miércoles, 31 de agosto de 2022

UN ALMUERZO INDIGESTO, de Horacio Verbitzky - 28/8/2022


Ilustración Azul Blaseotto, animada por Silvia Canosa

Con una metáfora gastronómica, Cristina reiteró que la condena ya está escrita. Describió a los jueces con “cuchillo y tenedor y poniéndose una servilleta alrededor del cuello”.

La reacción ante el alegato fiscal y los pedidos de condena e inhabilitación, que congregó multitudes en parques y plazas de todo el país, no tiene visos de apagarse, lo cual indica que ese almuerzo puede resultarles indigesto, y no solo a los fiscales y los jueces de la causa, sino también a quienes les proveen la receta, los ingredientes y el fuego.

Por lo pronto, ha ratificado de un modo estrepitoso la centralidad de la vicepresidenta en la escena política, donde la única verdad sigue siendo la realidad.
El júbilo, tanto de ella como de quienes la acompañan en estado de alerta y movilización, contrasta con los rostros sombríos de la dirigencia opositora, que anuncia proyectos de juicio político contra el Presidente (el octavo desde que asumió), a Cristina por sedición y otras denuncias penales, por delitos extravagantes como el de opinión sobre el desempeño de funcionarios judiciales o instigación al suicidio.
Gris es la teoría y verde el árbol de la vida, escribió hace dos siglos Goethe, quien no conoció a Eduardo Casal, Mario Negri ni Graciela Ocaña.


Casal, Negri, Ocaña, la alegria del vivir.

Recuerdos de Gaspar Campos

El vallado del domicilio de Cristina por la policía porteña, que filmó los rostros de los manifestantes violando la ley de inteligencia, fue una provocación política y un acto ilegal.
No se trataba de custodiar a la Vicepresidenta, lo que corresponde a las fuerzas federales, sino de hostigar a los manifestantes que expresaban su solidaridad con ella.
Los preparativos de represión que se desplegaron ayer con patrulleros, carros de asalto y camiones hidrantes fueron denunciados por CFK: 
«Para los macristas: cuidado y protección. Para los peronistas: vallas, infantería de la policía de la ciudad y hasta palos, gas lacrimógeno y gas pimienta como la noche del lunes. Lo dicho ese día por la noche: nunca fueron ni serán democráticos».

Además, policías de uniforme custodiaron el estacionamiento de dos containers repletos de cascotes a dos cuadras del epicentro de la concentración.

El Presidente Fernández retuiteó el mensaje de Cristina e instruyó a legisladores de la Ciudad para que presentaran un amparo contra el sitio a Cristina.
Los actos programados en distintos puntos de la ciudad y del Gran Buenos Aires fueron suspendidos y los militantes marcharon hacia Juncal y Uruguay.
La multitud avanzó sobre las vallas y la policía reprimió con gases y chorros de agua, desatando una violencia que hasta ese momento no había formado parte de la actitud de los manifestantes.
La agresión de la policía fue brutal, contra familias que manifestaban en forma pacífica.
La respuesta fue pedir que la policía se retirara.

Ricardo López Murphy tuiteó: «Son ellos o nosotros».

El operativo montado por el gobierno de la Ciudad fue insensato.
Su policía singularizó a los dirigentes políticos Andrés Larroque («no tiene fueros», se escuchó en la modulación de un handy) y Axel Kicillof («es un militante más, que se prepare el hidrante», fue la orden desde la central) y terminó en una humillación innecesaria, con los carros de asalto retirándose marcha atrás por pasillos abiertos por los militantes, con stickers pegados en la carrocería proclamando «Todos con Cristina».

Si el FdT se homogeneizó en torno de Cristina, JxC quedó al borde del estallido, con HRL desgarrado entre reclamos contradictorios, entre mayor prudencia y una represión más violenta.
El comunicado de la conducción nacional Cambiante intentó disimular este conflicto interno, acusando de violentos a los kirchneristas y respaldando a la policía porteña.
El jefe de gabinete Felipe Miguel no pudo evitar el ridículo: dijo que habían garantizado el orden público (sic).
Orden público y paz social repitió más tarde HRL, rodeado de dirigentes de su coalición, para mostrar la unidad en crisis.
Los niveles de represión que permitirían correr a los manifestantes, no son tolerables políticamente, lo cual lo obliga a la negociación que no quería.

Como Cristina ha dicho una y otra vez, sólo un acuerdo político podría desactivar tanta locura.
Político, no policial.

Luego de una reunión entre los ministros de seguridad de la Ciudad y de la Nación, de la que también participaron Wado de Pedro, Juan Martín Mena y Jorge Macrì, la policía se fue retirando del lugar.
Según versiones originadas en el gobierno local, la militancia se comprometió a molestar lo menos posible a los vecinos, sin parrillas, fuegos artificiales ni batucadas.

Cristina habló desde un palco improvisado, rechazó la acusación de violentos dirigida desde el gobierno de la Ciudad, recordó las horcas, guillotinas y bolsas mortuorias con que desde la oposición la han amenazado y pidió que los compañeros fueran a descansar, después de una larga jornada.

Ante los delegados de la UOM de Avellaneda, Máximo Kirchner había instado a Rodríguez Larreta a «sacarse de encima la pata de Macrì» y «a no dejarse extorsionar por quien fundió a la Argentina».

Menos directa, Cristina sugirió por la noche que la oposición debería cesar la competencia por ver quién es más duro con el peronismo.

La lógica del juicio

Cristina ejerció desde su despacho una defensa política.
El primer lunes de septiembre comenzarán las defensas técnicas.

No es posible comprender la lógica del juicio por las obras viales en la provincia de Santa Cruz sin salir del Estado Libre Asociado de Comodoro Py y observar lo que ocurre en la Fundación Libertad y en los hoteles de cinco estrellas de la Ciudad Autónoma y de Bariloche, donde celebran sus encuentros los grandes lobbies patronales, como AEA, ACDE, AmCham o el Consejo de las Américas.

Allí, los accionistas y/o gerentes de las mayores empresas locales e internacionales reclaman en forma monótona la devaluación del peso, la reducción del déficit fiscal y de los derechos laborales y previsionales, la completa desregulación financiera, la supresión de impuestos y contribuciones.

Maurizio Macrì traduce esa jerigonza al idioma del marketing político, con sus críticas al “populismo de Perón y Evita, que luego se exportó al mundo”, pero también de Yrigoyen, a quien considera el precursor.
Y de Cristina, que lo encarna hoy como nadie.

La presidencia de Yrigoyen comenzó hace más de un siglo: hasta allí es el retroceso que plantea el neoliberalismo.
Proyectos de Horacio Rodríguez Larreta y Carolina Lozada avanzan en la supresión de derechos laborales.
Macrì, pero también los otros dirigentes de su coalición, anuncian que acabarán de una vez y para siempre con la Argentina posterior a 1916.
Si los dejan.


YPM, el populismo y su eventual verdugo.

Relación de fuerzas

El catálogo de las reivindicaciones patronales está contenido en el Plan Confidencial de Estabilización que Gabriel Rubinstein elaboró en julio y que explica mucho más que sus pueriles insultos en las redes antisociales el malestar por su designación como economista jefe en el equipo del ministro Sergio Massa.

Hace dos décadas ya había hecho un pedido de disculpas al senador Eduardo Duhalde, a quien agravió por su gestión interina al frente del Poder Ejecutivo, palinodia que se recuerda menos que su designación en el equipo de Roberto Lavagna.
Néstor Kirchner consintió que el hombre de Techint continuara como Ministro de Economía y nombró a Martín Pérez Redrado como presidente del Banco Central en el comienzo de su presidencia, consciente de la relación de fuerzas desfavorable.
Del mismo modo Cristina admite que, en esta etapa, la política económica sea orientada por Massa y sus amigos, que simulan representar la mítica burguesía nacional del primer peronismo, aunque hoy manejan empresas transnacionalizadas y frecuentan las guaridas fiscales.

Massa también cuenta con la aquiescencia del sector con predominio estadounidense que se concentra en la minería, los hidrocarburos, las oleaginosas y las finanzas.
Pero la Vicepresidenta mostró esta semana cómo se sirve hasta de la fuerza de sus enemigos para acumular poder, con la esperanza de torcer ese rumbo en algún momento futuro.
Su posibilidad de éxito dependerá en alguna medida de la masividad y energía de la movilización popular.
También de su calidad.

El viernes Máximo Kirchner participó en el plenario de delegados de la Unión Obrera Metalúrgica de Avellaneda, cuyo secretario general, Daniel Daporta, vaticinó que Cristina será la próxima Presidenta, lo mismo que se canta en los encuentros en su apoyo.
Máximo contó una pintada que vio en el puente Avellaneda, que decía: “Si el pueblo quiere, Cristina puede”.
A su lado estaba el secretario general de la UOM nacional, Abel Furlan, que fue su compañero de bancada en el Congreso y cuyo desempeño encomió, porque se negó a votar las leyes que pedía el macrismo, cuando otros desertaron.

Máximo hizo allí un racconto de décadas de luchas populares, de los trabajadores, de los organismos de derechos humanos, que libraron batallas que parecían perdidas cuando no se vislumbraba un futuro.
Pero esa resistencia le permitió gobernar a partir de 2003 a Néstor Kirchner.
“Por eso es importantísimo dar esas peleas.
En un momento, si tenemos la inteligencia suficiente, la paciencia, la convicción y el coraje, vamos a poder construir entre los argentinos y las argentinas un país que contenga a todos y todas porque siempre se trata de eso.
Esas luchas que ustedes dan, que van sumando, que van sedimentando en nuestra sociedad son las que no les gustan a algunos sectores no grandes en cantidad de gente pero sí muy poderosos.
Parte de esos 12 años, más allá del coraje y la valentía que pueda tener un Presidente o una Presidenta, tiene que ver con un pueblo que nunca se rindió, al que le quisieron quebrar la autoestima y la recuperó.
Eso es lo que no tienen que perder”.

No lo dijo, pero tal vez cuando habló de esos sectores poderosos, tenía in mente la sesión en Buenos Aires del Consejo de las Américas.
Este grupo de presión de las empresas estadounidenses en la región tiene dos presidentes eméritos: 
  • William Rhodes, el citibanker que hace tres décadas encabezó el comité de acreedores que condujo el proceso de desguace de las empresas públicas para pagar con ellas el capital de la deuda externa, según los lineamientos trazados por Henry Kissinger, y
  • John Dimitri Negroponte, quien condujo en Vietnam el Plan Phoenix de la CIA, de exterminio de 30.000 opositores, inspirado por los mismos asesores franceses que instruyeron a los militares argentinos; después organizó la contra en Nicaragua y fue embajador en Irak luego de la invasión.
El interés de Estados Unidos por la Argentina es multidimensional.
En 2019 el Comando Sur de sus Fuerzas Armadas (entonces a cargo del almirante Craig Faller) definió la corrupción como una preocupación de seguridad nacional y en 2020 decidió incrementar la cooperación con los aliados para enfrentar amenazas transfronterizas, así enumeradas: “República Popular China, Rusia, Organizaciones Delictivas Transnacionales, corrupción, cambio climático y Covid”.


El 3 de junio del año pasado, el propio Presidente Joseph Biden firmó un memorándum que caracteriza a “la lucha contra la corrupción como un interés central de seguridad de los Estados Unidos”, porque “proporciona a los líderes autoritarios un medio para socavar las democracias en todo el mundo”.

Los tópicos cambian pero la práctica queda: Estados Unidos necesita pretextos para la intervención y el control de otros países cuando sus políticas no los satisfacen.

Por todo eso, cuando la Vicepresidenta afirma que no la juzgan a ella sino al peronismo y a los gobiernos nacionales y populares, “a los que peleamos por la memoria, la verdad, la justicia, el salario, las jubilaciones, la independencia, la obra pública”, enumera las cosas que los gobiernos kirchneristas hicieron en doce años, y dice que intentan castigarla con un año de condena por cada atrevimiento de entonces, concita hasta las adhesiones menos pensadas, desde la CGT y el Movimiento de los eviteros, hasta Myriam Bregman.

No es que aquellos fueran gobiernos sin contradicciones.
Durante la primera presidencia de Yrigoyen, en 1921, dos años después de la represión policial y militar a trabajadores metalúrgicos en huelga, se tipificó en el Código Penal la asociación ilícita, como un delito contra el orden público.
El asesor de los círculos de obreros católicos, monseñor Miguel de Andrea, predicaba contra “la bandera roja de la impiedad y la revolución social”.
Enrique Delfino y Manuel Romero la llamaron “la maroma sovietista”, en un sarcástico tango de 1928.

https://www.youtube.com/watch?v=znvqmu38Kh8&ab_channel=LosOlimare%C3%B1os-Topic

Las asociaciones profesionales de trabajadores recién serían legalizadas durante el primer peronismo, que además crearía un fuero específico laboral, donde prevalecería la presunción pro operario para equilibrar la desigualdad ostensible entre las partes.
La última dictadura, en 1976, incrementó en forma sustancial las penas para quienes integraran una asociación ilícita, que ya no eran anarquistas y sindicalistas sino las organizaciones armadas definidas como subversivas o terroristas.
En 1984, la última reforma fue pensada para reprimir intentos de golpe de Estado, como los que derrocaron a los Presidentes radicales Yrigoyen, Arturo Frondizi y Arturo Illia, destino que casi logró eludir Raúl Alfonsín, quien estuvo cerca de completar su mandato.

En las tres versiones, ese tipo penal preparatorio y de peligro abstracto, procuraba suplir las pruebas concretas de uno o más delitos por la mera pertenencia a una organización definida a priori como criminal, donde al menos tres personas se unieran para cometerlos, así luego desistieran de hacerlo.

En el caso de Vialidad, fue el atajo para llegar a la ex Presidenta CFK, sin necesidad de probar su autoría de alguno de los delitos contra la administración pública que contiene el Código.

El propio fiscal Diego Luciani se lo hizo saber, en tono de disculpa, al iniciarse el debate, por medio de un juez de San Isidro, hermano de una persona próxima a Cristina.

Pero entonces ella era la candidata favorita para la elección presidencial y hoy el gobierno que integra no pasa por su mejor momento.
La apelación del fiscal al “sentido común” según el cual la Presidenta no podía ignorar los delitos que se cometían es insostenible, para un tipo penal que requiere que el autor conozca que integra una organización delictiva estable.

Hace más de dos décadas, en el fallo Stancanelli, redactado por el juez Augusto César Belluscio, la Corte Suprema instó a reflexionar a jueces y fiscales sobre la necesidad de extremar la atención en el encuadramiento legal de los hechos reales o supuestos, de corrupción administrativa, imputados a funcionarios o ex funcionarios, “frente a una opinión pública —sea formada espontáneamente u orientada por los medios masivos de comunicación— particularmente sensible”.
El tribunal alertó contra la creación de delitos de la nada y la búsqueda “del tipo penal que permita el procesamiento con efectiva privación de la libertad para luego acomodar los hechos a la figura, invirtiendo así el orden lógico del razonamiento”.
Esos caminos son “en definitiva ilegales. No es cuestión de satisfacer a la opinión pública presentándose como adalides de la lucha contra la corrupción”.
Luciani era por entonces secretario de la fiscalía general de San Isidro.


Muy similar al de la CGT fue el texto de los eviteros, desgarrados entre el odio de sus dirigentes y el amor de sus bases a Cristina.
Tardaron en pronunciarse pero les fue imposible evitarlo.

También acudieron en auxilio de CFK, cada cual a su manera, la CTA y los organismos de derechos humanos, los demás movimientos sociales de san Cayetano, los bloques de senadores y de diputados del FdT; los ministros más próximos al Presidente Fernández (Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, Julio Vitobello), aquellos que llevan meses acercándose a Cristina, como Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, medio millar de intendentes de todo el país, una decena de gobernadores oficialistas (Gustavo Bordet, Jorge Capitanich, Osvaldo Jaldo, Raúl Jalil, Axel Kicillof, Alicia Kirchner, Gustavo Melella, Oscar Perotti, Ricardo Quintela, Sergio Uñac), adolescentes y septuagenarios (como el ex presidente del Partido Justicialista José Luis Gioja, que consiguió un vuelo desde San Juan cuando supo lo que estaba sucediendo frente al departamento de Cristina en Recoleta) y hasta el candidato a la vicepresidencia de Macrì, Miguel Pichetto.

A Massa le bastaron pocas palabras en las redes antisociales para acertarle al centro jurídico de un problema político, en términos llamativamente similares a los que usó el Consejo Directivo de la CGT.


Cristina dijo hace cuatro años que entre ella y los funcionarios que intervinieron en las obras había 13 eslabones de los organigramas nacional y provincial.
Ese argumento fue retomado por el Presidente Fernández en la innecesaria entrevista que concedió a la televisora del Grupo Clarín, cuyos entrevistadores forzaron un parangón entre Natalio A. Nisman y Diego Luciani.

En las repeticiones posteriores y en la coordinada repercusión en otros medios y asociaciones se desvinculó la respuesta presidencial de la aseveración que hicieron los dueños de casa.
Alberto también firmó una declaración conjunta con los Presidentes de México, Manuel López Obrador; de Colombia, Gustavo Petro, y de Bolivia, Luis Arce, aduciendo que “la persecución tiene por objetivo apartar a CFK de la vida pública, política y electoral, así como sepultar los valores e ideales que representa, con el objetivo final de implantar un modelo neoliberal”.
Luego se sumó también la Presidenta de Honduras, Xiomara Castro.

También se pronunciaron dos decenas de embajadores, entre ellos Daniel Scioli, Carlos Tomada, Eduardo Zuain, Oscar Laborde, Sabino Vaca Narvaja, Hernán Patiño Mayer y Victorio Taccetti.

Hasta el dirigente libertario Carlos Maslatón expuso dos argumentos para cuestionar la actuación de los fiscales:
  • “Guarda con un 17 de octubre, que no termine pasando lo que ahora pasa con Lula en Brasil. A veces al opositor es mejor no encarcelarlo y más si aún conserva el 30%, lo que es impresionante. Que sea en las urnas de votación”.
  • “Me parece divertido que el fiscal Diego Luciani quiera reivindicar 5.321 millones de pesos malversados por CFK, López, De Vido. Yo quiero que en otra causa se reivindiquen los 250.000 millones de U$D de deuda tomada por Macri en 2015-2019 y esfumados por la corrupción financiera”.
También las reacciones de apoyo al histriónico alegato de los fiscales Luciani y Sergio Mola definen un universo: los grandes medios comerciales que guiaron cada paso del tribunal; la Coalición Cambiante sin exclusiones; las asociaciones de magistrados que ejercen la defensa corporativa de sus miembros; el colegio de abogados de la City de Buenos Aires; el fiscal a cargo en forma interina de la Procuración General; organizaciones internacionales como Human Rights Watch que, desde que gobiernan los demócratas son ecos de la Casa Blanca; la Federación Latinoamericana de fiscales, uno de los ámbitos donde más inversión en cursos y viajes volcó el Departamento de Estado.
Uno de los principales operadores de esos programas, el fiscal texano Edward Prado, llegó en 2018 como embajador en la Argentina y dijo que venía para ayudar a los jueces en la lucha contra la corrupción, en beneficio de la transparencia y de las empresas de su país.

Esos cursos procuran transfundir la fidelidad básica de los jueces estadounidenses al capital contra el trabajo.

Allí se originó la figura penal del arrepentido en causas por corrupción.
Esa ley 27.304/16 fue redactada por el abogado UCeReísta Ricardo Gil Lavedra, que ahora preside el Colegio Público de Abogados de la Capital y fue utilizada como un arma extorsiva para obtener acusaciones contra el kirchnerismo.

El senador republicano por Texas, Ted Cruz pidió que el gobierno de Biden sancionara a Cristina por corrupta.
Lo apoyó el heredosenador brasileño Eduardo Bolsonaro.
Les contestó a ambos el canciller argentino Santiago Cafiero:


Paralelos

Antes que colgarse de Nisman, los medios, asociaciones y partidos de la oposición trazaron un paralelo entre el fiscal Luciani y Julio César Strassera.
Con su remate “Corrupción o Justicia”, Luciani intentó remedar el “Nunca Más” con que Strassera concluyó su alegato en el juicio a los ex comandantes de las Fuerzas Armadas de 1985.
Pero Strassera no invocó la asociación ilícita, porque le sobraban pruebas sobre la comisión de miles de delitos aberrantes y atroces, gracias a los años de trabajo investigativo previo realizado por los organismos de familiares de las víctimas.
Según Roberto Gargarella, es difícil de probar la asociación ilícita porque «no es esperable que hallemos, documentos firmados por los jefes de la asociación ilegal, ordenando a sus subordinados la comisión de los crímenes».


Ocurrió todo lo contrario: sobran los documentos de las tres Fuerzas Armadas impartiendo esas órdenes.
Lo que la fiscalía adoptó entonces fue la teoría del autor de escritorio formulada por el penalista alemán Klaus Roxin para responsabilizar a quienes matan por medio de un aparato organizado de poder, donde los subordinados que matan con sus manos, son engranajes fungibles de una maquinaria que otros conducen.
Es aberrante trasponer esos conceptos a un sistema democrático, con separación de poderes y controles cruzados.

A falta de cualquier prueba que la vincule con alguna irregularidad, la acusación se basa en su carácter de Presidenta de la Nación, por haber designado funcionarios de su confianza y asignar fondos de inversión pública en obras viales destinadas a la provincia de Santa Cruz, es decir su rol constitucional.
Las leyes de presupuesto que los incluyen fueron votadas por una gran cantidad de legisladores de la oposición y su ejecución corresponde por disposición constitucional al jefe de gabinete de ministros, que el Poder Ejecutivo sólo supervisa.

Todos los que ocuparon ese cargo (Alberto y Aníbal Fernández, Sergio Massa y Juan Abal Medina) no fueron acusados por la fiscalía.
La defraudación al Estado solamente puede realizarse en forma activa.
Nunca por omisión.

Es imposible jurídicamente que le atribuyan al Poder Ejecutivo la ejecución irregular de la ley de presupuesto, cuando esa es una responsabilidad del jefe de gabinete.
Tampoco fueron perseguidos los funcionarios técnicos de Santa Cruz y de Vialidad Nacional que intervinieron en las licitaciones.
Porque el objetivo siempre fue ella, no la verdad de los hechos.

Como a Perón

Desde su columna en Clarín, Eduardo Van der Kooy cuestionó a Cristina por “declararse espantada del Tribunal que debe juzgarla. Aludió a supuestos vínculos con la pasada dictadura.
Se trata de una información que el periodista Horacio Verbitsky publicó en su web El Cohete a la Luna.
Héctor Giménez Uriburu, padre del magistrado, fue un marino que se retiró en 1992.
En su trayectoria ocupó cargos cercanos a Leopoldo Galtieri y Reynaldo Bignone.
¿Qué tendría que ver su hijo, el juez del TOF2, con todo eso..?
Portación de apellido, tal vez”.

Si sabe que la mención de Cristina se originó en esta página, también debe haber leído el fundamento, que son las opiniones que el capitán de navío Giménez Uriburu publicó en el sitio en la red antisocial Facebook del equipo de fútbol Liverpool que juega en la quinta de Macrì.

Allí, posteó una diatriba sobre las mismas cuestiones que su hijo tiene ahora a consideración y acerca del personaje principal del encono de todos ellos: 
“Cristina Fernández de Kirchner, malversó, robó y estafó”.
“Existe una tonelada de pruebas».
“Yo la quiero ver sentada frente a jueces que la interrogan. ¿Dónde está la plata..? ¿Y qué posibilidad hay que los corruptos vayan presos y devuelvan lo robado..?”

Esto no es portación de apellido sino prejuzgamiento del progenitor del juez en el sitio administrado por el juez, sobre los hechos y las personas que juzga el juez.

También la madre del juez, María del Luján Lamon de Giménez Uriburu, cree que “ser peronista es ser delincuente”, de modo que “no podés ser peronista y una buena persona. No se puede adorar como adoraban a ese señor que era un degenerado, nunca tuvo una familia normal, una esposa normal”.

Llegó a deplorar que Dios hubiera permitido “que tuviéramos un Papa peronista”, según publicaciones de La Nación, Tribuna de Periodistas, En Orsai y Página/12. 

El abuelo materno del juez, Emilio Lamon, también fue oficial de la Marina, de la que se retiró como capitán de fragata.

La definición de la madre del juez de Cristina coincide con la de los delegados de Aramburu y Rojas en la Corte Suprema de Justicia.

El decreto ley 5148 del 9 de diciembre de 1955 dispuso la inversión de la carga de la prueba y la exclusión de pruebas testimoniales en la causa contra Perón.
Esto “entra en el ámbito de los poderes normales del legislador­” y no es inconstitucional, convalidó aquella Corte de jueces sin acuerdo del disuelto Senado.
A Cristina se le exige hoy, como a Perón entonces, que demuestre su inocencia, y que se calle.

En 1998, la más alta Corte de Justicia de Gran Bretaña decidió por mayoría que como ex jefe de Estado de Chile, Augusto Pinochet no gozaba de inmunidad por delitos cometidos durante su presidencia.
Pero ese juicio fue anulado, porque la defensa del ex dictador planteó que la esposa de uno de los jueces, Lord Leonard Hoffman, era colaboradora de Amnesty International.
El juez fue reemplazado y se celebró un segundo juicio.

Constituida en 2009 la comisión directiva de Liverpool fue inscripta en la Inspección de Justicia bonaerense en 2011, con el juez Rodrigo Giménez Uriburu como secretario y el camarista Mariano Llorens como vocal.
Es decir que no sólo jugaban al fútbol en el reducto más íntimo de Maurizio Macrì.
También compartían cargos en una asociación civil, cosa que ocultaron a quienes enjuiciaban.

Desde la Cámara Federal, Llorens ordenó unificar las probanzas de distintos expedientes contra Cristina, que es lo que Luciani hizo al incorporar a su alegato constancias del juicio contra José López Bolso.
Ahora toca que Giménez Uriburu lo convalide, aunque la respuesta de Cristina puede haberle quitado el apetito.
Como otras 14.000 de las 42.000 asociaciones civiles registradas en la provincia, la Liverpool nunca presentó balances, realizó asambleas ni eligió nuevas autoridades, lo cual podría conducir a su intervención y disolución, si alguien lo pidiera.
Llorens ya tiene un pedido de juicio político en el Consejo de la Magistratura, por haber sobreseído a Macrì en la causa por el espionaje a los familiares de la tripulación del submarino San Juan, sin excusarse por su proximidad con el ex Presidente.

La rama y el árbol de Luciani

En su alegato, la fiscalía sostuvo que Lázaro Báez pudo ganar tantas licitaciones, porque la legislatura de Santa Cruz modificó dos veces la ley de obras públicas, en 2004 y 2017, con el voto tanto de oficialistas como de opositores.
En tal caso, el juicio sería nulo, porque el artículo 117 de la Constitución dice que en los asuntos en que alguna provincia fuese parte, la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción “originaria y exclusivamente”.


Luciani serruchó de este modo la rama sobre la que estaba sentado.
Tal vez pronto haya que discutir la recusación a Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.

viernes, 26 de agosto de 2022

EL SEÑOR JUEZ, de Santiago Varela - 26/8/2022

El asunto es sencillo.

Los legisladores sacan una ley
que puede molestar a un grupo minoritario,
minoritario en número pero mayoritario en recursos.

¿Qué hacen estos minoritarios mayoritarios..?

Van a un juez amigo,
que los tienen a montones.
El juez, sonriente, dicta una cautelar y la ley,
votada y aprobada,
termina en el cesto de los papeles.

Estos jueces son los que pueden decir que un acto de gobierno,
propio de la función y la política,
es inconstitucional y en el momento, el mismo queda sin efecto.

Es más,
si se lo piden los minoritarios mayoritarios
hasta pueden decir que la Constitución es inconstitucional.
Nada se los impide

También pueden frenar el aborto de una chica de 14 años violada,
enviar de nuevo a la casa a un nene golpeado,
aceptar un peritaje trucho,
negar la violencia de género
o no investigar una tortura

Pueden afirmar que un suicidado fue asesinado,
o que un asesinato nunca ocurrió.

Pueden dejar libre a un corrupto
o perseguir, por encargo, a un militante político.

Eso de que la justicia es lenta no les afecta,
ellos cobran por mes, no por tarea realizada,
por eso un juicio puede durar - en realidad dormir - 20 años.
No es su problema.

Ellos deciden si vale la pena que una ley se utilice,
o si un decreto tenga validez.

Ellos pueden meter preso a cualquiera sin necesidad de fallo en juicio.
Incluso sin pruebas, que es algo que hoy ya no se usan.

Aclaremos que a los jueces no los votan los ciudadanos:
se suelen elegir entre ellos,
generalmente pertenecen a familias bien,
que quieren el bien
para la gente bien.

Entre la feria grande, la feria chica, la jubilación de lujo, el no pagar impuestos,
las múltiples invitaciones y últimamente los partidos de fútbol en quintas custodiadas,
se comprueba que la vida de un juez es muy distinta a la del común,
que venimos a ser nosotros.

En realidad no hay tres poderes:
hay solo dos y más arriba los señores jueces,
más conocidos como los Usías.

Cuando sea grande quiero ser juez...!!!

SI MAÑANA NO DESPERTARA, de Mario Benedetti

Si mañana no despertara,
solo cree que me he
dormido.

Piensa que en la paz de mi sueño, 
te sueño, y no me he ido.

También escucha mi música,
lee mis libros,
usa mi ropa,
toma mi copa,
bebe mi vino.

No me recuerdes ausente.
No me busques en el olvido.
Búscame dentro tuyo.
Allí estaré contigo.

martes, 23 de agosto de 2022

TODO ESTÁ POR HACERSE TODAVÍA, letra de Carlos Abrevaya con música de Rubén Verna

Detrás de la tormenta siempre hay cielo.
En contra de la herida está la sangre.
Más allá de los padres van los hijos,
y no quedan silencios sin sonidos.

Como nunca hay olvido sin memoria,
soportando el dolor está la dicha.
Porque en toda negación algo se afirma,
y a cuenta de la pena hay alegría

Porque allí donde sea el fin, será el principio.
Todo está por hacerse todavía.
Cada lágrima tiene una mejilla.
Todo puño encierra una caricia.

Porque en la frustración está la bronca
Porque a pesar de todo, todo es nada
Si de la nada ha comenzado todo
Y hay por cada injusticia una justicia

Y en toda negación algo se afirma.
Esta es la historia nueva y repetida.

Solo muere la muerte.
Siempre nace la vida.

Porque allí donde sea el fin, será el principio.
Todo está por hacerse todavía.

jueves, 18 de agosto de 2022

COLONIZADOS Y COLONIZADORES EN ARGENTINA, De Alberto Noé, Sociólogo - 18/8/2022

 


Paulo Freire escribe:

"Cierta comunidad aymara en Bolivia estaba padeciendo desnutrición, sobre todo en niñas y niños.
Las mujeres y hombres de esa comunidad producían leche y huevos.
Cuando le hicieron esta observación a ellos que esos alimentos eran ricos en proteínas y que harían muy bien en incorporarlos a la alimentación cotidiana, los aymara respondieron que si hacían eso, si les daban a sus niñas y niños leche y huevo, tardarían en hablar, incluso podrían quedar mudos para siempre.

Buscando Freire el origen de esta creencia, los aymara le respondieron que la misma venía desde hace siglos, y que fue una ocurrencia de los conquistadores: ellos se llevaban los huevos y la leche, a cambio les dejaron esa creencia, esa prohibición.

Lo llamativo, observa Freire, es lo que sigue: a pesar de ser conscientes del origen de esa creencia, la continúan respetando.
Freire sostiene que ningún catedrático ni estudioso podrán convencer a los aymará de lo contrario.

Y acerca esta interpretación: lo más difícil del colonizado no es sacarse de encima el cuerpo del opresor, sino las IDEAS que el colonizador ha dejado sobre el colonizado.

IDEAS que son, muchas veces, contrarias a sus propios intereses, IDEAS que atentan contra su bienestar.
Es decir, Ideas que defiende porque son muy difíciles de no defender: si dejara de defenderlas, si aceptara que toda esa creencia no es otra cosa que un gran engaño estaría trastocando no solo ESA idea sino toda una red conceptual de Ideas.
Estaría aceptando poco menos que una completa metamorfosis de sí mismo.

Si reemplazamos “colonizado” por “votante macrista” y “colonizador” por “clase dominante”, la analogía se cae de madura.

Capítulo III –Por una pedagogía de la pregunta, Siglo XXI -1986.

martes, 16 de agosto de 2022

TEICHER VS NIETZSCHE, de Agustina Bazterrica

Teicher despertó con la resolución de que, en algún momento de la mañana, tenía que patear a Nietzsche.
Estaba frenético. Boca jugaba el partido definitorio por el Torneo Apertura, contra River.
Ese hecho merecía ser festejado con una patada sanguinaria.

Cuando llegó a la cocina, lo vio sentado.
Midió la distancia entre su pie y la cabeza de Nietzsche.
Necesitaba golpearlo en el medio de los ojos para aturdirlo por varias horas y que no interrumpiera el partido.
Se concentró pensando en el gol de media cancha del '79 que Seppaquercia metió a los cinco segundos de empezado el partido contra Huracán.
Cuando gritó “¡Goooooooool, carajo..!”

Nietzsche lo miró de reojo y esquivó magistralmente el pie enloquecido.
De un salto, aterrizó cerca de su plato y se dedicó a comer.
En el proceso de patear a Nietzsche, que se había prolongado de manera innecesaria debido a la preparación anterior y a la sorpresa de la falla posterior, Teicher no logró mantener el equilibrio y cayó de forma abrupta.
El golpe fue tan violento que tardó en reaccionar y, cuando lo hizo, tomó conciencia de que no podía moverse.
Nietzsche siguió comiendo, inmutable, sin mirarlo.

Nietzsche había recibido a lo largo de la vida una cantidad formidable de sobrenombres.
Friedrich Wilhelm Nietzsche para las presentaciones formales “Les presento a Friedrich Wilhelm Nietzsche, estamos orgullosos de él”; Friedrich para los momentos neutros “Friedrich, ahora no, más tarde”; Nichi, para los momentos cariñosos “Nichi bonito, qué lindo bigote, Nichi”; Nichito Malo, para los retos “Nichito Malo, sé bueno” Nichi Nuchito, para los momentos de amor insano “Nichi Nuchito, te amo, te amo, te amo, te amo”.

Esa era la serie de apodos que su ex mujer repetía, sintiéndose orgullosa de su inventiva mediocre.
Teicher no lo llamaba de ninguna manera. Tenían una relación de conveniencia.
Se ignoraban mutuamente.
Ese contrato tácito funcionó hasta el día en que su ex mujer lo dejó.
Después fue inevitable.
Nietzsche para las presentaciones formales “Este es Nietzsche. ¿Le gusta..? Lléveselo, por favor”; Demente - Esquizofrénico - Desquiciado para los enojos “¡Demente - Esquizofrénico - Desquiciado no arruines los libros..!”;
Bola Estúpida, para los momentos neutros “Bola Estúpida, tu existencia es inútil”; Objeto Inservible, para los días de lluvia “Objeto Inservible, podrías ser un paraguas”; Inmundicia Sifilítica, para los momentos filosóficos “Inmundicia Sifilítica el eterno retorno se creó para que yo pueda patearte por siempre”.

Teicher nunca había entendido dos cosas.
La primera, y más importante, era comprender por qué su ex mujer lo había abandonado. No a él, eso no le interesaba, sino a esa cosa animada con pelos.
La segunda era descifrar por qué había elegido ese nombre, y no uno digno de su mentalidad volátil como “Pelusa” o “Micifuz”.

Era imposible que ella percibiera cabalmente la filosofía de Nietzsche como para que el nombre implicara un homenaje.
Aunque sospechaba que su ex mujer tenía una sordidez encapsulada que convivía alegremente con su monumental simpleza e inutilidad.
Se llamaba Isabel, igual que la hermana del filósofo.
De la inmensa riqueza que emanaba de un personaje como Nietzsche haber elegido ese aspecto, el de la relación enfermiza entre Elisabeth y su hermano, y no el más liviano, del parecido con el bigote, le producía tal aversión que pensó en matarlo y embalsamarlo y, después de ese proceso de goce, mandárselo por correo a su ex para que, finalmente, practicara un incesto zoófilo y necrófilo.

Teicher seguía tirado en el piso repugnante de la cocina, indefenso.
Tomó una serie de notas mentales: “Contratar a una persona para que limpie el piso, urgente”, “Matar a Nietzsche”, “Levantar los muebles para recuperar todos los objetos supuestamente perdidos”, “Matar a Nietzsche”, “Volver al gimnasio, ponerme en forma y patear con éxito a este animal nauseabundo, por siempre”

Vio pasar a una cucaracha por debajo de la heladera, pararse en el medio de la cocina, mover las antenas, subir por la mesa y caminar entre la cerveza helada, el sándwich, las papas fritas, para perderse dentro del queso roquefort.
El descaro de la cucaracha le pareció un insulto a su condición de mamífero futbolero depredador.

Faltaban diez minutos para el partido y, antes de la apocalíptica patada voladora, había llevado a cabo el ritual.
Se había levantado con el pie derecho; había caminado al baño recitando el listado de los concentrados; se había bañado usando sólo la mano derecha; había cantado los hits de la hinchada como “Boca es mi vida, es la alegría, sos lo más grande de la Argentina, lo corre a Racing y a las gallinas, lo corre al Cuervo y a la policía, dale bo, dale bo...”; había escrito en el espejo empañado 
“¡Vamos Xeneizes, mierda!”; se había puesto la camiseta reglamentaria que compró cuando ganaron la Supercopa del 89; los calzoncillos y las medias agujereadas que usaba para todos los partidos; había preparado la comida sistematizada, la que comía siempre en el mismo orden y en las mismas proporciones; había aislado la casa de sonidos externos cerrando persianas y ventanas porque necesitaba absoluta concentración y ya había prendido el televisor en el canal correspondiente.

No podía, bajo ningún concepto ni situación, perderse ese partido porque esa falta, lo sabía con certeza, podía provocar un desequilibrio energético en el balance cabalístico depurado a lo largo de siglos por los hinchas futboleros. Intentó arrastrase, pero cualquier movimiento lo obligaba a gritar de dolor.
Los puntos deseados, como el teléfono o el sillón, estaban a una distancia abismal. Se quedó boca arriba, mirando el techo.
Para serenarse empezó a recitar los Títulos Internacionales: “1977 Copa Libertadores de América, 1978 Copa Libertadores de América, 1978 Copa Intercontinental, 1989 Supercopa de América, 1990 Recopa Sudamericana…”

Nietzsche, que se paseaba por la casa, decidió caminar sobre el pecho de Teicher, dejando en evidencia que no consideraba al cuerpo de ese humano como a un obstáculo, ni reconocía su presencia.
Teicher gritó “Parásito asesino de Dios…” y se atragantó.
En ese momento supo que Dios, efectivamente, había muerto porque ningún dios, ni ningún grupo de dioses, ni siquiera un simple demiurgo podían aprobar semejante castigo.
La evidencia de tal afirmación le produjo terror.
Era tal la brutalidad de lo que le estaba pasando que sólo cabía la posibilidad de la existencia de un virus letal, capaz de haber liquidado a todas las hordas celestiales, incluso a los dulces y pegajosos puttis alados.

Dios había muerto y sabía que si Boca no ganaba, no había muchas oportunidades de que ni Dios, ni Jesús, ni la Santísima Trinidad resucitaran porque él se iba a encargar de asesinarlos cuantas veces fuera necesario.
Nietzsche pasó la cola por la cara de Teicher que decidió, automáticamente, ignorar a eso, a esa cosa irrespetuosa que ni siquiera consideraba el detalle de que, gracias a su infinita misericordia, no lo había exterminado, aún.

En medio de estos pensamientos perdió la conciencia. Cuando despertó no sabía dónde estaba.
El golpe había atontado a Teicher de tal manera que no podía pensar con claridad, hasta que vio a Nietzsche, peligrosamente cerca, mirándolo fijo con una especie de sonrisa como si sintiera un placer secreto por verlo en esa situación degradante. 

Miró el reloj de la cocina y gritó.
Faltaban cinco minutos para que terminara el partido.
El dolor no podía ser un impedimento.
Tenía que llegar al living.
Él nunca se había perdido un solo partido en toda su vida.

Pensó en jugadores descomunales como Silvio Marzolini, Rojitas, Antonio Roma, el Leoncito Pescia, el Loco Gatti, Roberto Mouzo y, en honor a esas luminarias, hizo el esfuerzo sobrehumano de arrastrarse.
El dolor le cortaba la respiración y, para concentrarse, repetía mentalmente: “Boca te quiero, antes de ser gallina yo me muero”.

Cuando logró llegar a la puerta del living y estirar el cuello escuchó como Borobio relataba el final del partido: 
“Estamos acá en la mítica Bombonera, en el barrio de La Boca, nada más y nada menos que en el clásico de los clásicos, Boca - River y estamos llegando al final del partido.
Un partido que tuvo de todo, dos goles por bando, goles de cabeza, de penal, de fuera del área, jugadores expulsados y un clima increíble.
Este partido, en este estadio debería encabezar la lista de eventos deportivos que hay que ver antes de morir.
Pero volvamos a la acción.
El partido está 2 a 2 y lleva la pelota el Diablo Monserrat, ataca River, que lo quiere ganar sobre la hora, va por derecha Monserrat, elude a Pineda, tira el centro, cabecea Salas y ¡ataja el Mono Navarro Montoya..!
¡El partido está para el infarto..!
Sale rápido el Mono con un saque largo a mitad de cancha, la baja el “Yorugua” Cedrés, lo marca Ayala y le hace falta.
Amarilla para Ayala y tiro libre para Boca.
Puede ser la última pelota de la noche. Estamos en tiempo cumplido.
Bilardo, el técnico de Boca, manda a todos al área.
Ahí mismo esperan el “Tweety” Carrario, Cedrés, el uruguayo Guerra, también suben los centrales, la “Tota” Fabbri y el Negro Cáceres van a buscar el cabezazo ganador.
Ahora es Boca quien quiere gritar sobre el final y llevarse toda la gloria, así que pone toda la carne en el asador.
El árbitro da la orden, Mauricio Pineda tira el centro, se eleva el uruguayo Hugo Romeo Guerra entre los centrales de River, cabecea con la nuca ganándole a sus marcadores y…”
Y Nietzsche que estaba acostado en el sillón, pegó un salto sobre el control remoto y apagó el televisor.

Por un segundo Teicher no entendió qué era lo que estaba pasando.
Después, atónito, sintió un dolor fulminante en el brazo izquierdo que se extendió al pecho.
Sabía que esos eran los síntomas de un infarto.
Entendía que iba morir de rabia, de impotencia, de dolor y que nunca iba a conocer el resultado del partido.
Nietzsche le pasó la cola por la cara y caminó filosóficamente hasta la cocina.

Antes de morir, Teicher supo con certeza dos cosas.
La primera, haber comprendido finalmente por qué su etérea y sórdida ex mujer había elegido ese nombre de tanto peso para un gato insignificante.
La segunda y más importante, el motivo por el cual ella había abandonado a Nietzsche.
El eterno retorno se encargaría de que la simple y eficaz acción de apagar el control remoto de Nietzsche y, como consecuencia de ello, su muerte (el perfecto homicidio premeditado de su ex mujer) se repitiera una y otra vez.

MI NUEVO AMOR, de Hebe Uhart

Tengo un amor nuevo y con él aprendí muchas cosas.
Por ejemplo, los límites.
Tantos años de ir a lo del psicoanalista para escucharlo repetir siempre: “Pero usted se tira a la pileta sin agua”.

A mí esa frase me producía consternación, porque una pileta sin agua es de lo más triste que hay.
O si no, me decía: “Hágase valer, usted tiene una imagen muy deteriorada de sí misma, usted es inteligente, es creativa”.

Eso a mí me daba como un destello de valor por un momento y después me sonaba a consuelo, como cuando alguien presenta a otra persona a un tipo o una tipa impresentables y para arreglarlo dicen: “es historiador” o “viajó a Tánger”, y como yo creo que lo que siento es verdadero amor, no necesito ni ser linda ni ser creativa ni viajar a Tánger: él me quiere por lo que soy.

Y no le importa si soy un poco vieja, porque es como que no registrara esas cosas: para mi asombro me quiere sin condiciones.

Con él aprendí la expresión de la mirada, que vale por mil palabras: no me asusta si en sus ojos veo una pizca de odio; sé que no es hacia mí como yo suponía antes, o tal vez el análisis anterior haya hecho efecto a posteriori; de pronto uno puede tener una pizca de odio en los ojos por cosas que recuerda, motivos privados.

Yo sé con él cuándo debo acercarme porque no es violento para el rechazo y así - y a eso siempre lo consideré una prueba de convivencia que alabaría el analista - podemos estar cada uno en su habitación, pensando en nuestras respectivas cosas sin necesidad de perturbar preguntando “¿qué estás haciendo..?” para joderse las paciencias mutuamente.

Con él me ha surgido una femineidad insospechada, porque ante su sencillez - es de hábitos regulares y desea cosas simples - he depuesto toda rivalidad o competencia.

Compartimos esa cualidad neutra que posee el tiempo después de cierta edad, en que no hay días terribles ni fiestas luminosas, porque los días se enlazan en el comer, dormir, trabajar y ver un poco de televisión.

Eso sí, él televisión no mira.
A la noche, para separar un día de otro, nos frotamos la frente.

Los únicos problemas vendrían a ser la dieta y una sola costumbre que no me gusta, porque es muy delicado en general: sólo come carne picada y se rasca las pulgas delante de la gente.

LAS LÍNEAS DE LA MANO, de Julio Cortázar

De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata.
Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle.
Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto.
Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí ( pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo ) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.

lunes, 15 de agosto de 2022

CUANDO LOS PADRES NOS QUEDAMOS HUÉRFANOS, de Gabriel García Márquez

Hay un período
cuando los padres
quedamos huérfanos
de nuestros hijos.

Es que los niños crecen
independientemente de nosotros,
como árboles murmurantes
y pájaros imprudentes.

Crecen
sin pedir permiso a la vida.
Crecen con una estridencia alegre
y, a veces,
con alardeada arrogancia.

Pero
no crecen todos los días,
crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti
y con una naturalidad increíble
te dicen cualquier cosa
que te indica que
esa criatura de pañales,
¡ya creció!

¿Cuándo creció
que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron
las fiestas infantiles,
el juego en la arena,
los cumpleaños con payasos?

El niño crece
en un ritual de
obediencia orgánica
y desobediencia civil.

Ahora estas allí,
en la puerta
de la discoteca
esperando no sólo que no crezca,
sino que aparezca.

Allí están
muchos padres al volante
esperando que salgan.

Y allí están
nuestros hijos,
entre hamburguesas y gaseosas.

Con el uniforme
de su generación
y sus incómodas
y pesadas mochilas
en los hombros.

Allá estamos nosotros,
con los cabellos canos.

Y esos son
nuestros hijos,
los que amamos
a pesar
de los golpes de los vientos,
de las escasas cosechas de paz,
de las malas noticias
y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados,
observando y aprendiendo
con nuestros errores
y nuestros aciertos.

Principalmente
con los errores
que esperamos no se repitan.

Hay un periodo
en que los padres
vamos quedando
huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más
en las puertas de las discotecas
y del cine.

Pasó el tiempo del piano,
el fútbol,
el ballet,
la natación.

Salieron del asiento de atrás
y pasaron
al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más
junto a su cama,
al anochecer,
para oír su alma respirando
conversaciones y confidencias
entre las sábanas de la infancia,
y a los adolescentes,
cubrecamas de aquellas piezas
con calcomanías,
afiches,
agendas coloridas
y discos ensordecedores.

Pero crecieron
sin que agotáramos con ellos
todo nuestro afecto.

Al principio
fueron al campo,
la playa,
navidades,
pascuas,
piscinas
y amigos.

Sí,
había peleas en el auto
por la ventana,
los pedidos de la música de moda.

Después llegó el tiempo
en que viajar con los padres
comenzó a ser un esfuerzo,
un sufrimiento,
no podían dejar a sus amigos
y primeros enamorados.

Quedamos los padres
exiliados de los hijos.

Teníamos la soledad
que siempre deseamos,
y nos llegó el momento
en que sólo miramos de lejos,
oramos mucho
(en ese momento
se nos había olvidado)
para que escojan bien
en la búsqueda de la felicidad
y conquisten el mundo
del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar.

En cualquier momento
nos darán nietos.

El nieto
es la hora del cariño ocioso
y la picardía no ejercida
en los propios hijos.

Por eso,
los abuelos
son tan desmesurados
y distribuyen
tan incontrolable cariño.

Los nietos
son la última oportunidad
de reeditar nuestro afecto.

Así es.

Los seres humanos
sólo aprendemos
a ser hijos
después de ser padres;
sólo aprendemos
a ser padres
después de ser. abuelos.

En fin,
pareciera que
sólo aprendemos a vivir
después de que la vida
se nos va pasando.

Disfrutemos de nuestros hijos
en cada una de sus etapas
mientras duremos vivos..!!

jueves, 11 de agosto de 2022

PAPÁ, PORQUÉ JUEGAS...??!!

- Papá, porqué juegas..?, me preguntó mi hijo...
¿Para qué vas, si ya no puedes jugar..?
Para que pierdes tu tiempo..?
Si ya no te van a poner..!!,  aseguró mi gordito...
Mejor quédate conmigo a ver televisión o juguemos a la play!!

- Hijo, quiero jugar hasta el día en que me muera,
Quiero jugar porque me crie así desde niño,
El fútbol lo era todo para mi generación..!!

Jugaré hasta el día que tenga aliento,
Quiero jugar un rato más, así sean pocos minutos.
Y así sean pocos torneos, y , así solo sea viendo jugar a mis amigos

Estaré en una cancha de futbol 11 o de fútbol 5
Nunca será para mi perder el tiempo estar en una cancha..!!
Jamás..!!

Estaré así sea para que me den 5 minutos o 1 en la cancha
Estaré ahí, y disfrutaré o me molestaré, pero ahí estaré esperando mi oportunidad; la oportunidad de sentirme vivo otra vez dándole a una pelota.

Si no puedo jugar, estaré para alentar, para dirigir, para joder, para gritar
Mis hijos nunca entenderán esto..!! 
No son de mi generación..!!

Así tenga problemas con ellos, así me gane problemas con mi mujer, así llegué tarde a un almuerzo familiar o cumpleaños (ya estuve en muchos).
Y así me gane problemas con el trabajo.

Saldré a distraerme..!!
Saldré a jugar o a ver jugar..!!
Saldré con cualquier excusa, pero saldré..!!

Que van a saber, si para nosotros de niños el regalo soñado era una pelota de fútbol, donde lo mejor del día era juntarte con los amigos para darle al balón, donde esperabas que empezara el picado del barrio para poder jugar, eso era todo..!!

Antes era difícil jugar en una liga, pero era lo mejor representar a tu barrio o tu cuadra contra los de la otra cuadra o barrio.

Mis hijos nunca lo entenderán.
Este amor por la pelota me sobrepasó..!!
Porque me crié viviendo una pasión que jamás entenderán.

Hasta que el de arriba me regale un aliento más, ahí estaré en una cancha.
Y el día que tenga nietos, los llevaré, cómo llevé a mis hijos, así no entiendan mucho de está pasión.

“Soy un jugador de barrio y lo seré hasta el día que me muera..!!”

martes, 9 de agosto de 2022

LA PLACITA DEL POSTE.

Peligro de Spoiler: el siguiente relato es largo.
Insoportablemente extenso.
Si fuese yo un hombre de bien, les recomendaría que no lo abordaran, so pena de aburrirse intensamente.
Si fuese sincero, les aseguraría que al final van a lamentarse de haber perdido el tiempo de esta inútil manera.
Pero, como ya lo habrán intuido, no soy una persona de bien.

Así que ahí va:

El presidente de un muy conocido club de fútbol de Parque Chas (barrio misterioso en el que paso mis días) tenía siempre en exhibición una serie de fotografías, una más llamativa que la otra en función de los lugares y personajes que en ellas podían observarse:
Un anciano sentado en un banco de plaza (la plaza justo frente al club), custodiado por dos policías, también sentados ellos, uno a cada lado.
Tuve la oportunidad de consultarlo sobre la procedencia de una de las imágenes en cuestión y me respondió que cierta vez había sido testigo involuntario de la siguiente situación.

La plaza era la muy escondida "Éxodo Jujeño", un lugar lleno de historias asombrosas encastrado entre las laberínticas calles de Parque Chas (aquel barrio donde todos los taxistas saben que de ingresar, no salen nunca más).
"Esta es la plaza del poste", - dijo muy divertido el policía, a un novel y muy joven agente, que se estrenaba ese día en aquello de las guardias adicionales -.
"En algunas plazas se coloca un monumento, un busto, o alguna placa: acá plantaron un palo! Jajajaaa!.."
.
El cadete, todavía algo tímido, también sonrió con ganas.
Más por tonta complicidad que por convencimiento.

Ese 1° de noviembre de 2009, todo podría haber seguido su curso, así como sin más...
Pero resulta que un viejito estaba sentado en uno de los típicos y verdes bancos de plaza, tomando plácido sol.
Y la cosa no siguió su curso natural, ya que justo ese viejito había escuchado al fanfarrón agente.
Se levantó como pudo, con su bastón a cuestas.
Se acercó lentamente hasta los oficiales de la ley, y munido de una sonrisa plena, los invitó a sentarse con él en el mismo banco para "contarles una breve historia..."

Los oficiales se sorprendieron pero se sonrieron y asintieron y así fue que se sentaron al lado de él, uno a cada lado para ser más precisos.

Y así les contó el muy ajado pero paciente viejito la historia de marras:(Trataré de ser lo más textual que pueda)

"Allá por 1901 un científico sueco llamado Otto Nordenskjöld, organizó un equipo de 21 camaradas para realizar estudios específicos en la Antártida.
Llegaron al continente blanco, y decidieron que solo Nordenskjöld como jefe y otros cinco hombres se quedarían durante un año en la isla Snow Hill. Entre esos cinco hombres se encontraba un argentino: el Alférez Sobral, perfecto baqueano de la zona.

La idea era que el barco que los había llevado (El Antartic, al mando del mítico Capitán Carl Larsen, aquel de la "Barrera de hielo de Larsen") se alejara unos kilómetros y fondeara en las Islas Malvinas a la espera de regresar a buscarlos, casi un año después.
Esto fue así y para 1902 el barco y su mítico capitán regresaron a recuperar a los seis hombres.
Con esa tripulación, nada podía resultar mal...

Por desgracia los hielos atraparon al barco, lo comprimieron y lo partieron en miles de pedazos, ante la mirada atónita de Larsen.
Toda la expedición quedó malamente varada y pudieron sobrevivir gracias a que todos sabían nadar y pudieron llegar de esa manera hasta una isla cercana, la Paulet.
Claro, una isla de hielo.

Mojados, fríos, casi congelados y al límite de sus fuerzas juntaron unas pocas piedras. Y cómo pudieron armaron un refugio.
Entre los restos del naufragio pudieron rescatar unas pieles y unas lonas qué utilizaron como techo y cobertores.
Durante el año que prosiguió al desastre, una vez consumidos los pocos víveres que pudieron salvar, cazaron focas y pingüinos para sobrevivir, de los que extrajeron aceite para el fuego y bendita carne para alimentarse.
Casi un año tardó el mundo en enterarse de la malograda expedición y de los hombres que quedaron a la deriva.
Un mundo sin comunicaciones ni globalización.
Ni un miserable whatsapp, vea.

Las armadas del mundo conocido, se impusieron un único objetivo como meta: "Hay que salvar a los suecos de la Antártida"
Claro, poco importaba que en la misma participaran también noruegos y argentinos.
Después de todo por aquellas épocas un argentino era algo extravagante.
Un poco como ahora, por supuesto.

Portentosos barcos, grandes veleros, valientes y aguerridas tripulaciones decidieron ir a por ellos.
Sesenta y seis expediciones se armaron.
Cincuenta y tres de ellas llegaron (efectivamente) a hacerse a la mar: ingleses, alemanes, suecos, italianos, holandeses, belgas y hasta una australiana desearon fervientemente obtener la medalla que los catapultara como los "salvadores antárticos" y disfrutar así por toda la eternidad del prestigio obtenido.
Ninguna de las cincuenta y tres llegó a destino.

A algunas las frenaron los atemorizantes vientos, a otras las apabullantes olas, a la mayoría los sólidos hielos.
Y no faltaron varias que dieron la vuelta a mitad de camino, alegando "cuestiones técnicas insalvables", aunque todos sabemos la verdad de lo que eso significaba...

Para octubre de 1903, todos se habían olvidado un poco de los suecos.
Las infalibles armadas europeas (qué tanto autobombo habían hecho de sus infladas virtudes) ocupaban parte de su tiempo en otros festejos históricos y el resto como mirando un poco hacia el costado, despreocupadamente.
De los suecos? ni noticias, che...

Un ignoto y jovencito capitán pasó por esas fechas caminando por el centro de mando de la Armada.
Y ante una conversación escuchada como al pasar entre dos oficiales mayores, se propuso temerariamente para encabezar la bendita expedición que rescatara a los suecos.
Era lo que la Armada necesitaba: un loco intrépido, desconocido y sin mucho antecedente. 
Alguien fácilmente olvidable.
Como para cumplir, y que el prestigio profesional argentino quedara internacionalmente a salvo...

Casi nada de tiempo pasó hasta que le ofrecieron la más importante de las tripulaciones y a su disposición los más imponentes barcos (algunos de guerra) de la Armada Argentina.
Pero el loco dijo que no: deseaba una pequeña pero selecta tripulación y la más pequeña de las embarcaciones, que ofreciera poca resistencia (o ninguna) al azote del viento.
"No se preocupen, porque no va a ser el hierro de la proa el que parta el hielo continental, sino la pura dureza de nuestra voluntad argentina"

A partir de allí, seleccionó a ocho oficiales y a diecinueve subalternos que fueron entrenados y lanzados amorosa y primorosamente todos los días (después de desayunar, eso sí) a las límpidas aunque congeladas aguas del Riachuelo, seis horas continuas por jornada - con ropa de fajina sin borcegos - para acondicionar no solo sus físicos sino primordialmente sus almas: la travesía requería no solo experiencia naval, sino también resistencia a climas muy fríos y el temple necesario para aventurarse en regiones inhóspitas. 
Luego de doce días de agua, no era esa ya una tripulación argentina, sino más bien atlante.
El mismo Poseidón los hubiese conchabado sin dudar.

Le dieron (se nota que le tenían una confianza bárbara, vio) una cáscara de nuez (para ese momento un cascajo de madera y palos, que como único mérito previo fue que había sido capitaneada por el hoy muy nombrado Comodoro Py) que obviamente hubo que reacondicionar, agregándole un poco de metal por acá, una proa como la gente por allá y dos velas que le faltaban...porque se las habían comido las lauchas.
Y sí, se hicieron nomás a la mar.
Y el viaje fue placentero (eso sí), de una tranquilidad tal que hasta un bebé a bordo podría haberse mecido plácidamente entre suaves arrullos del viento...
Y llegaron a la isla Paulet.
Y los suecos, noruegos y el argentino Sobral se asombraron primero y se pusieron a llorar después, cómo niños sorprendidos ante la aparición por el horizonte del más magnánimo de los dioses...ya se soñaron todos sanos y salvos.
Así emprendieron el camino hacia la resurrección y la vida.Atrás quedaron las pieles y las lonas y las piedras (y hasta algunos huesos) pero que en años posteriores fueron recuperados y que hoy engalanan varios museos suecos y noruegos...

Pero claro, ese camino a la salvación no iba a ser gratis: todas las agresiones del mar que les habían sido vedadas en el viaje de ida, les fueron aplicadas al regreso.
El viento soplaba constantemente, hicieron frente a un vendaval que destrozó gran parte de las instalaciones de cubierta y provocó rolidos de hasta 40 grados, poniendo al buque en serio peligro (para que se comprenda: la punta del extremo superior del palo mayor, casi recostada sobre el mar, a solo tres metros de tocarlo).
Y fue allí donde el loco (pero valiente y corajudo) capitán tomo el mando del timón.
Sus oficiales, a posteriori, escribieron: "la vista azul dura y fija, las piernas en perfecto compás de ataque, los puños prensados, los nudillos blancos del vigor y esos diez dedos acerados y sangrantes clavados por sobre la rueda de dirección nos dieron ante la sola vista de ese señor la íntima seguridad de que nada malo nos iba a pasar".

Un fuerte ruido precedió a la caída del mismo palo mayor (que rebotó a escasos centímetros del capitán y que luego se perdió) y del trinquete, que pese a que debió ser hachado y arrojado al mar, quedó enganchado y fue arrastrado por la cáscara de nuez durante toda la travesía.
Nada de esto alteró la determinación del "loco" capitán, que hasta la gorra había perdido.

De repente, y tal vez agotado de ver tanto valor concentrado, Dios mismo mandó un haz de luz solar que atravesó el firmamento para cortar y destrozar definitivamente la tormenta.
Arrastrando penosamente el trinquete, surfeando las olas, pero las últimas cinco millas ya entre nubecitas y cálidas resolanas, arribaron triunfalmente al anonadado puerto de Santa Cruz, desde donde telegrafiaron la buena nueva a Buenos Aires, en noticia que se disparó hacia el resto del mundo en menos de una semana.

La abandonada Uruguay, a partir de ese arribo, fue durante muchas décadas posteriores la muy mimada niña de la Armada Argentina.
Y afrontó una serie de arreglos y restauraciones, que abarcan hasta hoy.
Entre ellas, el reemplazo de sus combativos palos, por unos nuevos (había que afrontar las próximas y triunfales travesías por los mares del mundo). Ese trinquete flotador, gracias a Dios, lo mantenemos protegido y resguardado aquí, en esta placita ...

Queridos muchachos: entienden ahora..?
Espero que la próxima vez pueda escuchar de sus bocas no que esta es la plaza del poste, sino la que resguarda uno de los gloriosos restos de la Corbeta Uruguay, la heroína de la Antártida..."
Los agentes, uno a cada lado, avergonzados y con los ojos un poco húmedos, asentían obedientes...

Aquel capitán, de jóvenes 34 años, se llamó Julián Irizar.
Desde el rescate, el mítico Capitán Carl Larsen (aquel de la "Barrera de hielo de Larsen") lo consideró no solo su superior, sino también su salvador y amigo.
Su carrera posterior fue tan impresionante que se saltó hasta el grado máximo de Almirante y le otorgaron directamente el de Prefecto Marítimo Nacional (único caso en el mundo).
En su honor, el orgulloso rompehielos nacional, es llamado “Almirante Irizar”.

El trinquete completo de la Uruguay (que no posee ni una chapita que lo recuerde, como es triste costumbre) es el de la foto que acompaño, por siempre altivo, orgulloso y vigilante, en la plaza Éxodo Jujeño de Parque Chas.


El viejito era Félix Luna, que falleció plácidamente solo cuatro días después de este evento que les relato: genio, figura y maestro hasta el final.

De los agentes no pude recabar ni sus nombres, y sus datos (sin pena y mucho menos gloria) se perdieron en el tiempo. Ojalá hayan aprendido algo.

Esa nave argentina, durante los 30 años posteriores a la legendaria travesía fue recibida en todos los puertos europeos (ciudades que se colocaron en lista de espera de hasta por lo menos cuatro años) con todos los honores presidenciales existentes, salvas, cañonazos y condecoraciones de por medio.
Para la muy vikinga Armada de Suecia (la Flottan Svenska Marinen) la humilde Corbeta Uruguay es considerada "nave madre emérita" de su tecnológica flota de superficie.

Esa cascara de nuez de leyenda, puede hoy ser orgullosamente visitada en el dique 4 de Puerto Madero (donde se encuentra fondeada), para que de paso nos olvidemos de la grieta, y nos recuerde también un poco de qué se trataba aquello de ser argentinos...

    

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