lunes, 25 de noviembre de 2019

EL FIN DEL NEOLIBERALISMO... y el renacimiento de la historia, de Joseph Stiglitz - 24/11/19


NUEVA YORK – Al final de la Guerra Fría, el politólogo Francis Fukuyama escribió un famoso ensayo titulado “The End of History..?” [¿El fin de la historia?], donde sostuvo que el derrumbe del comunismo eliminaría el último obstáculo que separaba al mundo de su destino de democracia liberal y economía de mercado.
Muchos estuvieron de acuerdo.

Hoy, ante una retirada del orden mundial liberal basado en reglas, con autócratas y demagogos al mando de países que albergan mucho más de la mitad de la población mundial, la idea de Fukuyama parece anticuada e ingenua.
Pero esa idea aportó sustento a la doctrina económica neoliberal que prevaleció los últimos cuarenta años.

Hoy la credibilidad de la fe neoliberal en la total desregulación de mercados como forma más segura de alcanzar la prosperidad compartida está en terapia intensiva, y por buenos motivos.
La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando la democracia.

La forma de globalización prescrita por el neoliberalismo dejó a individuos y a sociedades enteras incapacitados de controlar una parte importante de su propio destino, como Dani Rodrik (de Harvard) explicó con mucha claridad, y como yo sostengo en mis libros recientes Globalization and Its Discontents Revisited y People, Power and Profits.

Los efectos de la liberalización de los mercados de capitales fueron particularmente odiosos: bastaba que el candidato con ventaja en una elección presidencial de un país emergente no fuera del agrado de Wall Street para que los bancos sacaran el dinero del país.
Los votantes tenían entonces que elegir entre ceder a Wall Street o enfrentar una dura crisis financiera.
Parecía que Wall Street tenía más poder político que la ciudadanía.

Incluso en los países ricos se decía a los ciudadanos: 
No es posible aplicar las políticas que ustedes quieren” (llámense protección social adecuada, salarios dignos, tributación progresiva o un sistema financiero bien regulado) “porque el país perderá competitividad, habrá destrucción de empleos y ustedes sufrirán”.

En todos los países (ricos o pobres) las élites prometieron que las políticas neoliberales llevarían a más crecimiento económico, y que los beneficios se derramarían de modo que todos, incluidos los más pobres, estarían mejor que antes.
Pero hasta que eso sucediera, los trabajadores debían conformarse con salarios más bajos, y todos los ciudadanos tendrían que aceptar recortes en importantes programas estatales.

Las élites aseguraron que sus promesas se basaban en modelos económicos científicos y en la “investigación basada en la evidencia”.
Pues bien, cuarenta años después las cifras están a la vista: el crecimiento se desaceleró y sus frutos fueron a parar en su gran mayoría a unos pocos en la cima de la pirámide.
Con salarios estancados y bolsas en alza, los ingresos y la riqueza fluyeron hacia arriba, en vez de derramarse hacia abajo.

¿A quién se le ocurre que la contención salarial (para conseguir o mantener competitividad) y la reducción de programas públicos pueden contribuir a una mejora de los niveles de vida?
Los ciudadanos sienten que se les vendió humo. Tienen derecho a sentirse estafados.

Estamos experimentando las consecuencias políticas de este enorme engaño: desconfianza en las élites, en la “ciencia” económica en la que se basó el neoliberalismo y en el sistema político corrompido por el dinero que hizo todo esto posible.

La realidad es que pese a su nombre, la era del neoliberalismo no tuvo nada de liberal.
Impuso una ortodoxia intelectual con guardianes totalmente intolerantes del disenso.
A los economistas de ideas heterodoxas se los trató como a herejes dignos de ser evitados o, en el mejor de los casos, relegados a unas pocas instituciones aisladas.
El neoliberalismo se pareció muy poco a la “sociedad abierta” que defendió Karl Popper.
Como recalcó George Soros, Popper era consciente de que la sociedad es un sistema complejo y cambiante en el que cuanto más aprendemos, más influye nuestro conocimiento en la conducta del sistema.

La intolerancia alcanzó su máxima expresión en macroeconomía, donde los modelos predominantes descartaban toda posibilidad de una crisis como la que experimentamos en 2008.
Cuando lo imposible sucedió, se lo trató como a un rayo en cielo despejado, un suceso totalmente improbable que ningún modelo podía haber previsto.
Incluso hoy, los defensores de estas teorías se niegan a aceptar que su creencia en la autorregulación de los mercados y su desestimación de las externalidades cual inexistentes o insignificantes llevaron a la desregulación que fue un factor fundamental de la crisis.

La teoría sobrevive, con intentos ptolemaicos de adecuarla a los hechos, lo cual prueba cuán cierto es aquello de que cuando las malas ideas se arraigan, no mueren fácilmente.

Si no bastó la crisis financiera de 2008 para darnos cuenta de que la desregulación de los mercados no funciona, debería bastarnos la crisis climática: el neoliberalismo provocará literalmente el fin de la civilización.
Pero también está claro que los demagogos que quieren que demos la espalda a la ciencia y a la tolerancia sólo empeorarán las cosas.

La única salida, el único modo de salvar el planeta y la civilización, es un renacimiento de la historia.
Debemos revivir la Ilustración y volver a comprometernos con honrar sus valores de libertad, respeto al conocimiento y democracia.

EL PROBLEMA DE LUIS SCOLA, de Adrián Paenza - 24/11/19

...no tiene que ver con el basket, obviamente, sino con la matemática



A lo largo de los últimos 15 años, Manu Ginóbili me aportó muchísimos problemas de matemática para pensar o fue una suerte de betatester que revisa problemas que le mando yo antes de enviarlos a publicar.
Pero además de Manu, hay otro jugador argentino de la elite del basketball, el capitán del seleccionado argentino de ese deporte, Luis Scola, quien tiene también sus particulares gustos y valoración por la matemática.

A Luis le fascinan las estadísticas. 
Una de sus pasiones es bucear en las bases de datos referidas al basketball.
Ahora, las computadoras almacenan muchísima memoria, son muchísimo más rápidas no solo para procesar esos mismos datos que ellas guardan sino también para encontrarlos y producir relaciones entre ellos.
Scola aprovecha lo que la tecnología le ofrece para mejorar su producción personal como jugador, pero está permanentemente a la búsqueda de mensajes escondidos en esos números que a simple vista no dicen nada.
Uno sabe que en esa montaña de piedritas, cada vez más grande, hay múltiples pepitas de oro.
Bien, uno sabe que están… pero, ¿dónde?
¿Cómo encontrarlas?

Su obsesión consiste en no solamente practicar más, sino practicar mejor. Para hacerlo, necesita descubrir en qué lugar (o lugares) de la cancha necesita incrementar su efectividad, o cómo modificar su participación en el juego propiamente dicho.
Antes Scola jugaba virtualmente ‘debajo del tablero’, cerca del aro. Ahora la evolución del basket lo obligó a “tirar desde afuera, desde atrás de la línea de tres puntos”.

Adrián, si no lo hubiera hecho, si no me hubiera adaptado, si no hubiera cambiado, no podría seguir jugando. El basket me hubiera pasado por encima”.
Ese podría ser el mejor resumen de su pensamiento.

Lamentablemente para él, el volumen de información recogida, la variedad y especificidad aparecen ahora cuando Scola tiene 39 años, y no cuando tenía 15 o 20 años.
De todas formas, estoy seguro que Luis (porque lo conozco bien), intentará mejorar hasta el último día que pise una cancha como profesional.

Ahora, présteme atención a la siguiente información.
La NBA tiene en la actualidad distribuidas cámaras en los 29 estadios en donde se juega al basket profesional en Estados Unidos.
Pero no me refiero a las cámaras que usan los diferentes canales de televisión, sino a seis cámaras que están ubicadas estratégicamente en los mismos lugares específicos en cada una de las canchas, respetando las distancias entre sí y al parquet en el que se juega el partido, los tableros, los aros, etc.

Estas seis cámaras sacan fotos permanentemente de 11 puntos que están en la cancha: los diez jugadores (cinco por equipo) y la pelota.
Ahora, présteme atención.
Esas cámaras sacan… ¡25 fotos por segundo de esos 11 puntos!
Haciendo bien las cuentas, resulta que por cada minuto de partido, el sistema registra… ¡16.500 puntos!
Pensémoslo así: cuando cada cámara toma una foto, está registrando el lugar en donde se encontraban esos 11 puntos. En un segundo toma 25 fotos de esos 11 puntos. Como 25 x 11 = 275, eso significa que, por segundo, las cámaras aportan 275 fotos (de esos 11 puntos).
En consecuencia, si multiplicamos por 60 deducimos cuántas fotos aportan las cámaras en un minuto: 60 x 275 = 16.500.

La ubicación de las cámaras es esencial, independientemente de cuál sea la cancha en la que se esté jugando el partido.
Los datos permiten describir la velocidad de cada jugador y la pelota, la distancia que recorre cada uno, las distintas formaciones que practica cada equipo, patrones de cada jugada, los pases que se concretan y los que son interrumpidos…
Podría seguir: trayectoria de cada tiro, modificaciones que se producen debido a la altura del oponente, tiempo que la pelota se mantiene en el aire, posición no sólo de los 10 jugadores en todo momento del partido sino del lugar en el que estaba la pelota, describir la altura máxima que salta cada jugador, el impacto que tiene cuando ataca y/o cuando defiende, cuánto impacta el cansancio teniendo en cuenta los minutos que ha intervenido en el partido y por lo tanto, los picos de rendimiento de cada uno, y también su capacidad de reacción en momentos adversos.
Me detengo acá (por razones obvias).

Vuelvo a Scola.
Luis es un jugador especial y no quiero que quede solamente en la opinión de un amigo. No.
Una de las universidades más importantes del mundo es el MIT.
La escuela de negocios que depende del MIT, se conoce con el nombre de MIT Management Sloan School.
Todos los años, la universidad organiza un ciclo de charlas y conferencias, específicamente dedicadas al deporte. Son dos días intensos y la participación es únicamente por invitación especial.
A Luis lo invitaron pero no para que fuera espectador, sino para participar en dos paneles en el año 2017.
Nunca intervino ningún otro argentino, y no me refiero solamente a la categoría de jugador: nadie, nunca.

Sin embargo, a Luis lo invitaron a dos:

“Building a Team Around a Superstar” (“Construyendo un Equipo Alrededor de una Superestrella”), y

“Ball Don’t Lie: The Future of Basketball Analytics” (“La Pelota no Miente: el Futuro del Análisis de Datos en el Basketball”)

Es obvio que Scola, como todos sus compañeros del seleccionado argentino presentes y pasados, como todo jugador de la NBA o de la liga italiana, conoce cuáles son sus zonas de confort.
Ese es el nombre que reciben los lugares de la cancha en donde un jugador se siente más cómodo. Por supuesto, esto también varía de acuerdo al personal, tanto sean compañeros como rivales.
Pero los datos recolectados, ofrecen señales que no son siempre detectadas por el ojo desnudo, por más capaz y experimentado sea quien mira: aparecen patrones que resultaban inadvertidos, y los números no hacen ‘lobby’, no tienen ‘agendas encubiertas’: simplemente “son”.

En todo caso, Luis Scola es un ejemplo fantástico de lo que la matemática puede hacer para mejorar a un atleta de alta competencia.

Luis, como escribí antes, ya no es un niño ni una promesa. Ya fue campeón olímpico y por lo tanto medalla de oro en Atenas, campeón de Europa, mejor jugador de Europa, medalla de bronce en China en los Juegos Olímpicos, subcampeón del mundo hace un par de meses otra vez en China, campeón en España y si bien no será recordado como “el mejor jugador argentino de basketball de todos los tiempos” es solo porque contemporáneo con él apareció el otro ‘monstruo’, Emanuel Ginóbili.
Y si me permite, quiero agregar que no está nada mal ser y haber sido el segundo… ¡en la historia!
Por otro lado, ¿qué importa quién es el primero y quién es el segundo? ¿Por qué tenemos (tengo) esa necesidad morbosa de separar a uno del otro? ¿Qué diferencia produce? ¿Para qué hacerlo?
En fin, perdón…

Ahora tengo una pregunta para usted.
¿Por qué alguien como él, que ya ha conseguido tantos ‘éxitos’, que ha firmado contratos multimillonarios que le permitirán llevar una vida sin sobresaltos, decía, ¿por qué seguirá insistiendo en ver cómo hacer para mejorar su juego?
Scola ya cumplió 39 años por lo que es obvio que ya jugó más años de los que le quedan por delante para jugar.
Pero aún así, está interesado en forma consistente y sistemática en tratar de detectar qué le falta, qué áreas de su juego necesita perfeccionar, a qué le tiene que dedicar más tiempo en sus entrenamientos personales… y eso es lo que destaca, lo distingue y lo pone en una categoría diferente.

Escribí todo esto, porque quiero exhibir algo que no es necesariamente visible en la vida de los atletas. 
En definitiva, uno los juzga y/o los ve en el momento de la competencia, en el momento de los partidos.
Pero si uno hace las cuentas, descubre inmediatamente que esos momentos son tan pocos comparados con el tiempo de preparación y de entrenamiento, que no hace falta ser muy sagaz para advertir que lo que sucede en esa parte del día es la que tiene un aporte decisivo en el momento del juego. En resumen, más allá de sus destrezas personales, Scola es mejor porque él hace todo lo posible para serlo.
No es mejor que los otros, algo que está fuera de su control.
Scola en todo caso, pugna por ofrecer(se) la mejor versión de Scola que es capaz de ser, no quedarse con ‘nada’ adentro del tanque.
Su intención es empujar las fronteras de sus propias limitaciones.

Lo que sigue ahora es una historia más de la vida cotidiana. Créame que ni agregué ni quité nada. Lo que usted va a leer es una réplica textual de lo que sucedió.
Eso sí: una vez que haya leído lo que sigue, tómese un ratito y reflexione sobre lo que dice.
Vea si usted es capaz de producir una solución al problema.
Vale la pena.

Acá va: lunes 17 de marzo del 2014.
Recién advierto, mientras escribo este texto que dentro de poco se cumplirán seis años.
Luis me escribe un mensaje que leo en mi teléfono celular:

Adrián, suponete que una persona se quiere comprar una remera que vale 97 pesos. No tiene nada, ni un peso. Entonces le pide prestado dinero a su mamá. Ella le da 50 pesos. Luego va hacia donde está el padre, quien le presta otros 50. Con los 100 que tiene ahora, va y compra la remera.
Te das cuenta que —después de pagar con los 100 pesos que juntó entre la madre y el padre— ahora le sobran 3 pesos.
Un peso se lo devuelve a la madre y por lo tanto, a ella le debe 49 pesos.
Otro peso se lo devuelve al padre y en consecuencia, le debe también a él 49 pesos.
Un peso le queda para él.
¿Dónde está el peso que falta?
Es que 49 + 49 + 1 = 99.
¿Qué pasó?


Yo estaba en la calle, caminando, y casi me atropella un auto mientras leía el texto y pretendía desentrañar el mensaje mientras cruzaba sin advertir que la luz estaba en ‘rojo’.
Usted, que está leyendo este texto con tranquilidad, ¿qué tiene para decir? ¿Quiere tomarse un tiempo para pensar? Mi propuesta tiene que ver en que así como está planteado el problema, parecería como que ha desaparecido un peso o hay algo que no funciona.
Pero lo notable es que puesto en esos términos, da la sensación de que ha habido una suerte de pase de magia o alguien está usando la matemática para sacar alguna ventaja.
Fíjese si usted es capaz de descubrir dónde se encuentra el error. Es simple, entretenido, y la/lo va a hacer sentir bien si lo detecta.

Respuesta

Ahora sigo yo.
La primera pregunta que yo haría es la siguiente: ¿por qué habría alguien de querer sumar esos números? ¿Para qué serviría?
Es decir, ¿tiene sentido hacer esa cuenta?

De hecho, quiero convencerla/ lo de que no tiene sentido esa suma, pero no quiero hacer una afirmación sin explicarme mejor.

– El padre le prestó 50 pesos, pero recibió uno de vuelta. Por lo tanto, le prestó solamente 49 pesos.
– La madre le prestó 50 pesos, pero recibió uno de vuelta. Por lo tanto, ella también le prestó 49 pesos.
En total, sumados ambos préstamos, le dieron 98 pesos.

La persona que se quería comprar la remera no necesitaba 98 pesos sino 97 para poder comprarla.
Luego, con esos 98 pesos fue y compró lo que quería.
Pagó 97 y le SOBRÓ UN PESO.
¡Y esa es la única cuenta que tiene sentido hacer!

¿Por qué habríamos de sumarle ese peso a los 98 para llegar a 99?
Ese peso está incluido en los 98 que le dieron entre el padre y la madre. Como cada uno le prestó 49, la suma de ambos es 98. La remera costaba 97. 
Con los 98 que le dieron entre los dos, le alcanzó para pagar y le sobró el peso que tiene en la mano.
Luego, ¡está mal sumar un peso porque ese peso de más no existe!

Proponer esa suma es lo que ‘confunde’ e invita a pensar que o bien desapareció un peso o bien hubo alguien hizo magia… y en realidad, no hay nada de eso: es solo una distracción que promueve el error.
Es un problema sencillo, pero como siempre, resulta sencillo una vez que uno conoce la solución.
Pero cuando uno se enfrenta con problemas de este tipo, no son tan fáciles de resolver porque uno se ve inducido a pensar mal, como si alguien nos empujara a elegir el camino equivocado.

Le envié a Scola mi solución. Le dije que escribiría un artículo con lo que sucedió.
Me prometió que tiene más y por lo tanto, en forma inesperada para mí, me apareció una fuente más de problemas para libros y/ o artículos para El Cohete a la Luna o para algunos de los programas de televisión.

Eso sí: cuando usted se sorprenda - como le sucedió a casi todos - porque un grupo de argentinos ganó súbitamente una medalla de oro y después de bronce en diferentes juegos olímpicos, y dos veces medallas de plata en los campeonatos mundiales en basketball… es que tiene que haber habido otro grupo de razones, que son intangibles, invisibles, singulares, y que han transformado a este grupo de jugadores, en algo más que una generación dorada de atletas profesionales.

Forman parte de una generación dorada pero no solo en basketball, sino una generación dorada de personas, con intereses y curiosidades atípicos y con un grado de formación y educación que es ciertamente no habitual.

Luis Scola es uno de ellos.
Uno de los dos más grandes que tuvo la Argentina en toda su historia.

domingo, 24 de noviembre de 2019

TRENES QUE PASAN EN LA NOCHE, de Arturo Pérez Reverte - 18/11/19

Mi amor por los trenes empezó, como la mayor parte de las cosas que recuerdo, en un libro que leí con ocho o nueve años: lo escribió Julio Verne, se llama Claudio Bombarnac, y cuenta la historia de un periodista francés que en 1892 viaja de Bakú a Pekín en un imaginario ferrocarril Transasiático, en cuya ruta le ocurren innumerables peripecias, incluido el conocimiento de interesantes y misteriosos compañeros de viaje.
Añadan a eso otros libros leídos muy pronto, como los relatos viajeros de Paul Morand, las novelas de crímenes en trenes de Agatha Christie y Orient Express de Graham Greene, y comprenderán fácilmente hasta qué punto la imaginación de un niño y más tarde un muchacho lector quedó fascinada por ese ambiente.
Y a eso hay que añadir, por supuesto, el cine: Alarma en el expreso, de Hitchcock, por ejemplo.
También Berlin Express, Desde Rusia con amor y, sobre todo, El expreso de Shanghai, donde en mi juventud - y juro que no sólo entonces - habría dado cualquier cosa por ser durante cinco minutos Clive Brook fumando junto a Marlene Dietrich («Hicieron falta muchos hombres para llamarme Shanghai Lily») en la plataforma trasera del vagón que cruza la turbulenta China.

Por el tiempo que me ha tocado vivir llegué tarde a muchas cosas; pero algunas pude conocerlas cuando estaba a punto de apagarse la luz y todavía sonaba la música.
Eso incluye esa clase de trenes, aquellas paradas nocturnas en andenes cubiertos de niebla a los que bajabas a estirar las piernas o a tomar un café en la cantina de la estación.

Nunca viajé en el Orient Express como tal; pero a finales de los años 70 fui de Viena a Belgrado y Estambul por la misma vía por donde poco antes aún circulaba ese tren mítico, y me alojé en el Pera Palace y en otros hoteles vinculados a su centenaria historia y a los viajeros que la protagonizaron.
También viajé siempre de Madrid a París en coche cama (Cie. Internationale des Wagons - Lits et des Grands Express Europeens), hasta que RENFE - golpe bajo que jamás perdoné - suprimió el servicio y me obligó a tomar el maldito avión.
Lo mismo hice hasta hace poco en los viajes Madrid - Lisboa, postrer reducto de los entrañables coches cama españoles y portugueses, aunque en los últimos tiempos con un servicio decaído, rancio y miserable, que a la hora de teclear esta página ignoro si sigue funcionando o falleció de muerte natural.

Y, bueno. El tiempo pasa y las cosas cambian.
Ya no puedo dar una propina al encargado para que me atienda bien durante la noche, ni abrazar a una mujer en la estrecha litera mecido por el sonido de los bogies, ni fumar un Players apoyado en una ventanilla del pasillo, ni sentarme sin prisas, correctamente vestido, en la mesa de un vagón restaurante y disfrutar de un buen vino mientras observo el paisaje o a los pasajeros; aunque me desquito procurando que ahora lo hagan los personajes de algunas de mis novelas, como Lucas Corso en El club Dumas o Lorenzo Falcó en Sabotaje.

Hoy los trayectos duran pocas horas, pues todo exige - lo exigimos, con afán a veces innecesario - un transporte más veloz y más práctico.
Obligados, además, a soportar la charla impertinente de los imbéciles que vocean su vida e intimidades mediante teléfonos móviles.

Pero aun así, viajar en tren me sigue produciendo una felicidad singular: una especie de estado de gracia sereno y expectante.
En Francia, Italia, España, Europa, los trenes rápidos son excelentes y los lentos dejan tiempo para pensar.
Es otro mundo.
Todavía se aprecian maravillosas vistas desde la ventanilla de un vagón de ferrocarril, sobre todo cuando lo haces levantando la mirada del libro que tienes en las manos.
Esos libros que cuentan cómo era viajar en tren en otro tiempo, y te enseñan a disfrutarlo ahora.

NO ES NO, MACHIRULO..!, de Arturo Pérez Reverte - 28/10/19

Me lo cuenta mi amigo Dani, que aún no se ha repuesto de la impresión.
Le da un sorbo a la cerveza, me mira con cara de panoli, pasea la vista por el bar y me mira otra vez.
Es que todavía no me lo creo, dice.
Lo que me pasó la otra noche.
Estoy en una discoteca, y en la pista hay una chavala que baila, me sonríe y sigue bailando.
Y yo, pues bueno. Lo normal. Me voy acercando a ella, bailoteo por aquí y por allá.
Y como me sigue sonriendo y se mueve que da gusto, pues me sitúo a distancia de combate, o sea, a un metro, y nos seguimos el ritmo de puta madre. ¿Comprendes?
Y al rato largo, como me sigue sonriendo y las contorsiones son ya de ponerme más caliente que el pico de una plancha, y ella está de espaldas meneándose a medio palmo de mi bisectriz, intento meter cuello, vamos, nada irrespetuoso, un poquito de cara por si se anima al roce.
En plan bien y probando.
Y entonces la tía aparta de pronto el bullate que me está restregando en plena cebolleta, se da la vuelta, me pega un empujón que me echa cuatro pasos atrás y grita:
«¡No es no, machirulo!».
Y se va con sus amigas mientras me quedo con cara de idiota.

Y al llegar a ese punto, a lo de la cara de idiota, Dani le da otro sorbo a la Cruzcampo.
A ver si me lo explicas, dice. Que yo no le he faltado a una tía en mi vida, ya me conoces.
De qué iba la chavalita..?
Y como Dani tiene treinta años y yo sesenta y ocho, y hoy me pilla de buenas, me apoyo en la barra y se lo explico. Son daños colaterales, le digo.
Reajustes inevitables de un mundo secularmente injusto que, más para bien que para mal, cruje hoy por las costuras. Y a veces se nos va de las manos.
Sin embargo, como siempre digo, lo nuevo es lo olvidado. Así que tómalo por su lado bueno, que tiene su pimienta histórica.
Su puntito educativo.

Pues a mí no me educa un carajo, masculla Dani.
Entonces lo miro a los ojos, le clavo un dedo en la clavícula y le digo te equivocas, compadre.
Ya verás como de ésas no te pasa otra. Porque la próxima vez que te arrimes a una contorsionista que sonría en la discoteca, lo harás sobre seguro.
O más que sobre seguro, con la saludable precaución del marino que tiene una costa peligrosa a sotavento; sabiendo que los tiempos han cambiado - aunque como te dije antes nada cambia nunca del todo -, y ese viejo ajuste de cuentas que la mujer tiene pendiente con el hombre, resultado de siglos de ser rehén y víctima suya, tiene ahora nuevos cauces. Nuevos escenarios donde pasar factura.
Y toca zampárselos sin pelar.

Así que no te deprimas, chaval - prosigo -, porque tampoco es eso. Sólo estás pagando peaje.
Eres un tío normal, simpático. Buena gente.
Te gustan las tías como a ellas los tíos, aunque a ellas (que pueden ser tan torpes o idiotas como tú) la propaganda y la demagogia fácil de estos tiempos también las tenga hechas un lío, trastornadas por la nueva Sección Femenina de la eterna Inquisición oportunista y fanática: esa misma que antes censuraba escotes y longitud de falda con un rosario incrustado en los ovarios, y que ahora, en versión laica pero también disparatada, pone aparte a las gallinas para que no las violen los gallos, prohíbe beber leche de vacas explotadas, equipara sexo con violación y te llama machista, incluso fascista, si te niegas a decir en plan inclusivo les niñes me toquen los cojones y las cojonas.
Alentada, claro, por no pocos cantamañanas varones que jalean a las nuevas inquisidoras; la mayoría no porque se lo crea un carajo, sino para congraciarse con ellas, para medrar donde ellas mandan, o creyendo que así van a conseguir más votos, e incluso mojar más, los muy gilipollas.

Así que, como se decía cuando Alatriste, cuidado que asan carne.
Y recuerda, además, que tu masculina simpleza - cuando tú vas, ellas han vuelto veinte veces - está a años luz de cómo les funciona el coco a tus prójimas.
Porque no es que la de la discoteca fuese a por ti en concreto.
A lo mejor, compañero del metal, es que tu partenaire del bullate móvil estaba esa noche harta de babosos, que abundan, y pensó: al primero que se arrime con babas o sin ellas lo voy a crujir vivo.
O igual lo que pasó fue que estaba deseando decirle no es no a alguien y contárselo a sus amigas, no os lo vais a creer, etcétera, antes de colgarlo en Twitter o Facebook o Instagram acompañado de un selfi.
Y buscaba un pringao. Uno cualquiera, vamos. Uno de infantería. Y allí apareciste tú haciendo el gamba.
En cualquier caso, colega, no lo tomes como algo personal. No te disminuyas, que peor lo tiene Plácido Domingo.
Pero siempre que estés ante una mujer, tenga ésta la edad que tenga, recuerda que si miras alrededor y no ves a ningún pringao, es que el pringao eres tú.
Y esa noche te tocó serlo.

EL GOLPE BUENO, de Horacio Verbitzky - 24/11/19

La inteligencia militar argentina invade campos reservados a Defensa, Seguridad y Presidencia 


El elogio del Presidente de Estados Unidos Donald Trump a los militares bolivianos por “acatar su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la Constitución”, forma parte de una tendencia a considerar que hay golpes de estado buenos y malos.
Trump también opinó que las Fuerzas Armadas bolivianas pusieron “al Hemisferio Occidental un paso más cerca de ser completamente democrático, próspero y libre”.
Esta inclinación de los militares a ocupar espacios propios del gobierno civil también se verifica en la Argentina, aún bajo un gobierno tan amistoso con las Fuerzas Armadas como el de Maurizio Macrì.

El 23 de abril de este año, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas circuló un Informe de Inteligencia 16, producido por su Dirección General de Inteligencia, sobre Venezuela y el “Factor Militar Extraregional”.

El 17 de mayo, el director de legal y técnica de la Agencia Federal de Inteligencia, Hernan Martiré Palacio, dirigió una seca respuesta al Coordinador General de la Direción Nacional de Inteligencia Estratégica Militar del Ministerio de Defensa, el abogado cordobés de la escudería Aguad, Mauricio Colucci Camusso.

Por indicación del Director General Gustavo Arribas, le dijo que ese informe fue realizado por “un órgano que no pertenece al Sistema de Inteligencia Nacional y por lo tanto incompetente, contrariando normas federales vigentes”. Las Fuerzas Armadas no tienen permitido realizar inteligencia estratégica nacional (que corresponde a organismos del Poder Ejecutivo), inteligencia estratégica militar, asignada al Ministerio de Defensa, ni inteligencia criminal, propia del Ministerio de Seguridad. 



Bussi y el Comando Sur

La protesta de la AFI remitió a otra, enviada un año antes a quien ocupaba entonces la posición de Colucci Camusso, la abogada María Noel Costa, otra protegida de Aguad, quien este año asumió como jueza del Tribunal Oral Federal 2 de Córdoba.

Colucci Camusso aspira a un cargo en el Ministerio Público, que aún no consiguió, pero ninguno de los dos tiene capacitación en Inteligencia, lo cual favorece la ilegal intromisión del Estado Mayor Conjunto.


Actual jueza María Noel Costa. 
– ¿Con la central de Inteligencia? 
– ¿Uhhhh? 


Su titular, general Bari Sosa, ha recibido a los sucesivos jefes del Comando Sur de Estados Unidos, almirantes Kurt Tidd y Craig Faller, cuyos lineamientos estratégicos sigue, como se ve en el informe prohibido de Inteligencia estratégica nacional.
Hijo de Eusebia Jerez de Sosa, quien fue diputada nacional y candidata a la vicegobernación de Tucumán por el partido del ex dictador Domingo Bussi, está casado con una activa militante macrista en las redes sociales, Martha Cardoso, quien trabaja en la oficina de Federico Pinedo en el Senado.

Coincide en esto con el jefe del Ejército, general Claudio Pasqualini. Su esposa, Maria Laura Renes, es hija del coronel Athos Renes, condenado a prisión perpetua por la masacre de Margarita Belén. María Laura es activa en los grupos negacionistas que consideran a los condenados por crímenes de lesa humanidad como presos políticos.
Tanto la madre como la esposa de Sosa postean en favor del actual gobierno y en contra del kirchnerismo. 


La dirigente bussista Eusebia Jerez de Sosa con sus hijos Bari, Augusto y María Teresa. 



Sosa con el almirante Faller. 



Sosa con el almirante Tidd.


Un sistema al margen de la ley y la Constitución

Sosa avanzó “sobre facultades que han sido legalmente asignadas a esta AFI”, a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal de la Secretaría de Seguridad (DNIC), a la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar del Ministerio de Defensa (DNIEM) y a la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete de Ministros, según la nota de mayo de 2018, dirigida por Martiré Palacio a María Noel Costa.En aquel momento se refería a una directiva secreta del general Sosa, quien convocó a las fuerzas a su cargo a participar en un grupo de trabajo de inteligencia, parte de un nuevo Sistema de Alerta Estratégica (SAE).

Comunicaba la designación como responsable del SAE del Director General de Inteligencia Conjunta del Estado Mayor Conjunto, para analizar “cambios importantes en el carácter o nivel de amenazas a la seguridad”.

La AFI le informaba al Ministerio de Defensa que el Estado Mayor Conjunto estaba usurpando las competencias de ambos organismos.
La creación de ese Grupo y de ese Sistema fue el primer paso para la realización de inteligencia sobre cuestiones de seguridad que, como le recordó la AFI, las leyes 23.554, de Defensa Nacional, y 24.059. de Seguridad Interior excluyen “del ámbito de competencia de las Fuerzas Armadas”.

El leguleyo de la AFI también reiteró que corresponde a la dependencia que conduce Gustavo Arribas formular el Plan de Inteligencia Nacional y los acuerdos con agencias extranjeras, rubros en los que se adentra el Estado Mayor Conjunto.
La Inteligencia Estratégica Militar es competencia exclusiva de la DNIEM que ocupaba Costa.

La conclusión del abogado de la AFI, reiterada este año, fue categórica: “Se advierte que el Estado Mayor Conjunto pretendería establecer un sistema de Inteligencia al margen de la ley, cuyo marco de actuación se encontraría por fuera del Sistema de Inteligencia Nacional, sin conducción legalmente instituida ni régimen de control legítimo”.
El acto es inconstitucional, “contrario al régimen legal instituido y a normas federales y de rango superior”.

La relación con agencias extranjeras es evidente en el Informe prohibido, originado en el cut & paste de materiales estadounidenses.
Por lo menos esta vez no hay mapas escritos en inglés, como ocurría durante la presidencia de Fernando de la Rúa.


Venezuela, Rusia, China e Irán

El informe de inteligencia afirma que desde el primer gobierno de Hugo Chávez, en 1999, Venezuela estableció fuertes relaciones con Cuba, inclusive militares.
A partir de 2001 ha desarrollado alianzas económicas y militares con Rusia y China, que contrarrestan el predominio de Estados Unidos.
A partir de 2005 se fortalecieron los lazos con Irán.

Esas son las líneas de trabajo que el Comando Sur establece para los militares latinoamericanos y del Caribe, que no coinciden con su misión y competencias.
El 2 de diciembre de 2018, sigue el informe ilegal, un funcionario de Estados Unidos declaró que era posible una invasión a Venezuela en 96 horas.
En menos de ese lapso, Rusia desplegó allí dos aviones TU-160. 
Dos gobiernos corruptos malgastando fondos públicos y reprimiendo la libertad mientras los pueblos sufren”, dijo el Secretario de Estado Mike Pompeo, según el informe del Estado Mayor Conjunto argentino.

También afirmó que Venezuela posee la mejor defensa aérea de América Latina, que haría muy difícil una invasión, y que posee unos 4.500 efectivos de infantería cubanos, que usan uniformes venezolanos.

El informe producido por el general Sosa concluye que “Venezuela nunca debería abandonar el desarrollo de una capacidad militar suficiente” de modo que si Estados Unidos intentara una invasión “le resulte más cara que pagar el precio de su petróleo en el mercado”.

Además de ilegal, esta conclusión no parece muy lúcida. Asegurar el abastecimiento energético es un objetivo estratégico que Estados Unidos no subordina al costo de una operación militar.
Tampoco parece entender la diferencia entre flujo y stock.
El Informe de Sosa afirma que Estados Unidos mantendrá la escalada del conflicto contra Venezuela y que por lo menos hasta diciembre de 2019, no será resuelta con el Instrumento Militar en Operaciones de Guerra.


El Informe ilegal.


El chiste de Evo

Esta reaparición militar en terrenos prohibidos implica dejar de lado el tajante repudio a cualquier intervención política de las instituciones castrenses, que caracterizó la actitud estadounidense luego de las dictaduras centro y sudamericanas.
En Uruguay, el presidente del Centro Militar, coronel Carlos Silva Valiente, dijo que la búsqueda de detenidos desaparecidos en dictadura (1973-1985) es un “gastadero de plata y un curro”, expresó que en Uruguay no hubo dictadura, cuestionó las leyes sociales del gobierno del Frente Amplio y advirtió que están dadas las condiciones para un golpe de Estado porque no hay democracia, y confesó que la gente le pide que vuelvan los militares.

En vísperas de las elecciones de hoy, donde se elegirá al nuevo Presidente, el Centro Militar envió un mail en el que afirma que «culminará el proceso de redención de los derechos y valores del pueblo oriental, heridos, socavados, despreciados por 15 años de asonada frenteamplista», para «imponerle al Uruguay un perfil del todo ajeno a su historia, a sus más queridas tradiciones, a sus más profundos principios; pero también será el inicio de un compromiso en favor de la restauración de los vínculos que desde siempre unieron a los uruguayos y que la larga prédica y praxis del marxismo casi ponen al borde de la irremediable bancarrota».

En Brasil, el capitán Jair Bolsonaro, electo Presidente gracias a la proscripción de Lula, disolvió su partido y creó uno nuevo, Alianza por el Brasil, cuyo logotipo está formado con cartuchos.
Bolsonaro también se fotografío con otra composición macabra, realizada con la misma materia prima.





Bolsonaro sancionó una excluyente de responsabilidad para quienes matan en estado de necesidad, en legítima defensa, en estricto cumplimiento de un deber legal, o en ejercicio regular de un derecho.

Invocó para eso su propia plataforma electoral, donde decía que «los policías necesitan tener certeza de que en ejercicio de su actividad profesional serán protegidos por una retaguardia jurídica, garantizada por el Estado».Es el mismo concepto del protocolo sancionado por la presidentítere del golpe boliviano, Jeanine Áñez.

Esta disposición a privilegiar la fuerza sobre las instituciones se extiende incluso a Estados Unidos, refleja la mala relación de sus Fuerzas Armadas con Trump y se inscribe dentro del malestar con las deficiencias de una democracia con la que no se come, se cura ni se educa.
Los índices de pobreza de Estados Unidos, el endeudamiento con tarjetas de crédito, el remate de viviendas, la desprotección médica, son tan graves como en muchos lugares del Tercer Mundo y eso explica la popularidad de los precandidatos demócratas que denuncian esa situación, Bernie Sanders y Elizabeth Warren.

Desde su forzado exilio en México, Evo Morales repitió un viejo chiste latinoamericano: “En Estados Unidos no hay golpes militares, porque no tienen embajada de los Estados Unidos”.
Esta inveterada certidumbre está en duda ahora.

En noviembre de 2016, la cadena de televisión CBS News entrevistó al académico de la Universidad de Harvard Yascha Mounk, coautor de una investigación según la cual “muchos ciudadanos de países democráticos están insatisfechos y piensan que vivir en democracia no es tan importante. Están más abiertos a otras alternativas, incluso extremas, como el gobierno militar”.
En 1995, sólo 1 de cada 16 estadounidenses decían que un gobierno militar sería bueno o muy bueno.
Hoy son 1 de cada 6.

Peor aún, esta tendencia se acentúa entre los más jóvenes: sólo uno de cada cinco millenials dicen que un gobierno militar sería ilegítimo, exactamente el 19%.
La misma tendencia se manifiesta en Europa: el 36% de los millenials consideran ilegítimo un gobierno militar, contra el 53% de los ciudadanos mayores.

Los millenials no tienen experiencia de lucha contra el fascismo o el comunismo, por eso la democracia no les parece tan importante, es la explicación de Mounk.


Yascha Mounk: 1 de cada 6. 


La mala costumbre

La semana pasada el diario Washington Post publicó un artículo de Erica De Bruin, profesora de la Universidad Hamilton y autora del libro Cómo impedir los golpes de Estado.
Los funcionarios de Estados Unidos han adquirido la mala costumbre de apoyar la intervención militar en asuntos políticos, irónicamente en nombre de la democracia”, dice.

De Bruin recuerda que ya en 2013 el gobierno de Barack Obama consideró que el derrocamiento del electo Presidente egipcio Mohamed Morsi no era un golpe, sino expresión de la voluntad popular que “restauró la democracia”.
Pero, dice la académica, no hay evidencias de que los golpes de Estado y otras formas de intervención militar produzcan gobiernos más democráticos.
El propio Egipto es buen ejemplo de eso.

Este año el gobierno de Trump reincidió, al apoyar el llamamiento de Juan Guaidó a los militares de Venezuela para que derrocaran al Presidente Nicolás Maduro y favorecieran así “una transición pacífica a la democracia”, como dijo el Secretario de Estado Mike Pompeo.
Lo más común es que los golpes reemplacen un dictador con otro, refuta De Bruin.
Su conclusión es que la supervivencia a largo plazo del gobierno democrático depende de resistir la tentación de confiar en los militares para controlar a los posibles gobernantes autoritarios.

Más significativo es el artículo sobre el tema publicado en la Military Review, edición de mayo-junio de 2018. Se trata de la publicación profesional del Ejército de los Estados Unidos.
Allí el director de la Carrera de grado y profesor de historia en la Universidad de Comando y Estado Mayor del Ejército, con sede en Fort Leavenworth, Kansas, Robert F. Baumann, comenta el libro El Golpe Democrático, del académico turco-estadounidense Ozan Varol.


La paloma de la guerra. 

Uno de los principales ejemplos de Varol es el derrocamiento en 2017 de Robert Mugabe, quien a sus 93 años llevaba 37 en el gobierno del país cuya independencia de Gran Bretaña condujo, cuando aún se llamaba Rhodesia, en homenaje al conquistador, empresario y traficante de diamantes Cecil Rhodes.

Para Varol, los ejércitos basados en la conscripción tienden a compartir los sentimientos de la población en general y en consecuencia estarían más inclinados a simpatizar con quienes protestan en las calles.

En cambio los ejércitos formados por voluntarios mostrarían mayor distancia psicológica de la población general.


Pero más interesante que los casos que propone Varol son los comentarios de Baumann, porque esos sí reflejan el pensamiento de los militares estadounidenses de hoy.
Si la sociedad se disolviera en el caos y el desorden, crecería la posibilidad de que las Fuerzas Armadas tuvieran que ser parte de la solución”, dice.

Baumann cita un trabajo publicado hace casi tres décadas por el historiador militar Peter Maslowski, quien detectó una tensión entre ciertos valores militares como la subordinación y los valores ciudadanos, tales como el derecho a disentir. “Aunque los estadounidenses dan por sentado con toda razón que sus Fuerzas Armadas se mantendrán alejadas de las cuestiones políticas, no es así como funcionan las cosas en la mayor parte del mundo”.

La tensión entre Trump y los militares llevó hace un año a la renuncia del Ministro de Defensa, general Jim Mattis, por la decisión presidencial de retirar las tropas estadounidenses de Siria y reducir el contingente desplegado en Afganistán, en contra de su consejo.
El retiro de tropas de Medio Oriente, resistido por el establishment militar y por el propio partido Republicano, coincide con la renovada atención que Trump dedica a lo que allí llaman el Hemisferio Occidental.
Fue su asesor de seguridad nacional John Bolton quien definió el nuevo eje del mal, lo que llamó la troika de las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que se ilusionó con ver caer.
Quien cayó fue Bolton, por el ostensible fracaso de su política hacia Venezuela, donde no se produjo ni un masivo levantamiento popular ni una fractura de las Fuerzas Armadas.
Trump habla como un matón, pero los que tienen los fierros desconfían de él.


El juicio político, de Nixon a Trump

En 1975, el juicio político al Presidente Richard Nixon se realizó con el argumento del espionaje a la sede del partido demócrata, en el edificio Watergate, pero sería imposible entenderlo sin tomar en cuenta que Nixon condujo a su país a la derrota más humillante en el Sudeste Asiático, no en uno sino en tres países, Vietnam, Laos y Camboya.

Del mismo modo, no tiene mayor interés perderse en los detalles del juicio político que ahora intentan los demócratas contra Trump por el Rusiagate y el Ucraniagate, como explica en esta misma edición Mónica Peralta Ramos.

Ese procedimiento avanza porque Trump colisionó con el establishment militar y con el sistema financiero global, cuyo candidato es precisamente Joe Biden, aquel en cuya historia Trump quiso husmear con ayuda del Presidente de Ucrania.

La apuesta de Trump para que las transnacionales deriven sus inversiones de Asia, África y América Latina a Estados Unidos, tuvo más éxito del previsto, y la desocupación es la más baja en medio siglo, si bien en empleos basura y con bajas remuneraciones, que se compensan contrayendo deudas difíciles de pagar, que abonan desde la indiferencia hasta la furia contra los políticos.


La Argentina encabeza el ranking

A ningún país debería interesarle más que a la Argentina que la situación mundial no escale hacia niveles superiores de confrontación violenta, dada la enorme riqueza petrolera de Vaca Muerta, donde ya operan empresas estadounidenses y chinas, a lo que se suman los nuevos yacimientos de shale gas y petróleo descubiertos en la provincia de Santa Cruz, cerca de la frontera con Chile; la existencia cerca de Vaca Muerta de una estación china de rastreo satelital, desde la cual se supervisó la primera misión de la humanidad a la cara oculta de la luna, y de una base estadounidense, construida con el pretexto de asistencia humanitaria, en una zona desierta, no muy lejos de Vaca Muerta ni de la estación china.

Ni el gobierno ni las fuerzas que se le oponen parecen haber tomado conciencia de que la Argentina ha quedado envuelta en el ajedrez estratégico que hoy enfrenta a Estados Unidos con China, en el plano económico, y con Rusia en la confrontación militar, con renovada dimensión nuclear.

No hay en la Argentina de hoy ningún político con la visión que en 1961 impulsó al Presidente Arturo Frondizi a tender puentes entre el Che Guevara, a quien recibió en secreto en la residencia de Olivos, y el gobierno estadounidense de John F. Kennedy.
Tampoco a él le sirvió de mucho, porque fue derrocado meses después y la Argentina se precipitó de la peor manera al torbellino de la Guerra Fría.

Mas allá de los detalles, el nuevo juicio a Trump tiene características inéditas.
Por un lado, involucra directamente a los miembros de los servicios de inteligencia y del departamento de Estado en las acusaciones contra el Presidente, siendo el denunciante principal un miembro de la CIA simpatizante del partido demócrata que habría trabajado con Biden en distintas ocasiones y tiene fuertes conexiones con algunos diputados demócratas.

Otro hecho saliente es el abierto involucramiento de los medios de comunicación considerados liberales (New York Times, Washington Post, CNN, etc.) en la filtración de información secreta provista por los organismos de inteligencia y en la divulgación de fake news para perjudicar a Trump.

Otro punto consiste en el cuestionamiento por funcionarios de su gabinete y/o de los organismos de inteligencia contra decisiones de política exterior de Trump.
Así, el juicio político tiene cierto tufillo reminiscente a golpe blando, sólo que esta vez al interior de los Estados Unidos.


La Argentina en el tablero global

Desde la guerra de las Malvinas, la Argentina no estaba inserta de modo tan decisivo en el tablero mundial.


La importancia para el país de las nuevas definiciones estratégicas de Estados Unidos se aprecia en el Informe presentado este mes al Capitolio por la Comisión de Seguimiento de las Relaciones Económicas y de Seguridad entre Estados Unidos y China.
Fue aprobado por unanimidad de sus doce miembros.

El mandato de la Comisión es “monitorear, investigar e informar al Congreso de las consecuencias sobre la seguridad del comercio bilateral y de las relaciones económicas» con China.
La Argentina descuella con 26 menciones, igual que Canadá, contra 17 de Venezuela, 8 de Cuba, 7 de Brasil, 5 de México, 4 de Chile, 3 de Bolivia, 2 de Paraguay y Uruguay y 1 de Ecuador.
La cantidad es muy significativa, porque indica que las alternativas de la guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China repercuten inevitablemente en la Argentina.

Pero también importa la calidad de esas menciones. 
Estas son las principales:

  • Beijing contempla que su Ejército Popular de Liberación alcance en fortaleza y prestigio a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y disuada a otros países de oponerse a los objetivos nacionales chinos.
  • La estrategia militar china ha evolucionado hacia la «defensa avanzada», lo más lejos posible de sus propias costas.
  • China está desarrollando las capacidades críticas para enfrentar a la US Navy en mares lejanos.
  • Para eso está construyendo «una red de baluartes estratégicos en el extranjero, consistentes en bases militares y puertos comerciales que puedan apoyar operaciones militares».
El documento provee dos ejemplos: «China estableció su primera presencia militar permanente de ultramar en Djibouti, en 2017 y en la Argentina en 2018″ (el carácter militar de esa presencia en la Argentina es una presunción).

China incrementa sus tarifas a las exportaciones de los Estados Unidos y las reduce a las de productos competitivos de otros países.
Aun sin haber reducido la tarifa del 3% a los porotos de soja de Brasil y la Argentina, China ha redirigido hacia ellos sus anteriores compras a Estados Unidos.

Tecnologías de Vigilancia: China está exportando a los países de América Latina y el Caribe Tecnologías de Vigilancia que podrían debilitar el desarrollo de sociedades democráticas.
En febrero de 2019, Uruguay comenzó a instalar 2.100 cámaras de vigilancia donadas por el gobierno chino, mientras que la Argentina planea instalar en octubre de 2019 sistemas chinos de vigilancia por 24 millones de dólares.
La Argentina y Uruguay se suman así a Ecuador, México y Bolivia, como operadores regionales de esas tecnologías, que según la comisión, pueden usarse para limitar las libertades básicas y reprimir a la oposición política en países con tendencias autoritarias como Venezuela, debilitando la gobernabilidad democrática.

Poder Civil Nuclear: además de los proyectos de transporte e infraestructura digital, China ha utilizado su Iniciativa Belt and Road, para cultivar mercados para sus reactores nucleares y elevar su perfil internacional.
Hasta ahora, China sólo ha exportado su reactor autóctono Hualong Uno a Paquistán «y está negociando la construcción de otro en la Argentina».

El espacio electromagnético: El Ejército Popular de Liberación estableció una estación de control satelital y de misiones espaciales en la Patagonia, Argentina, en lo que fue «su primera presencia permanente en el Hemisferio Occidental. Beijing tiene un contrato de arrrendamiento por 50 años y los expertos evalúan que las instalaciones, que son operadas por la Fuerzas chinas de Apoyo Estratégico, podrían emplearse para hacer inteligencia sobre satélites de Estados Unidos y de otros países, lanzamientos de misiles y movimientos de drones. También podría interferir o poner en riesgo los sistemas de comunicaciones, redes electrónicas y sistemas electromagnéticos en el Hemisferio Occidental».

Durante años, China tendió una red global de estaciones terrestres para rastreo y observación espacial, basada en alianzas diplomáticas, que también utilizó para extender su presencia militar de ultramar.
Dado que esto obligaba a confiar en el despliegue de costosos barcos de comunicaciones para rastrear naves espaciales en órbitas no visibles desde territorio chino, en la década de 1970 China inició esfuerzos para emular el estilo de redes de monitoreo de ultramar de Estados Unidos.
En la actualidad opera estaciones de seguimiento en Chile, Suecia, Australia, Namibia, Pakistan y Kenya.

«En 2015, Beijing se aseguró un acuerdo para un centro de control satelital y de misiones espaciales mucho más grande y capaz, en la Patagonia, Argentina. El centro de control espacial en la Argentina, que China consiguió construir y operar en un momento en que la Argentina estaba muy endeudada con China, representa una significativa expansión de la capacidad china de rastreo y control espacial por medio de una red global de estaciones terrestres y puede ser un nuevo modelo de bases de ultramar chinas».

Como resultado de la fusión de organismos satelitales y organismos militares espaciales, la base es operada por el Departamento de Sistemas Espaciales de la Fuerza Estratégica de Apoyo, que es la parte del Ejército Popular de Liberación responsable de telemetría, rastreo y comando de las misiones militares chinas al espacio, así como de las actividades contra espaciales.

Durante la reunión sostenida en México con el encargado del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mauricio Claver, Alberto Fernández sólo escuchó un pedido: «Sabemos que necesitan de la relación con China y lo entendemos. Pero absténganse de permitir que la empresa china Huawei desarrolle el 5G (la tecnología de comunicaciones de la Internet de las cosas, que revolucionará el mundo). Podrían capturar así sus datos estratégicos», que Estados Unidos se reserva para sí y para Israel.
Será interesante ver la evolución de este conflicto.
En la Argentina, Huawei está realizando las pruebas de 5G en sociedad con el Grupo Clarín, cosa que también fastidia al mogul mexicano Carlos Slim, propietario de la competidora Claro.

Curiosamente, el Informe no menciona las represas Kirchner y Cepernic, en Condor Cliff y Barrancosa, que una empresa estatal china construye en la provincia de Santa Cruz, con un presupuesto que ronda los 4.300 millones de dólares, y con el empleo previsto de 6.000 trabajadores.
Es la principal inversión china en el exterior y la obra pública más importante en la historia argentina. Sólo menor que Yacyretá y Salto Grande, pero no compartida con ningún país limítrofe.
La primera turbina debía entrar en operaciones este año, como alivio a la restricción externa, pero el gobierno frenó su construcción por motivos inconfesables.
Al asumir Macrì, las obras se paralizaron para realizar una auditoría minuciosa, que no encontró ninguna irregularidad técnica ni económica.
El objetivo no era limitar la penetración china, sino correr al socio argentino, Electroingeniería, y reemplazarlo por la constructora del hermano de la vida Nicky Caputo, cosa que los chinos no aceptaron, ni siquiera después de que el gobierno dispusiera encuadernar al vicepresidente de Electroingenieria, Gerardo Ferreyra, para forzar a negociar a su socio principal, Osvaldo Acosta.
Ante su negativa, Acosta también fue detenido por la mafia oficial.

Como señaló el portal estadounidense Fair, dedicado a analizar el comportamiento de la gran prensa estadounidense, esos medios escondieron en forma sistemática que el Lava Jato no empezó en Brasil, sino en Estados Unidos, y que su primer objetivo fue sacar del mercado a la constructora Odebrecht, la mayor transnacional sudamericana que competía con las grandes empresas estadounidenses por los mayores contratos.

Más conocido es que el juez Sergio Moro fue formado en Estados Unidos y que el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Edward Prado, es un ex juez que dedicó años a la formación de sus colegas de Latinoamérica para cumplir con el objetivo que el POTUS fijó en su documento de estrategia nacional de seguridad: perseguir a los dirigentes corruptos y asegurar que las empresas estadounidenses puedan competir por las mejores licitaciones.

Feliz con los resultados de su emprendimiento, Prado y su esposa se concedieron unos días de descanso.
Mirá dónde y cuándo fueron:


Embajador Prado, en la frontera con Bolivia, a una semana del golpe



Al demonio

Indiferente a los cambios del mundo, la Inteligencia del Ejército celebró su día, el 15 de noviembre, con una bizarra ceremonia en Campo de Mayo.
La filmación con que se cierra esta nota muestra cómo se alimenta la paranoia antisubversiva, como si no hubieran transcurrido casi medio siglo y las Fuerzas Armadas siguieran investidas de la autoridad y el designio de combatir al demonio.

Una ardua tarea le espera al designado ministro de Defensa, Agustín Rossi.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

EL ODIO AL INDIO, de Álvaro García Linera - 17/11/19

El depuesto Vicepresidente García Linera explica las causas del golpe de Estado


Como una espesa niebla nocturna, el odio recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales de Bolivia.
Sus ojos rebalsan de ira. No gritan, escupen; no reclaman, imponen.
Sus cánticos no son de esperanza ni de hermandad, son de desprecio y discriminación contra los indios.
Se montan en sus motos, se suben a sus camionetas, se agrupan en sus fraternidades carnavaleras y universidades privadas y salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder.

En el caso de Santa Cruz organizan hordas motorizadas 4×4 con garrote en mano a escarmentar a los indios, a quienes llaman “collas”, que viven en los barrios marginales y en los mercados.
Cantan consignas de que “hay que matar collas”, y si en el camino se les cruza alguna mujer de pollera la golpean, amenazan y conminan a irse de su territorio.

En Cochabamba organizan convoyes para imponer su supremacía racial en la zona sur, donde viven las clases menesterosas, y cargan - como si fuera un destacamento de caballería - sobre miles de mujeres campesinas indefensas que marchan pidiendo paz.
Llevan en la mano bates de béisbol, cadenas, granadas de gas; algunos exhiben armas de fuego.
La mujer es su víctima preferida; agarran a una alcaldesa de una población campesina, la humillan, la arrastran por la calle, le pegan, la orinan cuando cae al suelo, le cortan el cabello, la amenazan con lincharla, y cuando se dan cuenta de que son filmadas deciden echarle pintura roja simbolizando lo que harán con su sangre.

En La Paz sospechan de sus empleadas y no hablan cuando ellas traen la comida a la mesa. En el fondo les temen, pero también las desprecian.
Más tarde salen a las calles a gritar, insultan a Evo y, con él, a todos estos indios que osaron construir democracia intercultural con igualdad.
Cuando son muchos, arrastran la Wiphala, la bandera indígena, la escupen, la pisan la cortan, la queman.
Es una rabia visceral que se descarga sobre este símbolo de los indios al que quisieran extinguir de la tierra junto con todos los que se reconocen en él.

El odio racial es el lenguaje político de esta clase media tradicional.
De nada sirven sus títulos académicos, viajes y fe porque, al final, todo se diluye ante el abolengo.
En el fondo, la estirpe imaginada es más fuerte y parece adherida al lenguaje espontáneo de la piel que odia, de los gestos viscerales y de su moral corrompida.

Todo explotó el domingo 20, cuando Evo Morales ganó las elecciones con más de 10 puntos de distancia sobre el segundo, pero ya no con la inmensa ventaja de antes ni el 51% de los votos.
Fue la señal que estaban esperando las fuerzas regresivas agazapadas: desde el timorato candidato opositor liberal, las fuerzas políticas ultraconservadoras, la OEA y la inefable clase media tradicional.
Evo había ganado nuevamente pero ya no tenía el 60% del electorado; estaba más débil y había que ir sobre él.
El perdedor no reconoció su derrota.
La OEA habló de “elecciones limpias” pero de una victoria menguada y pidió segunda vuelta, aconsejando ir en contra de la Constitución, que establece que si un candidato tiene más del 40% de los votos y más de 10% de votos sobre el segundo es el candidato electo.
Y la clase media se lanzó a la cacería de los indios.

En la noche del lunes 21 se quemaron 5 de los 9 órganos electorales, incluidas papeletas de sufragio.
La ciudad de Santa Cruz decretó un paro cívico que articuló a los habitantes de las zonas centrales de la ciudad, ramificándose el paro a las zonas residenciales de La Paz y Cochabamba.
Y entonces se desató el terror.

Bandas paramilitares comenzaron a asediar instituciones, quemar sedes sindicales, a incendiar los domicilios de candidatos y líderes políticos del partido de gobierno.
Hasta el propio domicilio privado del Presidente fue saqueado; en otros lugares las familias, incluidos hijos, fueron secuestrados y amenazados de ser flagelados y quemados si su padre ministro o dirigente sindical no renunciaba a su cargo.
Se había desatado una dilatada noche de cuchillos largos, y el fascismo asomaba las orejas.

Cuando las fuerzas populares movilizadas para resistir este golpe civil comenzaron a retomar el control territorial de las ciudades con la presencia de obreros, trabajadores mineros, campesinos, indígenas y pobladores urbanos - y el balance de la correlación de fuerzas se estaba inclinando hacia el lado de las fuerzas populares - vino el motín policial.

Los policías habían mostrado durante semanas una gran indolencia e ineptitud para proteger a la gente humilde cuando era golpeada y perseguida por bandas fascistoides. Pero a partir del viernes, con el desconocimiento del mando civil, muchos de ellos mostraron una extraordinaria habilidad para agredir, detener, torturar y matar a manifestantes populares.
Claro, antes había que contener a los hijos de la clase media y, supuestamente, no tenían capacidad; sin embargo ahora, que se trataba de reprimir a indios revoltosos, el despliegue, la prepotencia y la saña represiva fueron monumentales.
Lo mismo sucedió con las Fuerzas Armadas.

Durante toda nuestra gestión de gobierno nunca permitimos que salieran a reprimir las manifestaciones civiles, ni siquiera durante el primer golpe de Estado cívico del 2008. Y ahora, en plena convulsión y sin que nosotros les preguntáramos nada, plantearon que no tenían elementos antidisturbios, que apenas tenían 8 balas por integrante y que para que se hagan presentes en la calle de manera disuasiva se requería un decreto presidencial.
No obstante, no dudaron en pedir/imponer al Presidente Evo su renuncia rompiendo el orden constitucional.

Hicieron lo posible para intentar secuestrarlo cuando se dirigía y estaba en el Chapare; y cuando se consumó el golpe salieron a las calles a disparar miles de balas, a militarizar las ciudades, asesinar a campesinos.
Y todo ello sin ningún decreto presidencial.
Para proteger al indio se requería decreto. Para reprimir y matar indios sólo bastaba obedecer lo que el odio racial y clasista ordenaba.
Y en sólo 5 días ya hay más de 18 muertos, 120 heridos de bala.
Por supuesto, todos ellos indígenas.

La pregunta que todos debemos responder es: ¿cómo es que esta clase media tradicional pudo incubar tanto odio y resentimiento hacia el pueblo, llevándola a abrazar un fascismo racializado y centrado en el indio como enemigo?¿Cómo hizo para irradiar sus frustraciones de clase a la policía y a las FFAA y ser la base social de esta fascistización, de esta regresión estatal y degeneración moral?
Ha sido el rechazo a la igualdad, es decir, el rechazo a los fundamentos mismos de una democracia sustancial.

Los últimos 14 años de gobierno de los movimientos sociales han tenido como principal característica el proceso de igualación social, la reducción abrupta de la extrema pobreza (de 38 al 15%), la ampliación de derechos para todos (acceso universal a la salud, a educación y a protección social), la indianización del Estado (más del 50% de los funcionarios de la administración pública tienen una identidad indígena, nueva narrativa nacional en torno al tronco indígena), la reducción de las desigualdades económicas (caída de 130 a 45 la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres); es decir, la sistemática democratización de la riqueza, del acceso a los bienes públicos, a las oportunidades y al poder estatal. La economía ha crecido de 9.000 millones de dólares a 42.000, ampliándose el mercado y el ahorro interno, lo que ha permitido a mucha gente tener su casa propia y mejorar su actividad laboral.

Pero esto dio lugar a que en una década el porcentaje de personas de la llamada “clase media”, medida en ingresos, haya pasado del 35% al 60%, la mayor parte proveniente de sectores populares, indígenas.
Se trata de un proceso de democratización de los bienes sociales mediante la construcción de igualdad material pero que, inevitablemente, ha llevado a una rápida devaluación de los capitales económicos, educativos y políticos poseídos por las clases medias tradicionales.

Si antes un apellido notable o el monopolio de los saberes legítimos o el conjunto de vínculos parentales propios de las clases medias tradicionales les permitía acceder a puestos en la administración pública, obtener créditos, licitaciones de obras o becas, hoy la cantidad de personas que pugnan por el mismo puesto u oportunidad no sólo se ha duplicado - reduciendo a la mitad las posibilidades de acceder a esos bienes - sino que, además, los “arribistas”, la nueva clase media de origen popular indígena, tiene un conjunto de nuevos capitales (idioma indígena, vínculos sindicales) de mayor valor y reconocimiento estatal para pugnar por los bienes públicos disponibles.

Se trata, por tanto, de un desplome de lo que era una característica de la sociedad colonial: la etnicidad como capital, es decir, del fundamento imaginado de la superioridad histórica de la clase media por sobre las clases subalternas porque aquí, en Bolivia, la clase social sólo es comprensible y se visibiliza bajo la forma de jerarquías raciales.

El que los hijos de esta clase media hayan sido la fuerza de choque de la insurgencia reaccionaria es el grito violento de una nueva generación que ve cómo la herencia del apellido y la piel se desvanece ante la fuerza de la democratización de bienes.
Así, aunque enarbolen banderas de la democracia entendida como voto, en realidad se han sublevado contra la democracia entendida como igualación y distribución de riquezas.

Por eso el desborde de odio, el derroche de violencia; porque la supremacía racial es algo que no se racionaliza, se vive como impulso primario del cuerpo, como tatuaje de la historia colonial en la piel.
De ahí que el fascismo no sólo sea la expresión de una revolución fallida sino, paradójicamente también en sociedades postcoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada.

Por ello no sorprende que mientras los indios recogen los cuerpos de alrededor de una veintena de muertos asesinados a bala, sus victimarios materiales y morales narran que lo han hecho para salvaguardar la democracia.
Pero en realidad saben que lo que han hecho es proteger el privilegio de casta y apellido.

El odio racial solo puede destruir; no es un horizonte, no es más que una primitiva venganza de una clase histórica y moralmente decadente que demuestra que, detrás de cada mediocre liberal, se agazapa un consumado golpista.

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