miércoles, 6 de octubre de 2021

JULIO LAGOS, DERECHO Y HUMANO, de Héctor Rodríguez



Fue el 22 de mayo de 1979.
En Suiza se jugó un partido amistoso entre las selecciones de Argentina y Holanda, como parte de los festejos por el 75° Aniversario de la FIFA.
Lo dieron en llamar “La Gran revancha”, por la del Mundial 78, claro.
Aquel encuentro del equipo de Menotti, donde ya jugaba Maradona, se transmitió en directo en nuestro país por ATC, el viejo Canal 7.

Lo recuerdo viéndolo sentado en el living de la casa familiar.
Mi viejo con el termo de mate, fumando cigarrillos Kent.
Aunque lo más trascendente que ocurrió aquella fría noche europea, mi memoria de adolescente futbolero no alcanzó a registrarlo.
Recién años más tarde volví una y otra vez sobre aquellos episodios espantosos, que nunca cicatrizaron.

En una de las tribunas del estadio de Berna, detrás de uno de los arcos, un nutrido grupo de exiliados argentinos residentes de Francia, de Holanda y de Italia, aprovechó la ocasión para hacer visible lo que con detalles se sabía en Europa y no tanto aquí, censura mediante: la constante violación a los derechos humanos de parte de la dictadura que comandaba la Junta Militar, con torturas, desapariciones de a miles, secuestros de bebés y cientos de campos de concentración.
¿Cómo lo hicieron?
El grupo, que animó cánticos anti dictadura, ingresó con carteles que contenían letras por separado, pintadas en telas, que en conjunto formaban las palabras “VIDELA ASESINO”.

Antes del encuentro repartieron en todas las tribunas volantes impresos en tres idiomas (español, alemán y francés) que denunciaban la grave situación que sufría la Argentina.
También se acercaron a las inmediaciones del hotel donde se alojaba la selección argentina.
Los funcionarios de la embajada argentina presentes en el estadio exigieron a la seguridad que fuese a retirar los carteles.
De no tener éxito, el partido no continuaría.
La seguridad privada lo intentó, sin advertir que los exiliados no se quedarían de manos cruzadas.
Escaramuzas, golpes de ambos lados y algún diente que voló tras un piñazo.

La prensa suiza comentó ampliamente lo sucedido.
El periodismo deportivo argentino, con José María Muñoz a la cabeza, no dijo ni mu.

Mientras tanto, en nuestro país, en plena transmisión del partido, los nervios se apoderaron de los técnicos y editores de ATC, al mando de emitir las imágenes, por las presiones que recibieron de inmediato.
Había que ocultar de algún modo esa leyenda (que ya habían visto millones de televidentes) cada vez que la pelota rondaba ese arco. No había manera.
Hasta que se animaron a la enorme torpeza de intentar cubrir ese cartel que los dejaba al desnudo, en vivo, con una propaganda de “Les Luthiers”.
La impunidad no tenía límites.
Aún faltaban cuatro meses para que la dictadura recibiera de mala gana la visita de la CIDH, alertada de lo que ocurría aquí.

La cosa no terminó allí.
La gira del Seleccionado continuó en Italia y Escocia.
Para el partido en Roma, uno de los periodistas más complacientes con Videla y compañía, Julio Lagos, puso el grito en el cielo, indignado, criticando “la campaña antiargentina” en el exterior.
Inició una movida junto a Mónica Cahen D’Anvers: la de enviar a Roma un chárter de “hinchas famosos” (y no tantos) para ocupar una de las tribunas, más el despliegue de banderas a favor de la dictadura y el terrorismo de Estado.
La invitación desde los medios, radio y televisión, decía: “Vamos a Roma a demostrarles quiénes somos los argentinos”.

El vuelo chárter de Aerolíneas Argentinas salió de Ezeiza.
Iba colmado rumbo a París, de ahí continuó en Alitalia.
Costó 150 mil dólares y en el avión iban orgullosos Mónica (Canal 13) y Julio Lagos, como estrellas, arengando a los pasajeros - algunos, oyentes de su programa de radio -, entre muchos argentinos que negaban lo que ya sabía el mundo (entre otros de los locutores animadores, mal que nos pese, también estuvo Juan Alberto Badía).

En Italia los esperaba el almirante Lacoste, uno de los más conspicuos genocidas argentinos, con las entradas en la mano.
La revista Siete Días llegó a calificar el viaje como un “verdadero triunfo argentino”.

Cuatro meses más tarde llegaba a nuestro país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a visitar cárceles, investigar denuncias y recibir testimonios desesperados de miles de familiares en la sede de la OEA, en Avenida de Mayo 760.
La gigantesca fila es de varias cuadras, mientras los servicios de inteligencia, con credenciales falsas de periodistas, los fotografía sin cesar, escrachando a los familiares.

En esos días la Selección Juvenil se corona campeona del mundo en Japón.
El gobierno militar convoca, desafiante, a un festejo popular en la Plaza y el Obelisco.
José María Muñoz, el relator de fútbol y adulador acérrimo de la Junta, incita por Radio Rivadavia a cumplir con el operativo. “Vayamos todos a la Avenida de Mayo a demostrarle a los señores de la Comisión de Derechos Humanos que la Argentina no tiene nada que ocultar, que somos derechos y humanos”.

Así lo dice al aire, enardecido.
No fue el único.
Desde Radio Mitre, Julio Lagos, alimentando el odio, fogonea la misma invitación provocadora a la Plaza. “Gane o pierda, Argentina ya ganó”, dijo, antes de jugarse la final frente a la Unión Soviética.

Mientras tanto, la inefable Mirtha Legrand, aquel mediodía, agita campanitas en su programa de almuerzos en televisión mientras da una vuelta olímpica alrededor de la mesa.

Hoy Página/12 publica una nota comentando el repudio de muchos por la participación de Julios Lagos, estos días, en la TV Pública, donde fue invitado al programa “70” de la Televisión Pública, en el marco del 70° aniversario de la emisora estatal (“Es un cómplice de la dictadura”, dijeron). 
Sentado en el estudio - dice el diario -, revivió momentos icónicos de su carrera y de su paso por el canal. Casualmente, a nadie se le ocurrió preguntarle por unas imágenes suyas durante un partido de la selección argentina en Roma, en 1979, apoyando la dictadura de ese entonces.”

Cuando hablamos de “batalla cultural” también nos estamos refiriendo al modo en que una sociedad genera y construye su mirada para representarse, tanto su pasado como su presente y el futuro que proyecta.
La memoria nos constituye.
Porque es, precisamente, la disputa crucial por el sentido del pasado reciente.
Entonces, estimados gerentes y funcionarios de la Radio y Televisión Pública, les pido mayor atención.
Como viene al caso, usaré una metáfora futbolera: los goles del rival, busquemos evitarlos por todos los medios posibles.
Pero las pelotas que van afuera… no las metamos ingenuamente en nuestro propio arco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

FORMULARIO DE CONTACTO

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

BUSCAR EN ESTE BLOG

SEGUIDORES

TIROS EN LOS PIES, de Horacio Verbitzky - 21/4/2024

Diseño, Alejando Ros. Animación, Silvia Canosa El gobernador Axel Kicillof sería la principal víctima de la andanada antikirchnerista que se...