Pero vieja, no tenemos plata, me da vergüenza...
Vergüenza es robar..!!, repite ella, enorme, invencible, con el batón floreado y un saco de color indefinido.
Qué pavor le da a Pipo esa mujer sin miedo.
Llegan a la verdulería y ella empieza a juntar papas, zapallo, unas cebollas, un choclo.
Pipo detrás, sin querer mirar y sonrojado como un niño.
La verdulera pesa todo y lo pone en la bolsa.
Ochenta pesos, le dice.
La madre saca el monedero. Pipo transpira.
La madre hurga, vuelve a mirar, mira en la bolsa, revisa los bolsillos del saco.
Me olvidé la plata, le dice. Te dejo la bolsa, ya vuelvo..!
No, por favor doña Ada, mañana me paga.
A Pipo le arden las manos.
Vuelven los dos caminando las cuadras largas hasta la casa.
Ves..?, le pregunta riendo la mujer, arremangada pelando las papas y echándolas a hervir con el zapallo.
Ya tenemos la sopa para dos días. Mañana veré qué vendo de la ropa que no uso en la feria y le pagamos a la Vivi.
Usted estudie m´hijo, le aconseja, que mientras esté su vieja en esta casa no vamos a morir de hambre.
Pipo la mira y recuerda otros días, cuando les alcanzaba hasta para carne y queso.
Y qué hago vieja además de estudiar..?, pregunta.
Vote bien m´hijo, responde con el dedo en alto.
Vote sabiendo quién es usted y sin olvidar dónde se crió..!!
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