La intercepta la maestra, que trae al niño de una mano.
- Señora, hoy Fernando se portó fatal.- ¿¡Otra vez!?
- Pero fatal, fatal… no hace caso, contesta, se burla de los compañeros…
- Pues, entonces, déme otro.
- ¿¡Cómo que "otro"!? ¿Otro niño?
- Sí, porque tampoco sé qué hacer.- Pero, es que no puede ser.
- Con su padre ya le dijimos (mirando al niño), pero si él no quiere hacer caso…
- Pero fatal, fatal… no hace caso, contesta, se burla de los compañeros…
- Pues, entonces, déme otro.
- ¿¡Cómo que "otro"!? ¿Otro niño?
- Sí, porque tampoco sé qué hacer.- Pero, es que no puede ser.
- Con su padre ya le dijimos (mirando al niño), pero si él no quiere hacer caso…
Qué, ¿no hay más niños?
- Es que no se trata de eso, la escuela está llena de niños…
- Pues cámbiemelo y listo.- (Dubitativa). No, pero…
- Casi mejor pruebo con una niña, estoy pensando.-
- Es que se me desordena todo, señora, luego vendrá la madre de la niña…
- Pero yo llegué primero.- Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el problema a otra familia.
- No, porque así aprende, para la próxima lo va a pensar.- ¿Y si no lo quiere nadie?- ¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a querer si es un niño precioso?- Precioso sí que es, pero se porta…
- Ah, ¿y qué pretende? ¿Que me lo lleve yo?
- No, si no digo eso.
- Hay que hacer algo, maestra, hay que poner límites, si no van de peor en peor.
- Pues cámbiemelo y listo.- (Dubitativa). No, pero…
- Casi mejor pruebo con una niña, estoy pensando.-
- Es que se me desordena todo, señora, luego vendrá la madre de la niña…
- Pero yo llegué primero.- Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el problema a otra familia.
- No, porque así aprende, para la próxima lo va a pensar.- ¿Y si no lo quiere nadie?- ¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a querer si es un niño precioso?- Precioso sí que es, pero se porta…
- Ah, ¿y qué pretende? ¿Que me lo lleve yo?
- No, si no digo eso.
- Hay que hacer algo, maestra, hay que poner límites, si no van de peor en peor.
- Bueno, ¿y cuál quiere?
- Una niña, ¿no le digo? (mira hacia el patio).
Aquélla, la que está saltando.
- ¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre!
- ¡Uf! (la niña con evidente fastidio), ¡estoy jugando!
- ¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué primera impresión más fea le vas a dar a la señora.
- ¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre!
- ¡Uf! (la niña con evidente fastidio), ¡estoy jugando!
- ¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué primera impresión más fea le vas a dar a la señora.
La niña, resoplando contrariada por la interrupción del juego, va al salón.
- ¿No será peor que éste, no? (la madre, preocupada).
- ¡Qué va! Es un ángel, lo que ocurre es que estaba jugando; los niños son así.
Llega la niña con su mochila.
- ¿Vamos a casa, Elenita?
- ¿Y hay tele?
- (La maestra y la madre sueltan una risa).
- ¿Y hay tele?
- (La maestra y la madre sueltan una risa).
¡Claro que hay tele! Y un perro muy hermoso, que a Fernando le gustaba mucho, ¿verdad, Fernando?- … (el niño, con la mirada baja, asiente).
- ¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque mis papás no me dejaban!
- Pues vamos a casa, que ya tienes uno.
- ¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque mis papás no me dejaban!
- Pues vamos a casa, que ya tienes uno.
Y tú, Fernando, pórtate bien con tu nueva familia y nos vienes a visitar cuando quieras, ¿sí?
El niño asintió otra vez, sin levantar la mirada.
El niño asintió otra vez, sin levantar la mirada.
La madre saludó amablemente a la maestra.
Ésta se despidió de Elena con un beso y dio vuelta hacia el patio, con Fernando de la mano.
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