soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora muy blanca, muy más que la nieve fría
por dónde has entrado amor, cómo has entrado a mi vida.
Las puertas están cerradas, ventanas y celosías
no soy el amor, amante, soy la muerte, Dios me envía.
Ay muerte tan rigurosa, déjame vivir un día,
un día no puede ser, una hora tienes de vida.
Muy deprisa se cansaba, más deprisa se vestía
ya se va para la calle en donde su amor vivía.
Ábreme la puerta blanca, ábreme la puerta niña,
como te podré yo abrir si la ocasión no es venida.
Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida.
Si no me abres esta noche, ya no me abrirás querida.
La muerte me anda buscando, junto a ti vida sería.
Vete bajo mi ventana, donde labraba y cosía.
Te echaré cordón de seda, para que subas arriba.
y si el hilo no alcanzare, mis trenzas añadiría.
Se rompió el cordón de seda, la muerte que ahí venía:
vamos, el enamorado, que la hora ya es cumplida.
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