martes, 10 de diciembre de 2024

CARPE DIEM, de Walt Witman

No dejes que termine
sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de expresarte,
que es casi un deber.

No abandones tus ansias
de hacer de tu vida
algo extraordinario...

No dejes de creer
que las palabras y la poesía,
sí pueden cambiar el mundo;
porque, pase lo que pase,
nuestra esencia está intacta.

Somos seres humanos llenos de pasión,
la vida es desierto y es oasis.

Nos derriba, nos lastima,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa.
Y tú puedes aportar una estrofa...

No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.

La mayoría vive en un
silencio espantoso.
No te resignes, huye...

"Yo emito mi alarido
por los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples,
se puede hacer poesía
sobre las pequeñas cosas.

No traiciones tus creencias,
todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar
en contra de nosotros mismos,
eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.


Piensa que en tí está el futuro,
y asume la tarea con orgullo
y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte.
Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros Poetas Muertos te ayudarán a caminar por la vida.

La sociedad de hoy somos nosotros, los Poetas Vivos.
¡No permitas que la vida te pase a ti,
sin que tú la vivas !

viernes, 6 de diciembre de 2024

TEORÍA DEL ODIO, de Hamlet Lima Quintana

Mi tía, que se lavaba los cabellos con el agua llovida,
decía, conmovida por las novelas con caballeros de aire,
que del odio al amor sólo hay un paso.
He recapacitado mucho sobre esto.

Sobre todo después que la experiencia me dejó cicatrices
que están abiertas como una antología,
mejor como una enciclopedia de condición humana,
de gente que transita impunemente trágica.

Es el desprecio que está clasificado
en toda la psiquiatría marcando una premura
por ocupar un lugar que no le corresponde.

Habría que estudiar, analizar primero
toda la esquizofrenia que tiene el asesino,
el que pasa entre todos como un pobre víctima,

avaro de rencores, juez de primera instancia,
un ombligo del mundo que tergiversa historias,
la mano de la muerte con su cara de idiota.

El odio, digo ahora, no es el amor reconcentrado.
El amor cuenta cosas, inventa el universo.
El odio las destruye, las conduce a la nada.

El amor tiene tiempo para perder cantando
y el odio lo amenaza, lo compulsa, se ríe
de esas cosas tan tontas que están en la caricia,

el diálogo, lo simple que tiene el gesto repetido
de estrechar una mano, servir un vaso de agua,
entrechocar las copas, amarse los defectos.

El odio es un anónimo singular y preciso,
el odio es el que escucha, como cómplice nuevo,
la calumnia que roe, que corroe y que crece

desatando la muerte como un cáncer perfecto
en diagonales puestas a destruir las células
generando los monstruos de propias soledades.

Mi tía, que se lavaba los cabellos con el agua llovida,
a pesar de toda su inocencia de medio siglo rosa,
supo que el odio es una bomba, una amenaza,
un triste asesinato de la gente con ganas,
con ganas de vivir, sobrevivir y darse al vuelo.

Supo que el odio estaba cabalgando en asesinos,
en resentidos de lógicas medidas y perfiles de mansos,
en analistas puestos al servicio del crimen,

en aparentes tímidos
en los jóvenes viejos que giraban los fondos
de las grandes empresas y las genuflexiones.

Supo que todo estaba dispuesto desde antiguo,
el corazón del pobre y el pobre en corazones,
la señora y la puta, esa mala palabra acostumbrada
que las confunde en una misma estafa.

Supo que el odio es una simple voz colgada del teléfono,
colgada del papel, compuesto en una cara,
en un rostro sin rostro, acaso alguna máscara

y le tuvo piedad. Dejó que la mataran.
pero resucitó después en oficio de amor
y al odio lo dejó pensando en el sol de la mañana.

Mi tía, que es una cosa bárbara amasando la ternura,
me enseñó a caminar entre estas cosas
y me dijo entre el viento de la tarde:
Se siembra la verdad con hechos y palabras.

Y desde entonces, de cada odio que me ha circundado
están creciendo rosas y malvones, geranios y glicinas,
hijos enteros, vecinos oferentes, amigos armoniosos
floridos y seguros destinatarios de mi vida.

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No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento....