martes, 31 de julio de 2012

UNA SORPRESA, de Evaristo Carriego


Hoy recibí tu carta. La he leído con asombro,
pues dices que regresas,
y aún de la sorpresa no he salido...
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!

«Que por fin vas a verme..., que tan larga
fue la separación...» Te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.

Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción -¡siempre e! pasado!
de uno que otro recuerdo que en la frente
me pone alguna arruga de tristeza,
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza.

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