Existen quienes piensan que esta abogada es una gorda boluda. No me
importa, porque gorda soy y boluda probablemente también en muchas ocasiones.
Así que, antes que debatir lo que piensan de mí, podría darles la razón.
Pero, por muy gorda y muy boluda que me consideren, no quita que yo haya
estado ahí cuando algunas cosas pasaban.
Estuve como abogada de Héctor Timerman desde el principio mismo de la causa por Memorándum.
También estuve cuando reclamábamos por las condiciones violatorias del
debido proceso en el que Vandenbroele brindó su testimonio en el juicio de
“Ciccone”. Porque soy la abogada de Amado Boudou.
Y estuve como abogada en la causa Cuadernos, y viví en carne propia las
arbitrariedades en esa causa, entre ellas la de un defendido que pasó tres
meses preso para que luego se declarase su falta de mérito.
No soy una penalista como si lo es - con todas las letras y en mayúsculas - mi socio Alejandro Rúa, que es el que la descose en materia penal.
Yo dediqué buena parte de mi vida al derecho administrativo, que es mi
especialidad y lo que amo hacer.
Pobre Alejandro, que ha tenido que enseñármelo todo.
Dueño de una paciencia infinita, porque soy ruidosa y puteadora cuando me
enojo.
Y los procesos penales son orales y exigen que los abogados guardemos la compostura. Cosa que demanda un esfuerzo que en ocasiones me supera.
Y sí, por eso mismo soy la boluda que putea y llora de bronca en los baños
de Comodoro Py.
Cuando Héctor Timerman me pidió que fuese su abogada en febrero de 2015, le dije que consideraba un honor que me pidiese eso, pero que yo no era una penalista con la entidad suficiente como para tomar esa defensa penal en soledad. Héctor me respondió que él había aprendido de su papá, Jacobo, que un buen abogado es alguien en quien confías y que sabés que va a pelear una causa en el punto donde la mayoría de los abogados se dan por vencidos.
“Como peleaste la ley de medios, Graciana, aun cuando todos te decían
que ibas a perder”.
La fortuna hizo que Alejandro fuese mi amigo y que aceptara tomar esa
defensa conmigo. Porque nadie en este país conoce mas de la causa AMIA que
Alejandro Rúa.
Que en soledad también, y descuidando toda conveniencia personal, ha
peleado como pocos por justicia para las víctimas y los familiares del atentado
a la AMIA.
Como soy consciente de que carezco del oficio que tienen muchos de mis colegas, tiendo a leer todo, y obsesivamente.
Si me toca un caso con un determinado juez, busco los fallos que firmó
desde hace 10 años para saber qué opina de los temas y que criterios tiene.
Pero además de discutir con jueces y fiscales, la discusión que más me
preocupa es la que puedo tener puertas adentro con Alejandro. Porque él sí que
lo leyó todo, pero absolutamente todo.
Pero más importante, lo entendió con una profundidad que yo no siempre
alcanzo.
Y jamás se me ocurriría discutirle algo de lo que no estoy segura, porque
sé que sería una discusión vana.
Cuando Alejandro me hace notar una falla me deprimo, como me alegra nivel
Dios cuando me felicita por algo.
Porque siento que el esfuerzo valió la pena y que voy rumbo a ser una buena
abogada.
No me pasa habitualmente, sólo con algunas personas como Zaffaroni o Maier
o algunos de mis colegas que también respeto y admiro a niveles que si se los
dijera seria ampuloso e inapropiado por completo.
Y pese a llorar en los baños de Py, aun me queda un resto de dignidad.
Como les contaba, mi primera causa penal importante de verdad fue la defensa de Héctor Timerman. Causa que es un antes y un después en mi vida profesional y personal.
Porque además de ser una causa relevante, Héctor era mi amigo.
Y conocí con esa causa el sabor amargo e imborrable de la
injusticia. Y del Poder Judicial que, enceguecido de no sé bien qué, es
capaz de empujar a una persona a morir, mostrando total indiferencia.
Porque Timerman se murió sin obtener de este Poder Judicial algo que
recordara siquiera un poco a la justicia y mucho menos a la humanidad.
Y me parece imperdonable lo que pasó, con esta y con las demás causas.
Tengo grabados a fuego los nombres de todos lo que formaron parte de esa
orgía de persecución y crueldad que fueron los años que gobernó Mauricio Macri.
Algunos nombres son de personas del Poder Judicial y otros no lo son.
Siempre he creído que el regalo final de Héctor, ya en su lecho de muerte,
fue pedirme que me olvidara de los nombres y que dedicara mi energía a que no
pasara nunca más lo que le había pasado primero a su papá y después a él.
“Olvídate de los nombres, Graciana, peleá por la Justicia. La pelea
tiene que ser para que esto que nos pasó a los Timerman no pase nunca más, a
nadie más”.
Porque a su modo hosco y hasta poco gentil, Héctor era un hombre bueno.
En estos tiempos donde todos los días aparece una nueva y escandalosa
noticia sobre el espionaje ilegal, la persecución y el armado de causas judiciales,
me acuerdo mucho de los diálogos con Héctor sobre el Poder Judicial.
Hace muchos meses, en un programa que se llama ADN, escuché a un presunto
espía inorgánico llamado Alan Bogado contar cómo en una reunión con
funcionarios de Cambiemos, había sido guionado para incorporar en la causa
Memorándum la hipótesis del “negocio nuclear”.
Uno de los mejores editorialistas que tiene este país, aun cuando no
comparto nada, enterado de que yo estaba haciendo preguntas sobre el tema, me
llamo y me dijo:
“Es carne podrida, Graciana”.
Como no soy investigadora ni periodista sino abogada y lo considero una
persona bien informada, le hice caso y dejé de preguntar. Porque entre las
personas que mencionaba estaba un funcionario que me pareció inverosímil que
estuviese vinculado a esas operaciones ilegales: Fernando De Andreis.
No volví a pensar en el tema hasta que hace unos días tomó estado público
que, en el marco de la investigación judicial que se lleva adelante en Lomas de
Zamora por tareas de inteligencia ilegal, donde son investigados agentes de la
AFI macrista, se tomó conocimiento de que dichos agentes se habían reunido 12
veces con la coordinadora de Documentación Presidencial, Susana Martinengo, en
la Casa Rosada.
Lo que me llamó poderosamente la atención, en momentos en los que creo
superada mi capacidad de asombro, es que al menos en una de esas reuniones se
habría sumado el ex Secretario General de la presidencia de Mauricio Macri,
Fernando De Andreis.
Entonces aquel viejo dato que vinculaba a De Andreis con tareas de
inteligencia ilegal tomó otro color.
Volví entonces a hacer algunas preguntas a periodistas bien informados, y
si bien uno de ellos me pasó alguna información, no he podido chequearla y por
ello no corresponde que opine sobre ella.
Pero el miércoles 17 de junio, Alan Bogado reapareció en una entrevista
radial con el Gato Sylvestre y Pablo Duggan.
En esa entrevista, Bogado confirmó que sus abogados se reunieron con De
Andreis en dos ocasiones, tanto en Casa Rosada como en la Quinta de
Olivos.
«Me pasaron toda la documentación para darle volumen a la causa de la
denuncia de Nisman contra Cristina. Me lo pidieron dirigentes importantes de
Cambiemos», aportó.
Según Bogado, a sus abogados les dijeron durante esos encuentros «lo
que tenía que decir» en el marco de la causa que investiga el documento
firmado en 2013 bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
«Si no decía lo que ellos pidieron, iba preso», remarcó.
Ni lento ni perezoso, Alejandro Rúa presentó ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos una nueva ampliación de la denuncia, por
haber sido víctimas de un proceso judicial absolutamente viciado e irregular
que presentamos por Héctor Timerman y Cristina Fernández de Kirchner, cuando
Héctor aún estaba vivo.
En dicha ampliación, consignó Alejandro que las declaraciones de Bogado en
el marco de la causa Memorándum “fueron anticipadas, cuándo no, en el diario
Clarín»
(https://www.clarin.com/politica/denuncia-nisman-nuevodefensor-espia-bogado-aportaria-datos-clave_0_Bytqg6G6W.html
:
“La denuncia de Nisman: con nuevo defensor, el espía Bogado aportaría
datos clave.
El ex agente de la SIDE ahora es defendido por Guillermo Alberdi, un
abogado históricamente vinculado a ese organismo.
Aportaría datos sobre los vínculos Argentina-Venezuela-Irán”).
Y la “jugosa declaración judicial del ex espía” que anunció Clarín
un día antes, se encuentra reseñada además en el auto del 6 de diciembre de
2017, ya ofrecido como prueba, en que se dictó el procesamiento y la prisión de
Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman, ordenándose su inmediata
detención.
Yo estuve ahí el día que la Cámara de Apelaciones selló la suerte de Héctor
Timerman.
Y estuve cuando Alejandro les dijo en la cara:
“Señores jueces, a las víctimas del atentado a la AMIA el Poder
Judicial les respondió con Galeano y ahí está, acusado de encubrimiento.
Después les respondió con Bonadio y fue el encubridor del encubrimiento durante
cinco años. ¿Otra vez van a responder con Bonadio?"
Los jueces no pudieron sostener la mirada.
“Ya no podrás mirarnos a los ojos más”, dice una canción.
También estuve ahí cuando reclamábamos conocer las condiciones en las que
Vandenbroele había declarado como arrepentido.
Y ni el tribunal oral ni la Cámara de Casación nos permitió acceder a la
documentación de ese arrepentimiento.
Y estaba ahí el día que Ari Lijalad publicó parte del legajo de arrepentido
de Vandenbroele, donde constaba que, por su testimonio, el Ministerio de
Justicia le había pagado un montón de dinero.
Y que como explicación del pago decía el expediente del Ministerio de
Justicia:
“Cabe destacar que el día 07 de agosto pasado fueron condenados a
prisión con cumplimiento efectivo por más de 5 años el Ex Vicepresidente de la
República Argentina el Sr. Amado Boudou. Confirmada la prisión de los
nombrados, por ante la Cámara de Casación Penal, Sala IV, en el día de ayer”.
”Pero en esa causa, en la que se le había confirmado la prisión de
Boudou, Vandenbroele NO era testigo arrepentido, sino que había sido condenado
también."
“Por más que quieras sacarnos de nuestro lugar,
y pienses que solo somos un puñado de idiotas.
No, no podrás quitarnos lo que hicimos ya”.
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