para los que apuraron el paso
y los torpes de lentitud.
Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo,
para los que supieron callar a tiempo,
o no pudieron mover un dedo;
perdón por los desaires con que me trata la suerte;
por titubeos y balbuceos.
Perdón por el campo que crece en estos espacios
de la época trabajosa, soberbia.
Perdón por dejarse acunar entre huesos y tierras,
sabihondos y suicidas, ardores y ocasos,
sabihondos y suicidas, ardores y ocasos,
imaginaciones perdidas y penumbras.
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