lunes, 28 de mayo de 2018

MUJERES Y CAMINOS SOLITARIOS, de Arturo Pérez Reverte - 28/5/18

Olvidamos, tal vez demasiado a menudo, que vivimos en un lugar hostil poblado por elementos peligrosos llamados seres humanos.
Y que en este lugar hay gente bondadosa y solidaria, pero también un elevado porcentaje de malvados.
Basta leer los periódicos, ver la tele o echar un vistazo alrededor, para comprender que fiarlo todo al hola qué tal y al buen rollito es el camino más corto para tener problemas.

Es inútil, incluso peligroso, creer que las buenas intenciones son posibles con sólo desearlas.
Que una simple declaración de principios nos pone a salvo, dando por supuesto que con denunciar el mal, éste dejará de existir.
Por poner un ejemplo tonto pero elocuente, es como si cada vez que un oso blanco se zampara a un fulano en el Polo Norte, los esquimales se concentraran un minuto de silencio en la puerta de sus iglús para protestar contra la violencia y luego se fueran solos y desarmados a cazar focas, pescar y tal.
Pero no lo hacen, claro. Se llevan la escopeta.
Son esquimales, pero no son gilipollas.
Conocen a los osos.

Con esto intento decir que el ser humano puede ser muchas cosas buenas, pero también tan peligroso y despiadado como un oso blanco hambriento.
Olvidarlo trae disgustos.
Por eso conviene considerar que ninguna proclamación de sanos principios, por oportuna que sea y mucho que ayude, resuelve nada si se hace desde lejos o fuera.
Que el horror, el crimen, la maldad, siempre estarán ahí, y no sirve señalarlos como cosa ajena.
Que la lucha eficaz contra el mal empieza por la admisión, la certeza sin complejos, de que ese mal existe, todos formamos parte de él, y también todos, hasta quienes parecen a salvo, vivimos expuestos a él.
Es necesario sentirnos tan víctimas como culpables. Hacer nuestros el peligro, la incertidumbre y el miedo. Saber que incluso por nosotros doblan las campanas.

Pensé en eso ayer por la noche, paseando a mis perros.
Iba por un camino solitario y mal iluminado cuando a mi espalda oí el motor de una motocicleta.
Al cabo de un momento la moto me adelantó, yendo a detenerse unos pasos más allá.
La conducía un hombre con casco, y me pregunté qué hacía allí parado y si me estaba esperando a mí, lo que parecía probable.
Seguí caminando tranquilo. Tal vez quiere preguntar algo, me dije.
Al pasar a su altura, vi que sólo se había detenido a mirar su teléfono. Seguramente buscaba orientarse por el GPS.
Nos miramos un momento, dije buenas noches y seguí mi camino.

Qué diferente, me dije, si yo hubiera sido mujer.
Intenté considerar lo ocurrido desde ese punto de vista, y el panorama cambió por completo.
Lo que puede ser una situación normal para mí, concluí, no suele serlo para ellas. Imaginé la inquietud de una mujer con la moto acercándose, la incertidumbre al verla delante, en el paraje nocturno.
Y sin duda, excepto en caso de ser una irresponsable, el miedo.
Un hombre con una moto en tu camino, como al acecho, y tú avanzando hacia él sin saber cuáles son sus intenciones, segura de que no hay cerca quien te socorra.
De ser así y no llevar los perros, incluso con ellos, seguramente habría dado la vuelta, huyendo de allí.
Qué distinta, en fin, puede verse la misma escena, idéntica situación, con los ojos de un hombre y con los de una mujer.

Ése es tal vez, concluí, el principal problema. Dos formas de ver el mundo, la misma realidad.
Una, con la tranquilidad – engañosa, pero frecuente – del hombre que durante siglos ha hecho las reglas y está habituado a manejarse con ellas, a sentirse a salvo entre iguales, donde puede medirse con las mismas fuerzas.
Otra visión, sin embargo, es la de la mujer, que durante esos mismos siglos ha sido botín de guerra, objetivo a depredar, parte socialmente débil y con frecuencia indefensa de la trama, y a la que titulares de prensa y telediarios confirman aún hoy, cada día, como ser vulnerable, parte amenazada, víctima fácil.
Objeto de caza.

Los hombres, concluí, en vez de tanto inútil minuto de silencio con el que creemos lavar nuestra conciencia, deberíamos ponernos más a menudo en el lugar de una mujer.
Acostumbrarnos a mirar el mundo con sus ojos.
Caminar por donde las mujeres caminan y hacerlo a su manera, no a la nuestra, sintiéndonos indefensos como cada día ellas se sienten.
Porque sólo adquiriendo esa mirada suya, educándonos en ella – niños, parejas, jueces –, podemos aspirar a ayudarlas lo suficiente para que, cuando caminen por un paraje solitario, ninguna de ellas tenga que darse la vuelta.
O la den, si no hay más remedio, en el mismo punto donde la daríamos nosotros.

TAVERNAS DE SEVILLA, de Arturo Pérez Reverte - 21/5/18

He escrito alguna vez, me parece, que a Europa no la liquidará el terrorismo, ni la inmigración, ni los desastres naturales.
Le dará el tiro de gracia el turismo de masas descontrolado que arroja, sobre ciudades hechas para otra clase de vida, a decenas de miles de personas – incluidos ustedes y yo – que como plaga de langosta lo arrasan todo a su paso, vomitados a diario por cruceros, transportes colectivos y viajes aéreos baratos.
Es lo que hay y habrá en el futuro, y no queda sino asumirlo como es.
Antes sólo ocurría en ciudades emblemáticas como París, Roma o Venecia, pero ya nada escapa la marabunta: Lisboa es cada vez menos antigua y señorial, el centro de Madrid se vuelve intransitable, y Sevilla es un delirio callejero donde cada comercio tradicional que cierra, y cada vez son más, reabre en forma de restaurante para guiris, tienda de recuerdos o bar de copas.

Pienso en eso paseando por mis lugares habituales de esa ciudad, Sevilla. 
Pocas me producen tanta felicidad, aún más intensa ahora por sus calles que huelen a azahar y a primavera.
El Ayuntamiento, que tantos disparates perpetra y permite, se ha cargado mi apostadero de siempre al prohibir los veladores en La Campana, esquina a Sierpes; pero todavía me quedan sitios donde ir desde el hotel Colón, que es mi casa: desayuno en Las Piletas, librería San Pablo, Becerra, El Rinconcillo, Robles, Casa Román.
Y por supuesto, Las Teresas: la joya de mi corazón sevillano.
Entro, como siempre, igual que a una iglesia; santiguándome por el milagro de que todo siga igual en esa vieja y querida esquina mágica de Santa Cruz, entre fotos de vírgenes y toreros, tapas en la barra, turistas y sobre todo sevillanos de verdad, vecinos, matrimonios que todavía vienen paseando tranquilos para tomarse aquí el aperitivo.
Mientras lugares como éste sobrevivan, me digo, hay esperanza.

En sitios así me encanta tender la oreja, escuchar conversaciones y observar a la gente.
De ese modo, mientras despacho unas papas aliñadas y una manzanilla, registro a mi izquierda el diálogo de dos anglosajones corpulentos, grandes como armarios y algo puestos en copas, con los camareros del otro lado de la barra.
«¿Tú, de Espania?», pregunta uno de los guiris; a lo que el camarero, muy torero y metido en guasa, responde:
«De donde yo soy es de Marchena».
Vacila el anglo y dice «Drink, drink».
Entonces el camarero señala a otro y apunta:
«Aquí el que habla idiomas es mi colega, que es moro».
Y el segundo camarero, que es moro de verdad, se dirige al turista en inglés y francés impecables, recita de corrido en ambas lenguas la lista de bebidas y tapas, que le lleva minuto y medio, y se lo queda mirando.
Entonces el armario, con la expresión de una vaca rumiando o un sargento de marines mascando chicle –que son idénticas–, parpadea y dice:
«Vino».
Tras lo cual, volviéndose hacia el otro camarero, el de Marchena dice:
«Acabas de salvar el negocio, compadre».

Pero lo más divertido lo tengo a la derecha, donde mientras una pareja rubia y joven, de franceses, despacha una ración de jamón y unas cervezas, a su lado viene a situarse uno de esos matrimonios sevillanos de toda la vida, vestidos para salir, corbata él, de peluquería ella.
Sin que tengan que pedirlo, a los recién llegados les sirven lo de siempre, unos finos y tapita de jamón, y en el acto pegan la hebra con los gabachos como si los conocieran también de toda la vida, con esa naturalidad que sólo es posible en Andalucía.
Y la señora, con el mismo desparpajo que si estuviera en la plaza charlando con una vecina, empieza preguntándoles cómo está el jamón, y luego si les gusta Sevilla; y después interviene el marido para contarles que hizo la mili en Ceuta y que allí aprendió cinco palabras en francés, y se las dice todas: oui, non, bonjour, bonsoir y comantalevú.
Y a los cinco minutos están hablándoles de su hija menor, que estudia Magisterio, y del hijo que es abogado en Madrid, y de la nuera, que les ha salido buena chica.
Y los franceses asienten entre amistosos y desconcertados, porque todo eso se lo están contando en español y ellos no hablan una palabra del idioma.
Y al fin, tras media hora de tertulia unilateral, al despedirse con calurosa efusión como si ya se conocieran de hace años, dice la señora:
«Ah. Y no se vayan sin ir a Triana».

Después el matrimonio paga su consumición, saluda a los camareros y se marcha del brazo, mientras el francés y la francesa – que no han abierto la boca en todo el rato – se miran, desconcertados.
Y luego, obedientes, buenos chicos, despliegan sobre el mostrador manchado de vino un plano de la ciudad y se ponen con el dedo a buscar Triana.

"TE SALUDAN, MUY MOLESTOS, TUS PADRES", de Arturo Pérez Reverte - 14/5/18

Dirán algunos de ustedes que quienes ya somos algo mayores, o estamos en una edad en la que se mira atrás con perspectiva de varias décadas, damos mucho la brasa con que antes las cosas eran tal y cual.
Y es posible, en efecto, que a veces se nos vaya un poco la mano.
Pero tampoco eso es malo, supongo, siempre que no se trate de un ejercicio cascarrabias y derrotista, sino como simple anotación de lo que fue y ya no es.
Un ejercicio, éste, que tiene una doble utilidad: le permite a uno hacer memoria, recordando –en mi caso, fijando por escrito, o intentándolo– cosas que el tiempo amenaza con borrar del archivo, y sirve también para que gente más joven y con buena voluntad se haga con referencias útiles de tiempos y mundos que ya no existen, o se extinguen, y que en cualquier caso es bueno conocer para interpretar mejor cada tiempo presente.

Todo este ladrillo inicial, prólogo o proemio, viene al hilo de algo que un amigo me ha hecho llegar, tras encontrarlo entre fotos antiguas de su madre.
Se trata de una tarjeta postal fechada el 22 de octubre de 1960, remitida por el abuelo de mi amigo a su hija – que más tarde sería madre de ese amigo –, que vivía en Cartagena.
La destinataria de la postal tenía entonces trece años y era una niña traviesa; desobediente, como se decía entonces.
Según la reconstrucción familiar de los hechos, el padre y la madre estaban pasando unos días en Madrid, y cuando llamaron desde allí por teléfono – con una conferencia, como también solía decirse, y que además era un medio de comunicación bastante caro – para comprobar qué tal iban las cosas en casa, la jovencita fue irrespetuosa y contestó a sus padres con malos modos.
Como también se decía entonces, lo hizo de mala manera.
Y eso dio lugar a que tras la conversación, disgustados con su hija, los padres le enviaran a ésta la tarjeta postal cuyo delicioso contenido fue el siguiente:

Tenemos mucho disgusto por tu actitud en la conferencia de esta tarde. Supongo que te arrepentirás de tu proceder. Pero no tienes enmienda. Te saludan, muy molestos, tus padres. 22/X/1960.

Es difícil, en mi opinión, resumir tan bien, en sólo unas breves líneas, todo un modo de entender las relaciones familiares, la educación y la vida.
Los modos de una época.
Y más cuando, como cuenta mi amigo, su abuelo no tenía título universitario ni nada semejante, sino que había hecho su vida a partir de la educación primaria del primer tercio del siglo.
Era dueño de una confitería, aficionado a la lectura y hombre, como su esposa, de trato cortés, educado en la certeza de que los buenos modales y el respeto a los semejantes hacían la vida más útil y agradable.
A los trece años de edad, su hija compartía o conocía al menos esos códigos, pues nunca se habría dirigido un mensaje semejante a una chica incapaz de entender el tono en que estaba escrito.
Traviesa y respondona, o lo que fuera, esa niña sabía lo que era una educación; y, confiando en ello, sus padres le recriminaban su conducta en la esperanza de que, con la reprimenda, esa misma educación la hiciera recapacitar.

Había y hay muchas formas de reprender a un hijo.
Pocas he visto tan perfectas y mesuradas, reflejo de épocas en que ciertas cosas se hacían de otro modo y en otro tono; de tiempos – peores en muchas cosas, pero también mejores en otras que nunca se debieron perder – donde los buenos modales, que procuraban practicar tanto la gente de condición social humilde como la más afortunada o mejor situada, cuidar las formas, en fin, eran fundamentales dentro y fuera del ámbito familiar.
Pero es que, además, a esas buenas maneras se añadía con frecuencia, como en el caso que nos ocupa, una lección de elegancia, estilo y amor por las palabras y su correcta expresión.
Demostrando así que todo eso, buena educación, respeto, lecturas que adiestren las actitudes, no sólo hacen a la gente más admirable en lo social, sino que también la convierten, con frecuencia, en mejores ciudadanos y mejores personas.
Y ahora, para tener a punto el contraste, comparen ustedes la postal del abuelo a la madre de mi amigo con lo que hoy solemos escuchar a nuestro alrededor:
«Ven pacá, Manolín, que te voy a reventar la cabeza», «Te voy a dar un palo en el culo, jodío niño, que se te van a saltar los dientes» o «Me se quema la sangre de ver al hijoputa de mi hijo».
Y así, claro, a menudo tenemos los hijos y los nietos que nos merecemos. Más o menos.
Y por supuesto, unos más que otros.

CARTA DEL Dr. OSCAR TROTTA CUANDO LO ECHARON DEL HOSPITAL GARRAHAM.

El Dr OSCAR TROTTA fue desplazado de su cargo en el Hospital Garrahanpor el Gobierno Nacional, y queremos recordar el mensaje que nos dejó:

“No se me informa por qué. No se me acusa de nada.
Es verdad que no tengo el perfil que define a los funcionarios del actual gobierno
Mi patrimonio personal no me permiten pertenecer a ese selecto grupo.

Pero estoy seguro que mi “peor” referencia, para este gobierno, es haber salido de mi despacho para llevar la asistencia medica, la vacunación y los programas de promotores sociosanitarios, a los que menos tienen, a las villas y los barrios; acercarme a las Abuelas o defender públicamente el presupuesto para el Garrahan.

Lo voy a seguir haciendo junto a mis compañeros.
Solo me han sacado el cargo.

Poca cosa.
Me quedo con lo mejor de este lugar que me toca abandonar.

Sueños de niños dolientes hechos realidad por manos mágicas y bondadosas.
Artesanos de milagros que abrazan a los retoños sufrientes de esta tierra.

Me quedo con el amor que calma el grito silencioso del niño que padece.

Me quedo con la ternura de aquellos que caminan por los pasillos del hospital junto a los invisibles.
Me quedo con los ojos negros y la sonrisa linda del ángel que envuelve entre sus manos a los náufragos de una sociedad que les da la espalda.

Me sacan atributos y mandatos, pero me quedo con lo mejor.
Me quedo con los abrazos de los compañeros trabajadores a los que no logré darles todo lo que se merecen y con la convicción de que vamos a volver mejores.

ESO NO ME LO PUEDEN SACAR.”

viernes, 25 de mayo de 2018

DIGO LA MAZAMORRA, de Peteco Carabajal

La mazamorra, sabes, es el pan de los pobres,
y leche de las madres con los senos vacíos.
Yo le beso las manos al Inca Viracocha,
porque inventó el maíz y enseñó su cultivo.
En una arteza viene para unir la familia,
saludada por viejos, festejada por niños.
All donde las cabras remontan en silencio
y el hambre es una nube con las alas de trigo.

Todo es hermoso en ella: la mazorca madura
que degranan en noches de vientos campesinos;
el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro,
que entre los granos, mezcla rubores y suspiros.
Si la quieres perfecta, busca un cuenco de barro,
y espésala con leves ademanes prolijos
del mecedor cortado de rama de la higuera,
que a la siesta da sombra, venteveos e higos.

Recitado


Y si quieres, agrégale una pizca de ceniza de jume,
esa planta que resume los desiertos salinos,
y deja que la llama le transmita su fuerza,
hasta que adquiera un tinte levemente ambarino.
Cuando la comes, sientes que el pueblo te acompaña
a lo largo de valles o recodos de ríos.
Cuando la comes, sientes que la tierra es tu madre,
más que la anciana triste, que espera en el camino
tu regreso del campo. Es madre de tu madre,
y su rostro es una piedra trabajada por siglos.

Hay ciudades que ignoran su gusto americano,
y muchos que olvidaron su sabor argentino,
pero ella es siempre lo que fue para el Inca:
nodriza de los pobres en el páramo andino.
La noche que fusilen poetas y canciones,
por haber traicionado, por haber corrompido,
la música y el pólen, los pájaros y el fuego,
quizás a mí me salven estos versos que dijo.

SUBE, SUBE, SUBE...!!, de Víctor Heredia

Sube, sube, sube, 

Bandera del amor, pequeño corazón, 
y brilla como el sol, y canta como el mar.
Canta como el viento peinador de trigo
canta como el río, canta pueblo mío.

Sí, los pueblos que cantan
siempre tendrán futuro.

Dame tu esperanza América india
Dame tu sonrisa América negra
Dame tu poema América nueva,
América nueva, América nueva...

Volará tu cóndor y el viento del Sur
soplará las alas de América azul.
Todo el Sur, como un corazón, como un pan,
subirá al cielo de un amanecer sin dolor...

Sube, sube, sube,

Bandera del amor, pequeño corazón,
y brilla como el sol, y canta como el mar.
Canta por las voces de los que soñaron
canta por las bocas de los que lloraron.

Canta...
Canta por los bellos días que se han ido,
canta por mañana, canta buen amigo.
Canta...

miércoles, 16 de mayo de 2018

HACIA DÓNDE CONDUCE A LA SOCIEDAD ESTE HATO DE INÚTILES Y DESCARADOS..?, de Horacio Verbitzky - 13/5/18

Maurizio Macrì es el primer Presidente post dictatorial que asumió sin una crisis social o financiera, con la deuda externa más baja desde el empréstito Baring Brothers de hace dos siglos y a la vez una de las menores del mundo en relación al Producto, con una desocupación casi friccional y con una red de protección social para los más necesitados.

Pero a solo dos años no pudo frenar una corrida que en menos de dos semanas consumió el 12% de las reservas sin impedir por ello una devaluación próxima al 20%.
Sería fácil compilar la serie de frases con que Macrì y sus colaboradores adormecieron durante estos años a una parte de la sociedad intoxicada por una publicidad hipnótica que logró imponerse sobre la experiencia personal de muchas víctimas, cotejarlas con los duros hechos que recién ahora esa gente puede empezar a percibir y burlarse del ilusionista al que han dejado de salirle los trucos.
Pero es mejor que esa tarea necesaria la realicen académicos y políticos mientras desde la estratosfera tratamos de discernir qué es lo que salió mal y hacia dónde conduce a la sociedad este hato de inútiles y descarados.
El precipitado recurso al Fondo Monetario Internacional a pocas horas del supermartes 15 en el que vencen LEBACs por cerca de 30.000 millones de dólares, revela un nivel de incompetencia tan insólito que brotan las teorías conspirativas para explicarlo.


Dos colaboradores hicieron llegar sus interpretaciones a El Cohete a la Luna, no sin advertir de las dudas que sienten sobre sus propias elucubraciones.
Como se conocen casos de paranoicos a los que los persiguen, los tomamos muy en serio y consultamos con algunos columnistas confiables.

Los paranoicos
El primer colaborador cita un artículo del 16 de enero de 2018 publicado en el portal en español de Bloomberg (https://www.bloomberg.com/ latam/blog/seis-senales- anticipan-el-final-para- lebacs-de-argentina/), donde el columnista Ignacio Olivera Doll detalla seis señales claras que recibía el mercado para desprenderse de las LEBACs:

1) El BCRA tienta a los bancos con LELIQ (títulos de deuda a siete días) con una tasa superior en un cortísimo tiempo y sin pagar impuestos.

2) El Ministerio de Finanzas emite LETES (letras del Tesoro) con rendimientos más atractivos que las LEBACs y por el mismo plazo.

3) Se grava con el 5% la renta de los tenedores extranjeros de LEBACs.

4) Se prohíbe a las aseguradoras invertir en LEBACs.

5) Se le otorga mayor rendimiento a las LEBACs de plazos cortos que largos.

6) Se emite un cronograma de vencimientos de LEBACs que por primera vez no abarca todo el año sino sólo hasta junio de 2018.

Este es un mensaje claro a los operadores del mercado de que junio es el último plazo para desprenderse de las LEBACs, a cuyos tenedores se les asegura hasta entonces la máxima rentabilidad posible, planchando el dólar hasta límites que no tienen relación con la macroeconomía y aumentando la tasa de interés.

“O el gobierno está sobreactuando o la corrida fue inducida o planificada desde el Banco Central y el Ministerio de Finanzas, como un golpe de estado financiero, cuyas consecuencias se intentarán cargar una vez más al peronismo”, concluye el Paranoico 1, quien supone que un poderosísimo sector económico internacional está en connivencia con el ala dura de los neoliberales argentinos, que recelan de Macri “por ser lo que sabían que era, un pelele que ya no les es útil y que no hace lo que le pidieron que hiciera”.

El Paranoico 2 se pregunta si “el retorno al FMI no es un proyecto de Macrì & Cia. desde el principio, y toda la corrida del dólar, LEBACs y la polvareda aledaña no son más que una puesta en escena destinada a justificar ese retorno y, tal vez, paralelamente sostener el desbande inflacionario, el dólar futuro, etc”.

Esto es lo que obtuvimos en la ronda de consultas con los hombres sabios que escriben en El Cohete a la Luna.

Eduardo Basualdo
El Paranoico 1 está equivocado en algunas cosas pero no es tonto.
La fundamental: que no es un golpe contra Macri sino que él está en esta jugada.
Desde mi punto de vista, en todo caso están recorriendo un camino que quieren que culmine con la dolarización de la economía pero no para excluir a Macri sino con Macri, donde efectivamente tiene un papel fundamental el Banco Central.
Un economista que fundamentó por qué esta política no tenía salida, se sorprendió con la respuesta de un directivo de una de las grandes petroleras que actúan en el país:
Sí tiene una salida: la dolarización..!

En mi opinión, están en una política de hechos consumados hacia ese final.
Ninguno de los economistas con los que hablé están de acuerdo, lo cual es un pequeño indicio de que puede ocurrir.
El antecedente es que ésta era la propuesta de los dolarizadores en 2001, entre los que se contaba no sólo el Banco Mundial sino también Sturzenegger.

Esto no quiere decir que necesariamente sea ahora.

Sebastián Soler
No creo que haya sido orquestado.
Sturzenegger quería subir las tasas hace rato, no bajarlas, y no lo dejaron hasta que se les vino encima la corrida y entraron en pánico.
Eso no quiere decir que no haya habido jugadores de adentro y afuera con acceso a información privilegiada que les permitió hacer diferencias.

Ricardo Aronskind
El BCRA armó una pelota gigantesca con las LEBACs y las medidas descriptas por Bloomberg apuntan a desinflarla.

Así se hacen las cosas entre amigos, se trata de inducir amablemente.

También circularon rumores sobre un posible canje compulsivo por algún bono atractivo pero de más largo plazo.
Eso es más hostil desde la mirada de los financistas, pero más sensato para evitar una huida masiva al dólar.
Hoy las reservas están en 55.500 millones de dólares pero parte de ese monto es de los ahorristas.
Según el informe monetario del BCRA hay 30.000 millones de dólares en depósitos en dólares en los bancos. Quedarían entonces 25.500 propios para afrontar el vencimiento de 31.000 del martes 15 de mayo.
Un canje compulsivo previo podría evitar una catástrofe, dado el clima de altísima volatilidad.
Todo lo que vino pasando fue anunciado y criticado públicamente por los que estamos en contra, que advertimos los riesgos.
Que J. P. Morgan haya decidido salir de la Argentina es parte de sus movimientos internacionales, no creo que sea un golpe contra sus amigos, como tampoco los confusos movimientos de Sturzenegger, que han sido pésimos para las reservas, y también para las expectativas.
Golpe de estado sería si hubiera una fracción ajustadora constituida que quisiera forzar medidas que el gobierno prudentemente no ha tomado.
Por empezar porque no hay espacio social para un gran ajuste de desempleo y miseria, si quieren ganar las elecciones y seguir cambiando el país.
Creo que muchos episodios históricos son carambolas (como la llegada de Kirchner), aunque siempre haya un contexto estructural que favorece determinadas situaciones más que otras.
Puede haber una conjunción de pobreza intelectual, negocios y soberbia de financistas periféricos.
En el artículo de El Cohete sobre el dólar a 20 o a 30 yo evalué estas situaciones.
El péndulo se movió un poquito hacia 30, pero aún sigue siendo un dólar inviable económicamente y de fuerte desequilibrio externo.
El tema es que ahora se agregan otros elementos.

El Experto que lo ha Visto Casi Todo
El ala dura de los neoliberales presiona a Macri, aunque no hasta el punto de voltearlo porque no tienen estructura política, y una dictadura abierta sería inviable.

Están convencidos de que lograrán su objetivo, porque todo va a empeorar y Macri y Dujovne no saben qué hacer.
Cavallo y el CEMA forman parte de esa estructura.
Sturzenegger obedece; esta especie de golpe no lo fabrica él, lo transmite.

Intelectualmente no tiene otra manera de analizar y está resentido por la manera en que el equipo político del mismo gobierno lo relegó el 28 de diciembre al obligarlo a bajar las tasas.
Macri terminará haciendo lo que le mandan.
Es cierto que tratan de desprenderse de las LEBACs, pero no creo que como una corrida planeada.
El grupo en las sombras y el poder financiero internacional quieren ajustar más, privatizar, resguardar al Banco Central como vehículo de esta política y endeudar al Tesoro.
El mismo sentido tiene la Ley de Mercado de capitales.

Es la ofensiva del capital financiero (los grandes bancos, los fondos de inversión), un capital improductivo que saquea el producto logrado por la economía productiva.

Llamándolo neoliberalismo parece más una política y una cultura, que también lo es, pero se oculta lo que lo genera.
Con la crisis el capital productivo rinde poco, dado que la ampliación del mercado eleva los salarios o los mantiene altos y eso baja la tasa de ganancia.
Con el capital productivo el excedente social se reparte más y es posible pensar en una renta internacional futura generalizada a repartir, sobre todo con la automatización, pero el capital financiero absorbería esta posible renta internacional y transformaría virtualmente en esclavos al resto de la humanidad.
Y no se va imponiendo como golpe directo, sino por la fuerza de las cosas y la falta de horizonte político, tal como sucedió con el nazismo en Alemania.
No lo digo por casualidad sino porque éste es un proceso parecido a escala internacional y como resultado de la crisis del capitalismo.

Macri y Dujovne no entienden nada, Sturzenegger sólo atina a manejar el monetarismo y Caputo es la mano de los grandes bancos y de los fondos de inversión, porque son sus clientes, su operador de confianza.
Él facilitó esta situación
.

Por agrandar su negocio y el de sus clientes preparó el terreno para una corrida, y en eso fue acompañado por igual intención de Aranguren en el terreno de las tarifas y Clarín con las comunicaciones.
Estos son los que saben dónde están.
Caputo y Aranguren están haciendo un gran negocio
.

Los otros no midieron la imposibilidad de que la inflación bajara con las tasas de interés ni supieron escuchar todos los alertas del deterioro que se proyectan sobre la posible debacle política de Macri.

Ahora son llevados por la corriente aunque Sturzenegger sea una mano ejecutora a través del BCRA porque no sabe hacer otra cosa, y la consecuencia es que por seguir haciendo sus negocios van a terminar sonándolo a Macri, quien va a perder también con su equipo de amigos en los negocios, porque con este desbarranque y la suba del dólar los contratos PPP, dónde estaba una parte de sus negocios específicos, también se van al diablo.

La mayoría de los inversores que tengan LEBACs van a tratar de desprenderse de ellas y el resultado será que el dólar siga subiendo, pero no porque se pusieron de acuerdo sino porque cada uno por su cuenta calcula que lo mejor que puede hacer es huir.

Enrique Aschieri
Como Marx, no creo en la conspiración como causa de las crisis. La propia dinámica de las contradicciones del sistema las explica.
Son impersonales, objetivas.

Lo que está en crisis en todos lados es la teoría económica, sin que la clase política argentina tenga la menor noticia.

Mientras un sector del gobierno se jugaba a ingresar al índice mundial de mercados emergentes (MSCI) con las nuevas AFJP y los 16.000 millones de dólares que prometían, Sturzenegger y Dujovne confiaban en el disciplinamiento del FMI y un dólar alto.
Coincidía con ellos el consejero estratégico presidencial Eduardo Levy Yeyati, para quien al país le conviene un tipo de cambio alto, que ‘por un tiempo’ seguiría por encima de 22 pesos por dólar [Pero el FMI ya deja saber que debería llegar a 25,50, Cristiano Rattazzi no se conforma con menos de 26 y la semana comienza con un piso de entre 24 y 25, con las inevitables consecuencias en los precios].

A juicio de Levy Yeyati sólo el temor a la inflación desaconsejaría permitir que llegara a 30.
La secuencia de Olivera Doll es un simple cambio en la política financiera de tipos que no sabían ni saben para qué lado agarrar, en busca del Santo Grial MSCI.
Y con fuertes contradicciones internas en cómo matar a la Argentina del 17 de octubre.
Ricardo Arriazu, la eminencia gris de la AEA y el principal (no único) canal de información del FMI, da por liquidada esta etapa.
La T en la frente que tiene estampada Sergio Massa, obedece a la misma visión de Paolo [Rocca].
El núcleo dirigente que llevó a este estado de cosas, por la propia dinámica del proceso, más temprano que tarde se agota.

El objetivo de cobrar la deuda necesita un orden político que lo asegure, sin que la situación se desmadre o se desmadre lo menos posible.

Si el núcleo dirigente en trance de agotarse resiste en vez de organizar la retirada, y encima el reemplazo no se termina de consolidar, es de manual que los factores externos lo agoten imponiéndole condiciones de máxima imposibles de cumplir, sí logra el necesario espacio político para los reemplazantes.
Gobernabilidad es tiempo que viene, no que se terminó.
La macroeconomía de la transición tendrá que lidiar por varios trimestres con una considerable tasa de desempleo.
Los mecanismos constitucionales - democráticos encuadran las naturales disputas agónicas en el reemplazo.

Conclusiones

Macrì, el jefe de gabinete Marcos Peña Braun, la heroína radical Elisa Carrió, los ministros Caputo y Dujovne piden y/o recomiendan calma, porque no hay nada de qué preocuparse, lo cual optimiza la distancia entre el discurso y la realidad.

Nada más aterrador que Carrió anunciando que podemos despreocuparnos porque ella realiza inteligencia financiera.

Caputo dijo que habían decidido no emitir más deuda y que lo importante es recurrir al Fondo cuando no hay problemas, lo cual no ayuda a entender los vuelos de apuro a Washington, la cara de patíbulo de la primera línea del gobierno, las reuniones incesantes de la mesa chica en las dos sedes presidenciales y los domicilios particulares de sus integrantes y las convocatorias de fin de semana a los grandes patrones.
Para el ministro de Endeudamiento y Comisiones, el FMI fue un chivo expiatorio de las culpas del populismo y “los inversores tomaron mal la actitud de la oposición que ellos consideraban racional en relación a un posible freno al tema tarifario”.

En realidad, desde febrero se sabe que los prestamistas le anunciaron que no habría más para la Argentina y no por temor al populismo sino por la errática gestión de un equipo con plan de negocios.

Dujovne guardó los cartelitos que mostraba como columnista de Pagni pregonando "No volver al Fondo", para explicar que es el prestamista más conveniente y barato, cuando en realidad es el único, porque las demás ventanillas fueron clausuradas con ladrillo hueco y cemento.
También informó que no hay nada que temer del FMI porque no es el mismo de antes.
No obstante, los informes que sus enviados produjeron sobre la Argentina repiten la conocida monserga de abrir la economía a las importaciones, desregular el mercado de trabajo, aumentar la edad jubilatoria, recortar prestaciones sociales, bajar impuestos, contener salarios.
Puede ser, conceden, pero ahora se preocupa por los planes sociales, que el acuerdo en ciernes permitirá mantener.
Para Caputo “la gente puede estar absolutamente tranquila a partir de ahora de que está garantizado el gradualismo hacia el equilibrio fiscal y la plata para pagar las jubilaciones, las asignaciones universales, la obra pública”.

Dar buenas noticias es lindo. Si además fueran ciertas sería maravilloso.

La crítica a la desigualdad y a la débil presión impositiva sobre los más ricos tampoco es una innovación de Christine Lagarde.

Hace 30 años ésa era la respuesta de su predecesor en el FMI, el también francés Michel Camdessus, ante los reparos de los sucesivos gobiernos de Raúl Alfonsín y de Carlos Menem por las políticas de ajuste que reclamaba el organismo.
El 18 de enero de 1990, en un reportaje concedido a O Estado de Sao Paulo, Camdessus encomió los esfuerzos de Menem, dijo que no había ajuste indoloro, pero aclaró que “no hay ninguna razón particular para que el precio del ajuste económico recaiga más sobre los pobres. Cuando esto sucede es porque el gobierno lo permite. El gobierno debe pedir más a los privilegiados de la sociedad, porque proteger a los más pobres es la clave del éxito”.

En marzo de 1988 pasó un fin de semana reunido con el presidente y su ministro Juan Sourrouille, sin anunciarlo al país.
Venía a convencerlos de que de acuerdo con el innovador diseño de Henry Kissinger debían combinar la privatización de empresas con la capitalización de deuda, algo que recién aceptó Menem al año siguiente, espantado por el final apocalíptico de Alfonsín.
Ahora es Lagarde la que de casualidad pasa por Buenos Aires, ve luz y sube.
Nicolás le cae de maravillas...

En las primeras semanas de la presidencia de Néstor Kirchner, su gobierno se dividió respecto de las tarifas de los servicios privatizados.
Lavagna proponía conceder aumentos a cuenta de una renegociación posterior.
De Vido invertía el orden: primero la renegociación, y si correspondían, los aumentos, después de analizar las inversiones reales efectuadas por cada concesionario y la rentabilidad que obtuvieron.
Varios entes de consumidores y usuarios y el CELS hicieron una presentación ante la Oficina Independiente de Evaluación del Fondo, objetando a sus directivos por presionar al gobierno por el aumento de tarifas, sin tener en cuenta el impacto en la distribución de los ingresos, el interés de los usuarios y la accesibilidad de los servicios. Lavagna narró que los enviados del FMI “nos dijeron que había que buscar un consenso. Nosotros les dijimos que sí, si se entendía que el consenso incluía a los consumidores. Esto obviamente provocó ciertas sonrisas del lado del FMI, porque estaban pensando no en un consenso sino en un acuerdo con las empresas, que no es lo mismo”.
Las organizaciones de la sociedad civil dijeron que el Fondo impuso al gobierno argentino una suba en las tarifas “con el fin de satisfacer los intereses de las empresas privadas cuyos accionistas, en muchos casos, son empresas públicas europeas”.
Esto “no se compadece con ninguno de los fines establecidos en el Convenio Constitutivo del FMI (cooperación monetaria, expansión del comercio, lo cual mejoraría los niveles de ocupación e ingresos en todos los países, corrección de los desequilibrios en la balanza de pagos".
En cambio, el pedido de aumento de tarifas sólo respondía “a la protección de los intereses empresarios”.
Cuando “se confunden las cuentas públicas con las privadas es evidente que existe una extralimitación de las facultades del FMI”.

Quince años después no ha perdido vigencia, porque el FMI vuelve con el mismo discurso.
El CELS impugnó esta concepción, ahora ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, durante su periodo de sesiones que acaba de concluir en Santo Domingo.
Junto con una docena de organizaciones regionales presentó documentación mostrando que las políticas fiscales regresivas, que benefician a los sectores privilegiados y castigan a la población de ingresos medios y bajos, acentúan la pobreza y la desigualdad, con grave impacto en los derechos humanos ya que el primer recorte es el gasto social.

En la Argentina, el Estado recorta el presupuesto de los programas sociales básicos mientras implementa reformas tributarias regresivas y sostiene privilegios fiscales.

También hay un desfase entre los precios del suelo y el cobro del impuesto inmobiliario.

Los precios del suelo de los terrenos urbanos baldíos se multiplicaron por 26 entre 2006 y 2016, mientras el impuesto inmobiliario creció apenas 8 veces.

La disminución del peso relativo de ese impuesto alienta los procesos especulativos con la tierra, lesiona la capacidad estatal de prestación de servicios y de inversión pública y afecta directamente el derecho a un hábitat digno de los sectores más vulnerables de la población.
Se puede leer el resumen ejecutivo de la presentación conjunta entregada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos http://www.cesr.org/sites/default/files/ExSumm%20Esp%20FINAL.pdf

El sol del 25

Además de estos planteos, el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, anunció un paro general si Macrì veta la ley que retrotrae las tarifas a noviembre pasado, y ata su aumento posterior al de los salarios.
Participarían las dos CTA, gremios de la CGT y movimientos sociales, que el 25 de mayo se movilizarán al Obelisco para un acto sobre la Avenida 9 de Julio con la sola consigna La Patria está en Peligro.
No habrá discursos y sólo se leerá un documento de pocos puntos en repudio a las políticas en aplicación y en reclamo de su modificación.

La realidad de los cuerpos toma el lugar de la fantasía de los globos.

lunes, 14 de mayo de 2018

LEGÍTIMA DEFENSA Y OTROS FASCISMOS, de Arturo Pérez Reverte - 7/5/18

Escribo esto un poquito condicionado, porque casi nunca tuve suerte con la justicia y los jueces en España.
Mi experiencia es poco satisfactoria.
En los años 80, tras un reportaje sobre la ultraderecha, un juez que tocaba esa música me quiso empapelar por mencionarlo, aunque luego, tras apelaciones y recursos, todo quedó en nada.
Peor suerte tuve cuando un individuo pretendió sacarme 80.000 mortadelos acusándome de plagio, y tras ganarle tres juicios se dio la casualidad de que el último cayera en manos de una compañera de profesorado en la misma universidad, puerta con puerta, del abogado de mi parte contraria (naturalmente, nada tuvo que ver eso con la sentencia; lo cuento sólo como simpático y superfluo detalle costumbrista).
Hasta el episodio más reciente tiene su puntito de recochineo judicial: un miserable que me cubrió de calumnias fue absuelto porque, aunque se reconocen en la sentencia las mentiras y las calumnias, según el texto yo soy personaje conocido pero el calumniador no lo es; y eso le da perfecto derecho a inventar y publicar un currículum chungo con absoluta impunidad.
Lo punible, claro, habría sido lo contrario. Que yo me ciscara en su puta madre.
Ahí sí me habrían sacudido bien, sus señorías.
Con el ánimo templado por tan deliciosos antecedentes, y otros que omito por no aburrir –una vez gané un juicio en Canarias, pero tardé meses en creérmelo–, leo la sentencia sobre el anciano de 83 años al que un jurado popular se ha pasado por la piedra por matar a uno de los dos ladrones que asaltaron su casa.
Por suerte para el matador, me digo, no era personaje conocido; porque en tal caso tal vez le habría caído una temporada más larga y ejemplarizante.
Pero tuvo suerte.
Como se trataba sólo de un abuelo que no escribe novelas ni firma artículos ni sale en la tele, que dos facinerosos se le metieran en casa y le dieran una buena estiba a él y a su anciana esposa, y que él agarrara una pistola y –a sus 83 años, insisto– le pegara un tiro a uno de ellos, y luego le pegara otro tiro más, le ha costado sólo dos años y medio por rápido de gatillo.
El abuelo «podía haber utilizado otras alternativas igual de efectivas», dice la sentencia; como, por ejemplo, «la mera exhibición del arma o efectuar un nuevo disparo al suelo en espera de disuadir al asaltante».
Así que, bueno. Eso.
Treinta meses de talego de los que sí se cumplen.
Si no lo indultan antes, saldrá con 86 tacos de almanaque y podrá, reintegrado al fin a la sociedad contra la que obró, rehacer su vida.
Imaginen, con cuanto acabo de contar, cómo lo supongo de crudo el día, o la noche, en que dos treintañeros malosos decidan hacerme una visita a domicilio: mi procedimiento a seguir, habida cuenta de que aún no tengo atenuante octogenario, pues soy un vigoroso adulto de 66 tacos.
A ver cómo convenzo al juez o al jurado de que, si le suelto un escopetazo con postas a uno que se cuele en casa a las tres de la madrugada, lo habré hecho tras considerar serena y fríamente si no tendría a mano otras alternativas igual de efectivas, o si la mera exhibición del arma, una vez encendida la luz para que la vean, no bastaría para disuadir a la peña. Porque, a fin de cuentas, yo soy personaje conocido –«Reverte se carga a dos pobres intrusos nocturnos y anónimos sin averiguar sus intenciones»–; y ellos, criaturas tratadas de modo injusto por la sociedad capitalista, a los que mi perdigonada fascista privaría de la posibilidad de una reinserción idónea.
Así que aquí ando, oigan. Preparando mi defensa judicial por si luego no me da tiempo. Estableciendo un protocolo.
Antes que nada, si abro los ojos y encuentro a alguien en mi dormitorio, deberé encender la luz y preguntar si ha entrado a robar o a pedirme un autógrafo.
Después, una vez confirme sus intenciones delincuentes, averiguaré si va armado de pistola o navaja, a fin de que mi respuesta, en caso de ser violenta, sea también proporcional. Nada de escopetazo si lleva pistola, ni de pistoletazo si lleva navaja, ni de sable de caballería si lleva garrote.
Cuidadín con eso, que los jueces se fijan mucho.
En el peor de los casos, si va artillado, procuraré que él dispare primero; y sólo en caso de que no me mate, dispararle yo.
Aunque sin matarlo, por supuesto.
Porque si me lo cargo, sin duda alguien apreciará en lo mío un exceso de legítima defensa.
Así que lo primero será tirar al aire. Pum.
Y sólo si eso no lo disuade podré apuntar a una pierna; aunque procurando, claro, no darle en la femoral, porque entonces palma y la liamos parda.
Y a la cabeza, desde luego, ni se me ocurra.
Ahí sólo podré dispararle en caso de que él me haya matado antes.
Y aun así, ya veremos.

CANTINA SALÓN MADRID, de Arturo Pérez Reverte - 30/4/18

En cierta ocasión dijo mi padre que lo malo de vivir demasiado tiempo es que hay muchas cosas amadas que acabas viendo desaparecer.
En su momento me pareció una frase entre muchas, pero con los años he comprobado su exactitud.
Cuando eres niño o jovencito todo parece inmutable, eterno. Crees firmemente –de no ser así, a esa edad la incertidumbre sería insoportable– que el mundo que conoces se mantendrá siempre con idéntico aspecto y poblado por las mismas personas.
Que en el mapa de tu vida existirán siempre las mismas referencias.
Sin embargo, el tiempo demuestra que no ocurre de ese modo, pues toda vida –esto ya no lo dijo mi padre, sino que lo escribió Scott Fitzgerald– es también un proceso de demolición.
Los años implican lucidez y evolución hacia lugares interesantes, pero incluyen estragos y destrucciones en el paisaje y en uno mismo. Las inocencias se atenúan, numerosas palabras que antes eran decisivas empiezan a escribirse con letra minúscula, y personas que tuvieron peso extraordinario en tu vida se alejan, o cambian como también tú lo haces, o sencillamente mueren.
Para los que hemos conocido una existencia más bien nómada, los lugares son importantes. Fijan las coordenadas que durante mucho tiempo nos dieron anclajes o ilusión de estabilidad.
En la vida que llevé, y que en cierto modo todavía llevo, ciudades, hoteles, restaurantes, librerías, así como a menudo personas relacionadas con ellos, tuvieron siempre una importancia decisiva. Fueron, incluso, trasunto del hogar que en esos momentos no tenía, hasta el punto de convertirse ellos mismos en hogar confortable.
Por eso son tan frecuentes, en mis novelas o artículos, referencias de esa clase: sitios y personajes, unas veces transformados en literatura y otras contados tal como fueron, o todavía son.
Considerada desde ese punto de vista, la lista de bajas en una memoria de esa clase supone un ejercicio de melancolía. Ni siquiera el hábito de ver destruirse cosas de forma violenta, derrumbarse mundos enteros en guerras y catástrofes, que ayuda mucho, endurece lo suficiente. Vacuna, quizá, frente a la sorpresa y permite mirarlo con lucidez más o menos serena; pero el dolor de la pérdida, o las continuas pérdidas, sigue siendo intenso.
Pasear por la rue Saint André des Arts de París y comprobar que todas las librerías de viejo donde entrabas con veinte años y avidez de cazador han desaparecido, puede ser tan doloroso como comprobar que ya no volverás nunca a comer o cenar en tu vieja Munich de Buenos Aires, o que la punta de la Aduana de Venecia, que de noche era el lugar más solitario y bello del mundo, sea un infierno japonés desde que abrieron un museo justo al lado.
Es lo que hay, y no queda sino aceptarlo.
Asumir sentirse a veces, o a menudo, como el príncipe Salina paseando por Palermo al final de El Gatopardo.
Todos nosotros, lugares y personas, llegamos y nos vamos. Cedemos espacio a quienes empiezan un camino que ya no es el nuestro.
Pensaba en eso no hace mucho en México capital –que ya tampoco se llama Deefe–, sentado por última vez en la Cantina Salón Madrid.
Durante toda mi vida mexicana, larga de treinta años, ese modesto bar de la plaza de Santo Domingo fue allí mi lugar favorito: una cantina clásica, barata hasta lo cutre, con parroquianos bigotudos y peligrosos, asientos acuchillados a navajazos, una rockola donde escuchaba a José Alfredo, Vicente Fernández y los Tigres del Norte, y una extraña pareja, un matrimonio que servía tequila reposado y milanesa de carne cortada en trocitos.
Pasé allí muchos días felices, incluida una mañana de brevísima y silenciosa amistad con un hombre solitario que sentado en otra mesa, la cabeza entre las manos y tequila tras tequila delante, coreaba las canciones que yo iba poniendo. «Cuando estaba en las cantinas –decía una de las letras– no sentía ningún dolor».
Siempre supe que llegaría este momento, y al fin llegó.
En mi última visita, el viejo matrimonio ya no estaba allí, y la Cantina Salón Madrid se había transformado en un bar puesto al día, con nueva decoración y copas convencionales. De la rockola habían sido barridos sin piedad rancheras y narcocorridos: sonaba Shakira.
Había camareros jóvenes y chicos alegres y vitales tomando cerveza en la mesa donde una vez, junto a mí, un hombre solitario había cantado al compás de su corazón destrozado.

Me pregunté si habría encontrado otra cantina donde no sintiera ningún dolor.

EL TENIENTE ALBALADEJO, de Arturo Pérez Reverte - 23/4/18

Hacía cuarenta años que no veía su rostro, aunque lo recordaba bien.
Mi amigo el grafitero y fotógrafo Jeosm, que está positivando miles de negativos de mi vida anterior a ésta, acaba de entregarme los del Sáhara de 1975, cuyas fotos nunca vi del todo porque enviaba los rollos por avión desde El Aaiún, y luego sólo veía las que se publicaban.
Y en una de esas imágenes está él, de uniforme y de perfil, el pelo corto cano y rizado, los ojos de acero y la boca apretada como una línea de granito silenciosa y dura.
Pepe Albaladejo, como el comandante Labajos, el capitán Gil Galindo, el cabo Belali y algunos otros, fue uno de mis amigos y también de mis héroes. De mis últimos héroes, matizo, pues con ellos quedaron atrás muchas inocencias.
Yo tenía veintitrés años cuando me mandaron al Sáhara como enviado especial de Pueblo, a contar en crónicas diarias la crisis en la frontera, la Marcha Verde y demás.
Todos eran de la Policía Territorial, que tenía mandos españoles y tropas nativas.
Les caí bien y me acogieron en su cuartel y sus misiones.
Viví con ellos nueve meses de patrullas, de camaradería, de bar de oficiales, de copas nocturnas en aquel Aaiún colonial donde era posible vivir todavía, antes de que desapareciese para siempre, un mundo canalla, áspero, peligroso, fascinante, que hoy sólo es posible conocer en las películas y las novelas.
Llegaron a ser mis amigos, como dije. Muy amigos.
Leales y acogedores, me permitieron acompañarlos a lugares y situaciones extraordinarias, y junto a ellos viví cosas que conté lo mejor que supe, y otras que callé y no contaré nunca, o no contaré del todo; no por vergonzosas, pues fueron todo lo contrario, sino porque a algunos les habría costado un consejo de guerra.
Hay acciones que en el cine quedan estupendas en plan heroico y tal, cómo nos gusta Clint Eastwood y todo eso, pero que en la vida real, juzgadas por quienes ven los toros desde la barrera, hacen levantar las cejas y se convierten en escandalosos titulares de periódico.
Pepe Albaladejo era teniente chusquero, como se decía de los que ascendían desde simples soldados.
Africanista de toda la vida, ex legionario, debía de tener unos cuarenta y cinco años. Era uno de los más duros soldados que conocí en dos décadas largas de mochila y sobresaltos: sobrio, valiente, tranquilo, tenaz, profesional.
Conociéndolo comprendías Tenochtitlán, Pavía, Rocroi, Baler o Belchite.
Aparte de darle un aplomo extraordinario, la veteranía modelaba su cara curtida por el sol, tallada como a cincel de profundas arrugas.
Era implacable en su trabajo, pero también poseía, y eso era lo que más me gustaba de él, una ternura ruda y espontánea.
La forma de darte un cigarrillo, de ofrecerte una copa, de quedársete mirando, aprobador, cuando hacías algo de acuerdo con sus códigos.
Me llamaba gollete, como sus compañeros: chaval, niño en hassanía.
Las putas de Pepe el Bolígrafo, el dueño del cabaret de El Aaiún –humo de grifa, alcohol, música, periodistas, legionarios, tropas nómadas–, adoraban al teniente Albaladejo porque las respetaba como nadie, no bebía estando de servicio y nunca permitía que lo invitaran.
Además de vivir con él aventuras en el desierto, viví muchas noches cabareteras que parecían sacadas de Marruecos o Beau Geste.
Y ligado a él tengo un recuerdo preciso, inolvidable: el de una ocasión en la que una guapa chica del cabaret llamada Silvia bailó un apretado tango, o tal vez fueron dos, con un jovencísimo reportero que le caía simpático, y un técnico canario de Fosbucraa, que andaba encaprichado de la señora e iba pasado de copas, agarró un calentón, empalmó una churi de un palmo de hoja e intentó apuñalar al reportero, tirándole una serie de navajazos ante los que el joven se defendió como pudo.
Hasta que el teniente Albaladejo se metió en medio, empezó a darle puñetazos al de la navaja y lo sacó así hasta la calle.
Clávamela a mí, le decía. Si tienes huevos.
Murió hace tiempo, sin que yo volviese a verlo nunca después del Sáhara.
Su hermano, que vino a saludarme en una firma de libros, me dijo que acabó hace algunos años en una residencia de ancianos, duro e impasible como había vivido, mirando con mucha calma acercarse la muerte cara a cara.
Y yo contemplo ahora su foto en blanco y negro, su perfil de granito, las barras de condecoraciones cosidas en la camisa junto a los emblemas de la Legión, el Sáhara y la Policía Territorial, y me viene a la boca una sonrisa tierna y agradecida.

martes, 8 de mayo de 2018

ESE ASESINO GLOBAL LLAMADO F.M.I. (Fondo Monetario Internacional), de Eduardo Galeano

El Fondo Monetario se llama Internacional, como el Banco se llama Mundial, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington; y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come.
Aunque Estados Unidos es, por lejos, el país con más deudas del mundo, nadie le dicta desde afuera la orden de poner bandera de remate a la Casa Blanca, y a ningún funcionario internacional se le pasaría por la cabeza semejante insolencia.

En cambio, los países del sur del mundo, que entregan doscientos cincuenta mil dólares por minuto en servidumbre de deuda, son países cautivos, y los acreedores les descuartizan la soberanía, como descuartizaban a sus deudores plebeyos, en la plaza pública, los patricios romanos de otros tiempos imperiales.

Por mucho que esos países paguen, no hay manera de calmar la sed de la gran vasija agujereada que es la deuda externa.
Cuanto más pagan, más deben; y cuanto más deben, más obligados están a obedecer la orden de desmantelar el estado, hipotecar la independencia política y enajenar la economía nacional.
Vivió pagando y murió debiendo, podrían decir las lápidas.

Santa Eduviges, patrona de los endeudados, es la santa más solicitada de Brasil.
En peregrinación acuden a sus altares miles y miles de deudores desesperados, suplicando que los acreedores no les lleven el televisor, el auto o la casa.
A veces, santa Eduviges hace el milagro.
Pero, ¿cómo podría la santa ayudar a los países donde los acreedores ya se han llevado al gobierno?

Esos países tienen la libertad de hacer lo que les mandan hacer unos señores sin rostro, que viven muy lejos y que, a larga distancia, practican la extorsión financiera.
Ellos abren o cierran la bolsa, según la sumisión demostrada ante el right economic track, el camino económico correcto. 

La verdad única se impone con un fanatismo digno de los monjes de la Inquisición, los comisarios del partido único o los fundamentalistas del Islam: se dicta exactamente la misma política para países tan diversos como Bolivia y Rusia, Mongolia y Nigeria, Corea del Sur y México.
A fines del 97, el presidente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, declaró:
«El estado no debe dar órdenes a los bancos».

Traducido, eso significa:
«Son los bancos quienes deben dar órdenes al estado».

Y, a principios del 96, el banquero alemán Hans Tietmeyer, presidente del Bundesbank, había comprobado:
«Los mercados financieros desempeñarán, cada vez más, el papel de gendarmes. Los políticos deben comprender que, desde ahora, están bajo el control de los mercados financieros».

Alguna vez el sociólogo brasileño Hebert de Souza, Betinho, propuso que los presidentes se marcharan a disfrutar de cruceros turísticos.
Los gobiernos gobiernan cada vez menos, y cada vez se siente menos representado por ellos el pueblo que los ha votado"

viernes, 4 de mayo de 2018

ARMAR UN DESASTRE ECONÓMICO PARA IMPONER EL LIBRE MERCADO, entrevista de Amy Goodman a Naomi Klein en el programa Democracy Now

El golpe de Pinochet en Chile.
La masacre de la Plaza Tiananmen.
El colapso de la Unión Soviética.
El 11 de septiembre de 2001.
La guerra contra Iraq.
El tsunami asiático y el huracán Katrina.

La galardonada periodista de investigación Naomi Klein reúne todos estos eventos que cambiaron el mundo en su nuevo libro: "The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism" [La doctrina del choque: El auge del capitalismo del desastre]
(Más información en NaomiKlein.org.)

En su primera entrevista por radio desde su publicación, Klein se nos une en nuestro estudio en la estación de bomberos durante una hora. Klein escribe: “La historia del mercado libre contemporáneo fue escrita en choques.”
Argumenta que “Algunas de las violaciones de los derechos humanos más infames de los últimos treinta y cinco años, que han tendido a ser vistas como actos sádicos realizados por regímenes antidemocráticos, fueron en realidad cometidas con la intención deliberada de aterrorizar al público o fueron aprovechadas activamente para preparar el terreno para la introducción de reformas radicales de libre mercado.”

El economista Milton Friedman dijo una vez:
Sólo una crisis produce un verdadero cambio. Cuando esa crisis ocurre, las acciones que son emprendidas dependen de las ideas que existen por ahí.

Naomi Klein examina algunas de las ideas que considera más peligrosas – la economía friedmanita – y denuncia cómo eventos catastróficos son extremadamente beneficiosos para las corporaciones y al mismo tiempo han permitido que los gobiernos impongan lo que ella llama el “capitalismo del desastre”

Quiero comenzar transmitiendo pasajes de un breve documental co-escrito por Naomi Klein y el director de "Children of Men" Alfonso Cuarón. Es dirigido por el hijo de Cuarón, Jonás.
También se llama "The Shock Doctrine" y fue estrenado la semana pasada en festivales de cine en Venecia y Toronto.

TRANSCRIPCIÓN NO EDITADA

NOTICIARIO: Los años cuarenta han sido una década de progresos y desarrollos en la medicina y la psiquiatría. Los científicos han desarrollado una nueva tecnología para curar a adultos enfermos mentales. Con el uso de electrochoques, las mentes de pacientes enfermos son borradas, otorgándoles un nuevo comienzo. En esta pizarra vacía, los médicos pasan a grabar una nueva personalidad saludable.

NAOMI KLEIN: Rehacer a la gente, darles choques para que obedezcan. Ésta es una historia sobre esa poderosa idea. En los años cincuenta, atrajo la atención de la CIA. La agencia financió una serie de experimentos. Con ellos produjo un manual secreto sobre cómo quebrantar a prisioneros. La clave fue el uso de choques para reducir a adultos a un estado infantil.
TEXTO: La siguiente narrativa ha sido seleccionada de los manuales de interrogatorios de la CIA de 1963 y 1983.

NARRATIVA: Es una hipótesis fundamental de este manual que se trata de técnicas que son, esencialmente, métodos para inducir la regresión de la personalidad. Hay un intervalo, que puede ser extremadamente breve, de animación suspendida, una especie de choque psicológico o parálisis. Los interrogadores experimentados reconocen este efecto cuando aparece y saben que en este momento la fuente está mucho más abierta a la sugestión, mucho más dispuesta a obtemperar de lo que estaba antes de experimentar el choque.

NAOMI KLEIN: Pero estas técnicas no sólo funcionan con individuos; pueden funcionar con sociedades enteras: un trauma colectivo, una guerra, un golpe, un desastre natural, un ataque terrorista, nos colocan a todos en un estado de choque.
Y en el período subsiguiente, como el prisionero en la cámara de interrogatorio, también nosotros nos convertimos en infantiles, más inclinados a seguir a dirigentes que pretenden protegernos.
Una persona que comprendió temprano este fenómeno fue el famoso economista de nuestra era, Milton Friedman.
Friedman creía en una visión radical de la sociedad en la que los beneficios y el mercado impulsan todos los aspectos de la vida, desde las escuelas a la atención sanitaria, incluso al ejército. Instó a abolir todas las protecciones comerciales, a desregular todos los precios y a eviscerar los servicios públicos.
Estas ideas siempre han sido tremendamente impopulares, y es comprensible. Causan olas de desempleo, hacen aumentar desproporcionadamente los precios, y hacen que la vida sea más precaria para millones de personas.
Al no poder hacer que su agenda se impusiera democráticamente, Friedman y sus discípulos fueron atraídos al poder del choque.


NARRATIVA: El sujeto debe ser bruscamente despertado y hay que vendarle de inmediato los ojos y colocarle esposas. Cuando son arrestados en esta situación, la mayoría de los sujetos experimentan intensos sentimientos de choque, inseguridad y estrés psicológico. La idea es impedir que el sujeto descanse y se recupere del choque.

NAOMI KLEIN: Friedman comprendió que, igual como los prisioneros son ablandados para el interrogatorio por el choque de su captura, los desastres masivos podrían servir para ablandarnos para su cruzada radical de libre - mercado.
Aconsejó a los políticos que de inmediato después de una crisis, debieran imponer de una vez todas las políticas dolorosas, antes de que la gente pueda recuperarse.
Llamó este método “tratamiento de choque económico.” Yo lo llamo “la doctrina del choque.”
Si se vuelven a considerar los eventos icónicos de nuestra era, se encontrará detrás de muchos de ellos el funcionamiento de esta lógica. Es la historia secreta del libre mercado.
No nació en la libertad y la democracia; nació en el choque.



NARRATIVA: El aislamiento, tanto físico como psicológico, debe ser mantenido desde el momento del arresto. La capacidad de resistencia es disminuida por la desorientación. Los prisioneros deben mantener silencio en todo momento. Nunca se les debe permitir que hablen entre ellos.

NAOMI KLEIN: Hay una cosa más que he aprendido en mis estudios de los estados de choque: el choque se pasa. Es, por definición, un estado temporal. Y la mejor manera de mantenerse orientado, de resistir el choque, es saber lo que le está sucediendo a uno y por qué.

AMY GOODMAN: Me alegra que esté con nosotros, Naomi. ¿Por qué no comienza por hablar sobre lo que considera exactamente que es la doctrina del choque?

NAOMI KLEIN: Bueno, la doctrina del choque, como todas las doctrinas, es una filosofía de poder. Es una filosofía sobre cómo lograr sus propios objetivos políticos y económicos.
Y es una filosofía que sostiene que la mejor manera, la mejor oportunidad, para imponer ideas radicales de libre mercado es en el período subsiguiente después de un gran choque.
Ahora bien, ese choque podría ser una catástrofe económica. Podría ser un desastre natural. Podría ser un ataque terrorista. Podría ser una guerra.
Pero la idea, como acabáis de ver en la película, es que esas crisis, esos desastres, esos choques ablandan a sociedades enteras. Las dislocan. La gente se desorienta. Y se abre una ventana, exactamente como la ventana en la cámara de interrogatorio. Y en esa ventana, se puede introducir lo que los economistas llaman la “terapia de choque económico.”
Es una especie de extrema cirugía de países enteros. Es todo de una vez.
No es, sabe, una reforma por aquí, otra reforma por allá, sino el tipo de cambio radical que vimos en Rusia en los años noventa, que Paul Bremer trató de imponer en Iraq después de la invasión. De modo que eso es la doctrina del choque.
Y no significa que se pretenda que los derechistas en una época contemporánea sean los únicos que han explotado alguna vez una crisis, porque esta idea de explotar una crisis no es única en cuanto a esta ideología en particular. Los fascistas los han hecho. Los comunistas estatales lo han hecho.
Pero se trata de un intento de comprender mejor la ideología con la que vivimos, la ideología dominante de nuestros días, que es la economía de mercado desinhibida.



AMY GOODMAN: Explique quién es Milton Friedman, al que arrostra enérgicamente en este libro.

NAOMI KLEIN: Bueno, arrostro a Milton Friedman porque es el símbolo de la historia que estoy tratando de cuestionar.
Milton Friedman murió el año pasado. Murió en 2006. Y cuando murió, vimos cómo lo describieron en tributos muy pomposos como si fuera probablemente el intelectual más importante del período de la posguerra, no sólo el economista más importante, sino el intelectual más importante.
Y considero que se puede construir un argumento contundente en ese sentido.
Fue consejero de Thatcher, de Nixon, de Reagan, del actual gobierno de Bush. Dio clases a Donald Rumsfeld en los primeros días de su carrera. Asesoró a Pinochet en los años setenta. También asesoró al Partido Comunista de China en el período clave de reforma a fines de los años ochenta. Así que tuvo una influencia enorme.
Y hablé el otro día con alguien quien lo describió como el Karl Marx del capitalismo. Y creo que no es una mala descripción, aunque estoy segura de que a Marx no le habría gustado demasiado.
Pero fue realmente un popularizador de estas ideas.
Tenía una visión de la sociedad, en la que el único papel aceptable para el Estado es implementar contratos y proteger fronteras. Todo lo demás debe ser abandonado por completo al mercado, sea la educación, los parques nacionales, la oficina de correos, todo lo que podría producir un beneficio.
Y realmente vio, supongo, que las compras – la compra y la venta – constituyen la forma más elevada de democracia, la forma más elevada de la libertad.
Y su libro más conocido fue “Capitalism and Freedom” [Capitalismo y libertad].
De modo que cuando murió el año pasado, a todos nos sirvieron un recuento de la versión oficial de cómo esas ideas radicales de libre - mercado llegaron a dominar el mundo, cómo barrieron por la antigua Unión Soviética, Latinoamérica, África, cómo esas ideas triunfaron durante los últimos treinta y cinco años.
Y me impresionó tanto, porque yo estaba escribiendo este libro, que nunca habíamos oído hablar de violencia, y nunca oímos hablar de crisis, y nunca oímos hablar de choques.
Quiero decir, la historia oficial es que estas ideas triunfaron porque deseábamos que así fuera, que el Muro de Berlín cayera, y la gente exigió tener sus Big Macs junto con su democracia.
Y la historia oficial del auge de esta ideología pasa de Margaret Thatcher diciendo: “No hay alternativa,” a Francis Fukuyama diciendo: “La historia ha terminado. El capitalismo y la libertad van mano en mano.”
Y por lo tanto, lo que trato de hacer con este libro es contar la misma historia, las coyunturas cruciales en las que esta ideología ha dado un salto adelante, pero reinserto la violencia, reinserto los choques, y digo que existe una relación entre las masacres, entre las crisis, entre los grandes choques y golpes duros contra países y la capacidad de imponer políticas que son realmente rechazadas por la vasta mayoría de la gente de este planeta.



AMY GOODMAN: Naomi, usted habla de Milton Friedman. Expándalo a la “Escuela de Chicago.”

NAOMI KLEIN: Correcto. De modo que la influencia de Milton Friedman proviene de su papel como el popularizador real de lo que es conocido como la “Escuela de Economía de Chicago.” Enseñó en la Universidad de Chicago. Estudió, en realidad, en la Universidad de Chicago, y luego pasó a ser profesor allí mismo. Su mentor fue uno de los economistas más radicales del libre mercado de nuestra época, Friedrich von Hayek, quien también enseñó durante un tiempo en la Universidad de Chicago.
Y la Escuela de Economía de Chicago realmente representa esta contrarrevolución contra el Estado de bienestar.
En los años cincuenta, Harvard y Yale y las 8 escuelas más prestigiosas de EE.UU. tendían a estar dominadas por economistas keynesianos, gente como el difunto John Kenneth Galbraith, que creía enérgicamente que después de la Gran Depresión, era crucial que la economía sirviera como una fuerza moderadora del mercado, que suavizara sus aristas.
Y esto fue realmente el nacimiento del Nuevo Trato, del Estado de bienestar, todas esas cosas que actualmente hacen que el mercado sea menos brutal, sea alguna especie de sistema público de salud, seguro de desempleo, asistencia social, etc. Fue realmente – el período de posguerra fue un período de tremendo crecimiento económico y prosperidad en este país y en todo el mundo, pero realmente afectó los márgenes de beneficio de la gente más acaudalada en EE.UU., porque fue el período en el que la clase media realmente creció y explotó.
Así que la importancia del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago es que realmente fue un instrumento de Wall Street, que financió muy, muy considerablemente a la Universidad de Chicago.
Walter Wriston, el jefe de Citibank, era muy amigo de Milton Friedman, y la Universidad de Chicago se convirtió en una especie de zona cero de esta contrarrevolución contra el keynesianismo y el Nuevo Trato para desmantelarlo.
De modo que en los años cincuenta y sesenta, fue visto como muy, muy marginal en EE.UU., porque el gran gobierno y el Estado de bienestar y todas esas cosas que se han convertido en algo como palabrotas en nuestro léxico gracias a la Escuela de Chicago – no tuvieron acceso a las salas del poder.
Pero eso comenzó a cambiar.
Comenzó a cambiar cuando Nixon fue elegido, porque Nixon siempre estuvo muy unido a Milton Friedman, aunque Nixon decidió no abrazar esas políticas en el interior, porque se dio cuenta de que perdería la próxima elección.
Y creo que aquí es donde se ve por primera vez la incompatibilidad de estas políticas de libre mercado con una democracia, con la paz, porque cuando Nixon fue elegido, Friedman fue introducido como asesor – contrató a todo un grupo de economistas de la Escuela de Chicago.
Y Milton Friedman escribe en sus memorias que pensó que por fin había llegado su hora.
Los trajeron desde los márgenes, y esta especie de grupo revolucionario de contrarrevolucionarios iba finalmente a desmantelar el Estado de bienestar en EE.UU.
Y lo que sucedió en realidad es que Nixon, miró alrededor, consideró los sondeos y se dio cuenta de que si hacía lo que aconsejaba Milton Friedman, perdería con seguridad la próxima elección. Y por lo tanto, hizo lo peor posible, según la Escuela de Chicago: imponer controles de salarios y precios.
Y la ironía es que dos figuras clave de la Escuela de Chicago, Donald Rumsfeld, que había estudiado con Friedman como una especie de – supongo que en cierto modo fue como oyente a sus cursos; no estuvo matriculado como estudiante, pero describe su período como estudio a los pies de genios, y se describe como “joven cachorro” en la Universidad de Chicago – y George Shultz fueron las dos personas que impusieron controles de salarios y precios bajo Nixon y cuando Nixon declaró: “Ahora somos todos keynesianos.”
Así que para Friedman esto constituyó una terrible traición, y también lo hizo pensar en que tal vez no se podía imponer esas políticas en una democracia.
Y Nixon dijo genialmente: “Ahora somos todos keynesianos,” pero la pega es que no impuso esas políticas en el interior del país, porque le habrían costado la próxima elección, y Nixon fue reelegido con un margen de un 60% después de imponer controles de salarios y precios.
Pero desató a la Escuela sobre Latinoamérica y convirtió a Chile, bajo Augusto Pinochet, en un laboratorio para esas ideas radicales, que no eran compatibles con la democracia en EE.UU. pero infinitamente posibles bajo una dictadura en Latinoamérica.


AMY GOODMAN: Explique lo que ocurrió en Chile.

NAOMI KLEIN: Bueno, creo que los televidentes y auditores de Democracy Now! conocen ese capítulo en la historia, que fue que después de la elección de Salvador Allende, la elección de un socialista democrático, en 1970, hubo un complot para derrocarle. Nixon dijo genialmente: “Que la economía grite.”
Y el complot tuvo numerosos elementos, un embargo, etc. y finalmente el apoyo para el golpe de Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
Y escuchamos hablar a menudo de los Chicago Boys en Chile, pero no escuchamos tantos detalles sobre quiénes fueron en realidad.
Y por lo tanto, lo que hago en el libro es volver a contar ese capítulo de la historia, pero, para mí, la agenda económica del gobierno de Pinochet es mucho más frente y centro, porque pienso que conocemos los abusos de los derechos humanos, sabemos las redadas realizadas por Pinochet, cómo llevó a la gente a los estadios, las ejecuciones sumarias, la tortura. Sabemos algo menos sobre el programa económico que impuso en la ventana de oportunidad que le brindó el choque de ese golpe. Y es donde encaja en la tesis de la doctrina del choque.
Pienso que si se observa a Chile – y por eso pasé un buen tiempo en el libro observándolo y examinándolo – vemos a Iraq. Vemos a Iraq actual. Vemos tantas similitudes entre la intersección de una crisis manufacturada y la imposición posterior inmediata de una terapia de choque económico radical.
De modo que pienso en la especie de paralelos entre el período de Paul Bremer en Iraq, cuando fue a Bagdad mientras la ciudad todavía ardía y simplemente – ya sabe, llegué al programa en la época hablando de cómo había desgarrado toda la arquitectura económica del país y la había convertido en este laboratorio de las políticas de libre mercado más radicales posibles.
Bueno, en Chile, el 11 de septiembre de 1973, mientras los tanques rodaban por las calles de Santiago, mientras el palacio presidencial ardía y Salvador Allende yacía muerto, hubo un grupo de así llamados “Chicago Boys,” que eran economistas chilenos que habían sido llevados a la Universidad de Chicago para estudiar con una beca total del gobierno de EE.UU. como parte de una estrategia deliberada para tratar de orientar hacia la derecha a Latinoamérica, después de que se había ido tan lejos hacia la izquierda.
Fue un programa muy ideológico financiado por el gobierno de EE.UU., parte de lo que el ex ministro de exteriores de Chile llama “un proyecto de transferencia ideológica deliberada,” es decir, llevar a esos estudiantes a esa escuela muy extrema en la Universidad de Chicago e indoctrinarlos en un tipo de economía que era marginal en EE.UU. en la época, y luego enviarlos a casa como guerreros ideológicos.
De modo que este grupo de economistas, que habían fracasado en el intento de ganar a los chilenos para sus puntos de vista cuando sólo formaban parte de un debate abierto, se quedaron en vela toda esa noche, el 11 de septiembre de 1973, y fotocopiaron un documento llamado “el ladrillo.”
Es conocido como “El Ladrillo.”
Y lo que era, era el programa económico para el gobierno de Pinochet. Y tiene esas sorprendentes similitudes, Amy, con la estrategia electoral de George Bush en 2000 – la plataforma electoral.
Habla de una sociedad de propiedad, de la privatización de la Seguridad Social, de escuelas por contrato, impuesto de tipo único. Todo esto proviene directamente del guión de Milton Friedman.
El documento estuvo en el escritorio de los generales el 12 de septiembre, cuando llegaron al trabajo el día después del golpe, y fue el programa para el gobierno de Pinochet.
Así que lo que hago en el libro es decir que estas dos cosas no constituyen una coincidencia.
Cuando Pinochet murió – también murió – poco antes que Milton Friedman – escuchamos – o, en realidad, murió poco después de Milton Friedman – escuchamos esta narrativa en sitios como el Washington Post y el Wall Street Journal, que decía: “Por cierto, desaprobamos sus violaciones de los derechos humanos,” y hacía como si hicieran gestos de desaprobación ante las atrocidades que sabemos en Chile, “pero en la economía fue sensacional,” como si no hubiera conexión entre la revolución de libre mercado que pudo imponer y las extraordinarias violaciones de los derechos humanos que tuvieron lugar al mismo tiempo.
Y lo que hago en el libro, y lo que hacen muchos latinoamericanos en su trabajo, es conectar evidentemente las dos cosas y decir que habría sido imposible imponer este programa económico sin la extraordinaria represión y la demolición de la democracia.


AMY GOODMAN: Hablemos del choque en el sentido de la tortura. Es donde usted comienza diciendo: “Vacío es hermoso.” Háblenos de eso.

NAOMI KLEIN: Bueno, comienzo el libro estudiando dos laboratorios para la doctrina del choque.
Como dije anteriormente, considero diferentes formas de choque.
Uno es el choque económico, y el otro es el choque corporal, los choques a la gente.
Y no van siempre juntos, pero lo han estado en las coyunturas cruciales.
Es el choque de la tortura.
Así que uno de los laboratorios para esta doctrina fue la Universidad de Chicago en los años cincuenta, cuando todos esos economistas latinoamericanos fueron entrenados para convertirse en terapeutas del choque económico.
Otro, y no se trata de una especie de grandiosa conspiración, de que todo haya sido planificado, pero hubo otra escuela, que sirvió como una especie diferente de laboratorio del choque, que fue la Universidad McGill en los años cincuenta.
La Universidad McGill fue el zona cero para los experimentos que la CIA financió para comprender cómo básicamente cómo torturar.
Quiero decir, fue llamado “control de la mente” en la época o “lavado de cerebros” en la época, pero ahora comprendemos, gracias al trabajo de gente como Alfred McCoy, quien ha estado invitado en su programa, que lo que investigaban realmente en los años cincuenta bajo el programa MK-ULTRA, cuando hubo esos experimentos en electrochoques extremos, LSD, PCP, extrema privación sensorial, sobrecarga sensorial, que lo que realmente se desarrollaba era el manual que ahora podemos ver utilizado en Guantánamo y Abu Ghraib.
Es un manual para deshacer personalidades, para la regresión total de personalidades, y la creación de esa ventana de oportunidad en la que las personas son muy sugestionables, como vimos en la película.
Así que McGill, en parte porque creo que la CIA consideraba que era más fácil realizar esos experimentos fuera de EE.UU.


AMY GOODMAN: McGill en Montreal.

NAOMI KLEIN: McGill en Montreal.
En aquel entonces, el jefe de psiquiatría era un individuo llamado Ewen Cameron.
En realidad se trataba de un ciudadano estadounidense.
Fue anteriormente jefe de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, lo que creo que es bastante relevante en cuanto a los debates que tienen lugar ahora mismo sobre las complicidades en la profesión psiquiátrica con las actuales técnicas de interrogatorio.
Ewen Cameron era jefe de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense. Fue a McGill para ser jefe de psiquiatría y para dirigir un hospital llamado el Allan Memorial Hospital, que era un hospital psiquiátrico.
Recibió financiamiento de la CIA, y convirtió el Allan Memorial Hospital en su laboratorio extraordinario para lo que ahora consideramos técnicas alternativas de interrogatorio.
Dosificó a sus pacientes con esos extraños cócteles de drogas, como LSD y PCP. Los hizo dormir, en una especie de estado comatoso hasta durante un mes.
Puso a algunos de sus pacientes en una privación sensorial extrema, y la intención era que perdieran la idea del tiempo y el espacio.
Y lo que creía Ewen Cameron, o por lo menos lo que decía que creía, era que toda enfermedad mental es aprendida más tarde en la vida, que esos eran patrones que se establecían más adelante en la vida. Era un psicólogo conductual.
Y así, en lugar de llegar a la raíz de esos problemas y de tratar de comprenderlos, creía que la manera de tratar la enfermedad mental era tomar a pacientes adultos y reducirlos a un estado infantil.
Y es un hecho bien conocido – y era bien conocido en la época – que uno de los efectos colaterales de la terapia de electrochoque era la pérdida de la memoria. Y esto era algo que era considerado, realmente, como un problema por la mayoría de los doctores, porque los pacientes eran tratados, pueden haber informado sobre algunos resultados positivos, pero olvidaban toda clase de cosas sobre su vida.
Ewen Cameron estudió esta investigación y pensó: “¡Ajá!, esto es bueno,” porque creía que eran los patrones que eran establecidos más adelante en la vida, que si podía hacer volver a los pacientes a un estado infantil, antes de que incluso poseyeran el lenguaje, antes de que supieran quienes eran, entonces esencialmente podía volver a criarlos, y entonces podría convertirlos en personas sanas.
Así que ésta es la idea que atrajo la atención de la CIA, esta idea de inducir deliberadamente una regresión extrema.


AMY GOODMAN: Hable de la mujer a la que visitó en la casa de reposo, que había pasado por esto.

NAOMI KLEIN: Sí.
Comienzo el libro con el perfil de una mujer llamada Gail Kastner. Gail Kastner fue una de las pacientes de Ewen Cameron. Y leí sobre ella porque demandó con éxito al gobierno canadiense, que también financió a Ewen Cameron.
Leí sobre su proceso, que acababa de lograr una importante victoria: recibió una indemnización porque había sido utilizada como conejillo de Indias en esos experimentos sin su conocimiento.
Así que la llamé, en realidad obtuve su número de la guía telefónica. Y primero se mostró extremadamente reticente de hablar. Dijo que odiaba a los periodistas, y que le era muy difícil hablar al respecto, porque volvería a vivir todas esas experiencias.
Y yo dije, bueno – ella dijo: “¿De qué quiere que hable?”
Y yo dije: “Bueno, acabo de volver de Iraq” y fue en 2004 – “y siento como que algo le ha sido hecho a usted, la filosofía de lo que le hicieron a usted, tiene algo que ver con lo que vi en Iraq, que fue ese deseo de dejar en blanco a un país y volver a comenzar de cero.
E incluso pienso que algo de lo que vemos en Guantánamo con ese intento de imponer una regresión a los prisioneros mediante la privación sensorial y rehacerlos se relaciona también con lo que le sucedió a usted.”
Y hubo una larga pausa. Y dijo: “Bueno, venga a verme.”
Así que volé a Montreal, y pasamos el día hablando, y compartió su historia conmigo.
Habla de sus sueños eléctricos, es decir, no posee muchos recuerdos de lo que le sucedió en este período, porque sufrió un choque tan extraordinario y borró su memoria.
Regresó al punto en el que chupaba su pulgar, orinaba en el suelo, no sabía quién era, y no tenía ningún recuerdo de eso, ningún recuerdo de que hubiera sido hospitalizada.
Sólo se dio cuenta, creo, veinte años después, cuando leyó un artículo sobre un grupo de otros pacientes que habían demandado exitosamente a la CIA.
Y extrajo unas pocas líneas en los artículos de la prensa – regresión, pérdida de lenguaje – y pensó: “Un momento, esto me suena como si fuera yo. Me suena como lo que he oído decir sobre mi persona.”
Y así, fue y consultó a su familia: “¿Estuve alguna vez en el Allan Memorial Hospital?”
Y primero lo negaron, y luego lo admitieron.
Pidió su archivo, y leyó que, sí, había sido admitida por el doctor Ewen Cameron, y vio todos esos tratamientos extraordinarios a los que había sido sometida.


AMY GOODMAN: Usted habló de Chile, hablemos de Iraq, de la privatización de la guerra en Iraq. Hoy tenemos esta noticia urgente de Iraq.
El gobierno iraquí dice que anula la licencia de la compañía de seguridad estadounidense Blackwater por su participación en un tiroteo fatal en Bagdad el domingo.
El portavoz del Ministerio del Interior, Abdul-Karim Khalaf, dijo que ocho civiles fueron muertos y trece heridos, cuando contratistas de seguridad, que se cree trabajan para Blackwater EE.UU. abrieron fuego en un vecindario predominantemente suní en el oeste de Bagdad.
Khalaf dijo: “Hemos anulado la licencia de Blackwater y les impedimos que trabajen en todo el territorio iraquí. También pasaremos a los involucrados a las autoridades judiciales iraquíes.”
No quedó en claro de inmediato si la medida contra Blackwater va a ser temporal o permanente. Naomi Klein, siga de ahí.

NAOMI KLEIN: Bueno, es una noticia extraordinaria. Quiero decir, es realmente la primera vez que una de esas firmas mercenarias puede ser realmente considerada responsable.
Sabe, como ha escrito Jeremy Scahill en su increíble libro “Blackwater: The Rise of the [World's] Most Powerful Mercenary Army,” el verdadero problema es que no ha habido procesamientos.
Esas compañías trabajan en esa zona absolutamente gris y, o son boy scouts y nada ha ido mal, lo que no corresponde en nada a lo que sabemos sobre la forma como se comportan en Iraq y al tipo de vídeos que hemos visto en línea sobre sus ejercicios de tiro contra civiles iraquíes, o la ilegalidad y la inmunidad con la que trabajan las han protegido.
Así que si esto significa – si el gobierno iraquí realmente va a expulsar a Blackwater de Iraq, podría ser realmente un hito en cuanto a someter a esas compañías a la ley y cuestionar toda la premisa de por qué se ha permitido
que tenga lugar este nivel de privatización y de ilegalidad.
Pero, sabe, mencioné que Donald Rumsfeld fue estudiante de Milton Friedman en los años sesenta, realmente, y el hecho sobre Donald Rumsfeld es que realmente fue más allá que su mentor, porque Milton Friedman, como dije anteriormente, creía que el único papel aceptable para el gobierno, era el mantenimiento del orden, eran las fuerzas armadas. Es lo único que pensaba realmente que debía hacer el gobierno; todo lo demás debía ser privatizado.
Donald Rumsfeld estudió con Friedman, lo vio como un mentor, celebraba su cumpleaños con él todos los años, pero realmente llevó el asunto un paso más lejos, porque Rumsfeld creía que, realmente, el trabajo de mantenimiento del orden y del combate en la guerra también podía ser privatizado y subcontratado.
Y lo dejó bien claro.
Esta fue realmente su misión de transformación, que pienso que no es comprendida realmente, lo radical que fue.

Sabe, escuchamos esta frase, y escuchamos a Bush elogiando a Rumsfeld por su visión radical de la transformación de las fuerzas armadas, y todo es esa especie de clichés que son difíciles de comprender, pero si miramos lo que fue el historial de Rumsfeld, fue que – sabe, escribo en el libro que lo que realmente hizo – se trata de alguien quien, después que dejó el gobierno de Ford, pasó un par de decenios trabajando en los negocios y realmente se consideraba un hombre de la nueva economía.
Y, es algo en lo que pienso que la investigación que hice para “No Logo” realmente se entrecruza con esta etapa del capitalismo del desastre en el que estamos ahora mismo, porque Rumsfeld aprovechó la revolución en la percepción de marcas de los años noventa, en la proyección de marcas corporativos, en la que – y de eso es lo que escribí en “No Logo,” en la que estaban todas esas compañías que solían producir productos y anunciaron con gran fanfarria que ya no producen productos, producen marcas, producen imágenes, y pueden dejar que otros, algo como contratistas inferiores, hagan el trabajo sucio de fabricar realmente cosas.

Y esa fue la especie de revolución en la subcontratación, y ése fue el paradigma de la corporación hueca.
Rumsfeld proviene en mucho de esa tradición.
Y cuando se estableció como Secretario de Defensa, llegó como lo hace un nuevo director general de la nueva economía que va a realizar una de esas reestructuraciones radicales.
Pero lo que hizo fue tomar esa filosofía de esta revolución en el mundo corporativo y aplicarla a las fuerzas armadas.
Y lo que supervisó fue el ahuecamiento de las fuerzas armadas estadounidenses, en el que esencialmente el papel del ejército es crear la percepción de marca, es mercadear, es proyectar la imagen de fuerza y dominación en el globo – pero subcontratando cada función, de la atención sanitaria – suministrando la atención sanitaria a los soldados – a la construcción de bases militares, que ya estaba ocurriendo durante el gobierno de Clinton, al papel extraordinario que Blackwater ha jugado y compañías como Dyn Corp, que – como sabe, como ha informado Jeremy, participan realmente en combates.


AMY GOODMAN: Y, en realidad, Blackwater que trabaja con soldados de Pinochet, pero en Iraq.

NAOMI KLEIN: Sí, y quiero decir que vemos esas capas de continuidad.
Quiero decir, Paul Bremer fue asesor de Kissinger durante el gobierno de Nixon cuando el apoyo para Pinochet fue tan fuerte. Así que existen todas esas capas de continuidad histórica.
Y por eso, supongo, mi motivación para escribir el libro fue que no ha habido responsabilización por esos crímenes.
Y en Latinoamérica, ha habido comisiones de la verdad, ha habido juicios.
Los que estuvieron al centro de esta transformación muy violenta, mucho de ellos han sido realmente responsabilizados. No todos, pero muchos de ellos han sido realmente responsabilizados, si no en los tribunales, por lo menos ciertamente en una profunda e importante discusión pública de verdad y reconciliación.
Pero en este país, eso nunca ocurrió, a pesar de que ha habido mucha información maravillosa de investigación.
Y porque nunca ha habido alguna responsabilización, los mismos actores siguen realmente haciendo lo mismo ahora.


AMY GOODMAN: Hable, Naomi Klein, sobre la destrucción de Iraq. Hable sobre “Choque y Pavor,” la terapia económica de choque de Paul Bremer, el choque de la tortura, así como la fusión de todas estas cosas en Iraq.

NAOMI KLEIN: Sí, bueno, como dijera, en Chile vemos esta fórmula de triple choque y de tortura como imposición de estas políticas. Y pienso que vemos la misma fórmula de triple choque en Iraq.
El primero fue la invasión, la invasión militar de choque y pavor de Iraq.
Y si se lee el manual, el manual militar que explicó la teoría de choque y pavor, mucha gente piensa en el tema sólo como si se tratara de un montón de bombas, un montón de misiles, pero es realmente una doctrina psicológica, que en sí es un crimen de guerra, porque dice muy brutalmente que durante la primera Guerra del Golfo el objetivo fue atacar la infraestructura militar de Sadam; pero bajo una campaña de choque y pavor, el objetivo es la sociedad a escala mayor.
Es una cita de la doctrina de choque y pavor.

Ahora, el ataque de sociedades a escala mayor es castigo colectivo, lo que constituye un crimen de guerra.
No está permitido que los ejércitos ataquen a las sociedades a escala mayor; sólo está permitido que ataquen a los ejércitos.
Así que esta fue, la doctrina es de verdad bastante sorprendente, porque habla de privación sensorial a escala masiva.
Habla de cegar, de cortar los sentidos, a toda una población.
Y lo vimos durante la invasión, el apagón de las luces, el corte de toda comunicación, el enmudecimiento de los teléfonos, y luego los saqueos, que no creo realmente que hayan formado parte de la estrategia, pero imagino que no hacer nada sí formó de alguna manera parte de la estrategia porque, por cierto, sabemos que hubo toda clase de advertencias de que había que proteger los museos y las bibliotecas y no se hizo nada.
Y luego tenemos la famosa declaración de Donald Rumsfeld cuando fue confrontado con este hecho: “Cosas pasan.”
Así que fue, pienso, esta idea, porque el objetivo era, usando la famosa frase del columnista del New York Times, Thomas Friedman, no construir la nación, sino “crear la nación,” que es una idea extraordinariamente violenta, si uno se detiene y piensa en lo que significa crear una nación en una nación que ya existe, algo tiene que suceder a la nación que ya estaba allí, y hablamos de una cultura tan antigua como la civilización en sí.
De modo que pienso que porque esta fue su idea de que partiríamos de cero y esta idea que es a menudo descrita en los medios de EE.UU. como idealista, de querer construir una nación modelo en el corazón del mundo árabe que se extendería a los países vecinos y llevaría a una apertura, esta idea de construir una nación modelo, tiene toda clase de ecos coloniales. Realmente no puede ser hecho sin algún tipo de limpieza.
Y por lo tanto, pienso que la facilidad, el nivel de acomodamiento con los saqueos, con la borradura de la historia iraquí, tienen que ser vistos con la visión de: Bueno, recomenzamos de cero.
Así que todo lo que ya está allí constituye sólo un obstáculo.
Así que lo cargamos en camiones y lo vendemos en Siria y Jordania, lo que de alguna manera facilita la tarea.
Y por lo tanto, creo que vimos lo mismo a muchos, muchos niveles.



AMY GOODMAN: Naomi Klein, ¿cómo encaja Abu Ghraib en este cuadro?

NAOMI KLEIN: Bueno, cito a Richard Armitage en el libro, diciendo que la teoría operativa en Iraq fue que los iraquíes quedarían tan desorientados por la guerra y por la caída de Sadam que serían fácilmente llevados del punto A al punto B. Ahora, como sabemos, no fue así.
Y cuando Paul Bremer – cuando llegó Paul Bremer e hizo su cirugía radical del país, despidió a todo el servicio público iraquí, a gran parte de la administración iraquí, así como al ejército; declaró que abría a Iraq a los negocios, las importaciones baratas inundaron el país, las empresas iraquíes no pudieron competir. Ese primer verano, hubo una inmensa protesta pacífica ante la Zona Verde, y quedó en claro que simplemente no iba a ser posible llevar a los iraquíes del punto A al punto B.
Y después de eso, cuando apareció la primera resistencia armada en Iraq, la guerra fue llevada a las prisiones.
Y esto también recuerda la visión de Donald Rumsfeld de ser esta especie de Secretario de Defensa director - general, porque, desde luego, como cualquier director general, escatimó personal para la guerra.
Y no estaba en la posición, o la fuerza de ocupación estadounidense no estaba en posición, para encarar este dramático error de cálculo y esta especie de fantasía de que los iraquíes simplemente se comportarían y aceptarían esa terapia de choque económico y este saqueo de su país.
Así que cuando los iraquíes comenzaron a resistir, la represión de esa resistencia no pudo tener lugar en las calles, porque simplemente faltaba el poder personal.
Así que hicieron redadas de personas y las llevaron a las cárceles, y utilizaron la tortura, como fue utilizada en Latinoamérica, para enviar un mensaje a todo el país.
Y la tortura es siempre privada y pública al mismo tiempo.
Y esto vale, no importa quién la esté utilizando, el que para que la tortura funcione como un instrumento del terror estatal, no tiene que ver sólo con lo que sucede entre un interrogador y un prisionero; se trata también de enviar un mensaje a la sociedad en general: esto es lo os sucederá si os apartáis de la línea.
Y creo que la tortura fue utilizada por la ocupación de EE.UU. de esa manera, no sólo para obtener información, sino como una advertencia al país.


AMY GOODMAN: Naomi, Quiero terminar esta parte de nuestra conversación realizando un viaje a la inversa.
El presidente Bush acaba de ir del Bayou, de Nueva Orleans, a Bagdad. Volvamos atrás.
Tanto usted como yo acabamos de estar en Nueva Orleans.
También la vi hace dos años en Nueva Orleans, justo después del huracán.
Coloque en este marco a Katrina y la reacción de EE.UU. ante el ahogamiento de la ciudad estadounidense.

NAOMI KLEIN: Bueno, Nueva Orleans es un ejemplo clásico de lo que llamo la doctrina del choque o capitalismo del desastre, porque hubo ese primer choque, que fue el ahogamiento de la ciudad.
Y como sabe, ya que acaba de volver de Nueva Orleans, no fue un desastre natural.
Y la gran ironía del caso es que realmente fue un desastre de esta misma ideología de la que estamos hablando, el abandono sistemático de la esfera pública.
Y pienso, que cada vez vamos a ver esto, cuando hay veinticinco años de continuo abandono de la infraestructura pública, y el esqueleto del Estado – el sistema de transporte, las carreteras, los diques – son débiles y frágiles.
Y la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles ha calculado que poner en condiciones el esqueleto del Estado costaría 1,5 billones de dólares, porque está tan debilitado: los puentes, las carreteras y los diques.
Y por lo tanto, lo que tenemos es una especie de tormenta perfecta, en la que el debilitado Estado frágil se entrecruza con un clima cada vez más peor, el que diría que también forma parte de este mismo frenesí ideológico en busca de beneficios a corto plazo y crecimiento a corto plazo.

Y cuando estos dos entran en colisión, viene un desastre.
Y es lo que ocurrió en Nueva Orleans. Los diques frágiles se entrecruzan con el mal tiempo, aunque ni siquiera fue tan malo.
El huracán de Categoría Cinco no llegó realmente al lugar.
Y pienso que, haciendo una digresión, ya que estamos en Nueva York, que otro ejemplo verdaderamente poderoso de lo que pasó exactamente este verano cuando las estaciones de metro se inundaron, todos se horrorizaron, porque no llovió tanto.
Pero la infraestructura estaba tan debilitada por el continuo abandono.
Y ¿cuál fue el titular en el New York Sun? “Vendan los metros.”
Primero se debilita la ideología, crea el desastre, y luego éste es utilizado como excusa para terminar la tarea, para privatizarlo todo, y es lo que sucedió en Nueva Orleans.
Inmediatamente después que la ciudad se inundó, hubo esa campaña ideológica, la zona cero de la cual fue la Heritage Foundation en Washington, que siempre ha sido, supongo, el motor más poderoso por esta visión radical de libre mercado: es una tragedia, pero también es una oportunidad para rehacer por completo el Estado, es decir eliminarlo, como una explosión de escuelas por contrato.
Las escuelas públicas no fueron reabiertas. Fueron convertidas en escuelas por contrato.
El hospital público, como el Charity Hospital, sigue cerrado con tablas.
La vivienda pública – y es el ejemplo más dramático – esa horrible cita de un portavoz republicano: “No pudimos eliminar los proyectos de vivienda, pero Dios lo hizo diez días después de la ruptura de los diques.”
Es lo que quiero decir con la doctrina del choque, esa idea de aprovechar un desastre para imponer una privatización radical.


AMY GOODMAN: Naomi, al terminar esta hora, ¿qué es lo que la horrorizó más al investigar la doctrina del choque?

NAOMI KLEIN: Me horrorizó que hay por ahí una reserva de literatura, que yo no sabía que existía, donde los economistas la admiten. Y es lo que supongo que es lo que más me excita en el libro es la cantidad de citas que tengo de propugnadores a muy alto nivel de la economía de libre mercado, todos desde Milton Friedman a John Williamson, quien es el hombre que acuñó la frase “el Consenso de Washington,” admitiendo entre ellos, no en público, sino entre ellos, en algo como documentos tecnocráticos, que nunca han podido imponer una cirugía radical de libre mercado si no hay una crisis en gran escala, es decir que la misma gente que propugna que el mito central de nuestra época, que la democracia y el capitalismo van de la mano, sabe que se trata de una mentira, y lo admite por escrito.


AMY GOODMAN: Bueno, gente, habrá más. Continuaremos más adelante esta conversación y la presentaremos en una transmisión más adelante. Gracias, Naomi.

NAOMI KLEIN: Muchísimas gracias, Amy.

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