lunes, 31 de agosto de 2020

¿CÓMO HACEN PARA DORMIR?, de Graciana Peñafort - 30/8/2020

No entiendo cómo viven quienes saben que provocaron daños irreparables en la vida de personas



Cristina Vázquez.


El 26 de diciembre de 2019 volvía de San Juan, después de festejar Navidad con mi familia.
Ese mismo día la Corte Suprema de Justicia de la Nación firmaba una sentencia tremenda en el caso “Rojas, Lucía Cecilia; Jara, Ricardo Omar; Vázquez, Cristina s/ homicidio agravado”.

El caso lo conté varias veces, pero necesito reiterar la historia.

El 28 de julio de 2001 una vecina de Cristina Vázquez fue encontrada muerta, con signos de haber sido brutalmente golpeada. Esa noche Cristina declaró haber estado en la casa de unos amigos a 8 kilómetros del lugar de los hechos, cosa que fue ratificada por los testigos.
A nadie le importó.

Durante la investigación, un testigo declaró que un hombre que seria pareja de una amiga de Cristina estaba vendiendo las joyas de la señora asesinada.
Este testigo jamás declaró en el juicio oral.
Pero a nadie le importó.

Como tampoco importó que nunca aparecieran las joyas ni un testigo que ratificara la versión.
Otro testigo declaró durante la instrucción que Cristina en una noche de drogas había confesado la comisión del hecho.
En el juicio oral, ese testigo no recordó esa conversación.
A nadie pareció importarle eso, como tampoco pareció importarle a nadie la absoluta falta de pruebas sobre la participación de Cristina en el asesinato.

A Cristina Vázquez la condenaron por tener un estilo de vida “promiscuo y marginal” (fs. 48), ser “adicta a la marihuana” (fs. 49); “tener como modo de vida cometer delitos contra la propiedad para obtener dinero a los fines de adquirir - entre otros - estupefacientes y, así, satisfacer sus adicciones” (fs. 51); tener padres desinteresados (fs. 55); ser “mentirosa” (fs. 70).

Esas consideraciones hizo el Poder Judicial que la condenó.

Lo que se olvidó de consignar ese Poder Judicial fueron las pruebas para condenarla.
Como señala el fallo de la Corte, “cuando no puede reconocerse en la sentencia la aplicación del método racional de reconstrucción de un hecho pasado en la forma en que lo condicionan la Constitución y la ley procesal, corresponde entender que la sentencia no tiene fundamento. Lo mismo sucederá cuando el referido método se aplique defectuosamente, que no se hayan incorporado todas las pruebas conducentes y procedentes, que la crítica externa no haya sido suficiente, que la crítica interna haya sido contradictoria, o que en la síntesis no se haya aplicado adecuadamente el beneficio de la duda”.

A Cristina Vázquez la condenaron, junto con Lucía Rojas y Ricardo Jara. Pero no sólo la condenaron, sino que además y sin sentencia firme, la enviaron a prisión.
Y ahí pasó 11 años hasta que en diciembre de 2019 la Corte Suprema de Justicia de la Nación la absolvió y ordenó su liberación.

Días después de dictado el fallo absolutorio de Cristina Vázquez, en uno de esos eventos sociales que solía tener antes del Covid - 19, salí a fumar a una terraza huyendo de la tiranía antitabaco de los ambientes acondicionados y me crucé con uno de los funcionarios judiciales que tuvo intervención en el expediente.
Y le pregunté quién reparaba los 11 y 14 años que Cristina Vázquez y Lucia Rojas habían pasado presas sin sentencia firme. 

“Nadie, Graciana, nadie”, fue su respuesta desolada, de alguien que no suele demostrar su humanidad.

Ese es el espanto, las consecuencias irreparables de ejercicio irresponsable del poder.
Es precisamente por ello que el ejercicio del poder está sujeto a reglas y principios que buscan darle racionalidad y razonabilidad.
Y que quienes ejercen el poder no pueden desconocer, porque las consecuencias del ejercicio irracional e irrazonable del poder son irreparables.

El fallo que absolvió a Cristina Vázquez expresa en sus considerandos algo que resulta imprescindible no olvidar: 
“ese principio [garantía de la doble instancia y el beneficio de la duda] como el del in dubio pro reo - ambos de trascendencia en el caso - guardan una estrecha relación con la presunción de inocencia constitucional (artículo 18).
Que cuando ese artículo dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación será penado sin juicio previo, establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario, mediante una sentencia firme (Fallos: 321:3630 «Nápoli»).
A ello se agrega lo establecido en el artículo 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, incorporada a la Constitución Nacional por el artículo 75, inc. 22, con la máxima jerarquía normativa, que establece que «toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad».
En una formulación equivalente, el artículo 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que cuenta con la misma jerarquía, determina que «toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley».

Nunca pude entender del todo qué fue exactamente lo que les pasó a los funcionarios judiciales. Digo, entiendo las relaciones y los intereses, somos todos humanos, también ellos.
Pero no puedo entender cómo viven con su conciencia quienes sabiendo que desconocieron las reglas y principios, provocaron daños irreparables en la vida de las personas. 
¿Cómo hacen para dormir..?

Porque en algún lado deben pesarle las sentencias arbitrarias, los pobres tipos en prisión por pobres, por negros, por marginales, sin más pruebas que su propia humanidad castigada de antemano. Valen tanto un ascenso o el aplauso para ordenar la prisión de alguien sin pruebas o sin haber cumplido con las reglas y principios que regulan el ejercicio del poder que tienen conferido por la Constitución.

Me escucho explicar cómo son los mecanismos del Poder Judicial y puedo enunciar relaciones e intereses y explicarlas, de hecho lo hago habitualmente, pero siempre hay un momento en el que el estupor me supera.
Tal vez porque no entiendo el poder como pasión.

A mí me alcanza con que me escuchen las razones, lean lo que escribo y si lo consideran válido me den la razón.
Me gusta más la esgrima argumental de razones que la orden sin razones. Que por general me resulta insoportable.
Pueden putearme, enojarse conmigo o estar en absoluto desacuerdo, pero prefiero decir las razones.

Por eso mismo, porque prefiero la esgrima argumental, es que en otros ámbitos me causa el mismo estupor cuando las personas declinan de ella.
Me pasó estos días con la negativa de la oposición a debatir la reforma judicial.

Cuando voy a un juicio, como abogada sé que puedo ganar o perder,
pero lo que jamás haría ni hago es claudicar del debate.
Analizo los argumentos, contrapongo los míos, propongo, insto, solicito, requiero.
Lo saben hasta los jueces que han visto, en casos en los que estaba el resultado ya escrito, que no dejo de revisar minuciosamente los expedientes y alegar las razones, mis razones.
Aun sabiendo que tal vez sea inútil.

Me resulta incomprensible que los legisladores no hagan algo similar, cuando se diseñan políticas públicas.
Porque se juega ahí el destino de miles o de millones.
¿Cómo puede ser que no les importe o que no quieran dar el debate?

Recuerdo cuando tratamos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La oposición se tomó cuanto menos la molestia de presentar propuestas alternativas.
No pasó lo mismo con la Ley de Reforma Judicial. Fueron al debate sin propuesta alternativa. Sin nada que defender, con discursos que señalaban que era inoportuno su tratamiento, o que este no era el momento, o que había cosas mas importantes o que la reforma implicaba riesgos, frente a los cuales ni siquiera propusieron resguardos o controles que impidiesen su configuración.
Nada, absolutamente nada, salvo la negativa enunciada incluso antes de que el Poder Ejecutivo hiciese publico el proyecto.

Resultó paradigmático lo previamente escrita que estaba la negativa de la oposición.
En la sesión del jueves, a uno de los senadores opositores la presidencia de la Cámara le preguntó si estaba leyendo su discurso (lo cual a mi criterio era evidente) y el senador lo negó, para concluir abruptamente su discurso un minuto y medio después.

https://www.elcohetealaluna.com/wp-content/uploads/2020/08/video.mp4?_=1


Como lo establece un autor, “la palabra articulada es la representación perfectamente original del pensamiento”; “la palabra escrita es representación perfectamente original de la palabra articulada, pero no del pensamiento” y “entonces la oralidad por sí sola no conduce sino a descartar esta expresión escrita, porque es manifestación no exactamente original del pensamiento”.

Porque se oponen así, sin pensar, sin conocer a qué se oponen.

Sólo se oponen y por eso tal vez exista apenas un asesor - con suerte - que haya leído el proyecto al que se opone el senador que recorría un texto ya escrito en voz alta.
Una oposición de cartón pintado.

Y voy a ser honesta: aun cuando debatir es trabajoso y a veces enloquecedor, lo sigo prefiriendo a cualquier otro modo de resolución de conflictos.
Porque no hay nadie que sea dueño de la verdad de modo absoluto, y sólo en la confrontación de ideas adquieren estas la fortaleza para concretarse en el mundo… o la pierden.

No es esgrima verbal exponer a personas a contagiarse de una enfermedad que puede ser mortal.
Eso es demostración de fuerza.
Y sé que las demostraciones de fuerza son válidas en las sociedades democráticas, por ejemplo las manifestaciones públicas en apoyo o rechazo de alguna iniciativa.

No seré yo quien limite el derecho a protesta, porque estoy convencida de que la libertad de expresión es constitutiva de las sociedades democráticas, de modo tal que, sin ella, no me atrevería a hablar de sociedad democrática.
Pero no hay sociedad democrática sin ciudadanos vivos.

Por eso las fuerzas políticas deben ser responsables al determinar los modos de protesta.
No se trata de si molesta la protesta - puede molestar, pero la obligación democrática es tolerarlas -, sino de encontrar formas de protesta que no traigan aparejados riesgos para la salud de quienes protestan.
Las escenas de personas amuchadas sin barbijo se contraponen con los 11.717 argentinos contagiados, con los 8.271. muertos y con la creciente lista con la lista de personal de salud contagiado de Covid - 19.
Los contagios y las muertes no sustituyen el debate democrático.
El resultado de esa conducta es también irremediable.
E inapelable.

Mientras tanto, afuera de los palacios de la democracia (el judicial y el legislativo) pasaban escenas también bizarras.
Un ex Presidente declaraba que preveía un golpe de Estado y la suspensión de las elecciones legislativas del 2021 en nuestro país.
Lo hacía ante la televisión y pasamos días discutiendo esa descabellada idea, hasta que terminó reconociendo que había hecho esas explosivas declaraciones en una suerte de estado confusional, un desenganche de la realidad que asimiló a una psicosis.
Su retractación tuvo mucho menos prensa que su temeraria afirmación inicial.

Me pareció particularmente desopilante el episodio cuando vi este titular en un diario.


Pero más allá del absurdo, señalo, Duhalde primero hizo una evaluación deplorable del rumbo del país con la actual gestión y luego dijo que no iba a haber elecciones.
Lo extraño es que, si fuese tan mala la gestión del país, la oposición debería simplemente presentarse a elecciones, no hacer un golpe de Estado.
Por lo que la tesis de Duhalde descartaría que el golpe de Estado lo hiciese la oposición.

Debo señalar que desde Juntos por el Cambio no salieron a defender la preeminencia de la Constitución ante esta hipótesis… ni un comunicado sacaron que recordara lo que dice el artículo 36 de la Constitución Nacional, cuando establece:

“Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático.
Estos actos serán insanablemente nulos”.

¿Quién daría el golpe entonces?
Duhalde señaló que sería el Ejército, aunque rápidamente salieron tanto el Ministerio de Defensa como el Jefe de las Fuerzas Armadas a desmentir cualquier posibilidad de que ello sucediese.

Voy a decir esto, haciéndome cargo de lo que digo.
De un tiempo a esta parte, el famoso “círculo rojo” ha declarado una suerte de guerra contra el actual gobierno del país.
Desconozco cabalmente las causas, pero veo todos los días cómo se desarrolla la batalla en los ámbitos políticos y mediáticos.

Pocos días antes de las declaraciones de Duhalde, el Poder Ejecutivo había dictado un decreto de necesidad y urgencia para preservar los derechos a la comunicación de un país asolado por una pandemia y que en los últimos meses ha descubierto hasta qué punto dependemos como sociedad de las comunicaciones.
Para estudiar, para trabajar, para ver a nuestros afectos.
Para seguir vivos como seres sociales.
Por eso mismo declaró como servicios públicos las comunicaciones móviles (el celular), la internet y la televisión por cable.

Ello importa una regulación en los precios que pagamos por esos servicios.
Servicios que hoy son imprescindibles y que además resultan el vehículo por el cual ejercemos muchísimos de nuestros derechos.

La iniciativa generó revuelo en un sector del “círculo rojo” poco acostumbrado a aceptar regulaciones de cualquier naturaleza.
Y menos aún acostumbrado a no enterarse de lo que decide el Estado antes de que lo decida.

Desde el fracaso económico, la frustración de los acuerdos con el FMI y miles de jinetes del apocalipsis, aparecieron como promesas seguras de lo que vendría de continuar con dicha regulación.

A veces sospecho que el circulo rojo comenzó a ejecutar hace unos meses el plan “disparen contra los Fernández”.
No sé si los dichos de Duhalde son parte de ese plan, y tiendo a creer que no, pero es precisamente en ese contexto donde las poco serias afirmaciones del ex Presidente encontraron terreno fértil para crecer y multiplicarse.
Aun sin fundamentos, aun sin razones.

Cristina Vázquez se suicidó esta semana.
Porque las víctimas del ejercicio irrazonable e irracional del poder por fuera de las reglas y principios que pretenden regularlo a veces no sobreviven a ese daño que nadie repara.
Le pasó a Cristina y debería hacernos reflexionar, acerca de cuánto daños estamos dispuestos a tolerar como sociedad.

domingo, 30 de agosto de 2020

JUJUY, LA MAYOR VERGÜENZA, de Hugo Spinelli y Andrés Trotta - 30/8/2020

"No traje yo el bicho", pero pasaron cosas
 

En los inicios de la pandemia, el gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, dictaba cátedra de cómo enfrentarla.
Así, el 2 de abril, expulsaba de la provincia a 62 personas, la mayoría ciudadanos y ciudadanas de otros países de América Latina, aduciendo que lo hacía para evitar que el Covid - 19 entrara a Jujuy.

Ese mismo día, en la apertura del período de sesiones ordinarias de la legislatura provincial, anunció que todo el que ingresara a Jujuy tendría que hacerse el test rápido y pagarlo.
También amenazó con ponerle fajas a las casas de las personas infectadas para que cumplieran la cuarentena.

A fines de mayo, el Secretario de Deportes de Jujuy invitaba a los clubes de fútbol de primera, a trasladarse a la provincia para realizar el entrenamiento de sus equipos, en tanto el gobernador hacía lo mismo ante el secretario de Deportes de la Nación.
La invitación se basaba en que las condiciones sanitarias de la provincia estaban en “un buen momento epidemiológico”, (así lo definía el propio gobernador) sustentándose en: pocos casos confirmados, ausencia de circulación local del virus, ninguna muerte por Covid-19 y más de 48 días desde el último caso positivo.

También se lanzaba un Plan de Turismo para la población de Jujuy y se planteaba el retorno escalonado de las clases a partir de junio.

Veníamos bien, pero pasaron cosas.

A partir de la segunda quincena de junio, los casos empezaron a dispararse y fue imposible ocultarlos, aunque se pretendió hacerlo.


Elaboración propia en base a datos publicados por el Ministerio de Salud de la Nación


¿Qué había pasado?

En plena flexibilización de actividades en la provincia, el 3 y el 4 de junio, el gobernador y una comitiva de funcionarios y policías (más de 30 personas) viajó hacia La Quiaca.
Allí, algunos policías (custodios del gobernador) cruzaron a Villazón a comprar hojas de coca, cuyo precio se incrementó notablemente durante la pandemia, pasando de 2.000 pesos el kilo a valores entre 16.000 y 25.000 pesos el kilo.
En ese viaje estuvo el policía señalado como caso índice de los contagios en la provincia.

Ante las críticas por su viaje a la Puna, el gobernador expresó
“No traje yo al bicho”, “es muy jodido el bicho, ante el primer descuido te contagias”, “esta cosa de echarle la culpa a la policía, dejen de joder con eso”.

Los primeros días de julio, el pediatra Sergio Barrera, referente epidemiológico de Palpalá desde el año 1995, presentó su renuncia manifestando que las autoridades provinciales le ocultaban los resultados positivos, lo que le impedía hacer el control de foco a partir de los infectados.

El 15 de agosto, el gobernador de Jujuy informó que había dado positivo para Covid - 19.
Y el 18 de ese mismo mes, afirmó:
“No podemos solos, es decir no puede el sistema público solo, está colapsado”; “en algunos lugares necesitamos el acompañamiento de las obras sociales, no todas están atendiendo o se han puesto a nivel de las circunstancias”; "hace falta la cobertura de las obras sociales porque los trabajadores en muchos lugares pagan todos los meses”; y reclamó al sector privado poner médicos al servicio de la provincia para la atención de las personas afectadas.


Un pasado sanitario que enorgullece

¿Qué pasó con el sistema de salud jujeño?
La provincia hacía ya décadas que había perdido el rumbo sanitario que supo darle Carlos Alvarado (1904-1986).
Este médico jujeño erradicó el paludismo del norte argentino cuando Carrillo era ministro de Salud de la Nación.

En 1966, cuando asumió como ministro de Salud de Jujuy, implementó el Plan de Salud Rural, centrado en la idea de que “a la enfermedad no hay que esperarla en los hospitales sino salir a buscarla donde vive y trabaja la gente (…) vamos a hacer la ronda de doctores, lo que queremos saber es cuántos son, donde viven, cómo viven y cuánto han sufrido el último año (…) vamos a buscar a todos los sintomáticos respiratorios sospechosos de padecer tuberculosis, casa por casa”.
Alvarado construyó un modelo sanitario que luego tomaron las provincias de Salta y Neuquén.
La Organización Mundial de la Salud en 1978 integró esa experiencia en lo que se dio en llamar Atención Primaria de la Salud.

No recuperamos el pensamiento de Alvarado para el plan de Salud Rural solo por su valor histórico, sino porque tiene total actualidad respecto de las prácticas que deberían implementarse ante el Covid-19. 
Está allí el potencial éxito frente a la pandemia.
Los hospitales, las terapias intensivas y los respiradores deben ser estrategias secundarias frente al trabajo territorial.
De lo contrario, y parafraseando a Alvarado, si al Covid-19 lo esperamos en los hospitales, perdemos.


Un presente sanitario que avergüenza

En Jujuy, como en otras provincias argentinas, a partir de la década de 1990 comenzó un proceso de desmantelamiento de sus sistemas públicos para avanzar con sistemas privados, basados en la alta tecnología (nichos de alta rentabilidad), dinámica impulsada por el Banco Mundial a partir de su propuesta Invertir en Salud.

Pero esos sistemas privados privilegiaron intereses de rentabilidad por sobre la solidaridad en el marco de una pandemia, lo cual se aprecia también en Jujuy.
Hoy su sistema público se encuentra abandonado en beneficio de los intereses económicos del sector privado que brinda atención para pocos.
Desde julio de 2017, Gustavo Bouhid, El Bacha, es el ministro de Salud de Jujuy.
Entre sus antecedentes se encuentra el ser uno de los dueños del Instituto de Radiología, creado en 1972 por dos familias de médicos: los Salum y los Bohuid, actor central del sector privado de salud en la provincia.

En enero de 2019 fue denunciado por violar la intimidad de una niña de 12 años sometida a una cesárea, al difundir el estado de salud de la menor y de los procedimientos que le realizaron; en abril de 2020, el ministro expulsó a la Fundación del Hospital de Niños que venía funcionando desde 1990, y que según los periódicos de la provincia afectaba los intereses económicos de su Instituto de Radiología.

En estos tiempos, el sistema de salud jujeño muestra una situación de total desintegración: los centros de salud desarmados; un hospital de campaña realizado por el Ejército para la pandemia, sin calefacción y sin baños químicos; un acuerdo con el sector privado que nunca se logró y hoy es este sector el que decide cuál paciente ingresa a las unidades de terapia intensiva.

Ante este escenario, concentraron a médicas y médicos para hacer telemedicina con pacientes que quedaron en sus casas en total abandono, sin asistencia domiciliaria; algunos de esos médicos contratados viven y trabajan en Córdoba, con total y absoluto desconocimiento de la realidad jujeña.

Se reubicó al personal de enfermería en los consultorios, y al territorio fueron destinados las y los agentes sanitarios.
Toda esta fuerza de trabajo del sector público de salud actúa de manera desconectada y desarticulada.

Desde hace semanas la situación en la provincia es muy grave.
El 11 de agosto, el propio ministro de Salud reconoció la muerte de personas en sus domicilios.
El reclamo por la falta de servicios en los cementerios, así como las quejas por el no retiro de los muertos de los hogares, son recurrentes.

En el Ingenio Ledesma, propiedad de la tristemente célebre familia Blaquier, se negaron licencias a mayores de 60 años y se priorizó la zafra por sobre la salud de sus trabajadores.
Como consecuencia, en Ledesma hay más de 1.449 personas infectadas y 65 muertes al 27 de agosto, y todos señalan al Ingenio como responsable.
En tanto, la provincia, para la misma fecha, tenía 7.267 personas infectadas (tercer lugar en número de casos a nivel país) y 213 muertes (números que, a pesar de su magnitud, son poco confiables por el subregistro de los casos y el abandono de las personas).

Las y los trabajadores de la salud dan testimonio de lo que se está viviendo con expresiones que conmueven: 
“los elementos de bioseguridad son muy malos, te los ponés y se rompen” (enfermero); “se me están acabando las fuerzas” (médico); “estamos con miedo” (enfermero); “estamos agotados… es muy duro escuchar a las personas que no pueden respirar y no poder darles ni un paracetamol” (trabajadora social).

La evolución de la pandemia en Jujuy se entremezcla con expresiones de profundo contenido racista como “ojalá el Covid-19 mate a todos los indios”.

El ministro de Salud les llegó a proponer a las médicas y los médicos que lo visitaban, habilitar lugares en el barrio Alto Comedero “para el buen morir”, en una burda ironía sobre los principios del buen vivir que sostienen los pueblos originarios y que está plasmado, por ejemplo, en las constituciones de Ecuador y Bolivia.

Otra expresión racista es que el Centro de Integración Comunitario que Alicia Kirchner construyera en el barrio Alto Comedero siendo ministra de Desarrollo Social de la Nación, para actividades de integración social, capacitaciones y reuniones, se transformó en sede de la policía jujeña.

Hoy la pandemia en Jujuy representa la realidad más vergonzosa de toda la Argentina, una realidad que nos acerca a imágenes que nos horrorizan de Brasil, Perú y Ecuador, donde las personas mueren en sus casas y los familiares tienen que enterrar a sus muertos.

Imágenes que opacan la propia historia del pueblo jujeño: el éxodo junto a Manuel Belgrano; la Universidad Provincial de Jujuy (hoy universidad nacional) creada por Avelino Bazán, minero desaparecido por la dictadura, quien la creó siendo diputado provincial para que los hijos de los mineros puedan ir a la universidad; y la del propio Alvarado, por solo citar algunos ejemplos que esta provincia aportó al ser nacional.

Una anciana jujeña recordaba ante una trabajadora de la salud lo que su abuela le había enseñado:
“No seamos igual que el blanco, seamos más solidarios”.

LOS MUERTOS Y LA CUARENTENA, de Alberto Kornblihtt - 30/8/2020

Para Navidad habrá 364.000 muertos si no se produce un cambio drástico


El 27 de julio pasado la Argentina llegó a tener 3.000 muertos acumulados por Covid-19.
Entonces le pregunté al doctor Jorge Aliaga, experto en números de la pandemia si los hay, cuándo había tenido la mitad, es decir 1.500 muertos, a lo que me respondió que había sido el 5 de julio.
¿Y la mitad de 1.500, es decir 750?
El 11 de junio, respondió.
¿Y la mitad de 750, es decir 375?
El 17 de mayo, me dijo.
Si calculan los intervalos verán que corresponden a 24 días.

Es decir, desde el 17 de mayo, cada 24 días se había duplicado el número de muertes acumuladas.
La duración del intervalo de duplicación estaba clavada en 24 días y poco importaba lo que se había hecho a nivel de aislamiento o cuarentena, ese número no había cambiado.

Inmediatamente calculé que si todo seguía igual, es decir si el virus no se apagaba por arte de magia o el gobierno no tomaba medidas de circulación y aislamiento más restrictivas, 24 días posteriores al 27 de julio, es decir, el 21 de agosto, deberíamos llegar a 6.000 muertos acumulados.
Por eso me propuse escribir este artículo el 21 de agosto, pero me equivoqué.

El 18 de agosto, 3 días antes del 21, sobrepasamos los 6.000 muertos.

Y si no se toman medidas más estrictas y la duplicación de muertes acumuladas empieza a ocurrir cada 21 días, el 13 de septiembre habrá 12.000 muertos acumulados; el 5 de octubre, 24.000; el 27 de octubre, 48.000, el 18 de noviembre, 96.000; el 10 de diciembre, 182.000, y para Navidad unos 364.000 muertos acumulados, número mayor al de muertos anuales de la Argentina en ausencia de pandemia (330.000 aproximadamente).

Por supuesto que querría equivocarme y no me molestaría en absoluto que se enojaran conmigo y me acusaran de infundir miedo si esto no ocurre, aprovechando para denostar a la ciencia y a los científicos.
Porque si no ocurre, cualquiera sea la causa, se habrán salvado miles de vidas.
Si no ocurre porque efectivamente se estuvieran apagando las infecciones y los efectos en muertes se vieran 20 días después, celebraríamos todos, creo; pero no lo sabemos con certeza como para aventurar predicciones como las de un pico que nunca se produjo.

No estoy analizando números de infectados, positivos, recuperados o asintomáticos, ni camas de unidades de terapia intensiva o de personal de salud especializado en esta.
Estoy contando muertos y este análisis de la progresión de su número podría haberlo hecho en el siglo XIX, cuando no había ensayos de PCR ni serológicos.
Tanto entonces como ahora, era y es difícil ocultar a los muertos y sus números hablan por sí mismos.
Tanto entonces como ahora, en ausencia de una vacuna o de un fármaco específico contra este y otros virus, el distanciamiento y el aislamiento eran y son las herramientas más poderosas y efectivas para frenar la infección y las muertes.

Paradójicamente los anticuarentena, defensores de libertades individuales a costa del prójimo, han logrado convencer a una parte de la sociedad de que estamos en cuarentena, cuando en realidad no lo estamos, y que hay que abrir muchas más actividades de las que ya están abiertas.
Lógicamente el gobierno no es inmune a este discurso que taladran, sin fundamentos científicos sólidos, los medios de difusión libertarios de mercado.
Sin duda los números podrían ser al día de hoy peores, y si no lo son, es porque en abril hubo una cuarentena en serio.
Esto hizo que la progresión de mayo partiera de 375 muertos y no de más.

El hecho de que todavía se controle el transporte público y no haya clases en los lugares del país en que circula el virus habrá contribuido a que el tiempo de duplicación de muertos no haya sido menor a 21-24 días.
Pero lo contraintuitivo de las progresiones geométricas es que uno ve sus consecuencias cuando los números absolutos son grandes.
En efecto, el doble de 2 es 4 y nadie se inmuta si en 21 días se pasa de 2 a 4 muertos, pero si en 21 días se pasa de 20.000 a 40.000 el problema ya es otro.

En virtud de lo expuesto lo mío es un llamamiento.
La o las vacunas estarán disponibles en la primera mitad de 2021.
Hasta ese entonces tenemos que llegar evitando la mayor cantidad de muertes por Covid-19 posibles.
¿Cómo?

Con ciclos de apertura y cierre intermitentes, pero cierre en serio, no ficticio.
Por supuesto la no saturación de las camas de terapia intensiva y de su personal son importantes, pero no basta.
Es condición necesaria mas no suficiente.
Si hubiera un exceso de camas y personal, los muertos se seguirían acumulando porque son los que no salen vivos de terapia.
Debemos frenar la infección.
Ojalá se frenara sola sin haber llegado a una inmunidad de rebaño difícil de concebir con menos del 20% de infectados, pero no lo estamos viendo ni viviendo.

Hoy tenemos más infectados acumulados que los que tuvo Italia, y en una época, confesémoslo, nos burlábamos de ellos, con un concepto algo redundante llamado orgullo argentino.

Quizás el gobierno debe reflexionar que, de todos modos, la oposición ya le está endilgando el costo político de una cuarentena que ni siquiera existe, por lo que sería mejor establecerla intermitentemente para que esa oposición irresponsable no pase a endilgarle los muertos.

(Agradezco al Dr. Jorge Aliaga la lectura crítica del texto.)


* Alberto Kornblihtt es profesor Titular FCEN-UBA e Investigador Superior del Conicet.

PESCADOS Y AJEDREZ, de Horacio Verbitzky - 30/8/2020


El ex juez de Avellaneda, Luis Carzoglio, es la fuente de la información sobre un golpe militar que impediría las elecciones del año próximo que mencionó el ex senador Eduardo Duhalde en conversaciones con sindicalistas y políticos, entre ellos el Presidente Alberto Fernández, la Vicepresidenta CFK y el ministro de Defensa Agustín Rossi.
Según Duhalde, Carzoglio tiene un cuñado militar, y le adelantó que presidiría el gobierno de facto resultante el retirado teniente coronel Juan José Gómez Centurión, que fue funcionario del gobierno de Macrì y candidato presidencial en 2019, lo mismo que José Luis Espert, que sería su ministro de Economía, y Sergio Berni su jefe de gabinete.

Consultado para esta nota, el ex juez Carzoglio desmintió la parte que lo involucra.
Dijo que el único militar de su familia fue su padre, el Comodoro (R) Silvio H. Carzoglio, y que jamás habló con Duhalde sobre ninguna inquietud castrense, si bien “estoy identificado con él en cuanto a que la única salida que le queda al país es la unidad nacional, sueño trunco el 1° de julio de 1974”.
Ese día murió Juan Perón.

Duhalde integra el equipo de defensa de Carzoglio en el jury que se le sigue luego de negarse a firmar una resolución que le entregó redactada la AFI, ordenando la detención de los sindicalistas camioneros Hugo y Pablo Moyano.

“Estoy trabajando para volver a la Justicia”, dijo Carzoglio, quien fue suspendido en el cargo en agosto de 2019.
Como no consiguió conmover a ninguno de sus interlocutores, Duhalde hizo pública su hipótesis, si bien no nombró a Carzoglio y dijo que su fuente había sido “un militar peronista”.
Lo más probable es que lo haya inventado para llamar la atención sobre su impracticable programa de cogobierno entre peronismo y macrismo.

Espert respondió con humor: una foto suya junto a un cañón de museo y la leyenda “Listo para el golpe”.
Gómez Centurión apeló a la misma fluidez comunicacional con que participó en el debate presidencial de octubre pasado.
“Nos tienen miedo porque el golpe lo vamos a dar en las urnas”, escribió con la más desopilante seriedad.
Por una vez, Berni eligió la discreción.
En las elecciones del 27 de octubre del año pasado, Gómez Centurión obtuvo el 1,7% de los votos válidos emitidos, y Espert el 1,4%.


Facultades

El consenso general, tanto en el oficialismo como en la oposición, es que Duhalde no está en pleno dominio de sus facultades.
Él mismo recordó que en 2002 vio en la residencia de Olivos un río con pescados que saltaban.
El también ex gobernador bonaerense Daniel Scioli contó que un viernes reciente, Duhalde se invitó a su villa La Ñata para jugar al ajedrez, y se quedó todo el fin de semana.
El ex senador Jorge Yoma contó que cuando Cristina era Presidenta, él pidió su renuncia en un programa de televisión.
Su médico lo llamó y le dio cita, para cambiarle la medicación.

El jueves, mientras el Senado discutía la reforma judicial, Duhalde visitó el estudio de América TV y contó que su esposa y sus hijas le preguntaron si estaba bien.
Él les contestó que había tenido un flash de comportamiento psicótico y desconexión de la realidad.
Aún así, no se privó de insistir con su generoso ofrecimiento de ayudar al gobierno y le recomendó reformar la Constitución para que no sea obligatorio votar año por medio sino cada cuatro años, “como en todo el mundo”, y reducir el gabinete de 22 a 3 ministerios.
Es inocultable la confusión que vive entre la realidad y sus deseos.
Pero eso no quiere decir que sea inmune a la lógica que plantean sectores económicos y políticos que encuentran amplificación en la trifecta comunicacional.
Por el contrario, sus extravíos encajan muy bien en ese rompecabezas.


Golpes y porrazos

Un golpe militar es imposible, pero la desestabilización por medio de una corrida cambiaria y un pico inflacionario forma parte del repertorio que manejan las mayores empresas que actúan en el país, muchas de ellas interesadas en forzar una devaluación que incrementaría su rentabilidad pero hundiría los salarios, como viene ocurriendo no menos de una vez por década desde hace casi medio siglo.
El gobierno sigue con atención cada indicio.
También hay microgolpes de origen anónimo, como el que sufrió el jueves el sistema informático de Migraciones.
El ex interventor Horacio García era uno de los 120 felices poseedores de un celular encriptado (como afirma el personal de la dependencia).
En el ataque se habrían borrado tanto registros de consultas de tránsitos como los propios ingresos y salidas del país.

El Presidente se propone reunir al mayor número posible de gobernadores, mañana a las seis de la tarde, en el Museo del Bicentenario, para realizar anuncios que conjuren esos riesgos y para que expresen su contento por un acuerdo que les permitirá renegociar en las mejores condiciones las deudas de cada distrito subnacional. También asistirán legisladores.
Entre quienes anunciaron que faltarán se cuentan los mandatarios de Santa Cruz, Alicia Kirchner, y Tierra del Fuego, Gustavo Melella, quienes tienen problemas de transporte, y el de Córdoba, Juan Schiaretti, quien por su edad y patologías preexistentes está entre la población de riesgo.
Schiaretti además está preocupado porque se contagió uno de los mayores empresarios cordobeses.
Como siempre, recién sobre la hora la vicepresidenta decidirá su presencia o ausencia.

El programa que pensó Alberto Fernández y que seguía abierto a modificaciones hasta ayer a la noche, incluye:
  • Una presentación breve del presidente, al estilo de la que realizó en Olivos el día en que se dio a conocer la propuesta a los acreedores privados bajo ley externa.
  • Doce horas antes, a las 6 de la mañana de la Argentina y 10 de Londres, cerrará el último corte de presentaciones de bonistas. Pese al hermetismo oficial, distintos voceros dejaron trascender que superará el 90%. Pero es aconsejable ser cuidadoso con los boca de urna.
  • Luego expondrá el ministro de Economía Martín Guzman. Será una rendición de cuentas de lo realizado desde el 10 de diciembre del año pasado, con dos ejes: la renegociación de la deuda externa y la macroeconomía.
  • El ministro no dará números, que quedarán para el presupuesto nacional, cuyo ingreso a la Cámara de Diputados ocurrirá dentro de dos semanas. El mismo 15 de septiembre se cerrará el canje con los acreedores en dólares bajo ley local.
  • El esquema expositivo será simple, como le gusta a Guzmán. Tanto, que a veces parece obvio, pero en realidad es a prueba de periodistas ansiosos: de dónde venimos, qué hicimos y dónde estamos.
  • También se referirá a la apertura de las negociaciones con el FMI. Tal vez entonces los fragmentos informativos que se han ido desperdigando en los últimos días se integren en una narración completa.
  • La negociación sera dura y larga, no menos de seis meses, calcula el ministro. Hay tiempo para tironeos, porque el primer vencimiento con el Fondo recién ocurrirá dentro de un año. Para Guzmán, lo ideal sería involucrar a la sociedad en el debate, a través del Congreso, pero no es un punto que ya esté decidido.
  • El gobierno reclama que el plan lo elabore la Argentina y no el Fondo Monetario, y que la mejora fiscal no provenga de ajustes laborales o previsionales sino de una reforma impositiva que avance sobre los sectores de mayores recursos, los mismos que deberán aportar a la contribución extraordinaria que el viernes ingresó a la Cámara de Diputados, contra todos los incrédulos de su concreción.
  • El Cohete sólo se equivocó en la fecha de presentación pero no en su existencia ni su contenido. Hace ya tres décadas, el director del Fondo, Michel Camdessus, dijo en un reportaje concedido a O Estado de San Pablo el 18 de enero de 1990 que “no hay ninguna razón particular para que el precio del ajuste económico recaiga más sobre los pobres. Cuando esto sucede es porque el gobierno lo permite. El gobierno debe pedir más a los privilegiados de la sociedad, porque proteger a los más pobres es la clave del éxito”.
  • El de los Fernández es el primer gobierno que le toma la palabra, lo cual es apenas un buen punto de partida, porque el Fondo nunca ha sido otra cosa que el auditor de los grandes capitales, y es imaginable que los bonistas presionarán, vía el Tesoro estadounidense, para que la Argentina genere un superávit fiscal que les asegure cobrar sus créditos reestructurados.
  • Luego del introito de Guzmán, el Presidente se referirá a la nueva etapa que se inicia, en la que se pondrá el acento en la obra pública y la inversión industrial, con una participación destacada de las provincias, de lo cual hubo un anticipo el viernes con la firma del acuerdo por la Hidrovía.

Los indicadores de recuperación industrial son alentadores para el gobierno. En cambio, es más incierto lo que pueda suceder con el dólar.
En las últimas semanas, Guzmán y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, formularon propuestas distintas.
Pesce se inclinaba por mayores restricciones a la adquisición de dólares para atesoramiento, Guzmán lo considera contraproducente y confía que el cierre del primer acuerdo con los bonistas modificará la tendencia.
En realidad, en los últimos días comenzó a acortarse la brecha entre las distintas cotizaciones porque muchos inversores que compraron bonos los canjearon.

El poder de convicción del Banco Central crecerá con el cierre del canje.
La autoridad monetaria también participó en el canje (de la deuda intrasector público) con lo que dispone de unos 1.200 millones de dólares adicionales.
Otros 500 millones sumará con la subasta por el Tesoro de los saldos que quedaron atrapados en la curva de rendimiento en pesos de los BOTES a la salida de las Lebac y las Leliq.
Esto le permitiría una intervención fuerte, capaz de producir un descenso en la cotización de 20 pesos en un día, magnitud suficiente como para hacerle probar a los especuladores la medicina de la incertidumbre que Esteban Bullrich quería recetar a los trabajadores.

Además de la deuda, la clave para el presupuesto reside en la macroeconomía.
Es imperioso:
  1. crecer, para lo cual es preciso encontrar un punto justo de déficit fiscal. Ni tan grande como puede permitírselo Alemania, ni tan exiguo que condene al estancamiento, y 
  2. exportar más, pero tratando de que las importaciones crezcan con mayor lentitud, cosa que puede lograrse sembrando su camino de obstáculos fiscales y cambiarios.
  3. en cuanto a la energía, que ahora entró en la órbita de Guzmán, más importante que exportar es no importar, que es lo que no pudo lograr Julio De Vido en el segundo mandato de Cristina.
La capacidad instalada ociosa permitiría crecer a partir de 2021, en productos no transables.
El gobierno divisa un horizonte de un año y medio de crecimiento antes de que vuelva a plantearse la restricción externa.

Pasado mañana será el cierre del canje de los acreedores en dólares bajo legislación local.
El 15 de septiembre se enviará al Congreso el Presupuesto para 2021, y el mismo día se conocerá el cierre de la renegociación de la deuda en pesos.
Será un presupuesto para la recuperación a partir de dos graves crisis sumadas.
El gobierno celebra que no incluirá nuevo endeudamiento en dólares, pero sí en pesos, porque el renacimiento de un mercado de deuda en la moneda propia, es decir la recuperación de una de las funciones del peso, se viene afirmando.


Desde el Olimpo

Muchos se preguntan por qué desde el gobierno reciben y escuchan a Duhalde en forma tan considerada.
Recuerdo el relato de una visita médica a un hospital psiquiátrico, donde el director guió a los visitantes explicándoles el funcionamiento de la institución y las patologías que se trataban. Hasta que apareció el verdadero director y afectuosamente palmeó al interno que tan bien había representado su papel y reasumió su rol.
Del mismo modo, entre las personas privadas de su libertad hay quienes conocen los códigos penal y procesal mejor que muchos abogados.

Hace años que Duhalde plantea incoherencias, en general autorreferenciales, añorando aquellos meses de principios de siglo, cuando pudo entrar por una ventana del Congreso al despacho del Poder Ejecutivo que le negaron las urnas.

Pero lo más notable es la forma en que lo hace, con la misma seguridad del falso médico y del aspirante a abogado.

- Es ridículo pensar que en 2021 va a haber elecciones. ¿Por qué va a haber elecciones? -, alardeó en el show de los animales.

https://youtu.be/RN947p30jd8

Luego dictó cátedra de historia, con la reseña de los golpes de Estado que hubo entre 1930 y 1983, e ilustró a la audiencia con el panorama regional de este momento en Brasil, Bolivia, Chile y Venezuela.

- Quien ignore que hoy el militarismo se está levantando otra vez en América es porque no conoce lo que está pasando -, replicó a las objeciones de los entrevistadores, desde el Olimpo de la sabiduría al que solo él accede.

En una entrevista posterior con la radio Diez, ante cada pregunta sobre qué datos sustentaron su anuncio, repetía malhumorado:

- Ustedes no entienden nada -.

En su extenso diálogo con la televisora América comenzó a contar una anécdota sobre Kirchner y Cristina pero en medio del relato miró a sus lados y preguntó:

- ¿Dónde estaba yo? -

- Sobre Cristina -, le recordaron.

- Ah, sí -, dijo.

Retomó el hilo y terminó de contar una anécdota intrascendente, al estilo de Eddy Di Vulba, el personaje de Diego Capusotto que cuenta boludeces sobre Maradona.


También refirió un diálogo con Raúl Alfonsín sobre el final del gobierno de Fernando De la Rúa.

- En 1971 -, precisó.

El regreso del militarismo en la región es parcialmente cierto.
Pero la afirmación duhaldista de que la Argentina es la campeona de las dictaduras militares carece de rigor e historicidad.
Una investigación del think tank estadounidense Centre for Systemic Peace (CPS) publicada esta semana en la revista estadounidense The Economist ubica en ese podio a Tailandia.

También señala que en el mundo “los golpes militares son menos comunes que hace medio siglo”.

Para apuntalar su argumento, Duhalde dijo que entre 1930 y 1983 la Argentina padeció 14 dictaduras militares, cuando en realidad hubo seis golpes contra gobiernos electos, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976.
El resto fueron disputas internas entre generales.
Si el cálculo se ciñe a la región, nadie puede disputarle el cetro a Bolivia, que sí sufrió 14 golpes desde 1920 y hoy vive bajo una nueva dictadura con fachada civil.


Memoria, Verdad y Justicia

Además, ya pasó casi medio siglo del último golpe en la Argentina.
Lo fundamental que el ex senador bonaerense olvida, tal vez porque nunca lo quiso ni lo valoró, es que el proceso de Memoria, Verdad y Justicia, impulsado por los organismos defensores de los derechos humanos, diferenció a la Argentina y a sus Fuerzas Armadas del resto de la región.
Entre los países mencionados, sólo Chile tuvo un remedo de enjuiciamiento de algunos militares, como reflejo del proceso argentino y desencadenado por el juez español Baltazar Garzón cuando ordenó el arresto en Londres del ex dictador Pinochet.
Luego de 35 años de juicios, con 995 condenas al 20 de junio de este año, los militares argentinos están vacunados contra la tentación golpista.
Todo lo contrario ocurrió en Brasil, donde las Fuerzas Armadas ni siquiera permitieron que Lula y Dilma abrieran los archivos, el movimiento por los derechos humanos es débil y todas las masacres permanecen impunes.


En 1980, la Argentina tenía 28 millones de habitantes.
La dictadura desapareció o asesinó en siete años a 30.000 personas según los organismos de derechos humanos, o 9.000 según los defensores vergonzantes de aquel gobierno.
El mismo año, Brasil tenía 119 millones de habitantes, entre quienes la Comisión de Muertos y Desaparecidos Políticos estimó que la dictadura provocó en dos décadas 376 víctimas fatales, 136 de ellas desaparecidas.
El impacto proporcional de las desapariciones fue así entre 100 y 300 veces menor en Brasil, y diluido en un lapso casi tres veces más extenso.
Además, el grueso de las desapariciones se produjo en Araguaia, plena selva amazónica, entre estudiantes de clase media llegados desde San Pablo y otros lugares del país para instalar un foco guerrillero rural, lo cual redujo aún más el efecto social de sus asesinatos.
Los militares brasileños pusieron a su economía en una senda hacia el desarrollo y una muy gradual inclusión social mientras sus camaradas argentinos destruyeron la avanzada industria preexistente, desgarraron el homogéneo tejido social y terminaron derrotados en una guerra con Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Incluso, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, alineado en forma acrítica con las posiciones de Estados Unidos, acaba de provocar un grave conflicto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al negarse a firmar la confirmación como Secretario Ejecutivo de Paulo Abrao, quien como secretario de justicia de Brasil encabezó movilizaciones por el juzgamiento de los crímenes de la dictadura, que no dieron resultado.

La reticencia con que las Fuerzas Armadas acogieron la decisión del ex Presidente Maurizio Macrì de involucrarlas una vez más en asuntos de seguridad interior, y el alivio con que recibieron la derogación por el actual gobierno de los decretos que lo disponían, son elocuentes.
El 17 de agosto, Joaquín Morales Solá y Luis Brandoni mantuvieron un diálogo que fue mal interpretado.
Cuando uno dijo que la democracia era aburrida y el otro que ni sabía quién era el actual jefe del Ejército, a diferencia de los años en que ese jefe militar era “un cacique importante de la política argentina”, estaban celebrando la ausencia de los riesgos que Duhalde señalaría días después.
Ese es uno de los cambios más profundos que la sociedad argentina logró desde la conclusión de la dictadura y ni siquiera Macrì pudo deshacerlo, aunque le hubiera gustado.

No está de más recordar que antes de dejar el Poder Ejecutivo, a raíz del asesinato de Maxi Kosteki y Darío Santillán, Duhalde indultó al coronel Mohamed Seineldín y le propuso a Néstor Kirchner que la Corte Suprema cortara todos los procesos por Crímenes de Lesa Humanidad, a lo que el Presidente electo se negó.


La trama oculta

Pero hay una trama oculta del aldabonazo del estadista de Lomas de Zamora.

El miércoles 25 de marzo, Duhalde se presentó sin previo aviso en la residencia de Olivos.
El Presidente Alberto Fernández lo recibió cinco minutos.
Le contó que estuvo en España y repitió su fascinación con el Pacto de la Moncloa. Por ese acuerdo los trabajadores resignaron ingresos y derechos laborales y la derecha franquista permitió la transición a la democracia.
A lo sumo esta situación podría compararse con la que aquí se vivió al concluir la última dictadura, hace casi cuatro décadas, cuando Alfonsín declaró la economía de guerra contra el salario en pago por la tolerancia empresarial para el juicio a Videla, Massera & Cia.
Pero no guarda punto de contacto con el presente.

Fernández escuchó con paciencia cuando su visitante le propuso incorporar al gobierno a ministros del PRO, pero le explicó que sostenían posiciones incompatibles con las de su gobierno.
Duhalde puso como ejemplo sus acuerdos con Alfonsín, por los cuales designó a dos ministros radicales en su gabinete de emergencia en 2002, Jorge Vanidossi y Horacio Jaunarena.
«El que gana gobierna y el que pierde, también», dijo.

En una entrevista en una señal de cable del Grupo Clarín, Duhalde hizo la apología de los grandes empresarios, que a su juicio son los que sacarán adelante al país.
Como modelo de empresarios exaltó nada menos que a los difuntos Franco Macrì y Amalia Lacroze de Fortabat, dos especialistas en la extracción de recursos del Estado y la elusión impositiva, es decir aquellas prácticas que antes de la pandemia llevaron al país a una crisis sin precedentes.

En posteriores reuniones con dirigentes sindicales, Duhalde repitió el relato, pero le añadió un complemento inquietante: ese acuerdo con Juntos por el Cambio era la única manera de evitar un golpe en ciernes, propiciado por la oficialidad joven, preocupada por la crisis económica y la presencia del comunismo en el gobierno.
Ya en esos encuentros mencionó como fuente al ex juez Carzoglio, quien según dijo tiene un cuñado militar, y le adelantó que presidiría el gobierno de facto Gómez Centurión, su ministro de Economía sería José Luis Espert, y Berni jefe de gabinete.
Así lo confirmó para esta nota uno de los principales dirigentes de la CGT, a quien Duhalde se lo planteó con nombres y apellidos.

En una nueva visita le dijo lo mismo a Fernández, quien trató de tranquilizarlo.
El Presidente le preguntó de dónde sacaba su temor de que la crisis económica desembocara en lo que luego públicamente denominaría un proceso anárquico con olor a sangre.
Duhalde respondió que tenía constantes reuniones por Zoom con compañeros peronistas, que le contaban de ese malestar y le decían que el gobierno debía desembarazarse de Cristina, que era un factor de inestabilidad.

El Presidente le dijo que, por el contrario, Cristina aseguraba la estabilidad del gobierno.
Duhalde aclaró que lo que había mencionado no era su opinión, sino la de esos compañeros.
Entre los asistentes mencionados, Fernández retuvo el nombre de Daniel Chicho Basile, uno de los laderos históricos de Duhalde.
Es el mismo libreto que durante el anterior gobierno interpretó Miguel Angel Pichetto cuando aún formaba parte del justicialismo.

Un mes antes de las elecciones de octubre de 2017, Pichetto asistió a una cena organizada por Duhalde, con el objetivo de reinventar un peronismo conciliador con el gobierno e impedir el avance de Cristina y la Unidad Ciudadana.
Además de Basile asistieron algunos ministros del interinato de Duhalde, como Alfredo Atanassoff y Miguel Toma.
Pichetto planteó allí la “reconciliación con las Fuerzas Armadas” y compartió el discurso de Patricia Bullrich sobre los mapuches como una fuerza terrorista con lazos internacionales.


Usos y abusos

Insatisfecho ante la falta de eco de sus planteos, porque se enoja cuando lo contrarían, el ex senador le contó la misma historia por teléfono a la Vicepresidenta.
CFK le sugirió que se lo transmitiera al ministro de Defensa Agustín Rossi, con quien lo puso en contacto.
El ex Chivo lo recibió y le dijo que eso era imposible, cosa que ratificó luego de una consulta con los mandos militares.
Lejos de conformarse, Duhalde decidió entonces hacer público su planteo y comenzó la recorrida por televisoras y radios.

Estos son los hechos en torno del ex líder democristiano de Lomas de Zamora.
Sectores de la oposición política y de la trifecta mediática utilizaron la manifestación psiquiátrica de Duhalde como combustible para su intento de acoso y derribo del gobierno nacional.

Un portal atribuyó la movilización contra los proyectos que trató el Senado el jueves 27 a “grupos vinculados al mundo de la Justicia y la vida rural”.
Otro informó que Maurizio Macrì "sigue de cerca el debate por la reforma judicial", lo cual es una contradicción ostensible con su permanencia en Zurich donde jugó un picado de futbol.

La parvedad de la vigilia del miércoles fue atribuida a la lluvia y Crónica TV ironizó “Santa Rosa es peronista”.
Pero el jueves fue uno de los días más soleados y agradables del invierno y sólo unos pocos centenares de personas se presentaron frente al Congreso, donde la policía de la Ciudad había retirado las vallas a solicitud de Cristina.


Ni esta disposición conciliatoria ni el escaso número de asistentes, en su mayoría mujeres grandes, impidieron que un periodista recibiera una paliza.
Y Eduardo Prestofelippo, un militante cordobés del partido libertario de Espert y Ricardo López Murphy, amenazó de muerte a CFK. 
“No vas a salir viva de este estallido social” y “Te queda poco tiempo”, escribió.

Esto coincide con el vaticinio del ex senador Ernesto Sanz de que todo estallaría por los aires y que luego de apenas ocho meses ya estaban soplando en la nuca del peronismo, expresión propia de un violador.

Es poco discutible que las urgencias sanitarias, económicas y sociales son más apremiantes que los cambios en la organización judicial.
Pero esto vale tanto para el proyecto oficial como para el rechazo de PRO, la UCR y la Coalición Cívica Libertadora.
A favor o en contra, el tema no es pasión de multitudes.

Diez días después de la furibunda marcha del 17 de agosto, la oposición bajó el tono, como si hubiera advertido que no le conviene levantar las piedras para que salgan a luz todos los bichos que se reproducen en la oscuridad.
No sólo fue raquítico el convocado abrazo al Congreso.
Tampoco los discursos de los senadores de la oposición fueron muy apasionados, salvo escasas excepciones.

El viernes, el Presidente firmó en Santa Fe, acompañado por siete gobernadores, el Acuerdo Federal de la Hidrovía Paraguay - Paraná.
Mañana con los mencionados anuncios económicos, el miércoles con la presentación de nuevas inversiones en patrulleros, armas y personal para la provincia de Buenos Aires (según la discutible idea de que más policías equivalen a mayor seguridad) proseguirá con su agenda propia, indiferente a los alaridos de la oposición política y mediática.

Por las dudas, una gran impulsora de la hidrovía es CFK.

LOS LIBERTARIOS GOLPISTAS, de Marcos Doño - 30/8/2020


La derecha, que ahora se hace llamar libertaria, acaso uno de los mayores engendros del encubrimiento ideológico y el sinsentido , cuenta ya con su horda de jóvenes feligreses para repetir su evangelio clasista.
Y ahí están, como buenos seguidores de sus pastores mediáticos, repitiendo a los gritos los slogans más disparatados, peligrosamente disparatados, y no menos disparatados que las teorías raciales de los supremacistas blancos norteamericanos y los etnocentristas europeos que hablan de raza superior y de naciones limpias de inmigrantes.

Entre empujones, escupitajos, amenazas que día a día se vuelven más inquietantes, gritan: ¡los cuadernos de la corrupción!; ¡los bolsos llenos de dinero!;¡Devuelvan la plata!; ¡Infectadura!; ¡Viva la libertad!;¡Muerte a la chorra!
Pero lo cierto es que la preocupación de los capos de la derecha, siempre acompañados en sus procesiones por esos“derechitos” gritones, nunca ha sido la corrupción,ni la libertad republicana, ni ningún valor moral o político que tenga que ver con la defensa de la democracia.

El desvelo de los que juegan en la primera división del odio tiene que ver con la posibilidad de que el país sea gobernado por aquellos para los que una de las prioridades es la distribución equitativa de la riqueza entre la mayoría trabajadora.
En su evangelio todo está muy claro: para nosotros el reino de los cielos. Para ellos el reino de la tierra. Y chito.

Lo contrario es la herejía que proclama la igualdad social.
Y a los herejes se los persigue y se los quema.
Pero primero habrá que aprender a odiar al hereje.
Para eso está la prensa corporativa, el ubicuo púlpito de los poderosos señores. Desde allí se enuncian las verdades del evangelio clasista.
Desde allí se propala la Propaganda fide, que los empuja hacia su cruzada libertaria.

En la historia Argentina las clases dominantes han batallado desde siempre tras esta idea, la de instalar y sostener en el imaginario social un concepto tan singular como puede ser el de una democracia clasista.
En la naturalización de esta farsa se asienta su lucha evangelizadora contra el demonio populista, un concepto que engloba a todas las ideas y movimientos políticos de raigambre popular.

Este falso amor por la República, que no es sino la pantalla discursiva en la que esconden sus verdaderas intenciones, propone la existencia de una República cuyo funcionamiento sea nada menos que el sucedáneo económico social de sus empresas.

Parafraseando al general austríaco Carl von Clausewicz, quien dijo que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, diremos entonces que para este capitalismo neoliberal, “la política no es otra cosa que la continuación de los negocios por otros medios”.
Una realidad constatable que deja entender a las claras cuál fue para Mauricio Macri y sus socios más conspicuos la forma “natural” de gobernar el país.

La historia nos da sobrados ejemplos de esto.
Para el apetito voraz de esta clase,cuyos estómagos sólo se sacian en bacanales de dinero y poder, no existe el concepto de crisis social o económica, sino la oportunidad perpetua de hacer negocios.
Sólo se encienden sus alarmas cuando los números les anuncian que alguno de estos “demonios” ha puesto en marcha los mecanismos para que la riqueza del país deje de estar concentrada en sus manos.

El ejemplo más claro se verificó en los años 1954 y 1974, cuando el modelo distributivo aplicado por los dos gobiernos justicialistas logró que se repartiese entre los asalariados casi el 50 % de la masa total de ingresos, un logro que contrasta con el magro 24% que hoy reparte la torta, dejando el resto en manos de una minoría empresarial que, en general, tiene lazos estrechos con los intereses de las empresas multinacionales.

No es causal por eso que los dos gobiernos mencionados terminasen derrocados por golpes de Estado, y que sus políticas fueran revertidas a modelos de explotación y distribución absolutamente inequitativos.
Tampoco es causal entonces que hoy se vuelva a escuchar el rugido de ese estómago insaciable, en alerta ante un gobierno que se propone, a pesar de la enorme crisis social heredada, un camino hacia el bienestar de la mayoría trabajadora.

Por razones similares, el conciliábulo cívico - militar encabezado por el General Félix Uriburu, terminó con la presidencia del radical Hipólito Yrigoyen en 1930, quien en defensa de los intereses energéticos de la Nación, entre otros, había osado enfrentarse con su dictamen del 6 de septiembre de ese año, a las pretensiones de la petrolera norteamericana Standard Oil de manejar la energía del país.
Ese primer golpe de Estado que derrocó al primer presidente electo por el voto popular, inauguró la forma con que la oligarquía terrateniente y los sectores de la burguesía ligados a los afanes propios y de las empresas extranjeras, se manejarían en adelante.

Preludio de lo que sería una conducta casi catalítico de esas aseveraciones.
Sí es seguro que sus palabras están en perfecta consonancia con el rosario de acusaciones, amenazas y profecías que viene manifestando la oposición, que promete desde el caos hasta un final necesariamente anticipado del gobierno, lo que traducido sin eufemismos no es otra cosa que un pedido de golpe de Estado.

Estamos en un momento en que la confusión y la zozobra como estrategia, se manifiestan en todo su potencial.
La lucha en contra de la reforma Judicial entablada por el ex presidente y jefe de la banda de espías Mauricio Macri, como el enfrentamiento del grupo Clarín a partir de la decisión del presidente Alberto Fernández de congelar las tarifas de muchos de los servicios que ofrece el grupo de Magnetto, determinan de manera directa el rumbo y la virulencia del discurso y la acción de la oposición.
Si alguien pretende explicar los dichos de Duhalde como el producto de alguna flaqueza psicológica, la recorrida por distintos canales demuestra que hubo premeditación en su accionar.

El genocidio sufrido por la población argentina no admite medias tintas a la hora de evaluar sus palabras, transformadas en una de las provocaciones más temerarias y repugnantes de la oposición, a la que, no hay dudas, el ex presidente [nunca electo] Eduardo Duhalde pertenece de hecho.

Y si hacen falta más pruebas de que nada de esto es aislado, tenemos las amenazas del diputado separatista, el presidente del radicalismo Ernesto Cornejo en coincidencia con las de otro radical, el antidemocrático Ernesto Sanz, quien en una nota por Zoom a Infobae, en medio de una crítica furibunda y llena de errores conceptuales contra el gobierno de Alberto Fernández, dijo: “.. no podemos quedarnos planificando el mediano y largo plazo porque antes de eso, en el corto plazo, acá en la Argentina pueden ocurrir cosas muy serias. Están ocurriendo y pueden ocurrir cosas muy serias. ¿Cuánto tiempo demora eso en explotar?"

Y yo le pregunto a Sanz:
¿Qué cosas serias pueden ocurrir, Sanz?
¿A qué se refiere con esto de “explotar”?
Se parece tanto a la psicosis de Duahlde que se diría es una confesión consensuada.
El cartón lleno de esta lotería de odio e intimidación, estuvo a cargo del director del portal Data 24, el periodista Eduardo "El Presto" Prestofelippo, que publicó en su cuenta de Twitter, @ElPresto2OK, la foto de Cristina Fernández de Kirchner con esta leyenda:
"Vos no vas a salir VIVA de este estallido social. Vas a ser la primera -junto con tus crías políticas- en pagar todo el daño que causaron. TE QUEDA POCO TIEMPO" (sic).

Y para meternos un poco más adentro en la historia del odio golpista, todo me recuerda a una entrevista que hace pocos años le hice al coronel Horacio Ballester, el fundador del CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina; organización formada por militares demócratas en 1984 con el fin de promover el espíritu de democracia y legalidad en las Fuerzas Armadas argentinas), cuando hablábamos del papel de ciertos agentes civiles en los momento terribles de nuestra Argentina:
"Recuerdo un señor Doctor Ricardo Balbín (líder de la línea del radicalismo enfrentada al alfonsinismo) que siempre hablaba de democracia y era el cabecilla de todos los políticos que recorrían los cuarteles, pidiéndonos que hiciéramos el golpe de Estado, que lo sacáramos a Perón.”
“Esos civiles venían a tirar maíz al Círculo militar, para demostrar que éramos unas gallinas, que no éramos capaces de salir para voltear un gobierno que no servía.”

La estrambótica profecía de Duhalde sobre un seguro golpe de Estado y una posible guerra civil, no debe leerse al pie de la letra, ni como un flash de angustia, ni interpretarse tampoco como un análisis alocado de la realidad.
Lo suyo ha sido un claro intento por generar un clima de zozobra, por seguir instalando la confusión como pedagogía política, lo que lo transforma en amenaza y violencia.

Tenemos derecho a pensar (habrá que investigar en profundidad esta posibilidad) que paralelamente a la Mesa judicial ha venido funcionando también una “Mesa Mediática”, que se ha movido y se mueve rompiendo con todas las reglas de la ética profesional, prestándose periodistas entre sí, inventando notas y fuentes, y publicando tapas de común acuerdo entre competidores.

Pero volvamos al origen de todos estos males: los miles de millones en juego.
Tantos como los dos mil quinientos millones que usó el grupo Clarín para desestabilizar hace unos días el mercado cambiario, en el mismo momento en que se enteraron del congelamiento de las tarifas de los servicios que ofrecen.

Por eso no puede estar ausente del relato el otro, el ex presidente Mauricio Macri, eterno veraneante que ahora desde Suiza ve con preocupación el avance de una justicia, no la que él aún controla, que investiga su abultado latrocinio y el diseño de un Estado policial y espía, que sirvió a su política de saqueo y enriquecimiento personal.
Esos centenares de millones de dólares que ahora descansan en paraísos fiscales, que sirvieron para quedarse con empresas estratégicas del campo de la energía y los servicios, son el botín que él y su banda no están dispuestos a entregar.
Una historia en la que Duhalde, en otro momento, tuvo también un papel preponderante cuando su ministro de economía Remes Lenicov salvó con su medida “mega devaluatoria” a Clarín de una deuda impagable.

No hay duda de que todos juegan el mismo juego.
Está escrito en su evangelio, donde se les promete una República a la medida de sus negocios materiales y políticos.

Cuadernos, bolsos, túneles, infectadura, todos fuegos de artificio de un show peligroso con el que las nuevas monarquías empresariales, defendidas por las tropas de sus cruzados, los libertarios golpistas, intentan perpetuarse con un sistema aceitado y tejido a la medida de sus intereses y en todas las capas sociales.

El objetivo, el mismo de siempre: frenar y socavar todo intento que se atreva a distribuir las riquezas de su “República Argentina Sociedad Anónima”, en la que nosotros, los ciudadanos, somos vistos como sus empleados.

FORMULARIO DE CONTACTO

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

BUSCAR EN ESTE BLOG

SEGUIDORES

SIGUEN LOS ÉXITOS, de Hracio Verbitzky - 17/3/2024

Diseño, Alejandro Ros. Animación, Silvia Canosa Las discrepancias entre el gobierno de los Hermanos Milei y la Vicepresidenta Victoria Vil...