El mediodía huele a su naranja.
Sobre la mesa fulge un pan reciente
y el vino capitán guía su barca.
Hoy es día de pago
y está pleno,
está sobre el mantel repantigado
con un florero gordo en el ombligo,
redondo en la ternura de la casa.
Cómo huele la flor de la cocina!
Qué panzada de amor hierve en la hornalla!
Una alquimia laurel sueña en la olla
la danza material de las cucharas,
sahumando la antigua brujería que sube en el vapor,
que anda en el aire,
con su cesta floral poniendo aroma
en la voz aromada de la Paula. A esta hora viene.
Ella lo mira
por el ojo guardián de la ventana
y él abraza la fiesta de sus niños
y se viene racimo por el patio,
preguntando sucesos pequeñitos,
tropezando en el perro,
a carcajadas,
bebiéndose los ojos de los hijos,
sintiéndolos crecer entre
los brazos,
como sucede siempre a esta hora
que el mediodía huele a su naranja.
Qué nacional su voz!
qué idioma hermoso suena en su nombre
cuando llega y llama y dice traeme agua y ella corre
con el rocío que guardó la jarra,
el agua mañanera,
la del día,
la que le lava el polvo y el cansancio:
él se mete en su euforia,
chapalea,
se salpica de vidrios las pestañas
hasta que queda nuevo como un potro
que fuera por la lluvia galopando.
Con los niños detrás,
dándole vueltas,
moliendo el cascabel de las palabras,
va,
se sienta con ellos a la mesa
a presidir la bulla de sus pájaros.
Si se vieran vivir!
si les dijeran
que ésa es la paz, si fueran a decirles:
la paz del mundo vive en esta casa
qué ojos de no saberlo que pondrían!
qué fábula de asombro!
pobre Paula!
no atinaría más que a servir vino
y a ofrecer de lo poco su bocado,
porque hasta entender bien, qué pasaría,
qué haría él en medio de sus pájaros?
mirando a esos señores en la puerta,
oyéndolos:
-la paz vive en su casa.
-Esta es la paz que sueñan los que sueñan
-la paz?
-La simple paz que hay en su casa!
Pero no,
déjenlos.
No tricen esto.
De algún modo vital ellos lo saben.
Por algo él busca firmas por las noches
y es vocal titular del sindicato.
Hoy es día de pago,
día pleno:
el vino capitán canta en los vasos,
mientras la Paula sirve la comida
y el mediodía huele a su naranja.
Las montañas se abren para que entren la ruta y el río juntos al pueblo, uno de los más lindos de la Argentina, al pie de esa piedra impresionante que es el Fitz Roy. Ese pueblo es EL CHALTÉN, en la patagónica Santa Cruz. Esta página permite mirar el lugar en que subo algunas cosas de mi archivo personal. La mayor parte pertenece a otras gentes; las menos, son propias. Algunas están muy arraigadas en mi vida, con mis afectos. A una parte de ellas algunos talentosos le han puesto música. (rt)
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