viernes, 18 de febrero de 2022

ZOOMAFIA I: DE LOS MONOS AL GATO, de Rocco Carbone - 24/10/2021

Los Monos, D’Alessio y la trama calabresa (Parte I)


Los Monos es una estructura delictiva articulada alrededor de los Cantero.

Este artículo - dividido en tres partes que responden a la tensa andadura folletinesca del suspenso - analiza una mafia global - la calabresa - y sus intereses puestos en el narcotráfico, historiza una estructura narco rosarina - Los Monos -, los vínculos que con ella mantuvo el operador cambiemita Marcelo D’Alessio y reconstruye una gran operación de ingeniería financiera, terminación nerviosa que conecta la Argentina con Calabria.

Mafia: la etimología de la palabra es incierta.
Pero Jonatan Viale desde LN+ la vinculó con un acrónimo: “Mazzini; Autoriza; Furti; Incendi; Avelenamenti” (sic).

Más allá de los estropicios en contra del italiano, el periodista dijo: “Mazzini era un político que promovía la unidad italiana pero era un poquito mafioso el tipo”.

Giuseppe Mazzini fue un militante de la Carbonería (1827-1830). Posteriormente, proyectó la Giovane Italia, sobre la base del principio republicano de la nación unida, integrada por ciudadanos libres e iguales (Manifesto, 1831).
Animado por profundas convicciones republicanas y democráticas, fue uno de las mayores personalidades políticas y culturales del Risorgimento italiano y se distinguió en la lucha por la independencia italiana y por la formación de un Estado con una conciencia unitaria. Contribuyó a la formación de una conciencia civil y política en Italia y muchos de los mayores sujetos políticos que integraron el Risorgimento pasaron el por “mazzinianesimo”.
Mazzini, de mafia, nada.
No se puede decir lo mismo de otros apellidos con M.

La mafia calabresa - la ‘Ndrangheta - es el cartel que se ocupa del tráfico internacional de droga en Europa.
Es una organización cuyos ingresos anuales son de al menos 50.000 millones de euros y uno de los interlocutores más confiables de los narcos latinoamericanos.
Importa cocaína a Europa desde Afganistán, Medio Oriente y América Latina, especialmente desde Colombia (país que produce cerca de dos tercios del tráfico total), que llega al viejo continente a través de distintos puertos sudamericanos, los de Brasil y la Argentina, entre otros.
Por esto mismo el control legal y público de la mal llamada “Hidrovía” (tecnicismo que oculta una vena cultural y soberana de la Argentina) debería ser indeclinable.
¿La Argentina es sólo un lugar de tránsito o alberga también negocios transnacionales enjundiosos y organizaciones sofisticadas..?

Alianzas de ultramar

En el ámbito de una investigación del European Investigative Collaborations (Vittorio Malagutti / Francesca Sironi, Italia ed Europa sommerse dalla cocaina. Questa ê la vera invasione, altro che migranti, 8/11/2019) se sostiene que el tráfico global de cocaína permite recaudar al menos 300.000 millones de euros por año con una producción total de más o menos 2.000 toneladas: 2 millones de kilos (datos prepandémicos, de noviembre de 2019).

Según los cálculos de la Europol (la agencia que coordina las policías de los países de la Unión Europea), en 2018 ingresaron a Europa 700 toneladas de cocaína, la mitad de lo que ingresó en el mismo período a Estados Unidos.
Todas las cifras expuestas, es obvio, deben ser tomadas de manera indicativa puesto que no existen estadísticas fehacientes acerca de estos tráficos.

Para tener una idea nítida de las recaudaciones vertiginosas implicadas en este negocio valgan algunas operaciones aritméticas: el costo de producción de un kilo de cocaína en algún paraje de América Latina es de 1.000/1.500 euros.
Ese mismo kilo, cuando llega a Europa es cortado químicamente y ahí se transforma en 5 kilos gracias al agregado de ciertos precursores químicos, como acetona, ácido sulfúrico, cloruro de metileno, éter etílico, etc.
Cada uno de esos kilos en el mercado europeo vale entre 35.000/ 40.000 euros.
Dado que una dosis de un cuarto de gramo puede tener un precio variable de entre 50 y 100 euros, la inversión inicial de 1.000/ 1.500 euros se transforma en una ganancia que varía entre 200.000 y 400.000 euros por kilo (Nicola Gratteri / Antonio Nicaso, Oro bianco. Milano: Mondadori, 2015).

La ‘Ndrangheta ha establecido alianzas con distintos cárteles latinoamericanos, sobre todo colombianos y mexicanos.
Y esa es una de las claves de su ascenso vertiginoso en los entramados mafiosos internacionales.
Funciona como cartel de distribución y se ocupa del tráfico de estupefacientes en Europa, haciendo pie en una red portuaria tupida (integrada por los puertos de Anversa, Rotterdam, Livorno, Genova, Algeciras, Valencia, entre otros) que se articula en torno al puerto de Gioia Tauro, el mayor puerto calabrés, construido y controlado en parte por familias ‘ndranghetistas de alcurnia: Mazzaferro, Ursini y Commisso.

Este último clan es conocido también como famiglia Macrì (Nicola Gratteri / Antonio Nicaso, Fratelli di sangue. La ‘ndrangheta tra arretratezza e modernità: da mafia - agropastorale a holding del crimine. Cosenza: Pellegrino Editore, 2007).

La mafia calabresa descubrió el gran negocio de la cocaína en la década de 1970 y a partir de ahí se organizó en dos cárteles de distribución.
El primero responde a Giuseppe Morabito, apodado “Tiradrittu”, respaldado por Antonio Nirta. No nos detendremos en él.
El segundo, avalado por Antonio Mammoliti, reúne a las famiglie Piromalli y Mammoliti (de Gioia Tauro), Aquino - Ursini - Macrì (de Gioiosa Ionica), Cordì (de Locri), Imerti - Condello - Serrano - Rosmini - Zito - Buda (de Reggio Calabria), D’Agostino (de Sant’Ilario) y Commisso - Macrì (de Siderno) (Gratteri/Nicaso, 2007).

En el negocio narco - propio de la economía sumergida del capitalismo, cuyas transacciones se hacen en efectivo, y que está directamente relacionada con la esfera financiera y digital del capitalismo - la organización criminal calabresa juega en primera línea, ya que ha ubicado a sus representantes en los lugares de producción de droga a través de alianzas comerciales con organizaciones narcos o matrimonios entre familias.
Para no abundar, Salvatore Mancuso Gómez, un colombiano con origen familiar en el sur de Italia por vía paterna, jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en la última década del siglo XX era uno de los mayores proveedores de droga de la mafia calabresa.
Por el lado mexicano, existen vínculos entre la ‘Ndrangheta y el cartel de los Zetas, que históricamente hizo pie en el estado de Tamaulipas.
Los Monos rosarinos es una interesantísima estructura narco.
Los contactos sostenidos de Marcelo D’Alessio con algunos de sus integrantes - Lorena Verdún y Monchi Machuca - develan una terminación nerviosa sugestiva: Calabria.

Brevísima historia

Los Monos es una estructura delictiva que se articula alrededor de una familia: los Cantero.
Los fundadores de este núcleo son Ariel “el Viejo” Cantero y Patricia Celestina Contreras, quienes estuvieron en pareja hasta 2003/2005.
Criaron ocho hijos.
Los más emblemáticos son:
  • Claudio apodado “Pájaro” - el más famoso y carismático, que durante un tiempo asumió la conducción de Los Monos -;
  • Ariel Máximo, apodado “Guille”, sindicado actualmente como jefe de la organización;
  • Ramón, apodado “Monchi” o “el Mabu” (el más buscado),
  • Machuca, hijo adoptivo y sindicado como administrador de los negocios de Los Monos.
Tradicionalmente, la estructura de las mafias se articula alrededor de la familia natural de un jefe. 
Su apellido sirve para nombrar al clan, que se constituye en centro nuclear del poder mafioso.
El clan es la organización criminal primordial que reúne sobre todo a los componentes masculinos (y en otra medida a los femeninos). 

Otro elemento significante que se adosa a la estructura familiar es el lugar geográfico de pertenencia (el territorio), sobre el cual la familia ejerce su poder.
En el caso de Los Monos es Rosario, específicamente algunos barrios periféricos del sur: Las Flores, La Granada y 17 de Agosto.

A través de la violencia y el asesinato de los adversarios - y también de sus socios -, Los Monos se consolidaron en un territorio específico y de ahí se proyectaron en el negocio del narcotráfico y en el de los servicios de la violencia.

El foco de irradiación de esta estructura familiar es esa ciudad, conocida históricamente como la Chicago argentina porque durante la “década infame” se desplegó ahí una organización mafiosa tradicional comandada por Juan Galiffi y Francisco Morrone, apodados Chicho Grande y Chicho Chico.
La ficcionalización de esa organización puede apreciarse en una película de Leopoldo Torre Nilsson, La Mafia (1972) y en Historias de la mafia en la Argentina de Osvaldo Aguirre (Buenos Aires: Norma, 2010).

Los Monos entraron en el negocio del narcotráfico a fines de la década de 1990.
Eliminaron a sus competidores con una guerra a muerte: los Garompa (familia Rivero) y los Colorados (familia Arriola).
Esa contienda, que llegó a los medios de comunicación, acuñó una imagen peculiar de los Cantero como criminales marginales brutales. 
De otro modo: una banda sin sofisticación y cuya imagen el Pájaro - el jefe más emblemático de la estructura - trató de reconfigurar posteriormente y con éxito.

Ariel “el Viejo” Cantero empezó a desplegar su dominio hacia 1995 en el borde sudeste de Rosario, corazón tradicional del proletariado industrial de la ciudad, pero asumió la conducción de la banda en abril de 2003 luego de la desaparición física de Juan Carlos Fernández, el “Mono Grande”.
Nunca se descubrió si esa desaparición se debió al Viejo Cantero. Fernández desapareció pescando en las aguas del Paraná.

De esa suerte de mito acuático emerge la banda Cantero, que desde ese momento empezó a disputar el territorio.
Para controlar el territorio, el Viejo Cantero compró el silencio (la sordera y la ceguera: conocida como “ley de omertà”) de los policías de la subcomisaria 19ª y paralelamente desató una extensa cadena de homicidios.

El pacto con la policía soldará con el paso de los años una asociación histórica entre esta organización delictiva y una parte del Estado; vínculo que por cierto va más allá de Los Monos y que, si de algo habla, es de intereses y negocios mutuos.

En cuando a los homicidios, uno emblemático fue el de Fernando “Gordo Pel” Corso, integrante de los Garompa.
Los Monos lo torturaron, enterraron el cuerpo y dejaron a la vista su cabeza en el barrio Las Flores a manera de amenaza ejemplificadora para quienes quisiesen disputar su dominio incipiente en la configuración de un territorio.
En este sentido, no se trató sólo de matar sino - además - de dejar un mensaje. Son los códigos tradicionales de las mafias en lo que atañe a dar la muerte.

Los Monos se ocupan del negocio del narcotráfico en Rosario desde la década de 1990 y a lo largo de los años se fueron definiendo como un grupo criminal dominante en ese sector ilegal, que administran a partir de la práctica de la violencia.
Casi un cuarto de siglo después de haber empezado la actividad narco, el Tribunal Oral Federal 3 de Rosario, en una sentencia de 2018, llegó a la conclusión de que la organización no se ocupa de narcomenudeo sino de una actividad de producción y venta sistemática: “La comercialización de sustancias estupefacientes organizada no sólo comprendía la venta al menudeo desde distintos puestos […], sino que movía importantes cantidades de droga” (Tribunal Oral Federal 3 de Rosario. Sentencia por tráfico de estupefacientes y otros delitos contra Ariel Máximo Cantero, Jorge Emanuel Chamorro y otros. Rosario, 13 de diciembre de 2018, páginas 336-337).


Historia de una estructura narco rosarina: del Fantasma Paz a Guille Cantero


Guille Cantero se entregó en 2013 y empezó a gestionar el negocio criminal desde distintas penitenciarías. Foto Télam.

El Pájaro

Empezó a ejercer la jefatura de Los Monos a partir de 2010 y su conducción duró un tiempo brevísimo, hasta 2013, año de su asesinato.
El Fantasma Paz se había integrado al clan Cantero a través de su hermana Mercedes, que desde 2007 era pareja del Pájaro (quien antes había tenido una relación con Lorena Verdún).
El Fantasma se ocupaba de lavar el dinero de Los Monos, o sea de inyectar en la economía legal, a través del negocio de la compraventa de autos de lujo, los capitales amasados en el ámbito narco.
Paz fue quien le permitió al Pájaro dar un salto de calidad en la organización, pues se ocupaba de importar pasta base desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) junto con los precursores para preparar cocaína en Rosario.

En 2012, Paz encargó 80 kilos de pasta base de cocaína en Bolivia, que la Gendarmería Nacional incautó en la frontera terrestre entre Bolivia y la Argentina, lo cual desencadenó un conflicto de dimensiones entre Paz y Los Monos.
El capital de la compra era de Los Monos.
En función de esto se sospecha que lo asesinaron por orden de Monchi Machuca.

A pesar de este episodio, con el Pájaro la banda se jerarquiza y se transforma en organización.
Este sustrae a Los Monos de la violencia descarnada y continua y ubica a la estructura delictiva en la zona de la violencia necesaria.
La violencia continuada es problemática para la actividad criminal porque constituye un foco de atención de la opinión pública - sean los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad o el Poder Judicial - sobre un territorio y, por ende, sobre los negocios ilegales que ahí se despliegan.

La violencia necesaria, en cambio, activada sólo en momentos específicos de la vida criminal - cuando es inevitable -, permite un desarrollo más o menos ordenado de los negocios (i)legales y vuelve al propio grupo criminal que la despliega menos perceptible.
Si la violencia continua es un índice de la inestabilidad de un mercado delictivo, la violencia necesaria es un índice de la estabilidad, regulación y control de ese mismo mercado.

El Pájaro diversificó sus negocios: ofrecer servicios de protección a otras bandas y a otros actores territoriales a cambio de un pago periódico y fijo (que de no ser tributado producía amenazas y muertes) o intercambio de sumas de dinero a cambio de favores ilegales; cobro de peaje para que otros pudieran tener el derecho a transitar por el territorio; y comenzó a moverse en el sector de los autos importados de alta gama.

Por otra parte, el acuerdo nunca interrumpido con las fuerzas de seguridad “le garantizaría [a Los Monos] el reaseguro territorial […]. Con la policía comprada, los vecinos no tendrían a quién acudir. Esa asociación los consolidaba como dueños de la calle” (Germán de los Santos / Hernán Lascano, Los Monos. Historia de la familia narco que transformó a Rosario en un infierno. Buenos Aires, Sudamericana, página 20).
Es más, dueños de un territorio aparentemente periférico respecto del centro de la ciudad, pero ubicado en un cruce de grandes avenidas, entre el Paraná, el bulevar Oroño y la avenida de Circunvalación.

El Pájaro es una figura de alta relevancia para una estructura criminal como Los Monos, porque tenía un proyecto diferente al de su padre: invirtió los capitales ilegales de la organización en campos, mansiones lujosas, empresas inmobiliarias y negocios ambiciosos: “La maquinaria de los bunkers [lugares de expendio de drogas], los cobros por seguridad, las máquinas viales alquiladas para realizar obra pública, los departamentos para rentas, el negocio de los remises […], las licencias de taxis que giran las veinticuatro horas. Hacia 2012, las actividades combinadas van dejando un rendimiento de 400.000 pesos por día” (De los Santos / Lascano, p.175).

Estamos frente al evidente contrapunto entre lo ilegal y lo legal.
Quiere decir que bajo la conducción del Pájaro, Los Monos, sin dejar de lado el narcotráfico, empiezan a diversificar acciones y negocios. Además, gracias al acuerdo sostenido en el tiempo con las fuerzas de seguridad, Los Monos empezaron a disputarle al Estado provincial el monopolio de la violencia; y las fuerzas que hubieran tenido que perseguirlos los ayudaban a conseguir informaciones, a borrar las pruebas de delitos, a colaborar con el negocio y la acción criminal de manera más o menos orgánica.

Paralelamente, la organización empezó a mediar entre los empresarios que querían construir el City Center de Rosario - un casino con hotel cinco estrellas y un refinado restaurante incluido, o sea, un gran emprendimiento de 128.000 m2 construido entre 2006 y 2009 - y los pobladores que vivían en casas de chapa entre el Bulevar Oroño y el barrio popular 17 de Agosto, al lado de Las Flores.
Historizando las prácticas de las organizaciones mafiosas, descubrimos que estas despliegan una capacidad de mediar las relaciones económicas en el mercado y de ubicarse entre los sujetos que operan en él.
Median entre los productores/ empresarios y el mercado, que tienden a gobernar con sus propias reglas: violencia y libre competencia.

La violencia mafiosa suele ponerse en paralelo con otro tipo de violencia, aquella producida por períodos extensos de desempleo, la persistencia de la inequidad, la pobreza, la indigencia.
El cruce entre esos dos tipos de violencia provoca efectos desastrosos para la cohesión social.
En cuanto a la libre competencia o al libre mercado - por más que nunca haya habido un sistema de mercado autorregulado y libre -, los mafiosos creen en ese mito, operan en el corazón de ese mito.

Lo enfatiza Joseph Stiglitz cuando dice que “la llamada economía de mercado autorregulado puede evolucionar hacia un capitalismo mafioso - y hacia un sistema policial mafioso -, una preocupación que, desafortunadamente, deviene una realidad descomunal en algunas partes del mundo” (en Karl Polanyi, La gran transformación. México, FCE, 2017, p. 19).

Otro sector “natural”, gestionado a partir de la violencia y que permite expandir el negocio narco, es el fútbol y el manejo de las barras bravas.
Los Monos entraron en ese negocio en 2010 por medio de la tentativa de homicidio de Diego Panadero Ochoa, el jefe de la barra de Newell’s:
“A comienzos de 2010, Roberto Pimpi Caminos, viejo líder de la hinchada de Newell’s Old Boys, contrató a Los Monos para asesinar al jefe de la barrabrava en ese momento, Diego Panadero Ochoa.
En la madrugada del 4 de febrero, un ómnibus que trasladaba a los hinchas de ese equipo de fútbol fue emboscado en la entrada de Rosario, a la altura del barrio Las Flores, y fue baleado.
Para ello, contaron con la liberación de la zona por parte de la policía” (Marcelo F. Saín / Pablo Navarro Urquiza, “Estado y narcotráfico: la ruptura de la regulación ilegal de la policía en Rosario en el caso ‘Los Monos”, XXXVII International Congress of the Latin American Studies Association, Boston, 24-27 de mayo de 2019, p. 22).
A partir de ese momento Los Monos tomaron el control de la barra de Newell’s y generaron también influencia en la hinchada de Rosario Central. Esas infiltraciones tienen el objetivo de ampliar el espectro del negocio narco.

A través de las barras se garantiza y se amplía una línea de distribución hacia los barrios.
El Panadero Ochoa era un obstáculo para el plan de Los Monos porque se resistía al ingreso de la droga en la cancha.
Las relaciones con las barras bravas permiten cierta proximidad con otro tipo de negocio: la compraventa de futbolistas, sector que habilita el lavado del dinero proveniente de los negocios ilegales y también un “lavado social”. Uno de los ámbitos tradicionales de los negocios mafiosos es el fútbol.

Se trata de una actividad económica altamente rentable que representa un canal cómodo para lavar dinero e inyectarlo en la economía legal, que permite también, y sobre todo, crear una imagen pública reconocible, con consenso popular y con prestigio social por el interés masivo implicado en ese deporte.
Permite activar también otra dimensión: las “relaciones prestigiosas” con políticos, empresarios, banqueros, profesionales, etc.
Entonces, el fútbol no es sólo negocio o juego sino que pasa a ser una herramienta de agregación y de integración social, de construcción de sentido de pertenencia y de identidad relacionada con el devenir de un territorio.
Supone menos violencia y más negocios.
Los capitales invertidos se multiplican de la misma manera que en otras actividades criminales clásicas, como el tráfico de droga; y de modo menos peligroso.

El Pájaro fue asesinado el 26 de mayo 2013 en un boliche de Villa Gobernador Gálvez, el Infinity Night.
A partir de ese momento los Cantero despliegan una guerra de mafia, conocida generalmente como “faida”.
Se trata de un enfrentamiento a muerte entre organizaciones criminales que se lleva a cabo por el control de un territorio, por una disputa en los negocios o por “cuestiones de honor” (como en este caso), y finalmente por el poder. (1)

Cuando lo asesinan el Pájaro no había cumplido los 30 años, era ya multimillonario y sólo tenía una vivienda a su nombre.
En el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) de Rosario le devolvieron sus pertenencias a la familia, entre ellas un anillo con “la inscripción de San Benito, al que se le atribuyen poderes de exorcismo y defensa contra maleficios de todo género” (De los Santos / Lascano, p. 18).
Podría parecer un detalle menor: no lo es, si lo ponemos en diálogo con los vínculos rituales entre organizaciones criminales/ mafiosas y la religión católica.
Por otra parte, en el funeral del Pájaro estaban “letrados y gente habituada a hacer negocios con los Cantero” (De los Santos / Lascano, p. 23).
Este pasaje tiene su interés porque las mafias, en general, entraman redes de relaciones entre sujetos - percibidos como - distantes entre sí. De esa red derivan su fuerza.
Un mafioso es aquél que establece relaciones (de la índole que sea) con poderes que - teóricamente - deberían reprimirlo, separarlo de la sociedad, enjuiciarlo, mantenerlo a distancia: jueces/ zas, policías, funcionarios públicos, abogados, etc.

Jano bifronte

Con la muerte del Pájaro se produce el ascenso de Guille Cantero y con esa modificación Los Monos sufren una regresión al estadio anterior de la organización por el uso poco racional - cruel, atroz, despiadado - de la violencia.
La especialidad de Guille, cuando estaba en libertad, era ofrecer servicios de protección a sus proveedores de cocaína y también a la competencia de Los Monos.
Quien se ocupaba de los bunkers era Monchi Machuca.
Su expertise consistía en la distribución territorial de la droga, en proveer y despachar la cantidad exacta de dosis, en conseguir envases de plástico para conservar la cocaína, en dialogar con la policía para negociar informaciones y asegurar las ventas sin contratiempos, en regular los horarios de apertura de los puntos de venta, en el manejo de efectivo y cambio, en la contabilidad general. 
Monchi, en definitiva, se ocupaba de los recursos humanos, técnicos y financieros de Los Monos.

Para el año 2013 un solo bunker podía producir 9.000 dólares por día.
Cuando en junio de 2013 Guille Cantero se entregó a la Jefatura de Policía de Rosario declarando haber realizado diez homicidios y haber estado preso apenas un mes ("Se entregó Guille Cantero, uno los líderes de la banda de Los Monos", 22/6/2013), Los Monos no tenían una sola causa abierta por narcotráfico en la Justicia federal.
A partir de ese momento Guille empezó a gestionar el negocio criminal desde las distintas penitenciarías en las que estuvo recluido hasta ahora: “Guille Cantero daba órdenes desde el penal de Marcos Paz […] Pero los mandatos no eran de forma directa. […] llamaba por el teléfono fijo que tenía en su celda […]
Se contactaba a un celular de otro preso en el penal de Ezeiza.
Este recluso llamaba a su vez, con otro teléfono móvil, a los miembros de Los Monos que están en la cárcel de Piñero […]
Con ese método, el 17 y 19 de setiembre pasado Guille se comunicó con Leandro Vinardi, miembro de la banda y ex jefe de la barra de Newell’s, que está preso en Piñero, para moldear el negocio de la droga […].
El recluso en Ezeiza […] también recibía audios de WhatsApp de los lugartenientes de Guille, como por ejemplo Marcos Mac Caddon, quien pretendía ser uno de los gerenciadores de Los Monos en San Lorenzo […], donde están ubicados los principales puertos que exportan el 80% de los granos de Argentina.
‘Estamos hablando de un negocio grande. Por eso te lo quiero ceder a vos para que me des el apoyo. Antes te daban 600 lucas. Yo te voy a dar 1.000.000 por semana’, le ofreció Mac Caddon a Cantero el 13 de septiembre pasado” (Germán de los Santos, "Fuerte golpe a Los Monos: Guille Cantero recibía un millón de pesos por semana por la venta de drogas en San Lorenzo", 2/10/2021). (2)

El penal de Piñero, en Rosario, es un lugar clave porque ahí está encarcelado el otro integrante nuclear de Los Monos: Monchi Machuca, sindicado como administrador de la organización.
Fue interceptado en junio de 2016 y detenido por la Policía Federal en una zona entre Flores y Paternal y de Capital Federal fue trasladado al penal rosarino. (3)


Macri en Rosario: “Lo mío es solamente la heroína o el crack”


Marcelo D’Alessio es parte de un entramado criminal mucho mayor. Dibujo: Federico Geller.

Doménico

La justicia italiana condenó ayer sábado a 70 miembros de la ‘Ndrangheta, el grupo mafioso más poderoso de Italia, y a otras personas con penas de diez años o más de prisión para una treintena de ellos, en el mayor juicio contra la mafia desde finales de los años 1980, según informó anoche un cable de la agencia AFP.
El juez Claudio Paris leyó los veredictos contra 91 acusados en la enorme sala de audiencias de la ciudad de Lamezia Terme, en el sur de Calabria, donde se está celebrando desde enero un «macrojuicio» contra cientos de presuntos miembros.
Aún quedan 355 acusados por juzgar y se espera que el proceso dure dos años o más.

Las investigaciones duraron varios años y culminaron con redadas en diciembre de 2019.
La ‘Ndrangheta, que opera en la región más pobre de Italia, Calabria, controla la mayor parte de la cocaína que llega a Europa.
El conocido fiscal antimafia Nicola Gratteri - cuyos esfuerzos por derrotar a la ‘Ndrangheta le obligaron a vivir bajo protección policial durante más de 30 años - dijo que todo fue «muy bien» el sábado. 

"De los 91 acusados, 70 presuntos inocentes fueron condenados", dijo a la agencia de noticias italiana AdnKronos, añadiendo que los absueltos tenían menos responsabilidades. Algunos de los más peligrosos recibieron la pena máxima de 20 años solicitada por los fiscales.
Entre ellos se encuentran Pasquale Gallone, mano derecha del presunto jefe de la mafia Luigi MancusoGregorio Niglia, cuyo papel incluía la adquisición de armas y la extorsión y Domenico Macri, del ala militar del grupo.

Il faccendiere

Marcelo D’Alessio - espía oficial y extraoficial, argentino y extranjero, supuestamente vinculado con la Drug Enforcement Administration (DEA), sobrino del escribano general del Gobierno de la Nación (4), faccendiere de las posiciones de Cambiemos en temas de seguridad y defensa en los medios de comunicación, supuesto conocedor del crimen organizado, y operador de la violencia privada - entramó un vínculo con Los Monos.

Esa relación ha sido investigada por el ex juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, y volcada en una extensa resolución de 1.125 páginas, del 21 de octubre de 2020, en la causa FMP 88/2019 caratulada “D’Alessio, Marcelo Sebastián y otros/ Asociación ilícita y otro”.
Ahí se dejan asentadas las maniobras de espionaje y las tentativas de infiltración que D’Alessio implementó respecto de la organización criminal rosarina y de sus redes de lavado de dinero, a través de contactos sostenidos con Lorena Verdún - ex pareja del Pájaro Cantero -, su abogada Romina Bedetti y Monchi Machuca.

En la resolución se afirma que el trabajo de D’Alessio llegaba hasta el Ministerio de Seguridad conducido entonces por Patricia Bullrich. De hecho, en ella están las capturas de pantallas de mensajes de WhatsApp que intercambiaron il faccendiere y la entonces ministra, en los que la retórica empleada permite suponer una relación laboral cercana: “Hola Patricia. Espero estés bien. Vengo de Rosario. Tengo una escucha para darte. Y un arrepentido por los disparos a los integrantes de la Cámara. Cuando quieras nos vemos. Un beso".
Ella le responde: 
"Ok. Podés reunirte con Bonini? Y le das el material y después nos vemos nosotros".
D’Alessio responde: ‘Vos sabés Patricia que estoy a tu disposición” (Ramos Padilla, p. 142).
Rodrigo Bonini era el entonces director nacional de Investigaciones del Ministerio de Seguridad.

El primer contacto de D’Alessio con Los Monos fue en Rosario en diciembre de 2017, en el momento en el que se estaba produciendo el debate oral de una causa en la que se juzgaba a varios integrantes del clan Cantero.
El gran juicio contra Los Monos empezó en 2015.
Pues bien, el 26 de diciembre de 2017 D’Alessio entró en contacto con Lorena Verdún: “Se presentó ante ella desde un lugar de poder en relación a los recursos que decía ostentar desde el Ministerio de Seguridad.
También como una persona con capacidad de poner un tema en la agenda periodística” (Ramos Padilla, p. 110).
Asimismo, se presentó como miembro de la DEA, agencia dependiente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que se ocupa de investigar el contrabando, consumo de drogas y lavado de activos.

El segundo viaje de D’Alessio a Rosario fue a mitad de enero de 2018, luego del homicidio de una clienta de Romina Bedetti debido a un enfrentamiento entre dos clanes narco: los Camino y los Funes.
El encuentro se realizó el 17 de enero en el City Center, corazón del territorio de Los Monos.
Ahí D’Alessio, junto con Rolando Barreiro, un ex agente de la AFI, almorzó con Bedetti y Verdún: “Conversan sobre una larga serie de temas, centrándose en el mapa del narcotráfico en la ciudad de Rosario y la connivencia de la policía.
Hablan del clan de los Funes y su relación con los Ungaro y la barra de Newell’s Old Boys y también, aunque más lateralmente, sobre el clan de los Camino. […]
Hablan también sobre Luis Paz y la muerte de su hijo, El Fantasma" (Ramos Padilla, p. 115) y de propiedades de unos policías.
Según Verdún, el viejo Paz tenía vínculos con el mundo político provincial. (5)
La conversación sigue hasta que D’Alessio interviene interpelando a Verdún y ofreciéndole protección a cambio de: “La pregunta es, yo necesito cocaína grande. Yo te doy mi protección federal.
Vos en manos de la protección de la provincia, es una cuestión de tiempo” (Ramos Padilla, p. 117).
Para Ramos Padilla, ese pasaje estaría referido al interés de D’Alessio de incriminar a Luis Paz por su vinculación con el narcotráfico en toda la provincia de Santa Fe.
Sin embargo, es plausible preguntarse: ¿y si D’Alessio se refería a una compra narco..?

Una pregunta de este tenor podría carecer de pertinencia si no fuera por tres razones.
Por el propio modus operandi de D’Alessio: si en el despliegue de sus operaciones se cruzaba con otro negocio que le fuera redituable, lo sumaba también.
Dos: por una gran operación de lavado en la que D’Alessio está involucrado y en la que aparece Calabria (que trataremos más adelante).
Tres: por su interés en la “Hidrovía”, que “se presenta como un asunto donde se cruzan diversos intereses y agendas: la propia de D’Alessio en tanto puede ser un negocio económicamente redituable para sí mismo; la agenda de Elisa Carrió, a quien intentaba complacer, y la de la AFI” (Ramos Padilla, pp. 645-646).
De esto se desprende un cruce de intereses encabalgados entre la ilegalidad y la legalidad, que da cuenta de los contactos con Los Monos y las operaciones de D’Alessio, que tenían terminaciones nerviosas en referentes del Poder Ejecutivo, del Legislativo y del aparato de inteligencia cambiemita.

En cuanto a los grandes cargamentos de droga: viajan a Europa siguiendo la línea del Paraná y luego la ruta atlántica.
Apenas un dato para graficarlo: “El Tribunal Oral Federal 2 de la ciudad bonaerense de San Martín fijó penas de hasta 12 años de prisión [en febrero de 2016] a cuatro hombres por la exportación de más de 1.200 kilos de cocaína desde el puerto de Zárate hacia Portugal. Las penas recayeron en [dos] empresarios rosarinos” (La Capital, 27/2/2016).
El buque que se ocupó de transportar la mercadería fue el Miltiadis Juniors II.
En cuanto al Paraná, a los buques que lo surcan y al sistema portuario, según muestra la investigación de Ramos Padilla, D’Alessio recopiló informaciones y elaboró informes sobre empresas navieras nacionales y extranjeras.
En mayo de 2018, mientras la entonces diputada Carrió ventilaba públicamente la presentación de una denuncia vinculada con el narcotráfico (que se efectivizó en agosto (6)) en la ruta Paraná - Paraguay, D’Alessio desplegaba sus acciones de inteligencia respecto de estos asuntos y se reunía con Paula Oliveto en el Congreso de la Nación para exponerle la información recolectada.

D’Alessio volvió a viajar a Rosario el 15 de febrero de 2018, día en el que se habría entrevistado con Monchi Machuca en la cárcel de Piñero.
Según la resolución que estamos siguiendo, el encuentro fue facilitado por Bedetti y Verdún.
Acerca del encuentro, Machuca declaró que D’Alessio le dijo que “quería saber sobre el tema corrupción acá en Rosario porque le digo que sí que sabía el tema corrupción y todas esas cosas que estaban pasando acá […].
Le digo porque yo fui una de las personas que como no pacté con el socialismo, con la brigada de judiciales, me armaron esta causa, y él me dijo que venía con la brecha de Macri y de Patricia Bullrich, él laburaba para la DEA y ahora estaba trabajando para la SIDE y para la AFI” (Ramos Padilla, p. 134).

D’Alessio se interesó también por la trama configurada por el narcotráfico y los vínculos policiales.
De regreso se reportó nuevamente con la ex ministra Bullrich a través de un mensaje de WhatsApp referido a Puerto Roldán: 
“Ahí custodian 4 suboficiales. Tengo filmaciones aéreas del movimiento. Si querés la semana que viene te paso lo que avanzamos sobre el tema.
Es muy complejo el tema Rosario. Están reemplazando soldaditos por efectivos policiales” (Ramos Padilla, p. 139).

Acerca del encuentro entre D’Alessio y Machuca, Barreiro, el ex agente de la AFI, declaró: 
“En relación a Guille Cantero de la banda de Los Monos, hablando con él, él mismo me dijo que se había enterado por Monchi Machuca, que es su hermanastro, que es la persona que Marcelo D’Alessio fue a ver a Rosario […]
Guille Cantero me dijo que Marcelo D’Alessio le sacó plata a Monchi Machuca” (Ramos Padilla, p. 148).

Calabria siempre se repite dos veces

Todos estos movimientos de D’Alessio forman parte de un entramado mayor de notables dimensiones: una organización criminal dedicada al espionaje ilegal - legal investigada en Dolores - antes por Ramos Padilla y actualmente por el juez Martín Bava -, compuesta por servicios de inteligencia de la AFI, operadores, integrantes de fuerzas de seguridad y magistrados que usaron causas judiciales a su antojo en los cuatro años de gestión cambiemita.

Una “organización criminal paraestatal que utilizó diversas herramientas del espionaje ilegal con fines políticos, económicos y judiciales, y que creció en varias jurisdicciones del país y en el exterior.
Se trata de una organización extensa, de tipo modular […].
Así, sus integrantes entraron en acción conformando distintos grupos, aliándose con terceros, tomando cualquier recurso a su disposición sin importar su legalidad o ilegalidad.
Para sus fines delictivos, […] tuvo a su disposición recursos que fueron posibilitados por las relaciones estratégicas entabladas con integrantes de los poderes del Estado” (Ramos Padilla, p. 35).

Luego de desplegar su “trabajo de campo” en Rosario, aproximadamente dos meses más tarde, D’Alessio - y el grupo “Buenos Aires” - intervino en tres operaciones de ingeniería financiera de gran magnitud en el exterior: colocar fondos en cuentas offshore con la finalidad de reinsertarlos luego en los circuitos legales.
El grupo simulaba negocios legales relacionados con inversiones en infraestructura, obra pública y viviendas como pretexto para ocultar actividades financieras espurias. (7)

Nos referiremos a la segunda operación en la que aparece un módulo llamativo: Calabria.
Ramos Padilla nombra este segundo movimiento de ingeniería financiera como IPID/ Edil System y lo estudia en la causa FMP 88/2019, caratulada “D’Alessio, Marcelo Sebastián y otros/ Asociación ilícita y otros”, del 18 de mayo de 2020 (no hay que confundirla con la otra resolución citada hasta ahora, de octubre del 2020).

De las interacciones entre los miembros del grupo surge que la fecha de la operación es el 3 de mayo de 2018, muy cercana al último viaje de D’Alessio a Rosario.
Carthy de Gorriti consulta al grupo de WhatsApp “Buenos Aires” la posibilidad de desplegar una transferencia.
Se usaría una cuenta identificada como IPID en los intercambios del grupo (de ahí el nombre de la operación).
El primer banco interviniente es el Bank Deutsche Österreich con sede en Viena.
Bloise comienza a gestionar la estructura de colocación de los fondos.
Dentro de esta operación habría una sub operación u operación paralela, puesto que en la resolución de Ramos Padilla surge también información respecto de otra maniobra, que el grupo nombra como MT 103 o Swift.
El volumen total de esta ingeniería financiera habría sido de 500 millones de euros (que es el valor aproximativo de una tonelada de cocaína).
Por mensajes enviados por Carthy de Gorriti al grupo de WhatsApp, la investigación de Ramos Padilla reconstruye que el testaferro de la operación fue un tal Aleko Rogachevski (actor del cual se sabe poco o nada), quien está detrás del mismo sender (remitente) que activa ambas operaciones: IPID/Edil System y Swift.

En el caso de la IPID, el sender es la empresa Edil System. ¿Representada por quién..?
Por Giovanni Gentile, ciudadano italiano nacido en 1965 en Lamezia Terme (Calabria).
Gentile aportó una cuenta bancaria en el Bank Deutsche Österreich, y es un conocido de la Guardia di Finanza Italiana porque posee antecedentes penales por estafa agravada y evasión a gran escala.

En la resolución de Ramos Padilla del 18 de mayo aparece vinculado con tres empresas: Edil System S.R.L. y World Immobiliare S.R.L. (ambas radicadas en Lamezia Terme) y Società Italiana Costruzioni DGM S.R.L. (Lombardía), todas con actividades declaradas de compraventa de inmuebles o construcciones de edificios residenciales y no residenciales.
En cuanto a Edil System S.R.L.: el 13 de octubre de 2017, a través de su Facebook, la empresa publicó un mensaje bilingüe en el que declaraban no saber quién era Giovanni Gentile:


En la investigación de Ramos Padilla se deja asentado que Gentile estuvo vinculado por tiempos brevísimos - un mes - también con empresas domiciliadas en Londres: la IBIG INVESTMENTS LIMITED, ubicada en Eastcastle House 27-28, Eastcastle Street - pequeño edificio en el que funcionan 65 empresas - y la TOPFIN LTD., situada en Cartwright Gardens 32-33.
La primera se ocupa de: “Data processing; Other information service activities not elsewhere classified; Financial intermediation not elsewhere classified; Security and commodity contracts dealing activities”.

Estos emprendimientos en 2016 presentaron una pérdida de 157.677 euros.
Apenas dos años después, en 2018 - en el contexto que estamos analizando -, habrían realizado acuerdos por 500 millones de euros (la cifra total de la operación que estamos considerando).
Estos tecnicismos - relevantes por cierto puesto que ayudan a imaginar al personaje - son menos sugerentes que las apreciaciones del grupo “Buenos Aires” acerca del propio Gentile y de la organización - de la cual se oculta el nombre, pero que por lo visto conocen bien . en la cual estaría inserto: “Edil System figura en alguna de las listas negras no oficiales” (mensaje de Pablo Bloise, 25/5/2018), “ellos no son ningunos santos” (mensaje de Carthy de Gorriti, 25/5/2018) y “el sender (q es un empleado) [por Gentile] se quiere cubrir porque sabe que lo que está haciendo le puede costar mucho más q perder el puesto” (mensaje de D’Alessio del 1/6/2018) (Ramos Padilla, pp. 37-39).

El receiver de esta operación habría sido Barings Capital Corporation Limited, contacto aportado por Bloise, y el objeto de la transferencia habría consistido en la ejecución de proyectos de infraestructura y desarrollo.
Ramos Padilla deja constancia de que entre Edil System y Barings en ningún momento hubo una vinculación real y llega a la conclusión de que “la mutabilidad de los posibles receivers pone en evidencia que en realidad no se trata de operaciones reales basadas en contratos con un objeto de negocios palpable y verdadero, sino una ingeniería financiera para el lavado de dinero” (Ramos Padilla, pp. 28-29).

Síntesis de esta maniobra: es probable que la figura de Gentile se haya articulado en esta operatoria gracias a Aldo Sánchez, sujeto que operaba en la Argentina y en Italia, y con intereses comerciales puestos, entre otros, en una empresa de gestión de residuos en Pescara.
Residuos, construcciones y compraventa de inmuebles son rubros tradicionales de inversión ‘ndranghetista y del holding Macri también.
A pesar de esto, Jonatan Viale - y en general La Nación, que articula movimientos distractivos respecto de las cuestiones mafiosas en la Argentina puesto que construye imaginarios que no se corresponden con la realidad de los fenómenos mafiosos - compone subterfugios berretas, contrabandeando la idea de que el mafioso era Mazzini.

Calabria - digámoslo con mayor precisión: sus estructuras mafiosas - es una recurrencia en la Argentina (El Cohete viene insistiendo sobre este asunto desde su momento fundacional), respecto de las cuestiones que entramamos aquí (además de las relaciones históricas y culturales, sumamente rescatables por cierto).
Deberíamos sacar una enseñanza, sobre la cual la antimafia italiana viene perseverando desde hace décadas: la mafia calabresa debe ser buscada e investigada fuera de los territorios donde ejerce su supremacía histórica.
También en el exterior, en desborde respecto de los confines del Meridione de Italia, donde ha decidido expandir sus raíces y su influencia.

Una mafia global como la calabresa se sostiene necesariamente sobre la base de estructuras locales que operan en territorios específicos, sean organizaciones narcos u organizaciones criminales paraestatales.
En el caso de la integrada por D’Alessio, se trata de “una organización paraestatal con fuertes vínculos con los tres poderes del Estado e incidencia en las instituciones democráticas mediante mecanismos de espionaje ilegal y pseudo mafiosos” (Ramos Padilla, p. 1119, 21/10/2020).
Aún queda mucho por investigar sobre esta trama, para descubrir sus intereses reales - además de aquellos ya develados - y sus terminaciones nerviosas auténticas en la Argentina y en su proyección global.


(1) Desde la muerte del Pájaro, en términos generales, se libró una guerra cuyas terminaciones nerviosas llegan hasta 2021.
Sólo en la ciudad de Rosario en este año se produjeron 138 homicidios.
Y, lo más relevante, seis homicidios, en un lapso de 20 horas, en plena campaña electoral y en el medio de un juicio a Los Monos.
Según Germán Montenegro, secretario de Seguridad Pública de Santa Fe, se trata de “pases de factura entre bandas dedicadas al narcotráfico” (Germán de los Santos, "Rosario sangrienta. Otra muerte eleva a seis los asesinats por venganzas narco en menos de 24 horas", 7/9/2021).

Una lectura un poco más sofisticada debería articularse sobre la base de otra hipótesis: que esos asesinatos fueron un mensaje, menos para el sistema político provincial que para el nacional, porque las muertes se dieron en un momento altamente significativo de la vida política argentina.
Asimismo, las amenazas de Los Monos a actores del Poder Judicial o las balaceras a edificios judiciales del Estado provincial colocan a los integrantes de esta organización como “actores políticos, como sujetos de poder con capacidad para condicionar, presionar o, al menos, intervenir en el juego político provincial, lo que [constituye] un rasgo singular” (Saín / Navarro Urquiza, p. 10).

(2) El 30 de septiembre Guille Cantero recibió una pena de 22 años por haber ordenado - desde la cárcel - siete ataques con armas de fuego contra jueces y edificios judiciales.
A esos 22 años se le sumaron seis años y ocho meses, pena que había recibido en 2016 por una intimidación al magistrado Eduardo Fertitta (Gabriel Di Nicola, "Narcotráfico desde la cárcel: 14 medidas para evitar que los jefes sigan controlando el negocio desde sus celdas", 19/10/21).

(3) Para esta reconstrucción consulté también Carlos Del Frade, Los Monos, narcomenudeo y control social (mayo de 2018) y el Informe Comisión Bicameral de Fiscalización de los organismos y actividades de inteligencia. Espionaje ilegal: 2016 - 2019, del 20 de abril de 2021.

(4) Carlos Marcelo D’Alessio, designado al rato de asumir el gobierno de la alianza Cambiemos por el Presidente Macri a través del Decreto 227/ 215.

(5) El 18 de octubre de 2021 el Tribunal Oral de Santa Fe condenó a Luis Paz a casi 14 años de prisión como jefe de una estructura de narcotraficantes que operaba en Santa Fe, Rosario y Villa Constitución.
“El fiscal […] Walter Rodríguez, descubrió que Paz era el dueño de [un] departamento de bulevar Oroño por una escucha telefónica del 27 de septiembre de 2018.
En un diálogo entre [Paz] y su inquilino, [este] le cuenta que esa noche tenía una invitada especial. ¿A qué no sabés quien viene..? Patricia Bullrich. Viene a reunirse con nosotros”.
En esa escucha Paz le respondió a su inquilino:
“¡Escúchame, nene, yo tengo que juntarme con esa señora!”
(Le incautaron propiedades, autos y camiones", Página/12, 19/10/21).

(6) En agosto de 2018, Carrió “denunciaba el accionar presuntamente delictivo de la empresa Hidrovía S.A. y de su gerente, Benjamin Gabriel Romero, por contrabando y tráfico de estupefacientes en aduanas y terminales portuarias del Gran Rosario” (Ramos Padilla, p. 640).

(7) Por esos hechos, la Unidad de Información Financiera (UIF) pidió que los integrantes fueran elevados a juicio por lavado de activos (Luciana Bertoia, "Espionaje ilegal: Marcelo D´Alessio y Carlos Stornelli quedaron a un paso del juicio oral", 13/10/2021).
Los integrantes del grupo “Buenos Aires”: Ricardo Bogoliuk, ex jefe de la base Ezeiza del “Proyecto AMBA” de la AFIPablo Bloise, una especie de financista de la organización, quien contaba con vínculos con estructuras empresariales que hubieran podido garantizar el lavado a cambio de comisiones; Marcelo González Carthy de Gorriti, quien tenía relación directa con las personas que necesitaban colocar el dinero espurio en el circuito bancario; Aldo Sánchez, santafesino con pasaporte italiano y sender de ingentes sumas de dinero (del orden de varios millones de euros).
Durante la indagatoria reconoció que la empresa (Aldo Eduardo Sánchez Buildings & Entertainment) que figuraba como titular de la cuenta bancaria desde donde se enviaba el dinero le pertenecía y que estaba radicada en Italia, país en el que tenía declarado su domicilio.
Mientras se realizaban las operaciones financieras del grupo “Buenos Aires”, Sánchez entraba y salía de Argentina con destino a Panamá.

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