Todo esto se intensifica aún
más si a estas altas horas de la noche uno se dirige a casa de un amigo para
saber cómo le va.
Las montañas se abren para que entren la ruta y el río juntos al pueblo, uno de los más lindos de la Argentina, al pie de esa piedra impresionante que es el Fitz Roy. Ese pueblo es EL CHALTÉN, en la patagónica Santa Cruz. Esta página permite mirar el lugar en que subo algunas cosas de mi archivo personal. La mayor parte pertenece a otras gentes; las menos, son propias. Algunas están muy arraigadas en mi vida, con mis afectos. A una parte de ellas algunos talentosos le han puesto música. (rt)
miércoles, 1 de agosto de 2012
EL PASEO REPENTINO, de Franz Kafka
Cuando por la noche uno parece haberse decidido
terminantemente a quedarse en casa; se ha puesto una bata; después de la cena se
ha sentado a la mesa iluminada, dispuesto a hacer aquel trabajo o a jugar aquel
juego luego de terminado el cual habitualmente uno se va a dormir; cuando afuera
el tiempo es tan malo que lo más natural es quedarse en casa; cuando uno ya ha
pasado tan largo rato sentado tranquilo a la mesa que irse provocaría el asombro
de todos; cuando ya la escalera está oscura y la puerta de calle trancada; y
cuando entonces uno, a pesar de todo esto, presa de una repentina desazón, se
cambia la bata; aparece en seguida vestido de calle; explica que tiene que
salir, y además lo hace después de despedirse rápidamente; cuando uno cree haber
dado a entender mayor o menor disgusto de acuerdo con la celeridad con que ha
cerrado la casa dando un portazo; cuando en la calle uno se reencuentra, dueño
de miembros que responden con una especial movilidad a esta libertad ya
inesperada que uno les ha conseguido; cuando mediante esta sola decisión uno
siente concentrada en sí toda la capacidad determinativa; cuando uno, otorgando
al hecho una mayor importancia que la habitual, se da cuenta de que tiene más
fuerza para provocar y soportar el más rápido cambio que necesidad de hacerlo, y
cuando uno va así corriendo por las largas calles, entonces uno, por esa noche,
se ha separado completamente de su familia, que se va escurriendo hacia la
insustancialidad, mientras uno, completamente denso, negro de tan preciso,
golpeándose los muslos por detrás, se yergue en su verdadera
estatura.
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