domingo, 30 de agosto de 2020

LOS LIBERTARIOS GOLPISTAS, de Marcos Doño - 30/8/2020


La derecha, que ahora se hace llamar libertaria, acaso uno de los mayores engendros del encubrimiento ideológico y el sinsentido , cuenta ya con su horda de jóvenes feligreses para repetir su evangelio clasista.
Y ahí están, como buenos seguidores de sus pastores mediáticos, repitiendo a los gritos los slogans más disparatados, peligrosamente disparatados, y no menos disparatados que las teorías raciales de los supremacistas blancos norteamericanos y los etnocentristas europeos que hablan de raza superior y de naciones limpias de inmigrantes.

Entre empujones, escupitajos, amenazas que día a día se vuelven más inquietantes, gritan: ¡los cuadernos de la corrupción!; ¡los bolsos llenos de dinero!;¡Devuelvan la plata!; ¡Infectadura!; ¡Viva la libertad!;¡Muerte a la chorra!
Pero lo cierto es que la preocupación de los capos de la derecha, siempre acompañados en sus procesiones por esos“derechitos” gritones, nunca ha sido la corrupción,ni la libertad republicana, ni ningún valor moral o político que tenga que ver con la defensa de la democracia.

El desvelo de los que juegan en la primera división del odio tiene que ver con la posibilidad de que el país sea gobernado por aquellos para los que una de las prioridades es la distribución equitativa de la riqueza entre la mayoría trabajadora.
En su evangelio todo está muy claro: para nosotros el reino de los cielos. Para ellos el reino de la tierra. Y chito.

Lo contrario es la herejía que proclama la igualdad social.
Y a los herejes se los persigue y se los quema.
Pero primero habrá que aprender a odiar al hereje.
Para eso está la prensa corporativa, el ubicuo púlpito de los poderosos señores. Desde allí se enuncian las verdades del evangelio clasista.
Desde allí se propala la Propaganda fide, que los empuja hacia su cruzada libertaria.

En la historia Argentina las clases dominantes han batallado desde siempre tras esta idea, la de instalar y sostener en el imaginario social un concepto tan singular como puede ser el de una democracia clasista.
En la naturalización de esta farsa se asienta su lucha evangelizadora contra el demonio populista, un concepto que engloba a todas las ideas y movimientos políticos de raigambre popular.

Este falso amor por la República, que no es sino la pantalla discursiva en la que esconden sus verdaderas intenciones, propone la existencia de una República cuyo funcionamiento sea nada menos que el sucedáneo económico social de sus empresas.

Parafraseando al general austríaco Carl von Clausewicz, quien dijo que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, diremos entonces que para este capitalismo neoliberal, “la política no es otra cosa que la continuación de los negocios por otros medios”.
Una realidad constatable que deja entender a las claras cuál fue para Mauricio Macri y sus socios más conspicuos la forma “natural” de gobernar el país.

La historia nos da sobrados ejemplos de esto.
Para el apetito voraz de esta clase,cuyos estómagos sólo se sacian en bacanales de dinero y poder, no existe el concepto de crisis social o económica, sino la oportunidad perpetua de hacer negocios.
Sólo se encienden sus alarmas cuando los números les anuncian que alguno de estos “demonios” ha puesto en marcha los mecanismos para que la riqueza del país deje de estar concentrada en sus manos.

El ejemplo más claro se verificó en los años 1954 y 1974, cuando el modelo distributivo aplicado por los dos gobiernos justicialistas logró que se repartiese entre los asalariados casi el 50 % de la masa total de ingresos, un logro que contrasta con el magro 24% que hoy reparte la torta, dejando el resto en manos de una minoría empresarial que, en general, tiene lazos estrechos con los intereses de las empresas multinacionales.

No es causal por eso que los dos gobiernos mencionados terminasen derrocados por golpes de Estado, y que sus políticas fueran revertidas a modelos de explotación y distribución absolutamente inequitativos.
Tampoco es causal entonces que hoy se vuelva a escuchar el rugido de ese estómago insaciable, en alerta ante un gobierno que se propone, a pesar de la enorme crisis social heredada, un camino hacia el bienestar de la mayoría trabajadora.

Por razones similares, el conciliábulo cívico - militar encabezado por el General Félix Uriburu, terminó con la presidencia del radical Hipólito Yrigoyen en 1930, quien en defensa de los intereses energéticos de la Nación, entre otros, había osado enfrentarse con su dictamen del 6 de septiembre de ese año, a las pretensiones de la petrolera norteamericana Standard Oil de manejar la energía del país.
Ese primer golpe de Estado que derrocó al primer presidente electo por el voto popular, inauguró la forma con que la oligarquía terrateniente y los sectores de la burguesía ligados a los afanes propios y de las empresas extranjeras, se manejarían en adelante.

Preludio de lo que sería una conducta casi catalítico de esas aseveraciones.
Sí es seguro que sus palabras están en perfecta consonancia con el rosario de acusaciones, amenazas y profecías que viene manifestando la oposición, que promete desde el caos hasta un final necesariamente anticipado del gobierno, lo que traducido sin eufemismos no es otra cosa que un pedido de golpe de Estado.

Estamos en un momento en que la confusión y la zozobra como estrategia, se manifiestan en todo su potencial.
La lucha en contra de la reforma Judicial entablada por el ex presidente y jefe de la banda de espías Mauricio Macri, como el enfrentamiento del grupo Clarín a partir de la decisión del presidente Alberto Fernández de congelar las tarifas de muchos de los servicios que ofrece el grupo de Magnetto, determinan de manera directa el rumbo y la virulencia del discurso y la acción de la oposición.
Si alguien pretende explicar los dichos de Duhalde como el producto de alguna flaqueza psicológica, la recorrida por distintos canales demuestra que hubo premeditación en su accionar.

El genocidio sufrido por la población argentina no admite medias tintas a la hora de evaluar sus palabras, transformadas en una de las provocaciones más temerarias y repugnantes de la oposición, a la que, no hay dudas, el ex presidente [nunca electo] Eduardo Duhalde pertenece de hecho.

Y si hacen falta más pruebas de que nada de esto es aislado, tenemos las amenazas del diputado separatista, el presidente del radicalismo Ernesto Cornejo en coincidencia con las de otro radical, el antidemocrático Ernesto Sanz, quien en una nota por Zoom a Infobae, en medio de una crítica furibunda y llena de errores conceptuales contra el gobierno de Alberto Fernández, dijo: “.. no podemos quedarnos planificando el mediano y largo plazo porque antes de eso, en el corto plazo, acá en la Argentina pueden ocurrir cosas muy serias. Están ocurriendo y pueden ocurrir cosas muy serias. ¿Cuánto tiempo demora eso en explotar?"

Y yo le pregunto a Sanz:
¿Qué cosas serias pueden ocurrir, Sanz?
¿A qué se refiere con esto de “explotar”?
Se parece tanto a la psicosis de Duahlde que se diría es una confesión consensuada.
El cartón lleno de esta lotería de odio e intimidación, estuvo a cargo del director del portal Data 24, el periodista Eduardo "El Presto" Prestofelippo, que publicó en su cuenta de Twitter, @ElPresto2OK, la foto de Cristina Fernández de Kirchner con esta leyenda:
"Vos no vas a salir VIVA de este estallido social. Vas a ser la primera -junto con tus crías políticas- en pagar todo el daño que causaron. TE QUEDA POCO TIEMPO" (sic).

Y para meternos un poco más adentro en la historia del odio golpista, todo me recuerda a una entrevista que hace pocos años le hice al coronel Horacio Ballester, el fundador del CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina; organización formada por militares demócratas en 1984 con el fin de promover el espíritu de democracia y legalidad en las Fuerzas Armadas argentinas), cuando hablábamos del papel de ciertos agentes civiles en los momento terribles de nuestra Argentina:
"Recuerdo un señor Doctor Ricardo Balbín (líder de la línea del radicalismo enfrentada al alfonsinismo) que siempre hablaba de democracia y era el cabecilla de todos los políticos que recorrían los cuarteles, pidiéndonos que hiciéramos el golpe de Estado, que lo sacáramos a Perón.”
“Esos civiles venían a tirar maíz al Círculo militar, para demostrar que éramos unas gallinas, que no éramos capaces de salir para voltear un gobierno que no servía.”

La estrambótica profecía de Duhalde sobre un seguro golpe de Estado y una posible guerra civil, no debe leerse al pie de la letra, ni como un flash de angustia, ni interpretarse tampoco como un análisis alocado de la realidad.
Lo suyo ha sido un claro intento por generar un clima de zozobra, por seguir instalando la confusión como pedagogía política, lo que lo transforma en amenaza y violencia.

Tenemos derecho a pensar (habrá que investigar en profundidad esta posibilidad) que paralelamente a la Mesa judicial ha venido funcionando también una “Mesa Mediática”, que se ha movido y se mueve rompiendo con todas las reglas de la ética profesional, prestándose periodistas entre sí, inventando notas y fuentes, y publicando tapas de común acuerdo entre competidores.

Pero volvamos al origen de todos estos males: los miles de millones en juego.
Tantos como los dos mil quinientos millones que usó el grupo Clarín para desestabilizar hace unos días el mercado cambiario, en el mismo momento en que se enteraron del congelamiento de las tarifas de los servicios que ofrecen.

Por eso no puede estar ausente del relato el otro, el ex presidente Mauricio Macri, eterno veraneante que ahora desde Suiza ve con preocupación el avance de una justicia, no la que él aún controla, que investiga su abultado latrocinio y el diseño de un Estado policial y espía, que sirvió a su política de saqueo y enriquecimiento personal.
Esos centenares de millones de dólares que ahora descansan en paraísos fiscales, que sirvieron para quedarse con empresas estratégicas del campo de la energía y los servicios, son el botín que él y su banda no están dispuestos a entregar.
Una historia en la que Duhalde, en otro momento, tuvo también un papel preponderante cuando su ministro de economía Remes Lenicov salvó con su medida “mega devaluatoria” a Clarín de una deuda impagable.

No hay duda de que todos juegan el mismo juego.
Está escrito en su evangelio, donde se les promete una República a la medida de sus negocios materiales y políticos.

Cuadernos, bolsos, túneles, infectadura, todos fuegos de artificio de un show peligroso con el que las nuevas monarquías empresariales, defendidas por las tropas de sus cruzados, los libertarios golpistas, intentan perpetuarse con un sistema aceitado y tejido a la medida de sus intereses y en todas las capas sociales.

El objetivo, el mismo de siempre: frenar y socavar todo intento que se atreva a distribuir las riquezas de su “República Argentina Sociedad Anónima”, en la que nosotros, los ciudadanos, somos vistos como sus empleados.

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