Bruselas votó en soledad en contra de sancionar a Moscú por intervenir en Ucrania.
Ayer le comunicaron al representante de la Unión Europea que no trabajarían más con los auditores de la troika, y que no querían el último tramo del rescate.
Antes bien quiere un acuerdo antes de marzo. Con una quita de capital y un programa de pagos atado al crecimiento económico.
Y un jubileo de acreedores como el de 1953, cuando Grecia, España e Irlanda, entre otros países, perdonaron la deuda alemana.

A diferencia de los socialistas franceses y españoles, los "tercera vía" británicos y sus propios compatriotas de PASOK, Syriza no quiere terminar como esa izquierda retórica que se autodestruye, al someterse mansa al consenso de la ortodoxia liberal.
Bruselas y Berlín oscilan entre la firmeza y la flexibilidad, los demás actores regionales miran y esperan para tomar partido.

Se abre un abanico de posibilidades.
Que Grecia se quede en la Eurozona o que se vaya.
Que le vaya bien o que le vaya mal, tanto afuera como adentro.
Que ceda Grecia, que ceda Europa, que no ceda ninguno, que cedan los dos.
Que la crisis salve a la Eurozona, que la fortalezca, o que sea el principio de una muerte más rápida o más lenta, con o sin contagio.
Que el continente despegue, que siga la recesión.
Que se fortalezca la unión, que desaparezca la moneda única, que crezca la brecha norte - sur, que se tomen medidas para atacar esa desigualdad.

Cualquier cosa puede pasar ahora que ganó la izquierda en Grecia, y Europa mira expectante, sin decidirse todavía, entre el miedo y la ilusión.

WIKISTIUSSO, de Santiago O´Donnell - 24/1/15

A menos de una semana de la muerte de Nisman, sería prematuro avanzar demasiado sobre cómo terminó la vida del magistrado.
Pero alcanza para analizar algunos comportamientos mediáticos alrededor del fiscal y de la causa AMIA y algunas de las opacas zonas fronterizas entre la política, el espionaje y el periodismo.

La fiscalía especial para investigar el atentado a la AMIA fue creada en el 2005 por el entonces presidente Néstor Kirchner, y dotada de significativos recursos humanos y económicos para relanzar una investigación moribunda que diez años más tarde seguía sin condenas y con el juez y los fiscales que habían llevado adelante del caso procesados por encubrimiento.

Desde entonces y hasta hace muy poco tiempo, la investigación de Nisman había estado bajo el amparo de una política de Estado que incluía al gobierno argentino, al juez, a los principales diarios y noticieros del país (tanto k como anti k), a los principales políticos del gobierno y de la oposición, y a los dirigentes de las principales organizaciones de la comunidad judía.
Entre todos ellos regía un acuerdo patriótico de no cuestionar la causa ni plantear objeciones al trabajo del fiscal.
Como le explica un dirigente de la DAIA a diplomáticos estadounidenses en un cable filtrado por el sitio Wikileaks, aunque existían dudas sobre la investigación, eran calladas porque la opinión pública no soportaría otro fracaso en un tema tan sensible.

Después del peor atentado terrorista en la historia argentina, 85 muertos, después del bochorno vergonzoso en el que había terminado la primera investigación, si la segunda investigación iba a ser como la otra, con los mismos acusados, con los mismos testigos entre misteriosos y truchos, básicamente las mismas pruebas endebles, pues entonces por lo menos que no se note.
Busquen los clips de los noticieros en YoutTube, relean las tapas de los diarios. Googleen el declaracionismo. Repasen todas las decisiones de Canicoba Corral y verán que rara vez lo criticaron al fiscal estrella de la causa AMIA, y que nunca le dijeron no.

Todos ellos, funcionarios, dirigentes comunitarios y periodistas que se ocupaban del tema, sabían que la fiscalía de Nisman se nutría básicamente de una fuente. 
Nisman nunca lo ocultó.
Sabían que el peso de la investigación lo llevaba el director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, alias Jaime Stiusso, y a través de él, los servicios de inteligencia extranjeros, especialmente de Estados Unidos e Israel.
¿Y cómo es que Stiusso se había ganado la confianza de los americanos y los israelíes?
Más allá de su cargo y permanencia, la verdad es que ni idea, no lo conozco, ni siquiera sé si habla inglés, aunque muchos que escribieron sobre él lo describen como una especie de genio de la tecnología especializado en pinchadura.
Si conociera a los manejadores extranjeros de Stiusso me encantaría preguntarles.
La cosa es que todos sabían: Néstor, Cristina, Canicoba, los presidentes de la AMIA y la DAIA, los tres periodistas de La Nación, Clarín y Página 12 que llevan el tema por lo menos desde el 2005, sus editores responsables y unas cuantas personas más.
Yo me enteré en el 2011 cuando Nisman me citó para hablar de los cables de la embajada estadounidense que acababa de publicar en mi libro Argenleaks.

Habia descubierto que los cables decían que Nisman recibía ordenes directas de la embajada estadounidense de no investigar la pista siria y la conexión local, y de dar por cierta la culpabilidad de los iraníes, aunque ningún juicio se había realizado.
Que Nisman le anticipaba sus dictámenes y los fallos del juez Canicoba Corral a la embajada con varios días de anticipación. Que una vez Nisman llevó a la embajada un dictamen de dos carillas y que la embajada lo mandó a corregirlo; entonces Nisman volvió unos días después con un dictamen de nueve carillas que sí fue aprobado por la embajada y recién entonces presentado en la causa.
Y que otra vez Nisman pidió perdón tantas veces por no avisar que pediría la captura de Menem, que los diplomáticos tuvieron que escribir tres cables distintos para dar cuenta de sus sucesivas ampliaciones de sus pedidos de perdón y de sus promesas de que no volvería a suceder.
Todo eso reflejaba una falta de independencia del fiscal nada menos que ante una potencia extranjera, por muy amiga que fuera, y enseguida me pareció que la información era de indudable interés general.
Pero mi diario no quiso publicarla y a medida que los Wikileaks iban pasando de manos, me di cuenta que los demás medios tampoco publicaban ni ponían al aire nada.
Así conocí la pata mediática de la política de Estado con respecto al atentado a la AMIA, una de las razones que me impulsó a escribir los capítulos "AMIA" en Argenleaks y "Nisman" en Politileaks, mis dos libros.

"¿Cómo? ¿No lo conocés a Jaime?" me preguntó Nisman entre extrañado y sorprendido en aquel encuentro del 2011.
Acababa de decirme que en una causa tan compleja, en la que uno básicamente depende de lo que puedan averiguar los servicios de inteligencia extranjeros, su información provenía de Stiusso, ya que Stiusso era el que manejaba la relación con los servicios israelíes y estadounidenses.
Me dijo que su tarea consistía en chequear la inteligencia en bruto que le mandaba el agente, y tratar de confirmar datos para que se puedan judicializar, ya que no todo lo que le mandaba servía. Fue la única vez que lo vi y me lo dijo sin conocerme.
O sea, no era ningún secreto: Stiusso manejaba la investigación.
Y yo no conocía a Stiusso, pero por supuesto que sabía quién era.
Un espía legendario de los tiempos de la dictadura, que había trabajado con Nisman en la bochornosa primera investigación de la AMIA, él como informante, Nisman como fiscal auxiliar.
Un personaje oscuro al que por entonces se le atribuían todo tipo de "carpetazos" (operaciones de prensa) contra distintos personajes del gobierno y la oposición, desde Boudou y De Narváez, hasta Enrique Olivera y el jefe de la bonaerense.
Y sabía, sabíamos quién era porque Stiusso se había hecho famoso, y peor que le puede pasar a un espía es hacerse famoso.
Fue en julio del 2004 cuando el entonces renunciante ministro de Justicia, Gustavo Béliz, mostró una foto del agente en el programa de Mariano Grondona y denunció que Stiusso había montado "un ministerio de seguridad paralelo", al que describió como "una especie de Gestapo."
La denuncia y la exhibición de la foto le costaron años de exilio y una batalla judicial a Béliz y su familia, pero a Nisman ni siquiera lo despeinó.
La fiscalía siguió su trabajo como siempre.

Era como si existiera un Stiuso bueno y un Stiusso malo.
El Stiusso bueno avanzaba con la causa, sobre todo con los pedidos de captura contra los funcionarios y ex funcionarios iraníes acusados de haber planificado el atentado, con un dictamen que sería confirmado primero por el juez y luego por Interpol en el caso de cinco de los ocho requeridos, por votación unánime del directorio. (Esto, luego de un intenso trabajo de cabildeo conjunto secreto entre el Departamento de Estado estadounidense y la cancillería argentina, al filo de la presión política, con distintos países miembros del directorio de Interpol, según consta en una serie de cables filtrados por Wikileaks, a los que se puede acceder en www.cablegatesearch.net,, ponchando el país "Argentina" y la palabra "Nisman".)

El Stiuso bueno tenía la cara del fiscal Nisman, que seducía a los periodistas con su promesas de exclusivas de documentos secretos con revelaciones explosivas que nunca terminaban de estallar.
Funcionaba así: cada vez que iba a hacer una presentación judicial avisaba a sus contactos mediáticos, generaba expectativa.
Después, el día de la presentación, entregaba un resumen de diez o quince páginas, como hizo con la denuncia contra la presidenta.
Con eso, los diarios hacían sus tapas y echaban a rodar el ciclo informativo.
El resto era material clasificado, sensible, que debía permanecer bajo estricto secreto de sumario, porque estaba en juego la vida de agentes secretos.
Cuando se terminaba de filtrar el escrito completo resultaba ser una zaraza de los servicios que no terminaba de probar nada, pero el ciclo informativo ya había pasado hacía varios días, y a nadie le interesaba demasiado si las pruebas era endebles o secretas porque el juez bancaba, el gobierno bancaba, la opo bancaba, la AMIA bancaba y había que meterle para adelante.

Pasó con el supuesto chofer del coche bomba que habría volado la sede mutual judía, Ibrahim Berro.
Cuando Nisman anunció el 2005 que sus hermanos en Michigan habían confesado que Ibrahim era el atacante suicida, el resumen de diez páginas de una presentación judicial de cientos de páginas que Nisman había entregado a los medios, fue tapa de todos los diarios y cabeza de todos los noticieros.
Pero cuando se conoció la transcripción de la entrevista a los hermanos de Berro semanas más tarde, se supo que los hermanos habían negado que Irahim tuviera algo que ver con el atentado. Entonces Nisman dijo que los hermanos mentían, y a partir de ahí los grandes diarios y noticieros dieron por hecho en innumerables noticias que Ibrahim Berro era el atacante suicida.

Había excepciones, claro, sobre todo algunos familiares de las víctimas y periodistas rebeldes.
Los autores de los tres libros de investigación más importantes que se hicieron sobre el atentado, Salinas, Levinas y Lanata - Goldman, rechazaron la hipótesis central de Nisman.
Esto es, que fue un atentado con coche bomba y conductor suicida llevado adelante por una célula de Herzbolá, con apoyo logístico desde la Triple Frontera, por orden de la entonces cúpula del gobierno iraní.
Los cuatro autores hoy aseguran que el coche bomba no existió, dato a partir del cual descreen de toda la historia.
Pero el apoyo para Nisman era tan sólido que hasta parecía abrumador.

El juez confirmaba, la prensa avalaba, el gobierno financiaba, la opo otorgaba, las fuerzas vivas de la comunidad acompañaban.
Algunas críticas aquí y allá cerca del aniversario como para no perder la costumbre, sí, pero con crédito abierto para el fiscal especial y para el Stiusso bueno.

El Stiusso malo no tenía cara y era un personaje oscuro y poderoso que metía mucho miedo. Aparece en un cable del 9 de julio del 2008, en el que Julio y Fernán Saguier, dos de los dueños del diario La Nación, según describe el título del despacho, van a la embajada estadounidense a quejarse de las "presiones" del gobierno contra el diario.
En el párrafo siete, el cable dice así:
"La cobertura investigativa de La Nación en los días previos había implicado a Jaime Stiuso, Director General de Operaciones en la agencia de inteligencia del Gob. de Arg. (SIDE) en el caso Antonini Wilson. Los Saguier consideran a Stiuso una figura ponzoñosa ("noxious") que usa información, presumiblemente del Gob. de Arg., en contra de Argentinos con varios propósitos. Explicaron que La Nación publicó registros que mostraron que Stiuso había estado en contacto con el ex funcionario Argentino Claudio Uberti, poco tiempo después del descubrimiento de u$s 800.000 en un aeropuerto de Buenos Aires en una valija que llevaba Antonini Wilson .
El artículo rastrea muchas llamadas hechas por Uberti a la residencia presidencial en el suburbio de Olivos, y otros inmediatamente después de la incautación de la valija con u$s 800.000 hecha por agentes de Migraciones en el aeropuerto. Stiuso habría hecho tres llamadas a Uberti tres días después del descubrimiento.
Los Saguier le mostraron al embajador un artículo posterior que había salido en el diario pro gobierno BAE sobre otro caso que involucraba a Stiuso, en el que el ex Ministro de Justicia Béliz está siendo juzgado por haber revelado la identidad de Stiuso por televisión.
El artículo dice que La Nación es un apoyo posible para la defensa de Béliz.
Los Saguier se lo tomaron como una advertencia sutil."
Y más abajo, en el párrafo nueve:
"Julio dijo que estaba seguro que los teléfonos y las computadoras del diario habían sido pinchados y hackeados. El propio Fernán había sufrido un "secuestro virtual" la semana anterior. Mientras tomaba café con alguien, su esposa recibió una llamada diciendo que había sido secuestrado. Los que llamaban tenían detalles precisos sobre el el auto que estaba usando en ese momento. Su esposa no podía localizarlo porque su celular estaba apagado.
Todo transcurrió en un par de horas.
Cuando la policía le dijo que probablemente se trató de un hecho policial común, tuvo serias dudas.
Otro crimen contra el staff del diario fue el robo en la casa de Obarrio (el periodista de La Nación acreditado en la casa Rosada), hace más o menos un año, el mismo día en que tenía una suma importante de efectivo para comprarse un departamento nuevo.
Los ladrones tenían algún tipo de conocimiento previo, ellos creen, basado en evidencias de que su teléfono habían sido pinchados y que aparentemente habían entrado usando llaves. (Obarrio luego, le dijo al agregado de prensa que había presentado una querella criminal y que los abogados de La Nación estaban empujando a los fiscales para que investiguen.)
También se habló del publicitado robo esa semana al popular periodista radial Chiche Gelblung.

Aún así, el diario nunca dejó de apoyar las investigaciones de el tándem Nisman - Stiusso. Con honrosas excepciones, hasta el día de hoy sigue siendo uno de los más entusiastas seguidores de la última obra del dúo, la canción de despedida, la denuncia de un complot encabezado por la presidenta para garantizar la impunidad de los asesinos que bombardearon la AMIA.

Como ya es público y notorio, a esta altura del partido la política de Estado para proteger la investigación Nisman - Stiusso se empezó a romper hace dos años cuando el gobierno argentino firmó un memorándum de entendimiento con el gobierno iraní para que una Comisión de la Verdad, compuesta por juristas propuestos por ambos países, determine la culpabilidad o no de los acusados iraníes, eje de un brusco giro geopolítico que emprendió el gobierno en la segunda parte de la presidencia de Cristina.
Se rompió todavía más el mes pasado cuando el gobierno echó a Stiusso de la Secretaría de Inteligencia, y se terminó de romper del todo hace diez días cuando Nisman denunció a la presidenta.

A partir del acuerdo con Irán, el caso AMIA cayó en la grieta: para los medios anti k Nisman, fue más que nunca un valiente fiscal de la patria, mientras que para los medios k pasó a ser una mezcla entre demonio, inepto y vende humo.
El gobierno quedó de un lado, la oposición del otro, y las organizaciones judías en el medio, tironeadas desde los dos costados.
Primero apoyaron el acuerdo en una conferencia de prensa conjunta con el canciller Timerman. Después cambiaron de parecer y se pronunciaron en favor del rechazo antes de que el Congreso aprobara el acuerdo.
Después jugaron más fuerte: fueron a la justicia y consiguieron que un tribunal lo declare inconstitucional.
Pero cuando el fiscal denunció a la presidente, dudaron y terminaron retaceándole el apoyo ante la certeza de que Nisman se presentaría en el Congreso, digámoslo así, como de costumbre, con mucho entusiasmo y convicción, pero bastante flojo de papeles.
Para entender cómo las líneas editoriales de las dos grandes corporaciones mediáticas, atraviesan la causa AMIA tanto como las operaciones de inteligencia y los intereses geopolíticos para generar una gran ensalada que termina obturando la búsqueda de la verdad, tal vez convenga detenerse en el cruce informativo que protagonizaron los dos periodistas más importantes de la Argentina.

Por un lado Jorge Lanata, el editor más creativo y el mejor formador de equipos periodísticos del país, legítimo heredero de Natalio Botana y Jacobo Timerman.
Desde de que escribió su libro "Cortinas de humo" meses después del atentado y durante años, Lanata se la pasó denunciando, muchas veces en soledad, que la causa AMIA era una truchada, y que Nisman era un trucho.
En un video de Día D se lo ve a Lanata diciendo que la causa AMIA es miles y miles de páginas de "nada".
Pero ya con la camiseta de grupo Clarín, cuando el fiscal denunció a la presidenta, Lanata decidió que la denuncia de Nisman era tan seria, que ameritaba dejar en suspenso todo lo anterior.
Desde entonces es uno de los fogoneros de la línea Clarín: a Nisman lo mataron o lo suicidaron para callarlo por la gravedad de lo que iba a denunciar.

Por el otro lado Horacio Verbitsky, el mejor periodista de investigación de la Argentina, legítimo heredero de Rodolfo Walsh.
La semana pasada, después de la denuncia de Nisman contra la presidenta, Verbitzky escribió en el diario oficialista Página 12: 
"La gravísima denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la presidente CFK, intenta apuntalar la versión sobre el atentado a la sede de la DAIA que acordaron hace más de veinte años los gobiernos de Israel y la Argentina, con el respaldo de Estados Unidos, cuando aún no había terminado la remoción de los escombros: acusar a Irán y no investigar la participación de Siria, pese a que las condiciones internacionales han cambiado. El problema es que en la causa no abundan elementos que lo sostengan, por lo cual ese relato descansa en recursos políticos y publicitarios. Mientras, nada se ha avanzado en el caudaloso expediente judicial."
El artículo dice que el mismo Verbitsky ya les había advertido a sus lectores en el 2004, esto es, antes de que Néstor les creara a Stiusso y Nisman la fiscalía especial, que se trataba de una investigación trucha, digitada de antemano. También recuerda que en 2005 informó sobre la necesidad de reformar los servicios de inteligencia, tras un acuerdo amistoso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre el gobierno argentino y la entidad de familiares de víctimas Memoria Activa, con representación legal del CELS el organismo derechos humanos que preside Verbitsky.
La referencia a sus añejos escritos del 2004 - 2005 parecen reflejar que durante la década kirchnerista Verbitsky se fumó a la dupla Nisman - Stiuso, priorizando en sus investigaciones periodísticas otros temas de indudable interés público y político.

O sea, cuando Verbistsky empezó a atacar a Nisman y Stiuso en sintonía con la nueva línea editorial del gobierno, Lanata, que siempre los había atacado, empezó a defenderlos en sintonía con la línea editorial de Clarìn, su nuevo empleador.

Entramos en la era del posperioidsmo.
Los medios se han convertido en extremos de corporaciones, y los periodistas giramos alrededor de ellas como satélites, algunos más cerca del eje, otros buscando más distancia, como intentando resisitir ese centro de gravedad que se representa en el metamensaje de la corporación.
Yo, como editor de Pagina 12 y director de la Maestría de Periodismo de la UBA, prestigioso cargo al que accedí durante este final de década kirchnerista, junto con el colega Verbitsky, parto de la corporación estatal.
Lanata, parte de una corporación que no es ningún monopolio, pero que ejerce (o ejercía hasta la ley de medios) un posición dominante en prácticamente todos los mercados infocomunicacionales de país, superando en el análisis comparativo a gigantes como la red Globo de Brasil o Televisa de México, según documentó la investigación de Mastrini y Becerra, Periodistas y Magnates. (Prometeo)

Entramos en una era en que las corporaciones y los actores comunican directamente y sin intermediarios. O que comunican a través de voceros que venden y compran de los dos lados del mostrador, fingiendo que se trata una novedad para poder llamarla noticia.

Entonces, ¿qué hacemos con la causa Nisman y con la causa AMIA?
En la causa Nisman esperar y dejar que la fiscal y la jueza trabajen tranquilas.
Yo sé que esto puede sonar kirchnerista y que no es lo que piensa la gran mayoría de los argentinos, porque las conspiraciones siempre son seductoras y porque estamos en un año electoral.
Pero hasta ahora las evidencias que se conocen apuntan a un suicidio. Mejor dicho no apareció hasta ahora ni una prueba sólida que apunte a un asesinato.
Que Nisman le dijo a su personal trainer no cuenta como prueba.
Casi lo único que se sabe a ciencia cierta es que un colaborador de su máxima confianza le llevó un revolver, se fue, y a la mañana siguiente encontraron a Nisman con un balazo en la cabeza, tirado en el baño de su custodiado departamento en un edificio inteligente.
Con respecto a que lo suicidaron, hay presiones y presiones, y hay que investigarlas a todas.
Pero si Nisman tenía una custodia de diez personas, no una ni dos, hay que dar por bueno que ya lo habían amenazado de las formas posibles y en todos los idiomas.
Por eso conviene ser prudentes y esperar. Revisar todo y estar muy atentos, como pide Lanata, reformar la ley de inteligencia y transparentar el accionar los servicios, como pide Verbitsky.

Con respecto a la causa AMIA, un volver a empezar puede sonar doloroso, pero qué más decir: el camino se hace al andar.
Pero no empezaremos de cero.
Que la pista iraní no se haya probado no quiere decir que haya que dejarla. Al contrario.
Dato por dato, folio por folio, los iraníes siguen siendo los principales sospechosos.
Aunque todo debe ser revisado con ojos frescos, insospechados y debidamente consensuados, los principales proponentes tanto la pista siria (Escudé) como pista la narco (Salinas), ni hablar de la pista del autoatentado (Petrosino), hoy por hoy lejos están de producir las pruebas que puedan convencer a una opinión pública comprometida y a una justicia independiente, como va a hacer falta para esclarecer el atentado. 
Mientras tanto, por ahora, esto es lo que hay. Tenemos a Stiusso en nuestras pesadillas, tenemos a un país entero conmovido por la muerte de un fiscal.
Tenemos medios cruzados y operetas de espías. Tenemos a los iraníes con pedido de captura como principales sospechosos, aunque sin demasiadas pruebas de un crimen atroz que ya cumplió 20 años de impunidad.

DETRÁS DE NISMAN, de Santiago O´Donnell - 18/1/15

Allá por enero del 2011, cuando Julian Assange, editor del sitio Wikileaks, me entregara un pen drive con más de 2500 cables diplomáticos estadounidenses referidos a la Argentina, lo que más me llamó la atención fue la información referida al atentado en contra de la AMIA y al fiscal de la causa, Alberto Nisman.

Los cables reflejan una y otra vez la falta de independencia del fiscal respecto de la embajada de Estados Unidos en la investigación del atentado, tal como documenté en mis libros Argenleaks (2011) y Politileaks (2014).

Dicha conducta incluye el adelantarle a la embajada medidas judiciales tanto de la fiscalía como del juzgado que entiende la causa AMIA, llevar borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta conseguir la aprobación de la sede diplomática, y disculparse reiteradamente cuando no se dio preaviso de alguna medida judicial del caso a los diplomáticos y agentes de dicha embajada estadounidense. Los cables reflejan también que importantes referentes de las principales organizaciones de la comunidad judía, de la cancillería argentina y hasta de los propios expertos estadounidenses que le daban letra a Nisman, expresaban en privado serias dudas acerca de la marcha del expediente, pero que evitaban que esas dudas se hicieran públicas para no debilitar la causa.

Más allá de esta información, de claro interés público, me llamó la atención que el periódico español El País y el diario francés Le Monde, que venían publicando artículos sobre Argentina basados en los cables de Wikileaks desde noviembre del 2010, hasta entonces no habían publicado ni una palabra sobre los 196 cables referidos a la AMIA, muchos de ellos clasificados como "secreto" o "clasificado."

También me llamó la atención que menos de una semana después de que Assange me confiara los cables de Argentina, El País publicó por primera y única vez un artículo referido a los cables que hablan del atentado a la mutual judía de 1994. Pero lejos de poner al descubierto la connivencia del fiscal con la embajada, el artículo se dedica a ventilar algo que ya era de público conocimiento: la entonces cercanía de Nisman con el gobierno, que había empezado cuando Néstor Kirchner creó una fiscalía especial para investigar el atentado en el 2005 y nombró a Nisman para liderarla.

Titulado "EEUU sospechaba que la reapertura del caso AMIA respondía al oportunismo del gobierno argentino", el artículo arranca así:

"La embajada de Estados Unidos en Buenos Aires sospechó que el oportunismo del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la ambición del fiscal especial Alberto Nisman determinaron, probablemente, la reactivación hace tres años de las investigaciones sobre el atentado terrorista que, en 1994, destruyó la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en la capital argentina y causó 85 muertos y 300 heridos."

Esa misma semana redacté el artículo que terminaría siendo un año después, casi palabra por palabra, el capítulo "AMIA" de Argenleaks, con la intención de publicarlo inmediatamente en mi diario, Página/12, del cual sigo siendo jefe de la sección El Mundo, tal como habíamos convenido con Assange y también con Ernesto Tiffenberg, director del diario.

Sin embargo, Tiffenberg me comunicó que no publicaría mi texto sobre Nisman y la AMIA, así como los referidos al grupo Clarín, terrorismo en la Triple Frontera y otros que dejaban mal parados a funcionarios del gobierno, incluyendo uno sobre el vicepresidente Amado Boudou.
Pero mientras los demás textos fueron suprimidos hasta que salieron mis libros, en el caso de Nisman - AMIA Tiffenberg le entregó uno de mis cables (en ese momento tenía la exclusividad para la Argentina, según un convenio que yo mismo había firmado con Assange, con el aval de Página/12) al periodista Raúl Kollman y me informó que Kollman se encargaría de escribir sobre la AMIA porque era el experto del diario en el tema.
Entonces me ofrecí a trabajar con Kollman, pero Tiffenberg no dio lugar a mi sugerencia.

Poco tiempo después, el 27 de febrero del 2011, bajo la firma de Kollman, Página/12 publicó en su tapa del domingo "Un ayudita a los amigos para acusar a Irán"
.
El artículo descalifica a las fuentes que aparecen en los cables poniendo en duda la investigación de Nisman y dice que los cuestionamientos a la investigación del fiscal provienen de ex funcionarios judiciales procesados por encubrimiento:

"En los últimos días, el diario El País, seguido luego por La Nación y Clarín, interpretaron que el cable del 27 de mayo señalaba que, según la opinión norteamericana, Nisman, en combinación con Néstor y Cristina Kirchner, pretendieron tapar, con el pedido de detención de Menem y los demás, el problema que por entonces estaba en el centro de la escena: el conflicto con las entidades del campo. En el cable del día 22 queda claro quién sostiene esa hipótesis: los propios Menem y Galeano. Ambos dijeron públicamente que la acusación en su contra era una maniobra política. Sin embargo, todo fue confirmado en las dos instancias judiciales superiores, el juez y la Cámara. Los otros dos que abonan esa teoría del desvío de atención fueron Neuburger y González. Los cables traducen esas opiniones y, sobre el final, Wayne más bien expresa sus dudas."

También cita al propio Nisman para desmentir su cercanía con el gobierno, relación que por entonces era archiconocida: "Página/12 consultó a Nisman sobre una frase del 'garganta profunda´ de la Embajada: 'Nisman está totalmente dominado por el jefe de Gabinete Alberto Fernández. Obedece sus ordenes sin discusión y no descarto que todo sea una maniobra política de Alberto Fernández".
El fiscal respondió brevemente a Página/12. 
Vi a Alberto Fernández dos veces en mi vida. Ambas en 2005, cuando se estableció la fiscalía especial para el caso AMIA. En ese momento gestioné ante el jefe de Gabinete la compra del sistema Excalibur de entrecruzamiento de llamadas. El presupuesto dependía de él y por ello lo fui a ver. Nunca más lo vi.”
De obsecuencia, de falta de independencia, de recibir órdenes de la embajada, ni una palabra.
Cuando leí el artículo le dije a Tiffenberg que me llamaba la atención que Página /12 siguiera la misma línea editorial de los grandes medios argentinos y extranjeros de proteger a Nisman y salvaguardar la investigación, pese a las dudas y presuntas inconductas que surgían de los cables de Wikileaks.
Me contestó que no, que La Nación y Clarín apoyaban la línea Galeano -Mullen - Barbaccia - Nisman, mientras que Página/12 sólo apoyaba lo que hacía Nisman, que era muy distinto a lo de sus antecesores, (por más que Nisman había trabajado con los fiscales procesados e identificado a los mismos presuntos culpables).

Un mes más tarde, en marzo del 2011, un colaborador de Wikileaks le entregó una copia de los cables de Argentina al periodista de La Nación, Hugo Alconada Mon, y tres meses más tarde los cables se hicieron públicos.
Sin embargo, nada se publicó hasta la salida de Argenleaks sobre la relación entre Nisman y la embajada.

Nobleza obliga, más allá del generoso espacio que me dieron algunos medios radiales para hablar del tema, empezando por Víctor Hugo Morales, el primer medio gráfico que publicó algo referido a mi capítulo de Argenleaks sobre la connivencia entre Nisman y la embajada fue Clarín.
Con la firma de Daniel Santoro, el 29 de agosto del 2011, pocos días después de la salida a la venta de Argenleaks, Santoro escribió "Insólito pedido de disculpas de un fiscal a EEUU", referido al profuso pedido de disculpas que Nisman le hicera a distintos funcionarios de la embajada por no anticiparles que pediría la captura de Menem y de otros funcionarios políticos y judiciales por presunto encubrimiento del atentado.
(Nobleza obliga también, esta semana vi a mi estimado y respetado colega Santoro en el canal de noticias del Grupo Clarín defender a capa y espada la acusación de Nisman contra la presidenta Cristina Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras personas, dando por cierta una conspiración que me resulta tan inverosimil como oportunista, políticamente motivada y de difícil comprobación, más allá de la opinión que me merezca el actual gobierno.)

Poco tiempo después Nisman me citó en su despacho a través de su publicista para hablar del libro, invitación que acepté de buena gana como suelo hacer cuando alguien sobre quien escribí quiere comentar lo que dije.
En esa reunión Nisman me dijo que si bien puede ser cierto que la embajada le decía esto y aquello, él no siempre le hacía caso y que continuaba investigando pistas alternativas mal que le pesara a la embajada y que la prueba está en el expediente y en que la acusación contra los encubridores de la "conexión local" fue elevado a juicio. (Esta semana el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral, cercano al gobierno, lo contradijo diciendo que muchas veces le pidió a Nisman que ampliara su investigación más allá de los iraníes pero que el fiscal no le hizo caso.)
Nisman también me contó que prácticamente toda su información provenía del agente de la Secretaría de Inteligencia Jamie Stiusso, ya que Stiusso tenía la confianza de los servicios secretos estadounidenses e israelíes.
Me comentó que Stiusso le pasaba información en bruto y lo que él podía corroborar lo llevaba al expediente.

Desde entonces la información sobre Nisman y la embajada desapareció de los medios hasta la firma del convenio con Irán para investigar el atentado en enero del 2013.
Era como si existiera una política de Estado que atravesaba gobierno y oposición, medios k y anti k, y los principales representantes de la comunidad judía, de que la causa no se toca y el trabajo de Nisman tampoco.

El convenio con Irán rompió el pacto de silencio y reavivó el interés en mi trabajo con los cables de la AMIA. El 17 de febrero del 2013, a horas de que se discutiera el convenio en el Congreso, publiqué en Página/12 la columna "AMIA.doc.", la que sería la base del capítulo "Nisman" de Politileaks.
Más allá de que pensara que el convenio representaba un cambio de política exterior demasiado brusco y arriesgado para el país y la causa AMIA, aún sabiendo que la información sería utilizada por el gobierno para avalar su decisión, me pareció importante compartir con los legisladores lo que decían los cables, a favor y en contra, antes de que tomaran una decisión tan importante.
Salvo la parte donde señalo que los cables muestran que durante su presidencia Néstor Kirchner había rechazado un convenio muy similar al que luego firmaría su esposa, que debí negociar con Tiffenberg palabra por palabra, el resto del texto, que documenta la falta de independencia de Nisman con respecto a la embajada, no mereció ningún reparo.
Los tiempos habían cambiado.

Ahora vuelve todo con la denuncia de Nisman y el interés de los medios k en los cables de Wikileaks sobre el fiscal.
Pos supuesto que me llamó la atención que esto ocurriera apenas días después del desplazamiento del poderoso y otrora intocable agente Stiusso.
Y sí, claro que puedo estar equivocado, pero la movida de Nisman me huele a carpetazo de los servicios.
Aún así, no quiero ser un peón en la batalla política entre el gobierno y la oposición ni avalar conductas de unos u otros que no comparto. Hablé en varias radios pero no quise salir en televisión por miedo a que mi imagen en determinado canal sea entendida como un apoyo a un lado de la grieta.
Sin tomar partido en cuestiones que me exceden largamente y sin ser un experto en el tema AMIA, entre otras razones porque cuando ocurrió yo vivía en Estados Unidos, quería decir que me duelen las manipulaciones políticas a los familiares de las víctimas que se vienen sucediendo desde que ocurrió el atentado, y la falta de Verdad y Justicia en un tema tan sensible y doloroso para todos los argentinos.

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