ANECDOTARIO APÓCRIFO Y ESCÁNDALO POLÍTICO, de Revista El Parque, por Juan Pablo Csipka

Si algo desnuda este escándalo es que toda
la agenda política del macrismo, toda, sin excepción,
gira en torno a la entente entre jueces, fiscales,
empresarios, periodistas y servicios.

De no existir todo ese entramado propio
del sottogoverno del que hablaba Bobbio,
el macrismo no tendría razón de ser.

Mejor dicho:
debería dedicarse a algo que le es
totalmente ajeno, como es el debate de ideas.

Pero embadurna sus slogans vacíos
gracias al marketing político
lo que le provee esa base ahora expuesta.

Eso llegó a su máxima expresión
con la fenomenal opereta de los cuadernos
quemados, que resucitaron de las cenizas,
y resulta que fueron escritos
por más de una persona.

Nadie ha causado tanto daño alterando
las reglas básicas del juego democrático
como estos conservadores de medio pelo.
Lo más patético es que puede

volver a gobernar este país.

Si no nos ponemos de acuerdo,
independientemente de simpatías o antipatías políticas,
que esto es inadmisible en un orden republicano
(palabra que usan hasta gastarla muchos
de los que integran el espacio macrista),
vamos a estar condenados a dar vueltas en base
a esta podredumbre, que llegó a su punto
más extremo la noche del pasado 1º de septiembre.

Así como produce vergüenza la degradación periodística
tratando de ocultar, minimizar o tergiversar los audios,
(y, de fondo, la cuestión del viajecito a la estancia
de un magnate que desconce fallos que ordenan
el acceso a un lago), algo es positivo:
esta olla la destapó Tiempo Argentino,
un medio autogestivo; más aún, un medio
que sufrió los embates del macrismo
cuando sus trabajadores quedaron a la deriva
por culpa de un empresario inescrupuloso,
ataque a su redacción incluido.

El periodismo pasa por esa prepotencia de trabajo,
al modo arltiano, no por los figurones y alcahauetes
que ahora hacen malabares para proteger a sus mandantes.