erguida de tus pies en los hielos
hasta tu frente en los desiertos,
besada por el mar
y acunada por gigantes minerales.
No me defraudes,
no a mí, extranjero en los papeles,
que no puede ni debe exigirte nada.
No me defraudes a mí, cantor,
a mí, buceador de la palabra.
No tú, tierra de poetas.
Si alguien no puede permitirse olvidar
el dolor de sus hijos,
el llanto de sus hijas,
es un suelo donde crecen los mejores versos.
Un canto de sirena pretende arrastrar
tu nave hacia las piedras del odio
de la separación,
de la necia negación de un pasado de sangre,
que dejaría la puerta abierta
a que se repitiera el abismo.
El mundo endureció su corazón,
y el lucro deja morir a la intemperie
de la separación,
de la necia negación de un pasado de sangre,
que dejaría la puerta abierta
a que se repitiera el abismo.
El mundo endureció su corazón,
y el lucro deja morir a la intemperie
a la súplica del hambre,
a los ojos sin abrigo,
a la mano ajada por el frío de la indiferencia.
No tú, tierra de poetas.
No nos defraudes,
no des vuelta la cara al fuego de un corazón abierto,
a la hermandad esencial,
al reconocimiento de la dignidad intrínseca,
a la igualdad garantizada en el amor,
al derecho a ser único e irrepetible,
a la libertad de poder ser todos juntos y diversos
en el ejercicio pleno de la democracia.
a los ojos sin abrigo,
a la mano ajada por el frío de la indiferencia.
No tú, tierra de poetas.
No nos defraudes,
no des vuelta la cara al fuego de un corazón abierto,
a la hermandad esencial,
al reconocimiento de la dignidad intrínseca,
a la igualdad garantizada en el amor,
al derecho a ser único e irrepetible,
a la libertad de poder ser todos juntos y diversos
en el ejercicio pleno de la democracia.
Esa palabra pequeñita
que los oportunistas del desencanto
soportan de mal grado,
como si fuera un lastre de tiempos superados.
Esa grandiosa palabra
lleva en su vientre
que los oportunistas del desencanto
soportan de mal grado,
como si fuera un lastre de tiempos superados.
Esa grandiosa palabra
lleva en su vientre
la única música digna de lo por venir.
Tú, tierra de poetas,
lo sabes de sobra.
No cambies los logros de tu pueblo valiente
por la cobardía de los mercaderes de un sueño,
acuñado en brillos falsos.
No derrames tu vino
a los pies de un ídolo inhumano.
Todos hemos celebrado
Tú, tierra de poetas,
lo sabes de sobra.
No cambies los logros de tu pueblo valiente
por la cobardía de los mercaderes de un sueño,
acuñado en brillos falsos.
No derrames tu vino
a los pies de un ídolo inhumano.
Todos hemos celebrado
tu despertar querido Chile.
No te duermas ahora
en la fiebre fatal
de una pesadilla.
No te duermas ahora
en la fiebre fatal
de una pesadilla.
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