RECETA PARA EL ÁNGEL DE LA TIERRA, de Hamlet Lima Quintana

Tienes que poner una voz una base de nomeolvides,

igual que si sembraras sobre la tierra arada.
Después dispondrás de algunas lágrimas.
pero no cualquier lágrima, por ejemplo:
la de un niño con hambre; o la de una mujer
que llora por sus hijos, o la de un hombre
que llora por su dignidad.

Agregarás, como parte del milagro,
la trayectoria que siguió el pájaro en su vuelo.
Pero después que el pájaro se disolvió en el olvido,
así como al despertar en la aurora del canto
en las catedrales del zorzal en su rama.

Traerás algún recuerdo de momentos felices,
como si estuvieras mirando a todos en la mesa.
También recuerdos de glorias en luchas que no cesan.
Y en esos, volverás a decir: “el pueblo Unido jamás será vencido”

en certificación de tu memoria.

Hurga también en tu cerebro, debe haber una paz,
un día de paz, un momento de paz,
como cuando miras los pájaros del cañadón,
o como cuando te dieron amor y tú lo diste.

Pero todo tiene que tener magia, el milagro,
como despertarse cada día y ver luz
y dar los buenos días como cantando un himno.

Por último, tienes que poner también
las historias de todos los abuelos de la tierra
y, aunque tiembles, es el futuro de tus hijos,
los hijos de tus hijos y de sus hijos.

Con ello no harás un amasijo, sino, amorosamente,
pondrás ramos de flores junto a las nomeolvides
que sembraste en buena tierra.

Y mientras vas nombrando a la gente que amas,
a los pueblos que amas, como todos los libres,
colocaras esos ramos de magia en el florero
que tienes armado adentro de tu vida
para poder así espantar a la muerte.