y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor.
Una carta a la mujer que vive con él,
y le cocina, y le lava la ropa, y hace el amor con él
y se parece a su sombra.
Mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer.
Es decir, a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así.
Por eso mi vecino tiene tormentas en la boca,
palabras que naufragan,
A la lluvia.
A mi corazón desterrado.
mujer.
Entra a la casa por la ventana y no por la puerta.
Por una puerta se entra a muchos sitios.
Al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo.
a todos los edificios del mundo.
Pero no al mundo, ni a una mujer, ni al alma.
Es decir, a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así.
Como hoy, que llueve mucho,
y me cuesta escribir la palabra amor.
Porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa.
Y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran,
Y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran,
y cuándo, y cómo.
Pero el alma qué puede explicar..?
Pero el alma qué puede explicar..?
Por eso mi vecino tiene tormentas en la boca,
palabras que naufragan,
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó.
mueren la misma noche en que amó.
Y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá.
Como el silencio que hay entre dos rosas,
o como yo, que escribo palabras para volver
escribirá.
Como el silencio que hay entre dos rosas,
o como yo, que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia.
A la lluvia.
A mi corazón desterrado.
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