sábado, 31 de octubre de 2020

ADIOS, HERMANO CRUEL, de Horacio Verbitzky - 25/10/2020


La torrencial confesión de Mariano Macrì sobre la trama de poder, política, negocios y familia detrás del hombre de negocios dudosos con el Estado y desde el Estado, Maurizio Macrì, confirma buena parte de las constataciones a las que habían llegado investigaciones periodísticas y judiciales, pero ahora con el sello de calidad que le confiere el testimonio de un protagonista.
Rebosante de chimentos, el libro se lee como una edición especial de Hola, con sus páginas pringosas de estafas, traiciones, venganzas y lamentos.

El capítulo final narra el último encuentro entre los hermanos, el 18 de marzo de este año, un día antes de que Mariano comenzara a derramar su catarsis sobre el teléfono de su viejo conocido de Washington, Santiago O’Donnell, el hijo de GOD.
Es decir que se trata de un fast book, que careció del tiempo necesario para el ordenamiento y el chequeo de las introducciones a cada declaración grabada, a lo largo de 17 horas, por el menor de los hijos varones de Franco Macrì y Alicia Blanco Villegas.
Por eso se repiten errores como el muy común que afirma que el hermano Presidente autorizó a que el hermano testaferro, Gianfranco Macrì, blanqueara 35,5 millones de dólares, por un decreto que eliminó las restricciones de la ley que lo impedían.
En verdad, la ley sólo prohibió que blanquearan padres, madres, cónyuges, e hijos de los funcionarios públicos, pero no hermanos.
El decreto interpretativo permitió que también las categorías prohibidas pudieran hacerlo, si conseguían demostrar que los activos transparentados ingresaron a su patrimonio antes de que el familiar accediera al cargo público.
Como el dinero es fungible, esta cláusula es tramposa.

Esa limitación editorial se salva por la cita de los trabajos periodísticos más serios sobre los negocios de la famiglia, entre los que se destacan El Pibe y su actualización una vez que el protagonista accedió a la presidencia, Big Macrì, ambos de Gabriela Cerruti.
Ella es quien cuenta que Jaime Durán Barba planteó que la carrera política de Maurizio requería matar al padre y convertir a Maurizio en el Macrì bueno, y a Franco en el Macrì malo, algo que Néstor Kirchner supo o intuyó cuando instaló la consigna Maurizio, que es Macrì.
A sugerencia de Durán Barba intentaron colocar a la madre en el centro de la escena, pero sus incontenibles elogios a Videla y su aversión a pobres y homosexuales lo disuadieron.

Mariano no le perdona a su hermano que dos semanas después de la muerte del padre, Maurizio instaló que Franco pertenecía a un sistema extorsivo, mafioso. 
Se lo dijo a Luis Majul, que ni siquiera se lo había preguntado”.


Mariano y Maurizio: teléfono descompuesto.


La mirada impávida de ojos celestes

En las páginas finales se destila lo esencial del retrato de un hombre frío, falso, incapaz de sentir empatía aún por las personas más próximas y vulnerables, como su padre anciano o su sobrinita enferma de cáncer: Maurizio repite un libreto en el que nunca tiene nada que ver, y se queda callado, mientras mira impávido al interlocutor con sus ojos celestes. 
Siempre tratando de borrarse, de eximirse. Lo tiene realmente muy incorporado, hasta se cree la película. Y siempre hay un fusible para despedir cuando las cosas no salen”.

Mariano afirma que en el delirio en que se cree el salvador de la Patria y del mundo, Maurizio le da vuelo a un costado insensible y destructor “que tanto daño le hizo a toda la familia y a toda la Argentina”.
A lo largo de 234 páginas, Mariano Macri no se esfuerza por ocultar el odio que siente por el primogénito de la familia, con quien ostensiblemente compite por el favor del padre.
En razón del alineamiento con Maurizio en la guerra intestina, ese resentimiento también alcanza a Gianfranco.

Me imagino que para una persona que se maneja con ese nivel de impunidad y de creerse dueño de la verdad, la única oportunidad de reflexionar y hacer un repaso por su vida, sería estando privada de su libertad. O sufriendo un golpe fuerte en la vida”, como el propio Mariano, quien revela que tiene un tumor en el cerebro y una de cuyas hijas contrajo cáncer.

Con el típico psicologismo porteño, sugiere que desahogarse en un libro lo curará.
No es que yo tenga intención de que vaya en cana”, agrega.
Pero “si funcionaran las cosas en nuestro país, si tuviésemos un país que nos diera tranquilidad para nuestros hijos y nuestros nietos y fuera más justo, una persona con determinadas conductas tendría que ir presa y pagar con su libertad.
Podés querer que a alguien que hizo daño le peguen un tiro. (…)
Si puedo hacer algo por mi hermano, quisiera hacerlo desechar toda esa locura en la que se ha metido y tratar de revertir el daño que hizo. Lamentablemente siempre es tarde.
Cuando esos tipos pasan por la máxima expresión de poder y de responsabilidad y tienen la oportunidad de hacer un bien, sacan lo peor de sí mismos y terminan haciéndoles un mal a todos.
Lo más probable es que necesite un poco de encierro en la cárcel para darse cuenta”.

Mariano recuerda que Maurizio “en vez de ser afectuoso era siempre provocador, hiriente.
Haciendo un repaso por mi vida, pensé: ‘Pero este tipo en la puta vida fue cariñoso conmigo’. 
Sólo cuando empezó en la política se puso a ensayar, y tan exageradamente que me agarraba la mano, me franeleaba (…)
Mientras pensaba cómo era posible que fuese tan frío, tan hijo de puta, me fui dando cuenta de que (…) nunca tuvo la capacidad de amar.
En muchos aspectos era realmente un psicópata”.

En sus poluciones de rencor Mariano también revela el odio de la rama materna, los Blanco Villegas.
Franco Macrì se casó a los 18 años con Alicia Blanco Villegas, de 15, la acaudalada heredera de una de las mayores extensiones de tierras productivas del país.
Con 26.381 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, el Grupo Agropecuario Blanco Villegas integra la cúpula de los mayores propietarios del país.
Los accionistas del grupo eran la última vez que escribí sobre el tema, cuando Maurizio fue electo Presidente, su madre, su tía Lía Esther Blanco Villegas, su hermano Gianfranco Macrì, su tío Jorge Alberto Blanco Villegas, su esposa Argentina Cinque y Julio H. D’Hers.
Alicia nunca pudo superar que Franco la dejara “después de ella darle sus mejores años (sic).
Estaba despechada. Y no se recuperó nunca.
Lo puteaba permanentemente, pero en la puteada se notaba también la admiración.
En esto de patinar y quedar atrapada en esa lógica y no poder sobreponerse, se parece un poco a mí y a lo que me pasa con toda esta confrontación.
No logro independizarme y cortar este mal vínculo con los hermanos.
A mis 12 años se separaron y, en cierto modo, desde entonces la vieja me usa como paño de lágrimas y no para de insultarlo y de hablarme mal de él.
Yo creo que el viejo buscó en mi madre un modelo que tuviera semejanzas con su propia madre, una mujer muy distante con quien casi no tuvo relación”.


El ex Presidente con su madre, Alicia Blanco Villegas.

Con la mayor naturalidad, Mariano narra el enfrentamiento entre su madre y Gianfranco por la división de un terreno en el Buenos Aires Golf. 
Gianfranco le quiso pisar una parte del terreno de ella porque en el proyecto figuraba como parte de otro lote.
Mamá le dijo: ‘Yo nunca te cedí ese terreno, me estás quitando un triángulo que es mío. No corresponde’.
Y el otro, para que no se le cayera la venta y para no perder su negocio, se le plantó y la llevó a la Justicia. La enfrentó y se lo pisó nomás”.
En varias notas conté cuántas otras cosas menos privadas pisaron en ese emprendimiento.
Gianfranco también dispuso que los guardias de seguridad le prohibieran la entrada a las oficinas de Socma a su padre, quien había donado la empresa a los cinco hijos. 

La relación fue violenta desde la infancia. 
“Gianfranco era medio incontrolable. Mamá lo ataba a los radiadores. Ella y el viejo lo surtían mucho”.
También “mamá ha sido muy maltratadora de mi hermana Sandra. Le decía que no quería llevarla a ningún lado porque le daba vergüenza que fuera gorda”.

A Mauricio lo castigaba por su mala pronunciación en inglés (los celos por la perfección de Adolfo de Prat Gay, tanto en inglés como en francés, incidieron en su pronta salida del gabinete).


Sandra con Franco, el día de su casamiento con Néstor Leonardo.
Mariano con el tío Jorge Blanco Villegas.


Mariano también cuenta cómo Maurizio, junto con su tío Jorge Blanco Villegas y el gerente Ricardo Mansueto Zinn, aprovecharon un infarto de Franco para viajar a Italia e intentar desplazarlo de la conducción de Sevel, la automotriz que fabricaba los vehículos Fiat y Peugeot.
Durante la dictadura cívico - militar, Fiat le había cedido la conducción a los Macrì para que cerraran varias plantas y despidieran a 15.000 trabajadores, cosa que los italianos por razones políticas no podían hacer, dice.
Cuando Sevel salió a la bolsa, en 1992, Maurizio manejó todo el proceso porque venía de trabajar en la City. 
El viejo dijo que el tío le había hecho deprimir el precio de la acción. Había salido en 15 y terminó en 3. Debe haber habido un manejo en el que seguramente Maurizio tuvo algo que ver”.

Mariano consigna que su familia se caracteriza por una “falta total de comunicación”.
En 1995 Alicia Blanco Villegas invitó a todos sus hijos y nietos a pasar las fiestas en Italia. 
Pero Maurizio dijo: ‘Con esta familia de mierda yo no voy a ningún lado’. Y no fue”.

No eran mejores las relaciones con las respectivas parejas de la progenie de Franco y Alicia.
Isabel Menditeguy, cansada de las infidelidades ostentosas de Maurizio, bajó de su computadora información sensible sobre los negocios turbios en Boca Juniors y así consiguió un divorcio subsidiado con 8 millones de dólares.

Cuando el esposo de Sandra denunció a Maurizio porque la espiaba, el entonces jefe de gobierno le exigió de desistiera de la causa. 
Como ella no pudo incidir en las decisiones de su pareja, Maurizio dejó de hablarle, hasta su muerte.

Mariano se casó a los 22 años con Marie France Peña Luque, de 27, “una rubia potente que estaba más fuerte que un búfalo”, con quien tuvo dos hijos “en muchos años de relación tortuosa 
(…) ella salía con flacos porque quería pincharme, se hacía la femme fatale 
(…) esas cosas la mujer siempre las maneja 
(…) Al compartir un hijo y una hija, quedé pegado para toda la vida. El acuerdo de divorcio fue difícil porque ella pedía cualquier cosa. Pensó que yo tenía derecho a 200 millones de dólares, un delirio que hacía imposible cualquier diálogo”.
Transaron por muchos millones menos.


Isabel Menditeguy, Marie France Peña Luque.


Grupo de familia

El hábito de desligarse de sus responsabilidades también describe a Mariano Macrì, quien tampoco asume las implicancias de haber sido parte de las empresas offshore conocidas a partir de los Panama Papers, como Fleg Trading, y los Paradise Papers.
En su rol de ingenuo benjamín de la familia, Mariano dice que “hace quince años pude haber firmado algo que me pidió el viejo.
Yo lo hacía sin preguntar y, además, no entendía muy bien estas cosas de las offshore.
Por eso pude haber firmado la constitución en ese tiempo; pero después, si hubo movimientos en la cuenta, no firmé ninguno. (…) En un momento Gianfranco me planteó: ‘Hemos decidido que lo que vamos a hacer es blanquear, porque al blanquear se hace un tapón fiscal y, con eso, no hay averiguación de origen de fondos’.
No querían que se descubriera el origen de una cuenta que supo tener, según dice la causa, más de quince palos [verdes].
‘Podés blanquear vos, puedo blanquear yo o podemos blanquear los dos’.
Yo le dije: ‘Ni en pedo me meto en las pelotudeces que ustedes hacen’.
(…) Esta reunión se hizo en Socma y no estaba Maurizio. Maurizio hace muy bien su papel de no figurar.
(…) Durante muchos años quise entender si el grupo se había manejado en negro, quise que se me explicase, y nunca terminaron de explicarme nada ni de mostrarme ningún asiento.
El hecho de que no hubiese una mesa de diálogo ni discusiones abiertas, fuertes, sanas, fue parte de la gran rivalidad que tuve con Maurizio.
Fui muy ingenuo y tomé las cosas como venían”, dice Mariano.


Gianfranco, con modelo Valeria Mazza y su señor.
Foto Roberto Almeida Aveledo.


Este rasgo del Yonofuismo común a ambos hermanos también caracterizaba al padre.
A principios de la década de 1990, cuando publiqué mi libro Robo para la Corona, sobre el remate a precio vil del capital social acumulado por generaciones de argentinos en las empresas públicas, Franco me pidió una entrevista, que mantuvimos a solas en mi oficina.
Allí intentó convencerme de que las renegociaciones de contratos para abultar la cuenta con rubros excluidos adrede en los pliegos de la licitación era una práctica de otras compañías, pero no de las suyas.
En su simpático cocoliche, este gran seductor me dijo: 
No se equivoque Horacio, nosotros no pagamos abogados, sólo tenemos ingenieros”.
Sentado en la misma silla Maurizio me pediría años después al iniciar su carrera política que lo juzgara por él y no por su padre.

Otra vez, en la torre vidriada de Puerto Madero desde la que conducía el grupo, Franco me juró que ellos no tenían un aparato de inteligencia para escuchar a sus competidores, como el que le permitió al Grupo Soldati ganarles la licitación de Obras Sanitarias, presentando una oferta con pocos centavos de diferencia con la de las Sociedades Macrì.
Sólo se distrajo unos segundos para mimar a una nena de bucles rubios a lo Shirley Temple, que entró como una tromba y le desordenó el escritorio ante su sonrisa embobada.
Era su hermana, Florencia, un cuarto de siglo menor que Maurizio, quien cuando fue Presidente la mandó espiar por el aparato de inteligencia estatal, que ahora minimiza como cuentapropistas.

El libro suministra indicios sobre los motivos de ese seguimiento: Florencia y la otra hermana, Sandra, acordaron sindicar sus acciones con las de Mariano para desalojar de la conducción del holding a Maurizio y Gianfranco, desafío del que luego desistieron por decisión del padre padrone.

El desconocimiento que Mariano alega de todas las trapisondas es poco creíble, dado que durante años se encargó de llevar las actas y los registros de cada reunión del grupo, directivos y gerentes.

Otro tanto puede decirse de la visión idealizada de su padre, pese a que cuenta su participación en la compra de la Banca Nazionale del Lavoro [continuador en la Argentina del Banco Ambrosiano, que se derrumbó estrepitosamente en Italia en 1982, en una trama que involucró al Vaticano, la mafia y la P2]. 
(…) Pero su manera de vivir y desenvolverse para mí era suficiente carta de presentación para no tener ninguna duda de que no era un mafioso. 
(…) El viejo era una persona muy solvente, un empresario italiano migrado a la Argentina, asociado con los Agnelli, y fue desarrollando una relación con [el primer ministro italiano Bettino] Craxi (quien le decía): 
‘No hay ningún gobierno que pueda tener éxito si no tiene por lo menos tres de los cinco poderes transversales de su lado como socios’. ¿Y cuáles son esos cinco poderes transversales?. ‘La plata de las armas, la plata de la droga, los sindicatos, la Iglesia [Católica] y el poder económico’”.

Como diría Charly García, familia muy normal.

sábado, 24 de octubre de 2020

LOS NADIES, de Eduardo Galeano


Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada.

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tiene cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

jueves, 22 de octubre de 2020

NOTEOLVIDÉ, de Graziana Peñafort - 18/10/2020

Celebramos 75 años de historia y de legítima insolencia, pacíficamente pero sin mansedumbres
 

Son flashes de la Historia.

Un aluvión de laburantes marchando a una plaza que de pronto se volvía del pueblo y no del fasto.
En blanco y negro y latiendo a lo largo de estos 75 años.
Las patas en la fuente de un espacio que de pronto no era solo público, se hacia popular.

Un relámpago y en el balcón de la Rosada hay una mujer que sabe que esta muriendo y con lo que le queda energía dice palabras que se volverán conciencia para siempre.
La primera transmisión de la televisión argentina será un discurso de amor, de compromiso y de infinita lealtad a un pueblo que nunca lo olvidó.

Y después el dolor indescriptible. La orfandad.
Y como la peste, la barbarie y los aviones sobre esa misma plaza sembrando muerte donde se había cultivado igualdad y Justicia Social.
Pero ni las bombas ni el silencio pudieron callar el grito de Justicia de las humildes nomeolvides, que florecieron en las casas de los trabajadores, de los marginales, de las cabecitas negras.
Los gritos del amor que la crueldad no pudo callar.

Y los hijos que crecieron viendo renacer la flor de nomeolvides y fueron a recibir a Perón a Ezeiza y de nuevo las balas del pueblo contra el pueblo.
Y la esperanza renacida y la muerte que todo lo aplasta menos a la conciencia.
Lloraba un soldadito que era pueblo.
Y muchos, tal vez equivocados, creyendo que el amor es conciliable con la muerte. No, no lo es.
Treinta mil conciencias que mató un gobierno ilegitimo.

También nacimos nosotros, la generación que pasaría años buscando a los sobrevivientes, como a los nietos, como a los hijos.
Y también encontramos a las madres y a las abuelas, y de alguna forma la orfandad encontró un límite en las historias de resistencia pacifica y grito de Justicia. De Memoria. De Verdad.
La lealtad de un pueblo con los suyos.
El amor.

Y mientras tanto el neoliberalismo que busca el olvido, de los muertos y también de los vivos.
El silencio de los cementerios y ruido de vidrios rotos del estallido de un pueblo que dijo basta.
Basta de ser enterrados en vida. Y el que intentó conciliar lo inconciliable.
Era peronista, pero se enamoró del palco y se olvido de la plaza.

El puente.
Kosteki y Santillan y el palco encubriendo lo que habíamos visto todos.
La muerte.
Y el aire fresco y nuevo que vino del sur. Salir de infierno.
Los años felices que, sabemos, son peronistas.
Los derechos recuperados.
Las plazas del pueblo y del amor nuevamente.
Y los enemigos agazapados, babeando odio.
Y nosotros siendo felices.

Y el octubre sombrío en que murió Néstor.
Llovía y llorábamos agitando banderas de luto.
Y la obligación de sostener lo conseguido.
Y la fuerza desgarradora de Cristina de pelear por el futuro de todos.
Flameando encendida frente ante al odio y al desprecio. La denuncia. La persecución del odio usando togas.
Y ella flameando.

Y el triunfo siempre pírrico de los babeantes. Que con sus babas de odio corroyeron todo.
Cuatro años de infierno. De muertes que duelen. De cárceles injustas.
Y también de lealtades infinitas y regresos y reconciliaciones.

Abril, dieciséis de abril de 2016.
El escarnio que buscaban anhelantes los que babean.
Y de nuevo ella, flameando encendida para decirnos que no está muerto ni vencido quien pelea.
Y la noción renovada de un camino con todos.
La trabajosa construcción de un todos.
“Es con todos”, nos dijo, y fue con todos menos los que definitivamente ya no se sentían Todos.

El día que inscribimos en la justicia electoral el Frente de Todos.
El día que recuperamos la plaza librándola de las rejas.
El día que Alberto nos dijo a los argentinos: “Nunca más” al espanto y a las babas. Y entonces lloramos y nos abrazamos bajo un sol abrasador.
Esperanza.

Y después la enfermedad y los babeantes escupiendo odio.
Y un gobierno que se niega enterrar en vida a los pobres, a los excluidos, a los marginales, a los cabecitas negras.

Siempre hablo de temas judiciales, en una semana que pasó de todo.
Diputados de la baba que hacen denuncias insólitas.
Un fiscal babeante al que no le queda ni un resto de dignidad por defender.
En él, ya todo es baba.
Y una jueza que pone las cosas en su lugar y que, con extrema delicadeza, pero también contundencia, rechaza los escritos de la baba.

Y periodistas denunciados también, por los mismos representantes de la baba. Tengo la certeza de que la baba quiere disciplinar a los dignos. Pero más aun tengo la certeza de que lo que buscan los representantes de la baba es callar las causas de espionaje ilegal que están investigando al gobierno de Macri.
Porque al mismo tiempo que hacen denuncias absurdas, hacen todo lo posible para llevarse esas causas a los refugios de la baba.

Además del acoso al que sometieron al juez Ramos Padilla en los días de la baba, hoy intentan atacar a los jueces y fiscales que investigan a quienes fueron los responsables de esa descomunal maniobra de espionaje ilegal que se llevó a adelante con el uso de la estructura gubernamental.
“Asociación ilícita”, escribieron los fiscales.
Las pruebas están. Las fotos. Los mensajes. Los documentos.
Espiaban a propios y extraños.
Espiaban a las familias de las victimas del ARA San Juan.
Espiaban.

Hoy jueces que fueron víctimas de ese espionaje y funcionarios judiciales que usaron la información proveniente de espionaje ilegal y se mezclan en los pasillos, honrando involuntariamente a Discépolo: “Que siempre ha habido chorros / Maquiavelos y estafaos/ Contentos y amargaos / Valores y dublé…”

Los mismos que permitieron la filtración de escuchas de dudosa legalidad hoy reclaman que los datos de sus teléfonos no sean auditados.
Aquellos que filtraban imágenes humillantes para las personas, hoy se refugian en la hipocresía de escandalizarse.

Tampoco me confundo, al ruido de los babeantes se suman las entrevistas que remedan - y mal - lo que en un mundo normal sería una fellatio in ore, sin necesitar camuflar de entrevista lo que no lo es.
Tiene infinitamente más dignidad el acto cuando se realiza sin ropas que estos simulacros en camisa.
Solo un objetivo tiene esos simulacros, y es generar ruido, todo el ruido posible para encubrir lo que sucede y sobre todo lo que sucedió cuando gobernaban ellos, los babeantes.

Y a varias cuadras de distancia otras víctimas se debaten ser también victimarios. Cada cual sabe dónde está parado.
Y donde lo recordará la historia.

Ayer fue un 17 de octubre de sabor particular.
Con la responsabilidad de ganarle a la muerte y a los babeantes que la promueven.
Con la ética implacable de los que gobiernan honrando la Constitución y las leyes, no como aquellos que ni siquiera pudieron completar el juramento ceremonial.

Domingo tras domingo escribo de leyes, de Poder Judicial, de derechos y garantías.
Cuento casos, analizo sentencias.
Hoy no.
Porque quiero festejar este 17 de octubre.
Porque los 75 años son un relámpago de historia que nos muestra que el pueblo no olvida.
Que lo pueden asustar. Que lo pueden masacrar.
Que pueden pretender cancelarlo.
Pero no olvida.

Pueden hacer ruido.
Pueden escupir baba espumante desde los titulares.
Pueden mentir, espiar, endeudar sin escrúpulos, manipular al Poder Judicial.
Pero a todo eso - y a la barbarie -, ya les gano una humilde flor de nomeolvides y la conciencia de un pueblo que se reconoce pueblo y no olvida ni su pertenencia ni su lugar en la Historia y su reclamo incesante y legítimo de futuro.
De una Patria, así con mayúsculas, en la que reine el amor y la igualdad.

En este Día de la Lealtad, celebramos 75 años de Historia y de legítima insolencia y también sembramos futuro y esperanza.
Somos peronistas, porque como decía Leonardo Favio, un día descubrimos que no se puede ser feliz en soledad.
Seguimos pensando lo mismo.
No, definitivamente no nos han vencido y acá estamos, TODOS, en un nuevo 17 de octubre.
Pacíficamente, pero sin mansedumbres.

Déjenme decirlo.
En el Día de la Lealtad al pueblo del que somos parte y a las convicciones que nos han traído hasta acá: ¡¡¡VIVA PERÓN, CARAJO!!!!!

AQUÉLLA VIDA OLVIDADA, de Arturo Pérez Reverte - 5/10/2020

Está postrada en la cama, tan guapa a los 96 años como siempre lo fue.
Guapísima y también serena, pues la enfermedad que la consume despacio, que no es otra que la vejez natural que nos espera a todos si vivimos lo suficiente, es piadosa con ella.
No sufre y está bien atendida: se la ve conmovedoramente flaquita y consumida, pero limpia, aseada, tan pulcra como de costumbre.
Vestida con un elegante camisón, apoya en el almohadón de la cama la cabeza ya frágil, el cabello cano y corto, bien peinado, que siempre tuvo muy abundante y hermoso.
Es la apacible imagen de una vida que se extingue despacio, mansamente, y que un amanecer cualquiera, cuando sus hijos acudan a verla, se habrá dormido para siempre, al fin, ojalá con la misma sonrisa dulce que ahora tiene en los labios.

Sentado a su lado, el hijo mayor le tiene cogida una mano.
Ella la mantiene así desde hace rato, asida a la suya, mirándolo con curiosidad.
Su memoria se hundió en las brumas del tiempo y no sabe quién es ese sexagenario con canas en la barba que antes la besó en la frente y permanece inmóvil junto a ella.
No lo reconoce, aunque a veces una palabra, un gesto, un recuerdo que logra abrirse paso, le hagan abrir más los ojos con un relámpago de reconocimiento, o de vaga memoria.
A veces, incluso, hasta trae a su boca una palabra que evoca un nombre hallado de pronto, un apelativo familiar, una antigua escena. No rememora del todo, pero quiere hacerlo.
Y cuando se produce el milagro y se asoma un instante al pasado, asiente y sonríe con dulzura y un brillo feliz en la mirada.

El hijo habla desde hace rato.
Conversa despacio, paciente, contando con mucho detalle.
Como sabe que ella no recuerda, que cuanto él diga será tan nuevo para la anciana como si no hubiera ocurrido nunca, está contándole su propia historia.
La de ella misma.
Por fortuna es casi toda una historia feliz, que apenas es necesario alterar para que suene bonita: sólo algunas omisiones lejanas, años de infancia desgraciada, viajes a lugares extranjeros y tiempos de guerra.
Dejando eso aparte, el hijo - narrador se centra en la parte dichosa de esa vida: la juventud, el trabajo, el amor, la casa familiar, el mar cercano, los hijos y los nietos.
Le cuenta todo eso desde el principio mientras ella escucha con atención, pendiente de las palabras, entreabierta la boca, oyente fascinada por un relato que ignora es el suyo propio.
Y cuando los otros familiares que están cerca hablan entre ellos de otras cosas, los mira molesta y los reconviene.
«Callaos, bobos - les dice suavemente -.
¿No veis qué cosas más interesantes me están contando?».

Y así, el hijo mayor le narra a la anciana la historia de una joven de dieciocho años que trabajaba en una agencia de viajes y cada día pasaba ante la casa de otro joven que se enamoró de ella; y de cómo éste consiguió que se la presentaran unos amigos; y cómo, cuando ella conoció a aquel chico alto, serio y educado, decidió casarse con él; y cómo fueron el noviazgo de cuatro años y el primer beso robado a costa de un bofetón junto a la cortina de un cine, y los paseos por el mar, y la boda, el viaje de novios y el mes entero durante el que el pobre marido, un perfecto caballero, tuvo la delicadeza de respetar la intimidad de la joven esposa hasta que ella - eran otros y absurdos tiempos - venció los escrúpulos y complejos con los que una educación rigurosa de las de antes la tenía bloqueada.
Etcétera.

Y mientras la anciana de pelo blanco escucha con mucha atención la historia de aquella joven a la que desconoce, y murmura «menuda tonta era ésa», su hijo sigue cogiéndole la mano y le cuenta también cómo nacieron él mismo y sus hermanos, y relata la existencia de la mujer que vivió en un hermoso lugar entre montañas y junto al mar, y cómo iba de noche a esperar al marido cuando regresaba de trabajar, a la luz de una antorcha que iluminaba de rojo el camino.
Y de qué manera fue siguiendo la vida su curso, y los hijos crecieron y marcharon a lugares lejanos, pero siempre regresaron a verla.
Y cómo tuvo también muchos nietos, envejeció apaciblemente y leyó libros bonitos, escribió poemas cursis y cocinó calderos levantinos que concitaban en casa a todos los vecinos, y sus veranos fueron una sucesión de hermosos ponientes rojos sobre un mar en calma, que ella pintó bellamente sobre lienzos y países de abanicos.
Y así, mientras escucha la relación ya desconocida de su propia vida, la mirada de la anciana reluce de interés y goce, y sin soltar la mano del hombre que ignora que es hijo suyo, dice: 
«Es una historia verdaderamente bonita».

Y añade: 
«Debió de ser una mujer muy feliz ésa de la que usted me habla».

LA PREPOTENCIA DE LOS FRACASADOS, de Ricardo Aroskind - 18/10/2020

La actual situación política requiere decisiones rápidas y bien enfocadas


El gobierno está sometido a un conjunto muy variado de presiones, que tienen en común el efecto de debilitarlo, de inmovilizarlo, de agobiar a sus dirigentes, y que apuntan a vaciarlo de contenido popular para finalmente separarlo de su base social.

Son conocidas las innumerables acciones políticas opositoras en ese sentido, pero también deben computarse en el mismo sentido las acciones económicas que desgastan al gobierno, como si un variado conglomerado de saboteadores se hubiera organizado para que vivamos constantemente en crisis.

Las actividades en el mercado cambiario deben computarse en ese contexto, así como la vociferación del ejército de economistas neoliberales proponiendo, como solución, el recorte del gasto público (incluidos IFE, Jubilaciones, AUH y ATP) y una devaluación adicional de la moneda.
Es una visión ampliamente difundida en la derecha, que no solamente ha perdido toda capacidad de análisis económico serio, sino que extravió toda conexión con la realidad social en la que habita.

El público fanatizado de ese sector ha adquirido una dinámica propia, expresando abiertamente el pensamiento de sus mentores mediáticos.
Luego del programa en el que Jorge Lanata interrogó a Carlos Melconián sobre las perspectivas económicas actuales, pudieron leerse en las redes palabras furiosas contra el economista porque él no consideró probable una hiperinflación en los próximos tiempos.
Según los fanáticos antigobierno, traicionó al no vaticinar una hecatombe.

Pareciera que la necesidad de que al gobierno le vaya mal es una prioridad central, establecida por factores de poder muy importantes.
Para ese poder fáctico, el fracaso del gobierno del Frente de Todos es mucho más relevante que el país pueda verse envuelto en una espiral de pobreza y degradación institucional.
Temen que el Frente de Todos extienda sus apoyaturas sociales a través de una eficaz acción gubernamental.
Todos los esfuerzos opositores apuntan a impedirla.


Devaluar al país

La actual presión cambiaria debe ser entendida dentro de ese contexto.
El ministro Guzmán pensó que el acuerdo con los bonistas externos sería un factor que tranquilizaría a “los mercados”.
Además, la negociación en curso con el FMI va a establecer, indefectiblemente, un próximo período sin pagos a esa institución.
Y además hay importante superávit comercial…
¿Y entonces?

A los escasos actores locales que operan sobre las diversas cotizaciones del dólar no oficial, el marco estructural no les importa. Tampoco entienden la racionalidad a la que apuestan el Ministro y el Presidente.

El juego es otro, mucho más mezquino.
Descubrieron que en la reducida piletita que son las Reservas del Banco Central hay poca agua, y empezaron el juego que mejor saben hacer.
Para que esa piletita estuviera tan reducida - gracias al infausto legado macrista -, a lo largo del año hubo un llamativo nivel de importaciones y de pagos de deudas empresarias al exterior, que drenaron dólares, mientras presenciamos la consabida reticencia de los exportadores a liquidar dólares, una vez que creyeron en la posibilidad de una devaluación.

Sería completamente incorrecto, tanto desde el punto de vista conceptual como político, meter a los argentinos que compran dólares, tanto para ahorrar, como para ganarse unos pesos revendiendo en el mercado negro, en la bolsa de los grandes especuladores.
Ese tipo de confusiones ya se hicieron cuando se lanzó la Resolución Nº125, al no separar a los pequeños de los grandes jugadores, y se volvieron a repetir cuando se lanzaron las restricciones cambiarias a fines de 2011, tratando a todos los demandantes de dólares por igual.

Es un error: no son lo mismo, y están animados por lógicas de comportamiento completamente distintas.
No hay que empujar a los argentinos que pretenden realizar actividades económicas normales al campo ideológico de los especuladores y los delincuentes económicos.
Claro, cuando se arriba al estadío de piletita, hasta sacar un baldecito de agua afecta.
No habría que llegar hasta allí.

En la presión actual sobre el dólar confluyen tres pulsiones básicas del poder económico:
  • La pulsión especulativa tradicional. “Hacerse unos pesitos” sacándole dólares baratos al Banco Central, sin ninguna otra intención que un rebusque a costa del Estado bobo.
  • La pulsión devaluatoria, en la que coinciden todos los exportadores argentinos, como también todos los tenedores de activos dolarizados y dólares. Otro gran negocio desvinculado de la producción, que se presenta cada tanto.
  • La pulsión desestabilizadora, de una parte muy politizada del poder económico, que no tolera la mera existencia de un gobierno que no esté completamente subordinado a sus dictados. Creen que no tendría costos para ellos.
Lo cierto es que mientras el juego se desarrolle en la piletita - dónde sólo juega el Banco Central -, tienen posibilidades de hacerle daño al gobierno, y a todos los argentinos.

Testean si el gobierno está atado y limitado por sus propios límites conceptuales y por lo tanto dispuesto a respetar las “reglas del juego” establecidas a favor del poder económico, o si es capaz de impulsar una respuesta propia y original frente al desafío.

El gobierno comprende la enorme importancia política de quebrar las expectativas devaluatorias.
Esperemos que se disponga a jugar con todos los instrumentos que tiene a su disposición.


¿Modelo exportador?

Algunos actores económicos y sociales parecen apostar a la devaluación como una salida a los problemas argentinos.
Es el caso de la declaración firmada por la Asociación Empresarial Argentina y la cúpula de la CGT, en el mes de julio.
Allí se habla de “Políticas públicas destinadas a movilizar la capacidad productiva y las exportaciones de bienes y servicios”.

Se sabe que cuando la elite empresaria local habla de políticas públicas, no se refiere al desarrollo de Ciencia y Tecnología nacionales para fortalecer el entramado productivo nacional, ni a apoyar la innovación empresaria para conquistar mercados interesantes.
Siempre desemboca en las propuestas más mediocres y subdesarrollantes que puedan concebirse: la devaluación, las quitas impositivas, el recorte del gasto público, y la degradación salarial.
No hay palabras para calificar que un documento así pueda ser refrendado por la CGT.

En términos realistas, una devaluación no tendría capacidad de agregar demasiados dólares a la balanza comercial argentina, además de que seguiría pendiente el problema de la piletita: ¿le venderán los dólares al Banco Central o no?
¿Tendrán ganas?

En alguna época, algunos economistas heterodoxos tendían a pensar que con una sola variable, por ejemplo, un tipo de cambio alto, se tenía la clave para incrementar las exportaciones.

Hace ya mucho tiempo se demostró que con esa variable sola no alcanza, por diversas razones.
Para exportar más tiene que haber países que quieran importar -cosa que depende de momento histórico de la economía mundial y no de la voluntad individual -, y capacidad exportadora, que a veces no existe, como ocurrió más de una vez con la muy rentable cuota Hilton de carnes seleccionadas para la Unión Europea.

Además, porque salir al mundo en los mercados de bienes estandarizados, donde se compite exclusivamente vía precios, implica lidiar con los países con los salarios más bajos ¡y tratar de ganarles!

Ese argumento basado en un modelo fantasioso de exportaciones imaginarias le viene como anillo al dedo a quienes quieren bajar salarios, reducir impuestos y todo tipo de costos que afecten la rentabilidad empresaria.
Se supone que para tener más “competitividad externa”.

Pero resulta que una política exportadora integral moderna requiere un conjunto amplio de medidas para encontrar mercados, eludir proteccionismos, garantizar cantidad y calidad de los productos, contar con buenos sistemas logísticos, proveer financiamiento adecuado, etc., etc., etc.
Como los adalides del supuesto modelo exportador no reclaman nada de todo eso - porque implicaría un Estado más fuerte, inteligente y estratégico - cabe deducir que lo que piden es sólo para provocar transferencias internas a su favor.

Pero además, sorprende el desconocimiento de la realidad internacional de los promotores del modelo “exportador”.
Hoy el mundo está atravesando una durísima crisis producto de la pandemia, que en realidad tapó los síntomas previos de crisis de la globalización neoliberal.
Aún no tiene correlatos en el campo social y político, pero que sin duda alguna no conduce a “los felices ’90”, como en su momento se burló Joseph Stiglitz de las fantasías que se generaron en relación a una globalización neoliberal de crecimiento indefinido.

Lo que viene, con o sin Trump, son políticas más proteccionistas, no mercados abiertos a quien quiera vender.
Por lo tanto, se requerirá un comercio exterior con un enorme peso de los acuerdos políticos.
No libre mercado, sino intercambios compensados.

La devaluación a secas es sólo una forma de degradar los ingresos de las mayorías, no para exportar más, sino para ganar más a costa de otros actores sociales.
Si detrás de esto hubiera algún modelo de acumulación, alguien, en nombre del puro crecimiento económico, podría entusiasmarse.
Pero en la Argentina, donde la cúpula empresarial no invirtió ni cuando gobernó junto al incompetente de Macri, suena ridículo esperar un modelo de crecimiento exportador, ya que finalmente requiere inversión productiva.


Leyes progresistas para evitar la depredación privada

Afortunadamente, parece estar aflorando una nueva consciencia en el campo oficialista, desmarcada de la mirada autocomplaciente en una elite que sigue militando en el bando del fracaso nacional.
Macri y sus amigos en el empresariado siguen pensando que hicieron las cosas muy bien, y que es sólo la existencia de otros sujetos en la sociedad la que daña sus sabios planes.

Nuevos proyectos legislativos dan cuenta de que se puede abandonar definitivamente la resignación social a tener un Estado bobo, funcional a los delincuentes privados.

El salvajismo social que expresa la quema intencional de bosques, pastizales y otros entornos naturales a favor del avance de negocios particulares, hasta ahora venía pasando inadvertido por el mundo legislativo.
Un grupo diverso de diputados, encabezado por Máximo Kirchner, presentó un proyecto de ley de protección de ecosistemas, para evitar la especulación financiera e inmobiliaria con las tierras: se prohibirá por décadas realizar modificaciones del uso que tenían previo a los incendios - provocados o accidentales - en áreas naturales protegidas, humedales y zonas agrícolas afectadas por estos desastres.

También se está tratando una ley impulsada por la diputada Fernanda Vallejos que prohíbe la ayuda estatal a empresas y personas con activos en guaridas fiscales.
Se evitará así que el Estado transfiera subsidios, otorgue garantías, promueva exenciones impositivas y/o beneficios fiscales a personas y sociedades con activos offshore, vinculadas o ubicadas en guaridas fiscales y evasores de obligaciones fiscales.
Si alguien llega a decir públicamente que esta ley genera “temor” o “desconfianza” en los mercados, o que “desalienta” las inversiones, seguramente representa a algún tipo de delincuencia económica.

El país empieza a poner algunos límites a un comportamiento depredador, que sólo puede darse en el marco de un Estado que fue despojado de sus capacidades para controlar y sancionar, y que fue habitado por un personal político abúlico o cómplice.


Un 17 de Octubre para Alberto

El gobierno nacional está sometido a un asedio que parece no tener fin. 
El proceso es muy desgastante, y apunta a desequilibrar a las principales autoridades, a hacerlas trastabillar.
La perversión de la situación se refuerza por el resultado lamentable del gobierno macrista, que obliga a que todo ese bloque político social apueste fervorosamente a que la actual gestión tenga un desempeño aún peor, para demostrar la bondad de lo vivido entre 2016-2019.

El cerco no es sólo material, político, comunicacional.
Apunta también a las emociones, y a debilitar la voluntad de construir un país mejor.
El macrismo y sus apoyos empresariales, mediáticos y judiciales quiere demostrar que no hay país mejor que la ruina que dejó luego de su pésima gestión.
Necesita poner un techo a las posibilidades de que la Argentina despegue y sea otra.

El gobierno debe evitar el peligro de que le tomen el tiempo, que los acuerdos sean vaciados por hechos consumados como lo ocurrido con los exportadores.
Que la voluntad de diálogo sea bastardeada, transformándose en intercambios inconducentes.
Que lo destraten públicamente al Presidente, como hicieron los empresarios de IDEA mientras les dirigía la palabra planteando puentes de colaboración productiva.

El Presidente de la Nación Argentina no es un primus inter pares de CEOs, por más importantes que se crean en su micromundo.
La Nación es mucho más importante que sus minorías enriquecidas.

Alberto Fernández es el Presidente de la Nación Argentina.
Puede ser que eso al poder económico le diga poco y nada porque la anomia de las prácticas sociales llegó también a la de las ideas y las representaciones imaginarias.
Creen que se puede hacer cualquier cosa.

Pero no debería ser así para el gobierno nacional y su coalición política. 
Urge que se comporten como gobernantes del país, no como consultantes, ni como mendicantes ante un poder económico que sólo reclama más desastres, y que interpreta la buena voluntad como debilidad.

Frente al espacio del desaliento conservador, hay una fuente inagotable de energía esperando para emerger, para dar vitalidad y estímulo a un gobierno al que otros intentan deteriorar.

Esa energía popular, para desatarse como en un lejano 17 de octubre, no necesita resignación, sino esperanzas y acciones reparadoras.

EN FOCO, de Horacio Verbitzky - 18/10/2020


Las movilizaciones autoconvocadas por Maurizio Macrì, Patricia Bullrich, Hernán Lombardi y Luis Brandoni han tenido un efecto paradojal.
Se atrevieron a tocarle los bigotes al león, que ayer se despertó y rugió, con una impresionante convocatoria.
Por encima de los distintos proyectos que cohabitan bajo el mismo techo oficial, la respuesta de los 75 Octubres puso las cosas en su lugar y redimensionó la fuerza relativa de cada uno.
Sólo la división del peronismo hizo posible la experiencia del cuatrienio 2015-2019 y no hay sector que no lo haya entendido.
Las imágenes de ayer prolongan las de la campaña electoral de 2019.
Más allá del texto del discurso presidencial, fueron impresionantes la magnitud del festejo, que siguió hasta bien avanzada la noche, pese a los intentos oficiales por desalentarla para que todo se concentrara en la puesta en escena de la CGT virtual, la claridad política de quienes se prestaron a responder preguntas periodísticas y la alegría general, tan distinta del clima de los banderazos de la oposición.

A pesar de los latigazos que Macrì dirigió en su reaparición mediática contra los que llamó «filoperonistas» de su gobierno, también la oposición se propone llegar unida al recuento globular del año próximo y es posible que lo consiga, porque todos saben que, de otro modo, se diluiría en la irrelevancia previa.
Pero el desplante de Macrì tuvo respuesta incluso en los sectores antiperonistas de su propia fuerza, como el radical Ernesto Sanz, o la Cívica Libertadora Elisa Carrió.
Sanz cuestionó a Macrì por su despectiva frase hacia el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el ex titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, porque eso deja de ser una autocrítica. Predicando con el ejemplo, dijo que «la crítica a un sector tiene que hacerse puertas adentro».
Carrió anunció que no convocó a la marcha del lunes 12 porque «el que se radicalice está jugando en contra de la Argentina».

Es ostensible que ambos cofundadores de JxC han optado por Horacio Rodríguez Larreta, cuyo ministro de Salud, Fernán Quirós, también rechazó el frívolo denuesto del ex presidente contra el aislamiento social.

Pero los deslizamientos del electorado escapan a las decisiones de la dirigencia, como predica Durán Barba.
Esto es especialmente cierto en agrupaciones de baja organicidad, como es el caso de Cambiemos, sobre todo ahora que ha perdido los resortes del poder nacional y bonaerense y se reduce a su bastión porteño originario y a los tres distritos gobernados por la UCR.

Si hoy fueran las elecciones legislativas, el Frente de Todos ampliaría la ventaja que obtuvo el año pasado, porque además de fracasar en el intento de dividir al oficialismo, la autoconvocatoria del ex Presidente y sus fieles hirió a los sectores opositores con responsabilidades institucionales e inserción territorial, y abrió espacio para que, a la derecha del núcleo duro cambiemoso, se colara la extraña pareja Javier Milei y José Espert, que arrojan cañas y redes para pescar en el estanque de la oposición liberal.

Créase o no, el chico de la peluca y el pelado reluciente llevan los mismos apellidos que el jefe del Pentágono y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Mark Esper y Mark Milley, una metáfora tan involuntaria como reveladora. 

A ellos se suman jóvenes cool como Lilia Lemoine y veteranos empedernidos, onda el Bulldog López Murphy.
En una contienda presidencial, la polarización natural les jugaría en contra, pero las legislativas son propicias para estos experimentos.


Mark Esper & Mark Milley. José Luis Espert y Javier Milei.


Superwoman Lemoine & Bulldog López Murphy.

Bastaría con que le mordieran el 5% a la alianza de la derecha liberal para inclinar la balanza en favor del gobierno.


Showbiz

Del otro lado, las simétricas pretensiones de los histriones Mario Guillermo Moreno y/o Santiago Cúneo no se registran en el sismógrafo electoral.
Son un fenómeno mediático porque se adaptan bien a la lógica del showbiz político: declaraciones estridentes, insultos soeces, vaticinios apocalípticos si no se hace lo que ellos postulan.
Pero nunca llegaron ni a los mínimos legales para sobrevivir a las PASO.
Comparten una franja marginal con el ex senador Eduardo Duhalde, los sindicalistas Luis Barrionuevo de Camaño y Carlos Acuña y el rey de la cirugía estética Julio Bárbaro, quienes adelantaron el festejo de octubre al viernes 16, luego de fracasar en el intento de convertir el acto de la CGT en una diferenciación entre Alberto y Cristina.

En la entrevista publicada el domingo pasado en El Cohete a la Luna, el Presidente desalentó en forma categórica esa ilusión.
Lo reiteró ayer en la CGT.

Al pie del monumento a Perón inaugurado por Macrì, Acuña dijo que Alberto no era peronista y que sus colegas de la CGT eran alcahuetes.
Atribuyeron a la pandemia que no hubiera más de 200 asistentes.
En su previsible oratoria no podían faltar el homenaje a Rucci, el abrazo de Balbín a Perón y la cultura del encuentro del Papa Bergoglio.
Barrionuevo acuñó una exquisita definición oximorónica: somos los verdaderos peronistas pero no tenemos peronómetro.
Moreno, reconvertido como columnista de la señal de cable del Grupo Clarín, dijo que Alberto debía pedir perdón y empezar de nuevo.
Dios los cría y el viento los amontona.

Acuña protagoniza además un tironeo territorial.
Su esposa, Blanca Cantero, es la intendenta de Presidente Perón, el partido donde se encuentran las 100 hectáreas de Guernica que fueron ocupadas por tres millares de familias distribuidas en cuatro barrios.
Durante el coloquio de los gerentes de empresas de IDEA y en las recientes entrevistas de Maurizio Macrì, una de las falsas noticias más virales señaló al gobierno y las agrupaciones que lo apoyan como responsables de las ocupaciones, tanto en el Gran Buenos Aires como en la Patagonia.
En el caso de Bariloche, Infoemba presentó la violenta irrupción del Ejército en un predio en el que una comunidad mapuche y vecinos criollos construían una granja ecológica, como si se tratara de la usurpación de la Escuela de Ingenieros de Montaña del Ejército por un grupo subversivo.
Por supuesto, cuando desde Buenos Aires llegó la orden de devolver el terreno a la comunidad, reconocida como propietaria por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, la trifecta castigó al gobierno nacional.


Blanca incidencia

En Guernica se diferencian distintos sectores, que responden a:
  • Los movimientos sociales, desde el Evita a La Cámpora y otros menores;
  • Las personas sueltas que se suman con la ilusión de obtener unos metros de tierra sobre los que asentar una vida más digna;
  • Los partidos y movimientos de la izquierda marxista;
  • Los grupos narcos y de la especulación inmobiliaria, que ocupan para vender.
El gobernador Axel Kicillof, sus ministros Andrés Larroque, Teresa García, Julio Alak y Estela Díaz, con el respaldo del gobierno nacional, conducen una extensa y difícil negociación, para obtener el desalojo voluntario de la toma, sin ceder a las exigencias de represión que llegan desde las distintas derechas, de la oposición, pero también del oficialismo, alentadas por la trifecta comunicacional.

Con los dos primeros conjuntos de ocupantes no hubo mayores inconvenientes, y muchos ya se retiraron del lugar.
Recibirán a cambio terrenos fiscales con los servicios básicos y apoyo monetario, en plazos y magnitudes que se siguen discutiendo.
La izquierda es más reticente, pero tiene un sector que a veces escucha algunas razones, desprendida del prehistórico Cuanto peor, mejor.
Su dirigencia actual ha mantenido contactos con el kirchnerismo, que asumió la responsabilidad de garantizar una solución digna para quienes acepten retirarse.
Cuando los tres primeros grupos hayan completado el repliegue, la orden judicial podrá cumplirse mediante el uso de la fuerza pública contra el reducido núcleo de quienes intentan pescar en el río revuelto de las necesidades básicas insatisfechas.
Ese es el momento que preocupa a Cantero y Acuña, debido a sus vinculaciones.


El uso de los camiones

El acto de ayer buscó dar contención a distintos sectores de la fuerza propia indignados por las provocaciones constantes sufridas por la extraña mezcla de Musetas neoliberales con Mimís terraplanistas y anticuarentena.
El propósito fue una respuesta orgánica para que los tontos sueltos no compliquen el cuadro, con presentaciones sobre la quinta de Olivos como la que intentaron el legislador porteño Claudio Ferreño, el influencer judicial Juan Manuel Olmos y el intendente de Hurlingham Juan Zabaleta, quienes el lunes se embadurnaron los dedos con pintura fosforescente y los dejaron marcados a cada paso.

Es difícil imaginar una respuesta más conveniente para quienes intentaron bloquear la RPO, como le llaman sus custodios, mientras Alberto analizaba un proyecto de ley con Martín Guzmán, por el cual no pagarían bienes personales quienes sacaran los dólares de abajo del colchón o la caja de seguridad y los depositaran en una cuenta bancaria o en una inversión financiera con destino productivo.

Otro espontáneo al que el encuentro en la CGT y las gigantescas caravanas procuraron ordenar es el humorista que una semana antes imaginó jugar al bowling con un camión en la Avenida 9 de Julio.
Tal vez en un escenario alguien se ría, en la política solo repugna.
Hasta el limado infotainer Jorge Lanata dijo que se arrepentía del exabrupto brutal que le dedicó en 2016 a Cristina, en vez de enrostrar falta de sentido del humor a sus críticos.

Hasta último momento, Cristina y Máximo Kirchner mantuvieron en vilo a los organizadores, sin revelar si se harían presentes en la sede de la calle Azopardo, en cuyo ingreso recibe a los visitantes un reluciente busto negro de su ex secretario general José Rucci, inaugurado por Perón.

Quienes comenzaron imaginando la tenida como un respaldo de Alberto frente a Cristina, terminaron comisionando a Emilio Pérsico y el propio Daer para que imploraran que la ausencia de la Vicepresidenta y de su hijo no vaciara de contenido el acto.
La centralidad de Cristina está asegurada, ya sea que asista o se ausente de cualquier lugar, que hable o se calle, porque es un dato objetivo de la realidad, sin necesidad de que nadie sobreactúe en ningún sentido.
Sin ella, la presidencia seguiría siendo la Casa Amarilla.
Máximo ocupó su lugar en el salón Felipe Vallese mientras el presidente decía su discurso de unidad para la recuperación argentina.
En el Frente de Todos no sobra nadie, dijo.
Cristina no estuvo allí en forma presencial, pero su tuit de las 9 de la mañana fue preciso: lealtad a las convicciones, al pueblo y a la Patria.

Muchos recuerdan que, en 2005, el entonces Presidente Néstor Kirchner descalificó al PJ como Grupo Mausoleo, cuando se planteó el traslado de los restos de Perón a la Quinta de San Vicente, donde ayer se reunieron varios intendentes bonaerenses para conmemorar la fecha.
Menos evocado es que en 2009 Kirchner asumió la conducción del Partido Justicialista, a solicitud de la Presidenta CFK.
Ante una pregunta por separado sobre las razones de ese cambio, los dos respondieron lo mismo: Cristina entendió que había que ocupar esa cáscara vacía, porque abandonada a la deriva podía servir para atacar a su gobierno.

Además, Pablo Moyano aspira a suplantar como Secretario General de la CGT a Héctor Daer, a quien reprocha su conducta pasiva durante los cuatro años cambiados, por lo cual nadie pudo disuadirlo de encabezar una caravana de camiones, colectivos, autos y motos en representación del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona).
También participaron la Corriente Federal Sindical, uno de cuyos dirigentes, Héctor Amichetti expone su visión del peronismo y de la CGT en esta edición, y la CTA conducida por Hugo Yasky, quien luego acudió al encuentro en la CGT, igual que Sergio Palazzo, pese a que no es peronista.
La presencia masiva de colectivos también adelanta la declinación de Roberto Fernández como jefe de la UTA, desbordada por la oposición interna del moyanista Miguel Bustinduy.

La CTA planteó “apoyar territorialmente el discurso presidencial, junto con las organizaciones locales” en cada lugar del país. Además, Yasky anticipó que el 27 de octubre, cuando se cumplan diez años de la muerte de Kirchner y uno del triunfo electoral contra el macrismo, «estaremos masiva y multitudinariamente en las calles. Lo volveremos a hacer como ahora, en unidad y, sobre todo, con la mayor precaución para que ni el virus ni los gorilas se lleven puestos la vida y los sueños de la mayoría de las argentinas y argentinos”.

Expresa así el dilema entre salir a la calle a riesgo de contagiar o contagiarse, o permanecer en aislamiento y contribuir a la ficción de que una minoría intensa es la expresión mayoritaria del pueblo argentino.

Aquí se observan los casos de Córdoba y Mendoza, dos provincias cuyos gobernadores resisten las medidas de aislamiento dispuestas por el gobierno nacional.


Córdoba.


Mendoza.

En ambos casos, los datos provistos por la Dirección Nacional de Epidemiología e Información Estratégica muestran los picos de contagios y muertes en las semanas posteriores a cada una de las autoconvocatorias de Macrì & Cia, marcadas con las flechas rojas.

Alfredo Cornejo y su delegado gubernativo Rodolfo Suárez militan en la UCR y han elegido competir con Macrì en dureza contra el gobierno nacional.
El cordobés Juan Schiaretti justifica su laxitud por el predominio del voto macrista en su provincia, que durante la última elección presidencial alcanzó el 61%, con una diferencia de 32 puntos sobre el Frente de Todos.
Lo que se cuida de decir es que ese resultado refleja su decisión de torpedear la fórmula de los Fernández, si bien ayer participó por televisión en el acto de la CGT, indicio de que su olfato político es sensible.

En ambas provincias se observa una actitud esquizofrénica.
En Córdoba se registraron casos de manifestantes que salieron de la última autoconvocatoria para ponerse en la cola de los hisopados.
Y el arzobispo católico Carlos Ñañez decidió desobedecer las restricciones para el rezo de misas.
En Mendoza, Suárez anunció que no acataría las medidas nacionales de cuidado y el mismo día pidió 40 respiradores al Ministro de Salud Ginés González García, que se los envió.

Habrá que esperar un par de semanas para medir el efecto del 17 peronista sobre los contagios y las muertes.

El dilema se agrava si la interpretación de los hechos corre por cuenta de la prensa comercial, volcada con entusiasmo a la operación de acoso y derribo contra un gobierno al que los poderes fácticos consideran irrecuperable.
Un buen ejemplo es la forma en que distorsionaron la palabra del jefe de gabinete de ministros.
Santiago Cafiero dijo que los manifestantes del sábado 12 “no son la gente, no son todos, no son el pueblo, no son la Argentina, que es mucho más grande y más diversa”.
Los columnistas en los medios de Telecom - Clarín, La Nación e Infoemba convirtieron esa frase tan precisa en una demostración del autoritarismo de quien no considera a los manifestantes “parte del pueblo”, que es bien distinto.

Algo similar ocurre con la columna publicada en La Nación por el agitador neonazi en los años ’70, reciclado ahora en vocero de la embajada estadounidense y ex funcionario en el gabinete de Patricia Bullrich, Carlos Manfroni, quien instó a la desobediencia civil.

Desde las páginas de Cabildo, escribía hace 45 años:
La filosofía del rock conduce al deseo desesperado de la muerte e induce al suicidio, como lo demuestran las letras de las canciones de Charly García, Spinetta y Moris.
Ofrece la posibilidad de convertirse en un animal o un marica.
El rock es anticristiano y transmite mensajes satánicos, que pueden escucharse cuando se pasan al revés ciertas canciones, como Congratulations de Pink Floyd.
El mensaje secreto del diablo dice “comunícate con el viejo”.

Ahora, desde La Nación cuestiona la «legitimidad de ejercicio» del gobierno, viejo sonsonete golpista para justificar el derrocamiento de gobiernos que sólo tendrían «legitimidad de origen» y postula «la oposición expresa a un proyecto esclavizante».

Coincide con el lenguaje injurioso dedicado al Presidente, que se avino a dirigirse con buenas razones al foro de la Idea fija.
Estas cosas no ocurren por casualidad, expresan un programa en plena ejecución, que ayer sufrió un duro contraste, porque se disipó la interesada fantasía de un gobierno dividido o aislado de sus bases.


El gol en contra

La Justicia es uno de los escenarios de la confrontación.
El Inspector General de Justicia, Ricardo Nissen, pidió la nulidad de la sentencia que desvinculó al ex Presidente Macrì de las sociedades en guaridas fiscales reveladas en los Panamá Papers.
Invocó para ello la doctrina de la cosa juzgada írrita, desarrollada por Federico Morgenstern, el más próximo colaborador de Carlos Rosenkrantz, quien prologó su libro.
Esa avanzada estaba dirigida a anular las absoluciones que recibió en distintas causas CFK.
Pero como el derecho se maneja con principios generales y no argumentos ad hominem o ad feminam, ahora se vuelve contra Macrì.

En abril de 2016, cuando se reveló que Macrì era director de las compañías offshore Fleg Trading y Kagemusha, el flamante Presidente dijo que eran de su padre.
Como el Presidente y su hermano Gianfranco habían solicitado que la Justicia lo declarara insano y lo desalojaron del manejo de las empresas familiares, el constructor calabrés remoloneó todo lo que pudo la respuesta.
Los abogados de Macrì, Fabián Rodríguez Simón y Felipe Llerena, iniciaron una insólita acción civil de declaración de certeza ante el juez Andrés Guillermo Fraga, quien el 20 de septiembre de 2017 firmó un fallo en el seudo juicio “Macrì Maurizio contra Macrì Franco sobre acción declarativa”.
Fraga certificó que el Presidente no fue socio ni accionista de aquellas sociedades offshore, que no recibió dividendos ni ganancia de ellas, y que solo aceptó el cargo de director para renunciar y designar un reemplazante.
Nissen afirma que es una sentencia sin precedentes en el derecho societario:
  • Se inició ante los tribunales civiles cuando correspondía a un juzgado en materia mercantil.
  • Fraga le otorgó trámite sumarísimo, que el Código Procesal restringe a otros casos.
  • Sólo procede una acción declarativa cuando no hay otro medio legal de poner término al estado de incertidumbre.
Lo que correspondía era dirigir la demanda contra Fleg Trading y Kagemusha para que exhibieran su documentación.
Para ello debería haberlas citado mediante exhortos diplomáticos en un proceso contradictorio, lo cual le hubiera insumido no menos de cinco años, como les ocurre a los comunes mortales, y no el récord absoluto del trámite VIP.
Mediante esta presentación irregular, incompleta y defectuosa, Fraga dio por reconocidos los hechos expuestos por el Presidente, declaró la cuestión de puro derecho y así se salteó el periodo de prueba, que no sólo es el más interesante sino también el más largo, para llegar sin demora a la sentencia.
Sólo se requería un título que desvirtuara la denuncia.

De la causa penal sólo se citan los testimonios de abogados, contadores, dependientes o apoderados de la famiglia y sus empresas y ninguna prueba.
La jurisprudencia no acepta la prueba testimonial para acreditar el carácter de integrante de una sociedad comercial y mucho menos el carácter de “no integrante”.
Todos ellos dijeron que el entonces Presidente había abandonado su actividad empresarial al dedicarse exclusivamente a Boca Juniors, a partir de 1994.
Sin embargo Fleg Trading SA se constituyó recién en 1998 y la empleada del Grupo Macri, Concepción Lioi, reconoció que había sido designada directora de Fleg Trading en un acta firmada por Franco, Maurizio y Mariano Macrì (quien hoy denuncia que sus hermanos le hicieron a él lo mismo que los tres juntos ensayaron con su padre).
Por supuesto, el demandado Franco Macrì no apeló.

Nissen concluye que la aparición posterior de más de 40 sociedades con la participación de Maurizio Macrì constituidas en guaridas fiscales “tornó abstracto este pronunciamiento judicial, que con toda seguridad no honra a la jurisprudencia nacional y demuestra, una vez más, la íntima vinculación que existe entre el gobierno y parte del aparato judicial”.

Sobre la base de lo decidido por Fraga, la jueza Elizabeth Alejandra Paisándes sobreseyó al entonces Presidente de los delitos de omisión maliciosa y enriquecimiento ilícito.
Nissen aduce que «hasta las propias constancias arrimadas en dichos autos por el propio concernido ex Presidente Macrì prueban exactamente lo contrario a lo manifestado en la sentencia definitiva y a lo afirmado en el escrito de demanda”.


Juicio va, juicio viene

El presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados, Waldo Wolff, denunció a los periodistas Roberto Navarro, Ari Lijalad y Franco Mizrahi por haber publicado en el portal El Destape información de la causa por el espionaje ilegal que se instruye en el juzgado federal de Lomas de Zamora a cargo de Juan Pablo Auge.
También acusó a la Defensora del Público, Miriam Lewin, por el anuncio del programa Observatorio de la Desinformación y la Violencia Simbólica en Medios y Plataformas Digitales, bautizado con el desaconsejable nombre Nodio.

El fiscal Carlos Stornelli se basó en esa denuncia para redactar un panfleto hiperbólico en el que pidió el procesamiento de Lewin y una medida cautelar para que no se constituya el Observatorio.
Conjeturó que “una seria inquietud sobrevuela la Argentina, quizás una de las más peligrosas, aquella que se refiere a la amenaza a las libertades individuales.
¿Será que existen grupos cuyo perverso plan sea ese?
¿Será que algún o algunos trasnochados, nostálgicos del Medioevo, quieren avanzar sobre la libertad ambulatoria primero, la de expresión después y finalmente la del pensamiento?
¿Volveremos a los comisarios políticos y a los delatores jefes de manzanas?
¿Se castigará a la prensa, especialmente libre, otorgándosele a la esclava patente de corso?
¿No ha muerto la Mazorca?
¿Se dictará una cuarentena mental?
¿Robert Woodward y Carl Bernstein podrían ser hombres libres en la Argentina; o habrían sido desarticulados por algún empleado de un oscuro Buró?
¿Alguna recóndita madriguera del aparato estatal estará incubando cuestiones similares, o incluso peores?» (sic).

Su contenido es tan ridículo que la jueza federal María Eugenia Capucchetti (designada durante el gobierno anterior y hermana de una de las espías de la AFI macrista) se apresuró a desestimar la denuncia porque no se verifica «de qué modo concreto la creación del organismo afectaría el derecho a la libertad de expresión protegido por la Constitución Nacional».
El Observatorio, explicó Lewin, «no tiene capacidad sancionatoria alguna».

Macrì y su secretario Darío Nieto también denunciaron a la interventora en la AFI y a los fiscales Santiago Eyherabide y Cecilia Incardona por la filtración de los documentos, que también publicó Clarín, pero sin testar los nombres de los agentes, pese a lo cual no recibió el mismo honor que El Destape.
Esa causa recayó en el juzgado federal de Marcelo Martínez di Giorgi y tiene escasas chances de prosperar:
  • Los documentos de la AFI fueron pedidos por las defensas de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
  • Camaño los envió en papel.
  • Los fiscales los subieron al sitio reservado a las querellas y las defensas, que tienen una clave secreta para ingresar, que es el modo en el que funcionan todos los tribunales durante la pandemia.
La filtración se produjo una vez que las querellas y las defensas tuvieron acceso al material, por lo que no es posible sindicar a la AFI o a Camaño como fuente de su divulgación que, además, no tiene ningún interés salvo para las partes.


Verde y per saltum

Las relaciones oficiales con la Corte Suprema siguen tensas.
El tribunal rehusó en forma expresa que sus integrantes reciban la capacitación en asuntos de género que prescribe la Ley Micaela, invocando un convenio firmado entre la Corte y el ex Instituto Nacional de las Mujeres.
Y el gobierno respondió con dureza.
La ministra Eli Gómez Alcorta recordó que ese convenio se refiere a la capacitación del resto del Poder Judicial, que debe ser certificada por el Ministerio.
En cambio, las máximas autoridades de los distintos poderes, «no pueden capacitarse a sí mismas» y deben recibir el mismo curso que el ministerio impartió a las cabezas de los poderes ejecutivo y legislativo.
Agregó que las cláusulas de un convenio no pueden modificar una obligación explícita de la ley.
La única cortesía que tuvo fue no consignar en la nota que el presidente del tribunal, Carlos Rosenkrantz, reconoció en diálogo con ella, que la ley era muy clara al respecto.

Otra gestión de Gómez Alcorta (revelada por la militante feminista Mariana Carbajal en un diario de la Ciudad Autónoma) fue ante la Vicepresidenta, a quien visitó el martes en su despacho del Senado. De allí salió el acuerdo de Cristina para que Alberto Fernández envíe ya al Congreso el proyecto de ley de abolición de la clandestinidad del aborto.
Tanto ella como Sergio Massa creen contar con los votos suficientes para aprobarlo en el actual periodo de sesiones.
No sólo cumplirían con una promesa electoral, también desplazarían el furor del verde Franklin al verde Ofelia.
Una preocupación de CFK era el riesgo sanitario de las visitas al hospital en plena pandemia, pero la ministra le explicó que:
  • una vez legalizada la práctica, el 95% de las interrupciones voluntarias del embarazo se realizarán con medios químicos y no quirúrgicos, y
  • el grueso de las intervenciones hospitalarias son por procedimientos clandestinos mal realizados, de modo que desaparecerán con la legalización.
Además la Corte Suprema aun tiene pendiente la respuesta al per saltum de los jueces BBC.
La apertura del recurso no permite arriesgar cuál será la resolución de fondo.
Como las Cortes no son criaderos de valientes, se exploran caminos transaccionales.
Entre ellos:
  • admitir el traslado de Germán Castelli, de un tribunal oral a otro, pero rechazar los de Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, quienes pasaron de un tribunal oral (primera instancia de juicio) a una Cámara Federal (tribunal de alzada que revisa la instrucción de la causa).
  • reconocer los traslados pero con carácter transitorio, hasta que se designe a los nuevos titulares de los tres sillones, proceso que ya está prácticamente terminado.
La hipótesis de un abierto desafío institucional no pude descartarse, dado el interés corporativo del tribunal.
Pero abriría un capítulo de abierta confrontación que sólo podría culminar con el golpe blando contra el gobierno (que ayer retrocedió varios casilleros) o con la ampliación del número de miembros del tribunal.

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