viernes, 1 de mayo de 2020

LLUVIA, de Juan Gelman

Hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor.

Una carta a la mujer que vive con él,
y le cocina, y le lava la ropa, y hace el amor con él
y se parece a su sombra.

Mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer.


Entra a la casa por la ventana y no por la puerta.
Por una puerta se entra a muchos sitios.
Al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo. 
Pero no al mundo, ni a una mujer, ni al alma.

Es decir, a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así.
Como hoy, que llueve mucho,
y me cuesta escribir la palabra amor.
Porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa.
Y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran,
y cuándo, y cómo.
Pero el alma qué puede explicar..?

Por eso mi vecino tiene tormentas en la boca,
palabras que naufragan,
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó.
Y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá.

Como el silencio que hay entre dos rosas, 
o como yo, que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia.

A la lluvia.
A mi corazón desterrado.

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