miércoles, 28 de junio de 2017

PINK FLOYD, REVISITADO, de José Pablo Feinmann

¿Por qué re - visitar Pink Floyd?

Esa banda de muchachos ingleses injertó la filosofía en el rock de un modo imperecedero.

No vamos a hacer su historia, que es conocida.

Nos vamos a detener reflexivamente sobre algunas de sus canciones, en lo posible aquellas que forman el corpus del film The Wall, el punto más alto al que llegaron y acaso el más alto al que también llegó el rock como música, poesía y arte de la rebelión.
Esas canciones, desde otra década, desde otro siglo, nos siguen interpelando, nos siguen llamando a las dos actitudes existenciales definitivas ante la realidad (ese muro infranqueable): la mansa aceptación o la rebeldía.

“¿Qué quieres ser, mi amigo?
¿Un sujeto autónomo, un ser libre o apenas otro ladrillo en la pared?
Te educaron para que fueras lo otro de la libertad.
Para que fueras parte de la pared.
Un ladrillo, apenas uno más.
Para eso te gritaron, te pegaron, te humillaron.
En algún momento te rebelaste y tu rebelión se expresó con fuerza, a viva voz, poéticamente:

No necesitamos la NO EDUCACIÓN.
No necesitamos el control mental.
¡Hey, profesores, dejen a los niños en paz!

 (All in all you are just another brick in the wall.)
Al fin de cuentas, sólo eres otro ladrillo (brick) en la pared

El que castiga, el profesor sadista, el que cree que el saber con la sangre entra, es otro ladrillo en la pared, integrado a ella, imponiendo sus valores.
A esa educación, Adorno la llamó pedagogía del dolor en un texto en que se interrogaba sobre qué cosas harían posible una repetición de Auschwitz.

El ideal pedagógico del rigor (...)

La idea de que la virilidad consiste en el más alto grado de aguante fue durante mucho tiempo la imagen encubridora de un masoquismo que – como lo ha demostrado la psicología – tan fácilmente roza con el sadismo.”
(Adorno, Consignas, Amorrortu, Buenos Aires, pág. 88.)

Este tema estuvo de moda entre nosotros a raíz de las declaraciones de un cómico devenido político.
Este hombre había dicho que dos buenos golpes de vara habían hecho de él un abanderado del colegio.
(Fue desmentido por sus maestros.)

¿Qué es The Wall?
¿A qué llaman los Floyd La pared o El muro?

Entre nosotros y todo lo bueno de este mundo hay una pared.

Es la pared de los poderosos, de los que mandan, de los que nos educan, de los que nos forman para que sólo seamos un ladrillo más en esa pared, que formemos parte de ella, enmudecidos, cósicos, inertes, que jamás la atravesemos, que no conozcamos el otro lado aunque nos sea posible intuirlo y hasta desearlo, no, nada, siempre de este lado, o peor aún, parte de la pared, dentro de ella, parte de ella, un ladrillo más, sólo eso.

De aquí otra canción poderosa de los Floyd que llama a la rebelión:

Hey, You..!”.
¡Eh, vos. ¿Qué hacés ahí afuera, en medio del frío, solo, haciéndote viejo?

 (Getting lonely, getting old.)

La letra en inglés entrega un significado que va más allá de la traducción castellana.
Getting lonely también puede entenderse como atrapándote la soledad, haciéndola tuya, alcanzándola, algo que transfiere la responsabilidad del hecho al que le ocurre.
No le viene de afuera. Ni la soledad. Ni la vejez.
Se las gana. Se las atrapa. Se las consigue.

Hey, vos, ¿podés sentirme?

No “sientas” sólo mi voz.
Sentí mi calor, mi presencia, mi cercanía.
Así, sólo así, vas a “atrapar” mis palabras.

Y ahora viene el reclamo. La exigencia rockera de la rebeldía:

No les ayudes a enterrar la luz. No te des por vencido sin luchar”.

 “Hey you..!

¿Me tocarías? ¿Me darías tu mano?

La rebeldía, cuando es verdadera, se hace con todo.
o todo lo puede el espíritu aunque nos llenemos la boca con esa frase, que es hermosa pero incompleta:
El espíritu de la rebelión”.

La rebelión no es sólo espíritu, es cuerpo también, carnalidad compartida, ardiente, siempre en riesgo.
Por eso ellos saben que siempre podrán vencernos por medio del dolor.

Por eso nos pegan.

Someten nuestro cuerpo porque nuestra mente la conquistan llenándola de gusanos.
Cada gusano, una idea menos.
Cada gusano, una idea de ellos.
Hasta que todos los gusanos expresen el completo sistema de ideas con que ahogarán nuestra libertad.

 “Hey, you..!

No te sientes desnudo junto al teléfono, no esperes durante largos inviernos, no esperes sometido al frío o al fuego, ahí, con la cabeza contra la pared, un llamado que no existirá, o si existe será de ellos, otro más, otro llamado para meter gusanos en tu cerebro.

Escuchame a mí. Sentime a mí.
Ayudame a levantar la piedra.
Todas los días la levanto y la llevo a la cima de la pared, pero nunca llego, la pared es demasiado alta, la piedra cae, yo caigo, y otra vez lo mismo, y lo mismo, levantar la piedra y caer.

 “Hey you..!

¿Los gusanos ya comieron tu cerebro?
¿Ya están ahí, en él, ya es tu cerebro su comida?

¡Basta de hacer lo que te han dicho que hagas!

 (Always doing what you’re told.)

Abrí tu corazón. Ayudame.

No me digas que ya no hay esperanzas.
Juntos estamos de pie; divididos, nos caemos.
Juntos podremos erguirnos; separados, nos derrotan.

La pared son las prisiones de Foucault: los manicomios para los locos, las prisiones para los delincuentes, una sociedad sólo es racional cuando sabe apartar de sí todo lo que niega la razón.

Los gusanos son el poder comunicacional.
Se comen tu cerebro, entran en él, no te das cuenta pero te lo devoran por dentro. Pronto pensarás lo que quieren que pienses.

Uno llega, como dice el Heidegger de Ser y Tiempo, a un mundo ya interpretado.
Vive en ese mundo, crece ahí. Vive y crece en estado de interpretado.
No habla, le hablan.
Cuando habla salen de su boca las palabras que los otros han puesto en ella.
Cree que conoce un idioma, el idioma lo conoce y lo somete a él.
Habla su lengua materna o su lengua paterna.
Es hablado por su padre, por su madre, después por la educación, después por el sentido común, un sentido que es el del poder, el que el poder ha impuesto como visión del mundo.

Todo eso es la pared.

Hay que trepar por ella y salir, escapar.
Escapar hacia uno mismo, hacia los otros que trepan, hacia la libertad.
Inventar las nuevas palabras. Las interpretaciones.
Hay que interpretar el mundo de otro modo, nuevo, luminoso.

Pero la pared es demasiado alta.
Volvemos a caer. Volvemos a subir.

O nos entregamos –en medio de nuestra gozosa esclavitud– a los gusanos.

"¡Eh, vos! No me digas que no hay ninguna esperanza.
(Hey you, don’t tell me there’s no hope at all.)

Los Floyd no vienen a decir eso.
A nadie van a decirle: no hay ninguna esperanza.

Lejos del rock punk, practican un rock conceptual de compleja lectura.
Sin embargo, están claramente lejos de ciertas cosas.
De la violencia, de la desesperación, de los paraísos artificiales de las drogas duras (una tragedia que los tocó en carne propia) o de la bobería pasatista.
Sobre todo de esto, sin duda.
Hay que poder hacer un rock conceptual y ellos lo hicieron.

Diría, si se me permite, que practican un existencialismo áspero, a menudo doloroso, siempre romántico, asumiendo los contrastes vertiginosos de esa estética, un humanismo realista, que incorpora la inhumanidad a la humanitas universal, acotándola, señalando que lo Otro del hombre es también el hombre, que el sujeto humano es tanto el que busca la libertad como el que la niega, el que construye la pared como el que busca trepar por ella y huir.

Una notable canción de 1975, “Querría que estuvieras aquí” (“Wish You Were Here”), reúne estos elementos.

Alguien dice que desea que otro –al que ama– estuviese con él.
Pero ese otro tiene muchos cenagosos escollos que vencer.
Los escollos son, como siempre, los del muro, los de la pared.

Hay que aprender a distinguir lo que es propio de la pared, lo que a ella irrefutablemente pertenece, de las otras cosas, las de la belleza, las de la libertad.

¿Crees que puedes distinguir el Cielo del Infierno
el cielo azul del dolor
un campo verde de los rieles de acero
una sonrisa de un velo?

¿O tal vez no?

Tal vez ellos consiguieron que cambiaras tus héroes por fantasmas, que cambiaras un papel (aunque fuese secundario) en una guerra por el principal en una jaula.
Sí, desearía, cuánto desearía que estuvieses conmigo.
Somos dos almas perdidas nadando en una pecera.

Años tras año, hemos caminado por una tierra vieja.
¿Y, al fin, qué hemos encontrado?
Sólo los mismos antiguos miedos.
Ojalá estuvieses aquí.

Aquí, la derrota se ha consumado.

La vida fue nadar en una pecera, de donde un pez nunca sale ni sabe dónde está, porque está dentro de la pecera y sólo si alguna vez hubiese estado fuera (aun a riesgo de morir) sabría que hay algo más que su prisión, que existen los ríos anchos y turbulentos, los océanos infinitos.
Si no se salta la pared, los años van a pasar sin huella, siempre se caminará sobre una tierra vieja, con los mismos viejos miedos.
La frase final debiera leerse así:

Querría que estuvieses aquí para que huyamos juntos.

Porque de eso se trata.


Amar es saltar la pared con otro o con muchos, hacia el otro lado, lejos de los gusanos, de la tierra seca, de los eternos miedos, de la esclavitud gozosa, hacia lo nuevo, lo incierto, lo libre.

NO ABANDONES EL NIDO (A Lionel), de Víctor Heredia

Tengo una imagen tuya, pibe. 
Me persigue, asombrosa.
Ninguno de tus goles me ha perseguido tanto,
me ha conmovido tanto.
La elipse de tu brazo hacia tu pierna
clavándote una aguja con dureza,
con pura convicción, con esperanza,
para cambiar dolor por alegría.
Convertiste un penal contra el rival más duro,
se lo hiciste al destino.
Fue tu mejor batalla, pibe,
la de creer en vos,
la de soñar tu cielo!
Valiente capitán de soñadores.
No abandones
el nido, no reniegues!
No escuches al mediocre que en la vida
jamás soñó, ni tuvo fuerza para enfrentar sus
miedos!
No abandones el nido, no te vayas!
Porque apagarás millones
de estrellas que te sueñan.
Millones de niños que en la noche,
recuestan sus frentes en la almohada
y sueñan que pueden vencer como lo hiciste,
vencedor de imposibles, con tu vuelo.
No abandones el nido, ya ganaste!
Lo demás es tan vano...
Candilejas, espejos de colores, chucherías.
Como esas copas y medallas
que el tiempo oxidará en vitrinas
y servirán tan sólo para algunos
que hace rato olvidaron tu partido más duro,
ese "imposible" que transformaste
en goles y gambetas, en sonrisas y sueños,
en aplausos, en preciosa alegría.
Por mí vos ya ganaste, lo leí en la tristeza
de mi hijo pequeño cuando vio tu tristeza.
Lo sentí en mi nostalgia, que siempre se adelanta
cuando presiente adioses, pañuelos, despedidas...
No abandones el nido que armaste con tu esfuerzo,
porque rebosa entero de pibes que amanecen
acariciando el sueño de ser lo que ya fuiste,
un hombre entre otros hombres, pero con bellas alas.
Campeón nuestro.

lunes, 26 de junio de 2017

UNA HISTORIA DE ESPAÑA LXXXVII, de Arturo Pérez Reverte - 26/6/17

Mientras llegamos a la última etapa de la dictadura franquista, se impone una reflexión retrospectiva y útil: unos afirman que Francisco Franco fue providencial para España, y otros afirman que fue lo peor que pudo pasar.
En mi opinión, Franco fue una desgracia; pero también creo que en la España emputecida, violenta e infame de 1936-39 no había ninguna posibilidad de que surgiera una democracia real; y que si hubiera ganado el otro bando – o los más fuertes y disciplinados del otro bando –, probablemente el resultado habría sido también una dictadura, pero comunista o de izquierdas y con idéntica intención de exterminar al adversario y eliminar la democracia liberal, que de hecho estaba contra las cuerdas a tales alturas del desparrame.
Para eso, aparte los testimonios de primera mano – mi padre y mi tío Lorenzo lucharon por la República, este último en varias de las batallas más duras, siendo herido de bala en combate – me acojo menos a un historiador profranquista como Stanley Payne (En la España de 1936 no había ninguna posibilidad de que surgiera una democracia utópica), que a un testigo directo honrado, inteligente y de izquierdas como Chaves Nogales (El futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras).
Y es que, a la hora de enjuiciar esa parte de nuestro siglo XX, conviene arrimarse a todas las fuentes posibles, libros y testimonios directos; no para ser equidistantes, pues cada uno está donde cree que debe estar, sino para ser ecuánimes a la hora de documentarse y debatir, en lugar de reducirlo todo a etiquetas baratas manejadas por golfos, populistas, simples y analfabetos.
Que no siempre son sinónimos, pero a veces sí.
Y es en ese plano, en mi opinión, donde debe situarse la aproximación intelectual, no visceral, a las tres etapas del franquismo, del que ya hemos referido las dos primeras – represión criminal sistemática y tímidos comienzos de apertura – para entrar hoy en la tercera y última.
Me refiero a la etapa final, caracterizada por un cambio inevitable en el que actuaron muchos y complejos factores. Llegando ya los años 70, el régimen franquista no había podido sustraerse, aunque muy en contra de su voluntad, a una evolución natural hacia formas más civilizadas; y a eso había que añadir algunas leyes y disposiciones importantes. La Ley de Sucesión ya establecía que el futuro de España sería un retorno a la monarquía como forma de gobierno – a Franco y su gente, pero también a otros españoles que eran honrados, la palabra república les daba urticaria –, y para eso se procedió a educar desde niño a Juan Carlos de Borbón, nieto del exiliado Alfonso XIII, a fin de que bajo la cobertura monárquica diera continuidad y normalidad internacional homologable al régimen franquista.
Aparte los esfuerzos de desarrollo industrial, logrados a medias y no en todas partes, hubo otras dos leyes cuya importancia debe ser subrayada, pues tendrían un peso notable en el nivel cultural y la calidad de vida de los españoles: la Ley General de Educación de 1970, que – aunque imperfecta, sesgada y miserablemente tardía – amplió la escolarización obligatoria hasta los 14 años, y la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963, que no nos puso por completo donde lo exigía una sociedad moderna, pero garantizó asistencia médica, hospitales y pensiones de jubilación a los españoles, dando pie a una cobertura social, estupenda con el tiempo, de la que todavía nos beneficiamos en 2017 (y que los irresponsables y trincones gobiernos de las últimas décadas, sin distinción de color, hacen todo lo posible por cargarse).
Por lo demás, el crecimiento económico y los avatares de esta etapa final – turismo, industria, vivienda, televisión, Seat 600, corrupción, emigración – se vieron muy alterados por la crisis del petróleo de 1973, fecha en la que el aparato franquista estaba ya dividido en dos: de una parte los continuistas duros (el Bunker) y de la otra los partidarios de democratizar algo el régimen y salvar los muebles.
Con un mundo agitado por vientos de libertad, cuando las colonias extranjeras ganaban su independencia y caían las dictaduras de Portugal y Grecia, España no podía quedar al margen.
La oposición política tomó fuerza, tanto dentro como en el exilio; en el interior se intensificaron las huelgas obreras y estudiantiles, los nacionalismos volvieron a levantar la cabeza, y el Régimen – en manos todavía del Búnker – aumentó la represión, creó el Tribunal de Orden Público y la Brigada Político - Social, y se esforzó en machacar a quienes exigían democracia y libertad.
Y así, aunque dando aún bestiales coletazos, la España de Franco se acercaba a su fin.
[Continuará]

martes, 20 de junio de 2017

SOMETHING, de George HARRISON

Something in the way she moves,
attracts me like no other lover.
Something in the way she woos me,
I don't want to leave her now.
You know I believe and how
Somewhere in her smile she knows,that I don't need no other lover.
Something in her style that shows me,
I don't want to leave her now.
You know I believe and how.you're asking me will my love grow.
I don't know, I don't know,
you stick around and it may show
I don't…

UN ÁNGEL PARA TU SOLEDAD, de Carlos Indio SOLARI

Ya sufriste cosas mejores que éstas,
y vas a andar esta ruta, hoy, cuando anochezca.
Tu esqueleto te trajo hasta aquí
con un cuerpo hambriento, veloz 

y aquí ¡Gracias a dios!, uno no cree en lo que oye.

Ángel de la soledad y de la desolación,
preso de tu ilusión vas a bailar, a bailar... bailar.

Es tan simple, así (no podés elegir)
Claro que no siempre, ves? resulta bien.
Atado con doble cordel, (el de simular),
no querés girar maniatado, 
querés faulear... y arremolinar.
Medís tu acrobacia y saltás. 

Tu secreto es: 
- La suerte
del principiante no puede fallar -

Alguna vez, quizá, se te va la mano
y las llamas en pena invaden tu cuerpo
y caés en manos del Angel de la Soledad
y él ¡Gracias a dios! tampoco cree en lo que oye.
Angel de la soledad y de la desolación
preso de tu ilusión vas a bailar, a bailar...bailar.

lunes, 19 de junio de 2017

PERROS DE LA RECOLETA, de Arturo Pérez Reverte - 19/6/17

Desde hace casi treinta años, la Recoleta es mi barrio cuando viajo a Buenos Aires.
Y cada día, haga lo que haga, camino cinco minutos desde mi hotel hasta el lugar donde, invariablemente, desayuno tres medias lunas con un vaso de leche tibia mientras hojeo los diarios o un libro junto a las sombras gratas de Borges y Bioy Casares.
Ese lugar es el café La Biela, en su esquina formidable desde la que, a través de los ventanales, puedo contemplar el espectáculo diario de lo que más me alegra el corazón cuando estoy en esta ciudad: los perros de las casas vecinas a los que sus cuidadores sacan a pasear en grupos, atraillados y pacíficos, y sueltan un rato para que jueguen en el césped que hay ante los grandes magnolios.
Esos perros de la Recoleta son perros felices, chuchos bien, que tuvieron la fortuna de caer en casas donde se les cuida e incluso mima, a diferencia de los otros infelices que vagan por los barrios más humildes de la ciudad, o son abandonados en cualquier sitio cuando dejan de ser graciosos cachorros.
Al menos éstos que veo pasar ante La Biela están a salvo, dentro de lo que cabe.
Y eso alivia un poco mi tristeza cuando pienso en sus camaradas con menos suerte en el mismo Buenos Aires, en España, en tantos lugares del mundo donde la infamia del ser humano desprecia, o maltrata, su lealtad y su nobleza.
En el último viaje, sin embargo, esos ratos felices de la Recoleta se han visto empañados por una pérdida.
Si es cierto que sigo desayunando en La Biela, ya no puedo ocupar mi mesa habitual en la Munich, que durante tres décadas fue el lugar al que estuve yendo a comer o cenar, solo o con mis amigos.
El restaurante Munich – para los asiduos, la Munich – había nacido en 1930 en forma de lechería, que doce años después se transformó en restaurante de estilo alemán.
Lo descubrí en 1982, cuando fui a cubrir la guerra de las Malvinas, y desde entonces casi no hubo día en Buenos Aires que no pasara por allí.
Ahora, sin embargo, ya no existe.
Lo vendieron sus dueños y, según me cuentan, proyectan construir allí un edificio de doce plantas, clavando un clavo más, uno de muchos, en el ataúd de uno de los barrios más personales y elegantes de la ciudad.
Murió la Munich, como digo. 
Cerró hace unos meses tras una triste agonía a la que tuve el desconsuelo de asistir.
Sus dueños, pendientes de la venta que ya negociaban, la dejaban fenecer como en el tango, y así la vi en mis últimas visitas: sola, fané y descangallada.
Durante el último año se había desplomado la calidad de la comida, todo era un enorme descuido, y sólo me ataba al lugar la profesionalidad perfecta de los viejos camareros de chaqueta blanca; que, aunque se les debían varios sueldos, hacían cuanto estaba en sus manos por ser fieles a lo que habían sido.
Los clientes de toda la vida, familias en domingo, señores bien vestidos, señoras a las que podía uno llamar señoras sin que le diera la risa floja, seguían acudiendo al restaurante de ambiente tirolés de cabezas de ciervo, manteles blancos y manteca en platitos de aluminio.
Pero ya ni el bife era el bife, ni los riñones o criadillas merecían la pena, la omelette de alcauciles estaba para devolverla a la cocina, y las espinacas a la crema brillaban por su ausencia.
José Manuel, el viejo, seco y perfecto maître asturiano, jubilado justo cuando empezaba el declive, ya me lo había anunciado: 
«Vienen otros tiempos, don Arturo. Por suerte yo no voy a estar aquí para verlos».
Al despedirnos, me regaló una taza de café con el nombre de la Munich.
«A saber dónde acabarán las otras», dijo.
Ahora he vuelto a la ciudad, y al Alvear, y a La Biela, y a caminar unas cuadras hasta la librería Cúspide y las otras – cada vez menos – que aún no desaparecieron del barrio.
Y al pasar ante la Munich, cerrada, me he detenido un momento, a recordar.
La vieja placa de bronce sigue atornillada junto a la puerta, y por un momento lamenté no tener veinte años menos para venir de noche con un destornillador y jugármela robando esa placa que a nadie importa ya.
Lo malo de vivir demasiado, o casi, es que asistes al final de muchas personas y de muchas cosas a las que da pereza sobrevivir. 
Tu mundo se desvanece y el paisaje se despuebla.
Eso es lo que pienso, parado ante la placa que soy demasiado viejo para robar.
Miro a mi alrededor, desolado, y entonces tengo la suerte de ver que un grupo de perros atraillados pasa por la vereda, moviendo el rabo. 
Y me consuelo pensando que al menos, en esta ciudad que tanto amo, todavía hay perros felices, hay libros en las librerías, el Puentecito permanece abierto en Barracas y Gardel sigue cantando en Buenos Aires.

viernes, 16 de junio de 2017

MACRI, LA OBVIEDAD DE UN ENGAÑO, de Conrado Yacenza - 15/6/17

Revelar lo obvio es una necesidad para evitar que se vuelva costumbre.
El engaño y las promesas falsas de un futuro mejor fueron las herramientas de la estafa moral con la que Macri llegó a la presidencia.
La fuerte campaña que se organizó en Argentina en torno a la defensa de República tuvo como objetivo central reencauzar las decisiones de política económica hacia el campo de la derecha y su ortodoxia del ajuste.

Esa es la ideología oculta bajo el ropaje del cambio.

I- La República asediada
A más de un año y medio de haber asumido el gobierno para administrar el Estado, es ya una obviedad decir que Mauricio Macri incurrió en una estafa moral que tuvo como eje discursivo la agónica idea del asedio a la República.
Revelar lo obvio es una necesidad para evitar que lo obvio se vuelva costumbre, ya que como dijo Lenin, no hay fuerza más terrible que la de la costumbre.
El engaño y las promesas falsas de un futuro mejor forman parte del ramillete de artificios utilizados para el embuste.
El poder aspira al dominio de la totalidad, es rizomático pero pugna por sus férulas.
La administración de un Estado en manos de la derecha neoliberal absolutiza el poder y cercena el espacio de los derechos sociales, siempre asediados en las estructuras productivistas del capitalismo demoliberal.
La democracia que no se ciñe a los preceptos económicos que John Williamson plasmó en los diez puntos que dan sustancia al Consenso de Washington, es acusada de régimen populista o anti-republicano. La alusión peyorativa al populismo encierra esa demanda totalizadora al agrupar diferentes realidades económicas, políticas y culturales bajo el nombre del “monstruo” bárbaro.
Así, procesos históricos disímiles como los experimentados durante la última década en Brasil, Ecuador, Bolivia o Venezuela, son conceptualizados desde la economía liberal ortodoxa como degradaciones de la República.

Esa construcción de un otro aglutinante despojado de sus particularidades es el rasgo del autoritarismo de las derechas neoliberales que se han apropiado de los conceptos de República y republicanismo, de larga y heterogénea tradición histórica, mediante una ofensiva de construcción de sentido gracias a la cual la República es aquella que funciona dentro de los límites del capitalismo financiero mundial.
Esa operación simbólico-semántica reduce la transformación histórica de conceptos fundantes a figuras envilecidas para uso mediático.

Elisa Carrió hizo punta en 2014 cuando subió a twitter una foto de un muñeco bebé al que nombró como “Republiquita”, e ironizó sobre su crecimiento y desarrollo.
Ese trabajo buscó, como efecto primordial, pervertir los tres gobiernos kirchneristas, y fue una constante que se plasmó en la acción ecuménica de sectores políticos, intelectuales y judiciales que llevaron a cabo la tarea en la arena parlamentaria, y en la plataforma aluvional que ofrecen las empresas comunicacionales junto al territorio técnico de las redes sociales, espacio desde el cual se convoca al sujeto individuado tanto a ejercer la ilusión libertaria de sus deseos, como a la organización de marchas “espontáneas” y la pesquisa de agradeselfies para subir al Facebook de la ciudad en donde en todo estás vos.

La República de Cambiemos es la de la Ceocracia en guerra con la filosofía, el pensamiento crítico y la poesía.
Nada bello puede salir de esa República expulsiva donde el poeta es un ser imposibilitado de comprender “lo político” porque es un demagogo – el hijo del León emula a Platón, y para su república afirma que los artistas y los poetas deben ser expulsados por deformar la realidad.-
Macri, el Pro y la coalición Cambiemos se fortalecen en la simulación.
El tinte evolucionista que va de la simulación a la posverdad es minuciosamente elaborado por el asesor “ad honorem” Durán Barba, quien ofrece el Manual de Operaciones PRO, instructivo básico pero eficaz basado en la afirmación de lo que no son y en la negación de lo que realmente son: ejecutivos de empresas multinacionales y representantes de la fallida burguesía nacional, puestos por medio del voto a administrar el Estado.
La ideología del PRO-Cambiemos es el cinismo, en el sentido en el que lo plantea Slavoj Žižek: “la forma más notable de mentir hoy con el ropaje de la verdad es el cinismo”.

El cinismo es la forma del ocultamiento ideológico.

Con relación al mundo del trabajo, la ideología del cinismo PRO oculta que no trabaja el que elige hacerlo sino el que puede conseguir empleo.
Esa administración es el núcleo del daño social; los ministros y secretarios son ex Ceos de empresas multinacionales que implementan políticas económicas, que han generado una terrible transferencia de recursos desde los sectores más vulnerables hacia los más poderosos vía disminución de retenciones al agro – esencialmente a la soja- y la minería, supresión del impuesto a la riqueza, tarifazos en luz, agua y gas, entre otras medidas que afectan gravemente la calidad de vida de los sectores populares, ya transformada en una pelea cotidiana por la subsistencia.
El dato puede ser frío si no se lo vincula.
Esa pelea cotidiana por la vida se traduce en menos consumo de leche, manteca, yerba y pan (ya se venden en la Argentina sachets de medio litro de leche ante el encarecimiento de su precio)

Una publicidad esgrime como solución práctica ante los avatares de la vida moderna, un puré que no necesita de leche ni manteca, sólo agua, para transformarlo en “alimento”.
Esta realidad es la que refleja el dato duro de que en la Argentina hay 5,6 millones de chicos pobres.
Según el estudio "La pobreza monetaria en la niñez y la adolescencia en Argentina" de Unicef Argentina, realizado en base a datos del INDEC, casi la mitad de los chicos son pobres en Argentina; y 1,3 millones, el 10,8 por ciento de la población de menores de edad, crecen en la pobreza extrema, es decir que en sus casas no llegan a garantizarle una canasta básica de alimentos.
El slogan macrista de “pobreza cero” contenía oculta para los incautos esta crueldad.

Una porción imposible de precisar fue engañada. Otro tanto compró la campaña del miedo, que fue denunciada por los medios concentrados como una acción del “terrorismo mediático” oficialista.
Digresión que viene al caso: para los defensores de la República, entre ellos el periodismo hoy oficialista, los intelectuales del Club Político y algunos de Plataforma 2012, y sectores de la estructura judicial, el populismo no es otra cosa que el peronismo / kirchnerismo. Nada hay de Laclau – perdón, otra obviedad – y su novedosa interpretación del populismo.

II – El interés es conflicto
En la era Cambiemos los actos de corrupción se enuncian apenas como hechos donde existen conflictos de intereses.
Es otra obviedad que esos conflictos involucran directamente al Presidente, a ministros y secretarios del gobierno nacional. Algunos ejemplos, pocos pero obvios: Mauricio Macri acumula casos donde se evidencian “conflicto de intereses”: Correo Argentino, Odebrecht, Iecsa / Calcaterra, Avianca / MacAir.

El Ministro de Energía, Juan José Aranguren es ex CEO de Shell en Argentina y accionista de Royal Dutch Shell, empresa que controla la sede local a pesar de ser funcionario. Sus ajustes en las tarifas de la nafta y el gas beneficiaron a la empresa de la que aún es parte. Cuando todavía Aranguren estaba en Shell fue denunciado ante la Justicia y acusado de forzar una devaluación luego de que la empresa comprara unos 4,5 millones de dólares. La moneda extranjera en ese momento subió de $7,4 a $8,7. Sin embargo, la Justicia lo sobreseyó en agosto de 2016. Se suma a este “conflicto” la compra de siete cargamentos de gasoil por parte de CAMMESA a Shell.

El Secretario de Comercio, Miguel Braun es, junto a su familia, dueño de los supermercados La Anónima (en la Patagonia funcionan casi como un monopolio), y por las obligaciones que le impone el cargo debe controlar a su familia.

El secretario de Coordinación Interministerial de la Jefatura de Gabinete, Mario Quintana, quien dirigió hasta su asunción el Grupo Pegasus, controlante de Farmacity, Freddo y Fly Bondy, fue imputado por la compra de dólar futuro (compró 11,5 millones de dólares antes de la devaluación, cuando era CEO del Grupo Pegasus) El juez Claudio Bonadio le dictó el sobreseimiento.

Es necesario aclarar que por esta misma causa, el mismo juez procesó a la ex Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, al ex ministro de Economía, Axel Kicillof, al ex titular del Banco Central, Alejandro Vanoli y a otros doce ex funcionarios más. Una obviedad para el juez que cobró notoriedad pública gracias a la servilleta escrita por Carlos Corach; un juez al que le gusta "jugar a favor del gobierno" – como dejó escrito para la posteridad el puño del ex Ministro del Interior menemista.

III- Coda
Estamos de acuerdo en que esta nota está dirigida a quienes han podido saltar el cerco informativo con que los grandes medios blindan al Presidente y su equipo.
Pocas posibilidades de lectura encontrará en los que aún conservan las vendas del rencor. Menos aún en los cultores del odio.
El kirchnerismo con todos sus aciertos y errores, se inclinó por intentar una política populista en el sentido en el que lo define Ernesto Laclau: como una apelación política hacia un mayor grado de democratización que deviene de las demandas populares existentes en la sociedad. Para lograr esa radicalización de la democracia las demandas deben articularse para no quedar aisladas.
Esa función de articulación la cumple la política, que las convoca a unirse y transformarse en una opción antagónica contra la ideología del bloque dominante.
Al asumirse como un gobierno redistribucionista que intentó articular vía la política las demandas y tensiones presentes al interior de la sociedad argentina, el kirchnerismo adquirió la esencia del populismo y lo pagó caro.
Sin incurrir en el error de englobar los diversos procesos políticos que se dan en cada sociedad, vivimos un tiempo de retorno a las hegemonías del bloque dominante de derecha.
Las elecciones en Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Gran Bretaña, Argentina, así lo grafican; tanto como la instalación vía impeachment del antipopular gobierno de Michel Temer en Brasil. También es pertinente decir que vivimos en sistemas democráticos liberales condicionados por las lógicas económico - financieras que hallan su canal de amplificación en las grandes empresas con negocios situados en el campo de la comunicación.
Esto no implica decir que los gobiernos populares son batidos sólo por la acción de los medios pero sí podemos afirmar que la concordancia entre los intereses de los gobiernos de corte neoliberal y las empresas comunicacionales tejen, hilo a hilo, una espesa manta de cobertura y blindaje.
Allí se manifiestan a favor de la buena sociedad republicana, políticos, voceros periodísticos de los intereses empresariales e intelectuales de conocida pluma republicana y antipopulista
(Basta con buscar algunos nombres de los aquí mentados grupos de intelectuales antikirchneristas en cualquier archivo de diarios como Clarín, La Nación, Perfil, etc.)

La cultura política surgida del Macrismo es autoritaria en tanto “un puñado de representantes del capital toma medidas que afectan a millones”.
La fuerte campaña que se organizó en Argentina en torno a la amenaza a la división de poderes de la República, la corrupción, el asedio a la justicia y a la libertad de expresión, tuvo como objetivo central reencauzar las decisiones de política económica hacia el campo de la derecha y su ortodoxia del ajuste en el gasto público, el control del déficit fiscal vía endeudamiento y recesión económica, y la baja de la inflación a través de la destrucción productiva, el mercado interno y el consumo.
Para el Macrismo, bajar la inflación es dirigir el país hacia la paz de los cementerios, es decir, diseñar una sociedad al estilo chileno, con escasa o nula producción local, importación indiscriminada, niveles de actividad paupérrimos y alto desempleo.

Se avecinan tiempos aún más complicados.
Todo indica que las marcas del terror serán reavivadas para controlar la etapa de profundización del ajuste.
La instauración de una suerte de Estado de excepción en Jujuy con la detención ilegal de Milagro Sala y otras compañeras de la organización Tupac Amaru, la confección de un protocolo para reprimir la protesta social que derivó recientemente en la militarización de la ciudad de Córdoba, como respuesta al reclamo salarial de los trabajadores del transporte público - no se veía una acción de ese tipo desde Marzo de 1960, cuando el presidente Arturo Frondizi puso en práctica el plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) para frenar la conflictividad ascendente de la lucha obrera -, presagian que el autoritarismo ya desplegado por el macrismo se acentuará tanto como los elementos distractivos y las campañas publicitarias del “En todo estás vos” o la filosofía de los pequeños gestos como saludar todos los días al chofer del Metrobus.
Presentar el carácter impredecible de la vida casi como una aventura que debe aceptarse alegremente como una oportunidad para el crecimiento, no es otra cosa que plantear ideológicamente que esta matriz de producción necesita sujetos sumisos y desesperanzados.
Aplastar la voluntad de resistencia en tanto concepto que refuerza a la democracia al forjar un otro resistente que plantee límites a la sumisión, genera el ansiado ejército de reserva que la economía del recorte necesita.
Quizás, en el devenir del tiempo político y como conjuro contra la insensibilidad, lo que parece falso, el Estado presente como dique de contención al curso violento del mercado, sea lo verdadero; y lo que parece verdadero, esta Argentina de las buenas costumbres y del silencio que acompaña al “Haciendo lo que hay que hacer”, el sueño de la construcción de un país civilizado, no sindicalizado y blanco, sea lo falso.

Pero para que ello ocurra el campo popular debe aprender que la división de éste es la fortaleza del contrario.
*Periodista y poeta. Docente en UNDAV

miércoles, 14 de junio de 2017

TREGUA DEL DÍA, de Armando Tejada Gómez

El mediodía huele a su naranja.
Sobre la mesa fulge un pan reciente
y el vino capitán guía su barca.
Hoy es día de pago
y está pleno,
está sobre el mantel repantigado
con un florero gordo en el ombligo,
redondo en la ternura de la casa.
Cómo huele la flor de la cocina!
Qué panzada de amor hierve en la hornalla!
Una alquimia laurel sueña en la olla
la danza material de las cucharas,
sahumando la antigua brujería que sube en el vapor,
que anda en el aire,
con su cesta floral poniendo aroma
en la voz aromada de la Paula. A esta hora viene.
Ella lo mira
por el ojo guardián de la ventana
y él abraza la fiesta de sus niños
y se viene racimo por el patio,
preguntando sucesos pequeñitos,
tropezando en el perro,
a carcajadas,
bebiéndose los ojos de los hijos,
sintiéndolos crecer entre
los brazos,
como sucede siempre a esta hora
que el mediodía huele a su naranja.
Qué nacional su voz!
qué idioma hermoso suena en su nombre
cuando llega y llama y dice traeme agua y ella corre
con el rocío que guardó la jarra,
el agua mañanera,
la del día,
la que le lava el polvo y el cansancio:
él se mete en su euforia,
chapalea,
se salpica de vidrios las pestañas
hasta que queda nuevo como un potro
que fuera por la lluvia galopando.
Con los niños detrás,
dándole vueltas,
moliendo el cascabel de las palabras,
va,
se sienta con ellos a la mesa
a presidir la bulla de sus pájaros.
Si se vieran vivir!
si les dijeran
que ésa es la paz, si fueran a decirles:
la paz del mundo vive en esta casa
qué ojos de no saberlo que pondrían!
qué fábula de asombro!
pobre Paula!
no atinaría más que a servir vino
y a ofrecer de lo poco su bocado,
porque hasta entender bien, qué pasaría,
qué haría él en medio de sus pájaros?
mirando a esos señores en la puerta,
oyéndolos:
-la paz vive en su casa.
-Esta es la paz que sueñan los que sueñan
-la paz?
-La simple paz que hay en su casa!
Pero no,
déjenlos.
No tricen esto.
De algún modo vital ellos lo saben.
Por algo él busca firmas por las noches
y es vocal titular del sindicato.
Hoy es día de pago,
día pleno:
el vino capitán canta en los vasos,
mientras la Paula sirve la comida
y el mediodía huele a su naranja.

lunes, 12 de junio de 2017

UNA HISTORIA DE ESPAÑA LXXXVI, de Arturo Pérez Reverte

Hubo entre 1957 y 1958, a medio franquismo en todo lo suyo, una guerra que el gobierno procuró – y consiguió – ocultar cuanto pudo a los españoles, al menos en sus más trágicas y sangrientas consecuencias.
Se trató de una guerra de verdad, africana y colonial, en la tradición de las grandes tragedias que periódicamente habían ensangrentado nuestra historia, y en la que pagar la factura, como de costumbre, corrió a cargo de nuestros infelices reclutas, eterna carne de cañón víctima de la imprevisión y la chapuza.
La cosa provino de la independencia de Marruecos en 1956, tras la que el rey Mohamed V – abuelo del actual monarca – reclamó la posesión de los territorios situados al suroeste del nuevo país, Ifni y Sáhara Occidental, que llevaban un siglo bajo soberanía española.
La guerra, llevada al estilo clásico de las tradicionales sublevaciones nativas, pero esta vez con intervención directa de las bien armadas y flamantes tropas marroquíes (nuestro armamento serio era todo norteamericano, y los EEUU prohibieron a España usarlo en este conflicto), arrancó con una sublevación general, el corte de comunicaciones con las pequeñas guarniciones militares españolas y el asedio de la ciudad de Ifni.
La ciudad, defendida por cuatro banderas de la Legión, resistió como una roca; pero la verdadera tragedia tuvo lugar más hacia el interior, donde, en un terreno irregular y difícil, los pequeños puestos dispersos de soldados españoles fueron abandonados o se perdieron con sus defensores. Y algunos puntos principales, como Tiliuin, Telata, Tagragra o Tenin, donde había tanto militares como población civil, quedaron rodeados y a punto de caer en manos de los marroquíes.
Y si al fin no cayeron fue porque los tiradores y policías indígenas que permanecieron leales, los soldaditos y sus oficiales – las cosas como son – se defendieron igual que gatos panza arriba. Peleando como fieras.
Entre otras cosas, porque caer vivos en manos del enemigo y que les rebanaran el pescuezo, entre otros rebanamientos, no les apetecía mucho.
Así que, como de costumbre entre españoles acorralados, qué remedio (la desesperación siempre saca lo mejor de nosotros, detalle histórico curioso), los cercados vendieron caro su pellejo.
Tagragra y Tenin fueron al fin socorridas tras penosas y sangrientas marchas a pie, pues apenas había vehículos ni medios, ni apenas apoyo aéreo. Sólo voluntad y huevos. Sobre Tiliuin, echándole una cantidad enorme de eso mismo al asunto, saltaron 75 paracaidistas de la II Bandera, que también quedaron cercados dentro pero permitieron aguantar, dando tiempo a que una columna legionaria rompiera el cerco y los evacuara a todos, incluidos los tiradores indígenas, que se habían mantenido leales, y sus familias.
El socorro a Telata, sin embargo, derivó en tragedia cuando la sección paracaidista del teniente Ortiz de Zárate, avanzando lentamente entre emboscadas y por un terreno infame, se desangró hasta que una compañía de Tiradores de Ifni los socorrió, entró en Telata y permitió evacuar a todo el mundo hacia zona segura.
Pero el mayor desastre ocurrió más hacia el Sur, en el Sáhara Occidental, también sublevado, cuando en un lugar llamado Edchera (estuve hace años, y les juro que hay sitios más confortables para que lo escabechen a uno), dos compañías de la Legión fueron emboscadas, librándose un combate de extrema ferocidad – 42 españoles muertos y 57 heridos – en el que los legionarios se batieron con la dureza de siempre, con grandes pérdidas suyas y del enemigo; siendo buena prueba de lo que fue aquel trágico desparrame el hecho de que dos legionarios, Fadrique y Maderal, recibieran a título póstumo la Laureada de San Fernando (la más alta condecoración militar española para los que se distinguen en combate, que nadie más ha recibido desde entonces). Pero, en fin.
También como de costumbre en nuestra larga y desagradable historia bélica, todo aquel sufrimiento, aquel heroísmo y aquella sangre vertida no sirvieron para gran cosa.
Por un lado, buena parte de España se enteró a medias, o de casi nada, pues el férreo control de la prensa por parte del gobierno convirtió aquella tragedia en un goteo de pequeños incidentes de policía a los que de continuo se restaba importancia.
Por otra parte, en abril de 1958 se entregó a Marruecos Cabo Juby, en 1969 se entregó Ifni, y el Sáhara Occidental aún se mantuvo seis años a trancas y barrancas, hasta 1975, con la Marcha Verde y la espantada española del territorio.
Excepto Ceuta, Melilla y los peñones de la costa marroquí – situados en otro orden jurídico internacional –, para España en África se ponía el sol.
Y la verdad es que ya era hora.
[Continuará]

jueves, 8 de junio de 2017

CARTA ABIERTA A MI PUEBLO, por Sergio Val

“No me preocupa el grito de los violentos de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.
Martin Luther King


Otra vez en campaña electoral, y cuesta decirlo así, porque en realidad no se trata de “elegir” a candidatos para ocupar cargos públicos, se trata de disputar en manos de quiénes estarán las instituciones del país.
Se trata de elegir a gobernantes.
Hombres y mujeres que con nuestras vidas mostramos a la sociedad que somos capaces de hacer por nuestro pueblo.
Algunos son empresarios exitosos y eso es lo que pueden mostrar, siguen haciendo negocios.
Otros revolean bolsos con dinero por encima de paredones.
Hay quienes con discursos “nacionales y populares” son millonarios con los dineros del pueblo y otros que se fueron cambiando de un frente electoral a una coalición o a espacios que, según sople el viento, les pueden redituar más bancas, jugosos negociados o mejores fueros.
También estamos los que peleamos durante los mejores años de nuestras vidas por una plaza en el barrio, por sacar a niños de la desnutrición, por un salario justo para los compañeros, por un sistema de salud universal, gratuito y de calidad, por una Argentina con ningún hogar pobre, por democratizar la democracia.
Otros que dejamos de lado nuestro bienestar personal para construir bibliotecas populares, para pedir cloacas y agua potable, para denunciar que “El Hambre es un Crimen”, para gritar “Ni una Menos”, para reclamar “Libertad y Democracia Sindical”, detrás de legados históricos que nos enseñaron que “Solo el Pueblo Salvará al Pueblo”.
Que usamos armas como el amor, la esperanza, la perseverancia, la militancia, la honestidad, la austeridad, la complementariedad y la reciprocidad.
La discusión con los compañeros, el piquete, la asamblea la movilización, la conmemoración, la memoria.
Es tiempo de elegir. No es tiempo de “optar” por el mal menor.
Todos desconfiamos de aquellos que se auto proclaman como quienes van a sacar al país adelante, porque son precisamente ellos los que hundieron al país.
Por la sencilla razón de que son “ellos” los que gobernaron los destinos de este pueblo los últimos treinta años.
Son los que están en las fotos de las promesas incumplidas de las últimas décadas.
Algunos más estirados, con trajes más costosos, con discursos más adornados y declaraciones juradas más abultadas.
Son los mismos de siempre.
Esos que esquivan las explicaciones de la mortalidad infantil escandalosa, en un país hecho de pan.
Los que inventaron las PASO para traicionar cada dos años, con una puñalada en la espalda, a la joven y frágil democracia que supimos construir.
Los que tienen el corazón más duro que la cara
Es el tiempo de construir nuestra propia fuerza.
No hay que delegar más.
Porque “frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida", (parafraseando a García Márquez) una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
En esa construcción todos somos necesarios.

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